—Perdón —alcanza a susurrar.

—Apóyate en mí, Ismael —le digo. Mi corazón se acelera, inquieto.

Ismael responde descansando su cabeza sobre mi hombro, y deja que pase mi brazo por su cintura para aliviar su esfuerzo. Cuando sus labios rozan mi cuello por accidente, el vello de la nuca se me eriza. Su piel es suave y está tibia, quizás demasiado. Su temperatura debería ser similar a la de los humanos, pero el esfuerzo de la batería lo está sobrecalentando. Lo siento perder fuerza y lo aprieto contra mí, para acomodarlo sobre mi pecho. No debería sentirse tan natural entre mis brazos. No debería sentirse tan correcto.

Por el rabillo del ojo veo acercarse a la mujer del mostrador, a paso rápido. 

—¿Usted viene por la inspección técnica...? —pregunta, con voz alarmada—. Ismael me dijo que estaba en camino...

—Sí, tengo que hacer una actualización de software urgente, es por eso que no está funcionando bien —explico, al tiempo que le muestro mi código de identificación del Ministerio de Inteligencias Artificiales. No estoy mintiendo, al menos no del todo.

Ella asiente y me guía hasta un pequeño cuarto al fondo de la cafetería. Hacen falta unas cuantas palabras de confortación para conseguir que nos deje a solas.

—Discúlpala —me dice Ismael, una vez conectado a una fuente de energía de emergencia—. Ella tiene tanto miedo de que me saquen del mercado como yo. No puede comprar modelos más nuevos.

Ismael sonríe con melancolía. Sus manos, que hasta hace unos minutos se aferraban a mi espalda, descansan entrelazadas sobre su regazo. 

—Nadie te va a sacar del mercado mientras yo trabaje para el Ministerio de Inteligencias Artificiales. Siempre que tengas un problema, solo tienes que llamarme y vendré a arreglarlo. ¿Puedo ver tu panel de control?

—¿Y todavía lo preguntas? —Ismael sonríe y desabotona su camisa para darme acceso—. Eres tan gentil como la primera vez —dice en voz baja, cuando me conecto a él, y aprieta los labios.

El gesto revive el recuerdo de su boca contra mi cuello, que me distrae hasta que consigo volver a concentrarme. La primera vez que nos conocimos se siente cercana y lejana al mismo tiempo. Mucho ha cambiado entre nosotros desde entonces.

—El problema es la conexión del sistema central con la batería —explico, mientras trabajo en restablecer el vínculo—. Es un error conocido, pero no fatal. Si te consigo una nueva, volverás a estar como el primer día.

Cuando logro programar un camino de distribución de energía alternativo, los ojos de Ismael comienzan a recuperar su brillo, que confirma que el funcionamiento de su sistema está volviendo a la normalidad. 

—Ya me siento mejor —dice Ismael, su voz ya más clara.

—¿Ves que no había que ser tan fatalista?

En cualquier otro caso, ese sería el momento en que me alejaría de él y guardaría mis herramientas para retirarme. Eso sería lo que haría, claro, si Ismael fuera como los otros androides a los que visito durante mi trabajo. Pero él es distinto.

En lugar de alejarme, me acerco a él hasta que nuestros labios se encuentran. No me importa el leve cosquilleo de la electricidad que acompaña el beso. Ya me he acostumbrado a él, al ronroneo de su batería, a la curiosa textura artificial de su cuerpo. Al principio, él era solo un androide más, uno al que me asignaron reparar. Ahora es mucho más que eso.

—Te espero en casa luego del trabajo —le digo.

—Por supuesto —responde Ismael—. Siempre.

CIENCIA FICCIÓN + ROMANCE

FIN. 

Para volver a empezar y probar otro final, pasa al Capítulo 1: INICIO DEL JUEGO

¿Romance entre humanos y androides? Sííí 👀 Este capítulo lo rehice porque en su versión original (que había escrito para un concurso) casi no había podido explayarme. Aunque llevara mucho tiempo sin ver a estos personajes, disfruté mucho de reescribirlo.

Para leer mis comentarios finales, pasa al capítulo NOTAS DE AUTORA.