El mundo se siente irreal. Me vuelvo consciente de detalles en que no había reparado, como que el color del terciopelo del sillón es del mismo color de la sangre. Desde las paredes, los habitantes de los retratos se ríen de mí. Ellos están seguros en sus universos de jardines infinitos y viajes en globo, mientras que yo no puedo escapar. ¿Por qué no consigo moverme?

No recuerdo haber experimentado antes algo que se sintiera tan inevitable como ver a Ismael acercarse a mí, sabiendo que no puedo hacer nada para defenderme. Inevitable como ver un vaso de vidrio que cae hacia un piso de mármol y saber de antemano que se romperá en mil pedazos.

El dolor cuando él desgarra la piel de mi cuello sí es inesperado, un relámpago punzante seguido de un trueno que resuena en mi interior con una violencia estremecedora. Su boca se prende a mí con la desesperación de una sanguijuela.

Mientras la sangre se me escapa, a mi alrededor la habitación parece cobrar vida. Las paredes son un corazón palpitante que se deforma con cada uno de mis latidos. Las pinturas se mueven, sus personajes se acercan a ver el espectáculo. Una muchacha abandona su hamaca, un hombre alto deja a un lado la frutilla que estaba comiendo y va hasta el borde del marco para poder ver mejor, un anciano cierra el libro que estaba leyendo para centrar su atención en mí.

En el techo hay un candelabro, y los cristales que cuelgan de él son dagas afiladas que están a punto de caer. El brillo de las luces se va apagando a medida que un hormigueo duerme mis sentidos. Los recuerdos de cómo llegué allí se borran. Los últimos restos del mundo real se escurren entre mis dedos, y ya no encuentro la voluntad para poder aferrarme a él. 

La vida se me escapa.

El vaso se rompe.

FIN

TERROR + TERROR

Para volver a empezar y probar otro final, pasa al Capítulo 1: INICIO DEL JUEGO

¡Otro de los finales trágicos, como era de esperarse de la combinación TERROR+TERROR!

Para leer mis comentarios finales, pasa al capítulo NOTAS DE AUTORA.