
#9 "CAMINO A CASA (Parte 3)"
Curra estaba corriendo por los pasillos, pasando entre charcos de agua y comprobando que "El museo de la enseñanza" seguía intacto, así como que no hubiese daños importantes. "Necesitaremos una secadora gigante para limpiar esto", pensó extasiada.
- ¡Volved a vuestras clases! – dijo a los niños de todas las edades que se encontraba por el medio-. No pasa nada, es un ensayo de emergencia ante incendios. Volved a clase tranquilos.
No quería alarmarles, pero tampoco quería mentirles más tiempo. Mientras se juntaba de nuevo con el gran grupo de maestras, no paraba de buscar información en su brazalete.
- Maestras, ¿quién es ese Coco? Necesito información de él. Por aquí no encuentro nada.
- Es un gato callejero de muy mal carácter – María le contestó de inmediato-. Escapó por voluntad propia de casa de sus dueños después de arañar muy malamente a su familia. Parece que no quiere que le eduquen, ni tampoco le gusta el colegio o la enseñanza.
- Por eso, buscaba gatos que encontraba en la calle aunque ellos ya tuvieran casa y se los llevaba para convencerles de que se comportaran como él – continuó Laura-. Si no eran como él, les pegaba y se burlaba de ellos hasta que hacían lo que él decía.
- Por lo visto, encontró a tu hermano por la calle – aclaró Marta-, y lo convirtió en el patrón o jefe de lo que se conocía como el clan de los 30, pero hecho como a Coco le gustaría. Usaba ese clan para ir en contra de la escuela y más aún cuando un animal como tú entró en nuestras vidas como una profe más.
- ¿De modo que los animales del clan de los 30 no tienen por qué ser de mal comportamiento? – preguntó Curra.
- Al contrario, son buenos. De hecho en sus casas aún preguntan por ellos, lo que pasa es que Coco se los llevó sin dejar que jamás volviesen – Paula terminó de contar la historia completa de ese gato y del clan-. Por eso hemos llamado a los de protección, para que vayan secando y reconociendo a gato por gato para llevarlos con sus dueños de nuevo.
Curra quedó pensativa mientras Paula remataba la explicación y entonces se acercó aún más a las maestras:
- Comprendo que haya que recuperar a todos los gatos, pero uno de ellos es Tete. Mi hermano. No puedo dejar que se lo lleven sin yo hablar con él antes.
- ¿Tú siendo perra tienes a un gato por hermano? – preguntó Laura confundida.
- Hermano de crianza, crecí junto a él en la misma casa. Es mi hermano, sea la raza o el tipo que sea. Y el problema es que creo que él no se acuerda de mí. Por tanto no se acordará ni de su familia y si le piden datos y él no dice nada temo pensar qué harán con él...
Las maestras entendieron y apoyaron a Curra completamente, pero no sin antes avisarla:
- Nosotras te ayudaremos, pero ten en cuenta que esto es ahora una emergencia. Hemos tenido que llamar a gente de fuera y están haciendo su trabajo muy rápido. Estás en una carrera, Curra. Tienes que encontrar a tu hermano antes de que ellos lo encuentren.
Coco iba corriendo con Pelayín y otro gato llamado Pipo por el gimnasio del colegio. Habían ido a esconderse tras unas colchonetas. Pipo y Pelayín escucharon por lo alto a cuidadores de la protectora coger a los gatos y mientras los atendían averiguar sus datos y llamar a sus familias para devolverlos a su casa.
- Pelayín, no son malos ¡Son gente buena! – exclamó ilusionado Pipo-. Nos van a llevar a casa, no hay por qué esconderse.
Coco, en cambio, le atrajo para la colchoneta empujándole:
- No nos vamos a ninguna parte, y desde luego no a casa.
- Pero, ¿qué te pasa? – preguntó Pipo contrariado-. ¿No te gusta estar en casa?
- ¡Abre los ojos! Por qué estar en una casa a gusto, cuando puedes ir por ahí haciendo lo que te parezca y a quien tú quieras.
Pipo entendió tan bien como Tete que Coco no era para nada un buen gato:
- Yo quiero irme a casa.
- ¿Ahora quieres irte? – preguntó Coco haciéndole burla para acto seguido propinarle un almohadillazo en la cara, arañándole a la vez-. ¡Pues ahora te quedas conmigo! Aquí mando yo... ¡Yo!
Según se dio la vuelta quitando a Pipo de su vista, Coco encontró un brazalete tirado en el suelo. Sonrió de oreja a oreja ocurriéndosele una idea.
Tete, mientras tanto, removía cosas en la sala de profesores al tiempo que pensaba cómo pudo equivocarse tanto como para haberse ido de casa y ser lo que fue en este tiempo.
- Tete, ¿estás ahí?
La voz de Coco le asaltó de nuevo. Tete vio un brazalete encima de un cajón abierto.
- No tenemos mucho tiempo. Si me ayudas a escapar, puede que me olvide de la escenita que me has montado antes – Coco se reía entre dientes-. Ponte esto en la pata, rápido.
Al mismo tiempo, Curra subía y bajaba escaleras en busca de alguna pista que le llevara a Tete.
- Raquel, no paro de cruzarme con gente de la protectora... Dime que tienes algo.
La profe Raquel estaba en su clase calmando a sus niños haciendo un proyecto en clase, mientras hablaba con Curra por su brazalete y buscaba alguna señal de Tete.
- Hemos mirado ya en muchos lugares... ¿La sala de profes la hemos mirado?
Justo cuando Curra iba a responderla, Raquel la interrumpió.
- Oye, ¿la profe de PT no había faltado hoy?
- Yo hoy no la he visto, ¿por qué? – preguntó Curra intrigada.
- Si hoy no ha venido y su brazalete lo dejó ayer en la sala, ¿por qué me aparece en línea?
Curra casi se desploma en el suelo de la emoción.
- ¡Tete! Es él o un animal cercano a él seguro. Conéctate en ese chat y no hables ni nada, sólo escuchemos de momento.
Mientras Curra bajaba trepidante las escaleras hasta la entrada para poder ir a la sala de profes, Tete estaba asomado a la ventana viendo si afuera había gente o no bajo órdenes de Coco.
- No hay nadie, Coco – respondió a través del brazalete-, podéis avanzar.
- ¿Seguro que no hay nadie por la salida del parque? – preguntó Coco impaciente.
Tete cerró por un segundo los ojos, tragó saliva y contestó de nuevo:
- Sigue avanzando.
- ¡Muy bien, Tete! Veo que al final has vuelto a ser Gatino de nuevo...
Las risitas de Coco no ya sólo molestaban a Tete, también a Pipo e incluso a Pelayín pese a que aún no había dicho nada. Coco ya acariciaba el manillar de la puerta.
- Te dije que ayudaría, amigo mío.
- No te preocupes Coco, ya me estás ayudando a mí y a todos.
Según Coco abrió la puerta, creyéndose el más listo de todos, se encontró de frente con todos los cuidadores de protección de animales, más María, Paula y Laura. La cara de Coco era indescriptible. Su cuerpo quedó congelado, ni siquiera respiraba.
- Damas y caballeros – la voz de Curra sonó a través del brazalete de Coco, habiéndolo configurado Raquel en silencio para que sonara en manos libres -, no tenéis ni idea de lo mucho que muchos hemos esperado este momento... Protectora de animales, maestras, os presento a Coco. El gato responsable de todo lo que ha pasado... Coco – para cuando Curra se refirió a él, Coco estaba ya temblando de furia-, te presento a tu destino: la protectora de animales y las maestras.
Coco se quitó el brazalete frustrado y miró a los lados en busca de ayuda.
- Pipo, detenles y yo te llevaré a tu verdadera casa.
Pero Pipo ya había echado a andar hacia la cesta con mantas de la protectora:
- Tete tenía razón, eres un mentiroso... ¿Por qué iba a creerte ahora?
- Uuuuuuuuuuuu.... – Coco volvió a levantar la chepa desafiante-. Pelayín... ¡Pelayín, haz algo!
Antes de volverse por completo y echar a andar, Pelayín le dedicó una última mirada:
- Ya no soy tu Pelayín.
- UUUuuuuuUUUUUUUUuuuuu... ¡Pelayín! – Coco estaba ya desquiciado.
- ¿Qué te creías? – Curra seguía hablando por el brazalete caído-. ¿Qué porque tú no quieres hacer algo todos los demás tienen que hacerlo como tú? ¿Qué porque a ti no te gusta estar en una casa y convivir en paz, tienes que llevarte a un puñado de animales y convertirlos a tu modo de ser?... Estás solo.
- ¡Cállate! – Coco gritó al brazalete, a tiempo de que uno de los de la protectora le envolviese en una manta.
Coco trató de revolverse, pero los de la protectora colocaron bien las mantas alrededor de sus patas y uñas y lo metieron dentro de la furgoneta.
- Cuidaremos de él. No le faltará de nada y podrá educarse sin problemas – prometieron los de la protectora a las maestras.
Tras haber visto todo eso, Tete al fin se apartó de la ventana. Se volvió hacia la mesa de los profesores y se sentó en ella. Pensando en qué hacer ahora, en si entregarse o no, en si de verdad tendría casa o no (pues no lo recordaba) dejó la vista caer en un sobre que había encima de la mesa. Era un sobre que iba a dirigido a la atención de Curra.
Curra estaba ya pegada a la sala de profesores:
- Raquel, ¿puedes ver por sui brazalete? ¿Sabes qué está haciendo ahora?
- Creo que está cogiendo un sobre...
Curra entonces sonrió.
- Vale, no hace falta que le diga nada entonces. Ya entraré yo ahí dentro.
- Genial, Curra – se despidió Raquel-. Pero no olvides que los de la protectora aún están buscando e igual entran ahí dentro... Si vas a hacer algo hazlo ya.
Si Tete hubiese sabido que ese sobre fue aquel que su padre mandó a Curra para que se lo entregase si lo encontrase de nuevo, lo hubiese abierto con más ilusión. Pero ni siquiera recordaba ahora si tenía familia. Había pasado tanto tiempo, tanto le había metido Coco en la cabeza... Introdujo el CD que había dentro en un reproductor y encendió la pizarra digital dentro de la sala para verlo. En cuanto la imagen de su padre saltó en el reproductor Tete quedó mirándolo tan fijamente como había hecho aquella vez con Curra. Había algo en esa cara realmente familiar para él. Su padre estuvo callado durante unos segundos en el vídeo, quizás porque no sabía por dónde empezar. Tiempo suficiente para que una perrita muy, muy pequeñita apareciese por detrás de él subida a la mesa y, al empezar a salirle los dientes, mordisquear una bandeja que había encima. En cuanto lo vio, Papá la tomó cuidadosamente en brazos:
- Ay, pequeña Curra... - Tete abrió la boca en cuanto comprobó que esa perrita bebé era Curra-. Sabes que tienes el mordedor ahí abajo.
En cuanto la bajó al suelo, la colocó junto a un gato pequeñito y oscuro que lloraba porque su mordedor se había caído muy lejos. Al verlo, Curra le dio el suyo para compartirlo. Ese gatín, muy agradecido, la besó y la abrazó cariñosamente.
- ¡Muy bien, Tete! – aplaudió papá-. ¿Viste que buena hermana es Curra contigo?
Tete ahora ya estaba empezando a recordar todo asombrado, descubriendo que Curra era su hermana desde cachorros y que ése era su padre.
- Bien, Tete, esto me ha ayudado a empezar... - Su padre al fin arrancó a hablar-. He grabado esto para cuando fueras mayor porque se me da muy mal pedir perdón en persona y más cuando aún eres pequeño y no lo entenderías.
Tete se acercó aún más a la pantalla.
- Es verdad que no he pasado mucho tiempo contigo y aunque no tengo elección porque estoy muy ocupado en el colegio, sí que pienso mucho en ello y quería decírtelo de algún modo... No quiero perderte, tampoco quiero que te hagas mayor tan rápido y espero que si alguna vez te enfadaras conmigo por todo esto, pudieras perdonarme en algún tiempo – se giró a un lado y señaló la pila de papeles que tenía encima de la mesa apartados-. Todo esto es mi trabajo: la enseñanza, el colegio, quién entra y quién sale. Soy profesor tanto tiempo que aún en casa muchas veces sigo siéndolo. Hay a quién le gusta, como a Curra, y hay a quien aborrezco como quizás a ti y a los demás... Sólo quiero que sepas que todo esto es para ti. Para todos.
Tete se estaba dando cuenta de lo que estuvo a punto de hacer, de estropear todo el trabajo no sólo de Curra y de las maestras, sino de su padre hacía ya mucho tiempo. Se agradeció el ser lo suficientemente bueno como para parar a tiempo.
- Tendrás muchas preguntas, y muy seguramente quieras irte de casa y ser independiente tal vez muy pronto... Al menos para mí – se sonrió ante la cámara-, pero espero que siempre recuerdes lo mucho que te quiero aunque no estuviera todo el tiempo que quisieras contigo, que protejas siempre a tus hermanos y amigos pues ellos te protegerán a ti y que cuides de todo el trabajo que ya está hecho. Y no, no me refiero sólo a estos papeles... Me refiero a que cuides de ti mismo, pues tú y tus hermanos sois mi mejor trabajo. Nuestra familia es lo que siempre será mi mayor logro.
Tete se limpiaba unas pocas lágrimas de los ojos mientras veía a su padre sonreír emocionado en el vídeo y éste cortarse ya acabado por completo. Sintió una presencia detrás suyo. Se giró sobre la silla para encontrar a Curra allí delante de él, sonriente tras haber visto el video en silencio con él.
- Tú y yo somos como la luna y el sol... No terminamos de encontrarnos, pero compartimos el cielo.
- Sí que podemos encontrarnos – dijo Curra animándole.
Ambos fueron corriendo el uno al otro, sabiendo por fin quién era cada uno, y se fundieron en un gran abrazo.
- Lo siento, Curra... Era muy pequeña y como no estaban mucho tiempo conmigo, pensé que no me querrían y al salir a la calle a dar una vuelta muy larga...
- No te preocupes, Tete. Estamos juntos de nuevo, y es lo que importa – Curra lo achuchaba como a una almohada llena de pelo.
Antes de que los de la protectora pudieran preguntar, aún Tete sabiendo todo ahora, Curra rápidamente le presentó como su hermano y al hallarse ya con un familiar le dejaron estar allí.
Unos días después, la familia había quedado al fin reunida tras llevar a Tete de vuelta a su casa para reencontrase con todos y recuperar tiempo perdido. Todos estaban más contentos que nadie. Curra, por su parte, tenía trabajo que hacer y tenía que seguir yendo al colegio para estar con sus maestras y sus niños. Pero eso no quitaba que cada mañana hablara con Tete por el teléfono del brazalete.
- ¿Cómo nos despertamos hoy? – preguntó su hermano ilusionado.
- Pues con mucho sueño – contestó Curra bostezando-. Pero las ganas de este día prometen más. ¿Y tú? ¿Cómo has despertado?
- Estando donde quería estar desde el principio. Tenías razón, ¿sabes? Hay perseguir lo que queremos y nunca dejarlo escapar. Aunque en vez de en un spring sea por una carrera de fondo.
Curra sonrió orgullosa de Tete.
- ¿Qué haces ahora? – le preguntó él.
- ¿Ahora? – Curra justo abrió la puerta de su clase y encendió las luces-. Entrar en casa.
Curra y Tete rieron risueños.
- Pasa un buen día, profe... A ver qué te cuentan los nenes – se despidió Tete.
- Bufff, creo que se fueron de acampada el fin de semana así que hoy vendrán cargados de historias.
Como cada mañana llena de aventuras y deseos, Curra recibió a los nenes con sus papás y familiares, habló un poco con ellos, les pidió a sus nenes que se pusieran el mandilón y se fueran sentando en la asamblea. Repartiendo cariño y escuchando, como todas las maestras compañeras le habían enseñado, y sintiéndose orgullosa de lo mucho que ella había aprendido hasta entonces Curra se sentó donde una silla y fue indicando a los encargados que fueran poniendo sus nombres y la fecha de hoy.
- ¿Estáis felices, niños? – preguntó.
- Contigo en clase siempre, Curra – contestaron muchos al unísono, mientras otros sonreían y se levantaban a darla abrazos.
A Curra le costaba recordar ya su primer abrazo por parte de uno de sus niños, pero aún tras muchos dados y recibidos seguía sorprendiéndose y emocionándose como el primero.
- ¿Y tu fin de semana cómo ha ido? – preguntó uno de ellos.
Curra se extrañó por la pregunta. Otra niña se explicó:
- Es cada asamblea va siendo más o menos igual siempre... Entonces hemos pensado entre todos que seas tú hoy la que empiece a hablar.
- ¿De verdad? – Curra sonreía impresionada.
Un gran "¡SÍ!" saltó de todos los niños. Curra quedó mirándoles sin saber por dónde empezar. Lo único que pudo arrancar fue a reír de alegría y no parar.
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