Rojo.
Delineó con la yema de sus dedos la suave figura del italiano que se encontraba bajo su cuerpo, el semblante de Lovino era de notoria vergüenza, ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos pero eso sólo le parecía aún más encantador.
Lovino por completo era encantador.
Se acercó lentamente a él hasta lograr atrapar sus labios en un profundo beso, entrelazando sus dedos acorralandolo contra la cama de forma definitiva. Acarició su lengua con la propia ahogando los sonidos que querían escapar desde lo más profundo de su garganta.
Siempre se sentía como la primera vez. El calor invadiendo su cuerpo, la pasión compartida en cada movimiento y el amor en cada toque.
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