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Tan aho

Penúltimo capitulo 


Se removió un poco en su cama, sentía que un calor lo sofocaba. Comenzó a tentar para encontrar la fuente, pero grande fue su sorpresa al sentir algo firme y suave en su mano. Abrió los ojos y vio Aomine Daiki completamente dormido, sonrió al recordar lo que había pasado y luego desvío la mirada a lo que tocaba, era el definido torso. Con curiosidad, paseo las yemas de sus dedos por los cuadros marcados en el ejercitado abdomen.

—Veo que te diviertes— dijo en un tono juguetón. Había sentido como lo tocaban, abrió los ojos y notó que Taiga, con un fuerte sonrojo en sus mejillas, le tocaba el abdomen.

Salto por el susto y alejó su mano, el sonrojo de sus mejillas se acentuó un más —¿D-Desde cuándo?..— trató de decir mientras se removía, pero ese fue su error, el dolor en su parte baja hizo que soltara un gemido.

—¿Te duele mucho?— preguntó aproximándose al pelirrojo.

—Un poco— susurró apenado —Bestia...

—¿Tienes medicamentos?— preguntó acariciándole la mejilla, ignorando el "bestia".

—En el baño, detrás del espejo— respondió tratando de sentarse.

Daiki se levantó y se dirigió al baño; Taiga se sonrojó complemente ante la desnudes del moreno, era todo un desvergonzado. Pero debía admitir que esa vista de los glúteos era grandiosa.

Daiki revisó el estante y encontró un par de pastillas; al girar se percató de que el baño contaba con ducha y una gran bañera. Sonrió y se dirigió a la bañera, abrió la llave del agua, dejó llenándola y se dirigió a la habitación. —Ten— dijo entregándole las pastillas. Como Taiga tenía una jarra con agua y un vaso, lo sirvió y se lo entregó.

—Gracias— respondió abochornado. Pues el peli azul seguía desnudó —¡Te podrías vestir!— agregó desviando la mirada.

Como mayor desfachatez, se cruzó de brazos y sonrió de forma pícara —Ayer querías desnudarme y ahora que lo estoy ¿quieres que me vista? No te entiendo Taiga.

Se sonrojó aún más —¡Solo vístete!— exclamó avergonzando.

—Claro— respondió y fue por parte de su ropa que había quedado en el pasillo; cuando regreso a la habitación vio a Taiga tratando de levantarse, dejó su ropa en la orilla de la cama y de aproximó —Vamos— dijo tomándole la mano al pelirrojo y ayudó a que se levantará.

—mnghhhh— gimió al sentir como el semen abandonaba su interior y escurría por sus piernas. Se sostuvo del peli azul.

—¿Estas bien?— preguntó. Al no obtener respuesta intento cargar al pelirrojo, pero a la hora de llevar su brazo a las piernas las sintió mojadas, levantó el brazo y notó el semen —Debí limpiarte, pero me quede dormido— comentó y lo cargo al estilo nupcial.

Taiga comenzó a protestar y, aun así, Daiki lo llevó hasta la bañera. —¡Espera! Deja limpiarme— dijo alterado. Daiki lo bajo y lo sostuvo —Déjeme sólo.

Iba a protestar pero vio la mirada suplicante de Taiga y accedió —Está bien— dijo resignado y salió del baño.

Observó a Daiki abandonar el baño e ingreso a la ducha, tomó la regadera de mano y limpio su área. Sus mejillas se tornaron rojas al ingresar sus dedos en su zona. Sacó lo que pudo y al ver que no había nada más, apagó la regadera y se dirigió a la bañera. Ingreso lentamente, pues el levantar la pierna le dolía; se sentó y se acomodó para relajarse.

—¿Taiga, ya?— preguntó Daiki desde la puerta.

—Estoy en la bañera, espera— respondió y segundos después Daiki entró —¿Qué haces?— preguntó con el ceño fruncido.

—¿No es obvio?— respondió dirigiéndose a la bañera e ingreso detrás de Taiga, éste inmediatamente comenzó a removerse —Tranquilo. Sólo te quiero consentir— dijo abrazándolo y sentándolo sobre su regazo.

Taiga se relajó al sentir las caricias en su abdomen y los pequeños besos que esparcía en su cuello y hombro, era la primera vez en muchos años que sentía a gusto en los brazos de su Daiki. El consumar su amor le llenaba de felicidad, aunque muy dentro de él sabía que no debió acceder, pero lo amaba. Tenía 10 años enamorado del mismo hombre —haaa~— soltó un suspiro.

Sonrió al notar que se había relajado —Taiga~.

—humm— fue su respuesta.

—No soportó estar separado de ambos ¿Cuándo seremos una familia?— preguntó con inseguridad.

Se sorprendió por la pregunta, giró y miró fijamente al peli azul —¿Quieres que seamos una familia?— preguntó con su corazón saltando de emoción.

—¡Por supuesto! Tenemos que ser una familia. Quiero casarme contigo y tener muchos hijos— dijo indignado.

—Daiki— susurró.

—Además, lo de los hijos... en unos meses tendremos uno más— dijo sonriendo.

—¿De qué hablas?— preguntó confundido.

Llevó su mano a la entrada de Taiga e introdujo su dedo medio —aghhh— gimoteo el pelirrojo y quitó rápidamente la mano del peli azul —A noche te tomé y me corrí dentro de ti— dijo mordiéndole el lóbulo de la oreja derecha.

—oh...— había olvidado ese gran detalle.

—Iré preparando la boda y la casa— dijo satisfecho por la reacción del pelirrojo.

—¿Quién dijo que me iba a casar?— preguntó molesto. Se levantó, salió de la bañera directo por una toalla y luego salió del baño, dejando a Aomine Daiki con las esperanzas destrozadas.

El peli azul se hundió en el agua y estuvo unos minutos más en la bañera, se levantó y salió de ella. Llegó a la habitación, tomó su ropa de la cama, se vistió, seco el cabello y salió de la habitación. El aroma de tocino de frito y huevo atrajo su atención, camino hacía la cocina y vio a Taiga cocinando. Se apoyó de la pared, se cruzó de brazos y miró cocinar al pelirrojo.

—¡Joder!— exclamó del susto que se llevó al ver al peli azul mirándolo —¿Me quieres provocar un infarto?— dijo colocando un plato en la mesa.

—Lo siento...— dijo apenado. La mano de Taiga había temblado cuando bajo el plato.

—Anda, desayuna— dijo sirviéndole el desayuno.

—Delicioso— dijo después de probarlo —¿Por qué siempre haces desayuno americano?

—La costumbre— respondió con indiferencia mientras se servía el tocino.

—Sabes... Extraño la sopa miso que preparas— comentó y siguió comiendo.

—¿Así que sopa de miso, eh? pensaba mientras comía. Lanzaba una que otra mirada discreta al peli azul y las veces que lo hacía podía observar las marca de mordías en los labios y marcas rojas en el cuello moreno. Sonrió satisfecho. Esa mujer no se le acercaría a su Daiki.

Terminaron de comer y se dirigieron a la sala a esperar la llegada de Taisei, conociendo a Seijūrō su hijo arribaría a las 4 de la tarde y como eran las 11 verían una película. El teléfono de Daiki los hizo saltar —¿Qué pasa viejo?

—¡No llames así a tú padre!— escuchó Taiga, lo que hizo que soltara una risa.

—¿En qué te ayudó?— dijo más calmado.

—Tenemos unos problemas en la jefatura. Necesitó que te presentes— volvió a escuchar Taiga.

—Esta bi.....— su padre interrumpió.

—Apresúrate y dile a Kagami que quiero ver a mi nieto. Los espero a los tres.

—Papá, Taisei no está. Y no se ha qué hora regresé— dijo viendo a Taiga.

—Dile que te llame cuando llegue y nos ponemos de acuerdo.

Daiki miró a Taiga y éste asintió —Dice que sí. Él nos avisa cuando llegue Tai... En este momento salgo para la comandancia— colgó.

—Te llamaré cuando Tai este de regreso— dijo con un puchero ante la idea de que Daiki se iba.

Sonrió al ver el puchero —Está bien— se aproximó y besó a Taiga. El beso inició lento y fue subiendo de nivel. El pelirrojo mordió el labio inferior de Daiki hasta sangrarlo.

—ouchh— se frotó el labio y limpio la sangre. Miró en forma de reproche al pelirrojo.

—Anda, veté— dijo empujándolo antes de que preguntará por la mordida.

Lo último que Daiki miró de Taiga fueron los ojos rojos brillando extrañamente.

Ehhh ¿Así que iremos a la comandancia? pensó al ver la mirada azul que Daiki le dedicó. Sonrió y dio la vuelta a la cocina con una sola meta.

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Una vez que salió del edificio, tuvo que abordar un taxi directo a la comandancia, lo bueno de todo es que en su gaveta tenía ropa de civil y uniforme. Al llegar, bajo del taxi y entró al edificio. Saludo a todos los que están en su camino y se dirigió a la oficina de su padre —Viejo— saludó al verlo parado con unos de sus compañeros.

—¡Que no me llames viejo!— dijo un hombre de tez morena clara y de cabello azul golpeándole la cabeza. Su nombre, Dai Aomine.

—Joder, viejo— dijo frotándose la cabeza.

—¡Aomine—sempai! No sabía que vendría— dijo una rubia bien proporciona, Chizu Katikawa. Su objetivo, enamorar al soltero más cotizado de la policía, Aomine Daiki. Lo tenía en la mira desde hace tres meses, desde que fue transferida.

Daiki sólo rodó los ojos —ah ni yo, Katikawa-san. Tenía una mañana perfecta.

—Ya hijo. Más tarde por....— fueron interrumpidos.

—Comandante. Requieren apoyo— dijo un oficial.

—Daiki cámbiate. Katikawa haz una reservación a Mirror para 5 personas... Pídela a las 5— ordenó para luego salir detrás del oficial.

—Sí señor— respondió.

————

Para esos momentos Daiki regresaba cerrándose el pantalón dejando expuesto su dorso desnudo.

—Veo que divertiste— dijo Dai con una sonrisa pícara al ver las notorias mordidas.

Las mejillas de Daiki se tornaron rojas —¿Algún problema con ello, viejo? Tendrás un nieto o nieta pronto— dijo con una gran sonrisa mientras se abotonaba la camisa.

—¿En serio?— preguntó Dai con una gran sonrisa.

—Tú que crees, Viejo— dijo sonriendo de forma arrogante.

—No sabía que Aomine-san tuviera pareja— dijo uno de sus compañeros.

—Claro que tengo pareja— dijo acomodado la camisa dentro del pantalón.

—¿Tiene pareja?— gritó Chizu.

—Sí ¿Algún problema?— dijo de forma arrogante.

—Ya Daiki. Deja de presumir a esa belleza de pareja que tienes y salgamos de aquí— dijo Dai. Sabía perfectamente que esa mujer estaba tras su hijo, y éste no le hacía caso a nadie que no fuese su pelirrojo.

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—ugghhh estoy agotado— decía mientras esperaba que el tiempo de cocción terminara. Ya habían pasado varias horas y Taisei aún no regresaba.

Vio la hora y su hijo no tardaría en llegar.

Justo cuando estaba sacando las placas de metal del horno, se escuchó que las puertas del elevador se abrían. Colocó las placas en la estufa y se dirigió a la sala.

—Papiiii— grito Taisei y se lanzó a los brazos del pelirrojo.

—amor, te extrañé— dijo cargándolo.

—No fue para tanto. Además... veo que se dividieron— dijo Seijūrō sonriendo.

Las mejillas y orejas de Taiga adquirieron un fuerte color rojo —Cállate— dijo avergonzado.

—Ya, bueno los dejó— dijo Seijūrō.

—Espera— dijo y salió corriendo a empacar unas galletas —Están recién horneadas— dijo entregándole un refractario.

—Ya lo note. Gracias— dijo al sentir lo caliente.

—Gracias por todo— le dijo antes de que se cerrará el elevador —Bueno campeón. Tú y yo saldremos con papá y abuelo Dai.

—¡Abuelito!— dijo sonriendo.

—Sí, vamos a bañarnos— dijo mientras se dirigía a su habitación. Taiga baño y vistió a su hijo al finalizar lo dejó jugando en la sala, mientras que él se bañaba. Antes de entrar al baño, aprovechó para llamar a su "suegro" y acordaron encontrarse en la comandancia. Tras terminar de vestirse, empacó las galletas y salieron de la casa.

—Recuerda no llamar Ahomine a tú padre— dijo cuando faltaba poco para llegar a la comandancia.

—pero...— trató de decir.

—Nada de pero, Daiki es tú padre. Sé que intentas quererlo pero.

—No lo quiero— dijo con un mohín.

—Sé que lo quieres, aprovecha y llámalo papá o padre. Se pondrá feliz al escucharte— aseguró sonriendo.

Las mejillas de Taisei se ruborizaron —Está bien— respondió con un puchero. Amaba su padre, y había pasado cada una de sus pruebas.

Taiga sonrió al escuchar el tono que utilizó Taisei. Su pequeño era todo un tsundere, pero era consciente que parte de su actitud la había heredado del mismo Daiki.

Llegaron y aparcaron en el lugar que Aomine-san le había indicado. Salió de la camioneta, abrió la puerta trasera: desabrochó el cinturón de seguridad de Taisei y tomó las bolsas que llevaba. Cerró la camioneta y se dirigieron al edificio.

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Volteaban a ver al sensual pelirrojo que estaba en la recepción.

—Dice que pase. Está en el segundo piso, en el pasillo de la derecha— decía sonrojada la recepcionista observando al guapo pelirrojo.

—Gracias...ah tome— dijo y le entregó un paquete de galletas —Espero le gusten— agregó con una sonrisa y siguieron las indicaciones.

Conforme caminaban hacia las escaleras, sentía las miradas de varones, mujeres y donceles sobre él; ya quería ver la cara de esa mujer. Vale, no era por ser modesto, pero sabía que era guapo y, según su madre, muy sensual.

Subieron las escaleras y se dirigieron al lugar que la recepcionista le informó; al llegar vio a Daiki dándole un manotazo a la susodicha. Para quienes miraban a los pelirrojos, se percataron del ceño fruncido y la sonrisa extraña en ambos.

—Taisei— dijo viendo a SU Daiki.

—Sí...— salió corriendo —¡Papá!— grito a todo pulmón.

Daiki reconoció esa voz y volteó, Taisei corría hacia él. Se puso en cuclillas y recibió a su hijo —Hijo— dijo llorando. Era la primera vez que Taisei lo llamaba así; desde que habían vuelto, deseaba que su hijo lo llamara padre.

Todos veían anonadados la escena —Taiga. Taisei. Llegan a tiempo— dijo Dai sonriendo.

—¡Abuelo!— grito Taisei y corrió a los brazos de Dai.

—Daiki— dijo Taiga ayudándolo a ponerse de pie y besó —Te extrañé— dijo después de liberar sus labios.

—Taiga— susurro atónito por la acción del pelirrojo y, más, por esa adorable sonrisa. Atrapó los labios de Taiga y los beso ferozmente.

—Daiki. Taiga. Contrólense— dijo Dai cubriéndole los ojos a su pequeño nieto.

La mujer no salía del shock, hasta que uno de los compañeros hizo la pregunta: —¿Quién es?

—Es...— comenzó a decir, pero Taiga lo interrumpió.

—Mucho gusto, soy Kagami Taiga. Soy su prometido— dijo sonriendo angelicalmente. Algunos soltaron un suspiro al ver la hermosa sonrisa. Sonrió satisfecho por la cara de esa bruja.

—¿Prometido?— dijeron varios eh inmediatamente miraron la mano del pelirrojo.

—oh esto— alzó la mano — Daiki olvido el anillo. Es tan aho— dijo riendo e hizo que los demás rieran.

Daiki no resistió y sujetó a Taiga de la cintura; lo atrajo a él y lo besó. Cuando liberó los labios del pelirrojo, se aproximó a su oído y susurró —Gracias. Te amo.

—Te amo, Daiki— respondió y volvió a besar a Daiki. 


Muchas gracias por leer.

El siguiente es el capitulo final ;)

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