En la oscuridad
Un año había pasado desde que Taiga y Taisei habían llegado a Japón.
Trataba por todos los medios posibles ganarse el corazón de sus amores, pero Taisei le estaba haciendo difícil la labor. Al menos con Taiga la situación estaba mejorando, ya no lo empujaba cuando lo besaba o soltaba su mano, y tenían citas cuando ambos podían. Trataba de ser caballeroso y no propasarse con su tigre.
—Siento llegar tarde— dijo una voz detrás de él.
Se giró y quedó, ligeramente, boquiabierto. Taiga vestía un pantalón negro ajustado, un playera roja ajustada y una chaqueta negra abierta mostrando el cuerpo definido que tenía —¡Joder! Se ve tan sensual— pensaba mientras recorría con la mirada, a su Taiga.
—Deja de mirar— murmuró algo sonrojado al notar la mirada del moreno. Pero tampoco podía evitar mirar a Daiki. Éste vestía un pantalón gris mezclilla, una playera gris y un camisa de cuadros de manga corta, en color azul con gris. El conjunto hacia que se viera aún más sexy.
Daiki notó la mirada de Taiga y sonrió —Te vez muy bien, Taiga... ¿Vamos?— dijo extendiendo una mano.
Fijó su mirada en la mano que Daiki le ofrecía, volvió a mirar al moreno y luego le tomó la mano. Se sentía apenado.
Daiki sonrió victorioso y comenzó a caminar hacía el cine. El pelirrojo se sentía avergonzado, no porqué estuviese de la mano del pelo azul, sino por las miradas que recibían. Estaba consciente de que él no parecía un doncel y eso lo incomodaba. Pues Daiki era un hombre sexy muy conocido, ya que a veces aparecía en la televisión.
Llegaron al cine, compraron los boletos de entrada y bebidas. Por supuesto que Daiki arrastró a Taiga hasta la última fila, no desaprovecharía la oportunidad de tocar a Taiga en la oscuridad que le brindaba el sitio.
Se sentó y acomodó a su gusto, pero algo lo tenía nervioso: su mano seguía entrelazada con la de Daiki. Estaba consciente de que el amor por el moreno había crecido aún más. Mordió su labio en forma de frustración. Sentía su corazón latir rápidamente y que sus mejillas comenzaban a sonrojarse. De pronto, sintió como unos labios atraparon los suyos, correspondió al beso. Era pausado y lento —Daii...
—¿Sí?— preguntó mientras le besaba la mejilla.
—Na-nada— dijo avergonzado, para después beber su soda. No le podía preguntar ¿Qué somos? así como si nada. Amaba a Daiki, siempre lo ha amado pero estaba inseguro. En ese año se habían hecho cercanos, en ocasiones recordaba su corto noviazgo, y se sentía igual o peor de nervioso y enamorado.
La oscuridad invadió la sala.
En esos momentos de oscuridad, Daiki aprovechó para volver a besar a Taiga, pero esta vez fue un beso profundo. Donde el par de lenguas se encontraron en un lento vaivén. Acompañados por pequeños gemidos y uno que otro suspiro.
Cuando requirió oxígeno, lentamente se separó del moreno. Lo único que pudo ver esos instantes, gracias a que en la pantalla comenzaron los comerciales, fue un hilo de saliva que unía sus labios y la mirada excitada del ojiazul. Con sus mejillas sonrosadas y su corazón latiendo a mil por hora, desvío la mirada y no volvió a mirar a Daiki. El peliazul sonrió al notar la reacción del pelirrojo.
Al finalizar la película, recorrieron el centro comercial, compraron algunas cosas para Taisei y Taiga. Daiki, mientras se dirigían al área, fulminaba con la mirada a los que veían a su Taiga.
—¿Está bien ese restaurante?— preguntó Taiga señalando uno de comida rápida.
—Sí Taiga— dijo poniendo los ojos en blanco, pues era su restaurante favorito de hamburguesas. Comieron tranquilamente y platicaron sobre su trabajo en esos 15 días que no se habían podido ver.
—————————
—¿Quieres que te ayude? Aprovechó y beso a mi bebé— propuso mientras sonreía.
Dudó unos segundos —Claro.
Subieron a la camioneta y condujo al edificio donde viven. Al llegar al estacionamiento subterráneo se estacionó en su plaza, bajaron las comprar y abordaron el elevador; tras teclear el código de acceso el elevador comenzó a moverse. El pelirrojo se sentía nervioso, pues sentía la mirada del Daiki sobre él.
—¡Qué raro!— exclamó al encontrar las luces apagadas y sin ruido alguno.
—¿Qué sucede? ¿Pasa algo con Taisei?— preguntó al notar la mirada de Taiga.
Encendió las luces y se dirigieron a la sala. Una nota se encontraba en la mesa de centro, la leyó: Seijūrō y Tatsuya se habían llevado a su hijo para que tuviera una noche romántica —Se llevaron a Taisei. Seijūrō lo llevó a la pastelería de Atsushi y.... Se quedará con ellos— explicó mientras arrugaba la nota. Apenado y huyendo del pelo azul se dirigió a la habitación de Taisei y colocó los juguetes.
—¿Esto?— preguntó señalando la ropa que había comprado para Taisei.
—La puerta del fondo a la izquierda. Déjala en el cesto— al ver la mirada del peli azul agregó —La lavó antes de que de la use.
—Entendido— dijo y se dirigió a la puerta que Taiga había dicho. Un cuarto de lavado algo amplio, se encontraba tras la puerta. Dejó la ropa en un cesto que estaba medio vacío y regresó a la sala, pero en el trayecto un ruido en la cocina atrajo su atención —¿Qué haces?
—Buscando algo que tomar. ¿Quieres algo? Agua, soda... Ah también tengo vino— dijo sacando copas.
—Vino, estaría bien— dijo aproximándose al comedor, jaló una silla y se sentó. Observó a Taiga buscar en el refrigerador.
—Este será prefecto— dijo sacando una botella. Sirvió y le dio una copa a Daiki.
Ingirió un pequeño sorbo —¿Manzana?— preguntó antes de probarlo nuevamente.
—Sí. Es mi favorito— respondió mientras se sentaba frente al pelo azul. Colocó la botella frente a ellos —Tiene poco alcohol, y es perfecto para poder conducir sobrio.
—¿Sabes que te puedo arrestar por conducir así?— preguntó sonriendo.
—.... ¿Incluyen las esposas?— preguntó con sus mejillas sonrosadas.
—Sí es lo que quieres— respondió en un tono seductor.
La tensión sexual que se formó y estaba sofocándolo, se levantó y lavó la copa. Un fuerte brazo rodeo su cintura y el otro dejaba la copa en el lavabo —¿Qu-Qué haces?— preguntó sonrojado.
—¿Abrazándote...— abrazo por completo al pelirrojo —,y besándote?— respondió mientras repartía besos a lo largo del cuello.
—mghh.. Ah... Ahgg Daii— gimoteo arqueando su espalda por los besos.
Comenzó a restregarse contra los glúteos del pelirrojo.
—Es..espera— dijo empujando a Daiki. Dios... Pudo sentir toda le erección del moreno entre sus nalgas—
—Lo siento... — se apartó —. Será mejor que me marche. Cuando pueda ver a Taisei se avisas— dijo saliendo de la cocina. 'Idiota' se decía una y otra vez mientras se dirigía al elevador. Llamó al elevador y esperó unos segundos o eso intentaba, hasta que unos brazos le rodearon la cintura —No te vayas— le dijo el pelirrojo. Se giró y miró directamente esos orbes rojos.
Taiga, en un momento de valentía, colocó sus manos en el cuello del pelo azul, lo jaló hacia él y besó. El moreno estaba sorprendido por la acción del pelirrojo, cerró sus ojos y se dejó llevar por el beso.
La respiración agitada, los pequeños gemidos y el calor corporal, estaban excitándolos. Daiki acariciaba desde la espalda hasta los glúteos, haciendo que Taiga comenzará a frotarse contra su pelvis. Mientras que Daiki había comenzado a meter la mano por debajo de la ropa para, a tientas, encontrar los pezones del pelirrojo. Quién al sentir que comenzaba a acariciarlos, trataba de reprimir sus gemidos.
—No lo hagas— le gruñó en la oreja —Déjame escucharte— agregó para después morderle la oreja.
—Aggghhh Daiikii~— gimoteo al sentir como uno de sus pezones era retorcido y pellizcado.
Las caricias aumentaron; la ropa comenzó a estorbar y fue desprendiéndose a lo largo del pasillo hasta la habitación del Taiga.
Daiki, a pesar de la lujuria, acostó con calma a Taiga en la cama. Se subió sobre él y le besó nuevamente, pero estaba vez sus manos buscaban deshacerse del estorboso pantalón. Le besó a lo largo del torso desnudo y mordisqueo el ombligo.
—aghhh Daii— gimió aferrándose de la sábana.
—Taiga~— gruñó. Se sentó entre las piernas del pelirrojo, le despojo de los zapatos, calcetines y el pantalón, dejándolo en bóxer —Eres hermoso— Taiga trató de cubrirse con sus manos —No lo hagas. Déjame verte.
—Idiota— dijo avergonzado, mientras cubría sus ojos con su brazo.
Nuevamente atrapó en un beso profundo los labios de Taiga. Recorrió toda su piel hasta llegar al bóxer, exactamente en su pene, donde lamió y mordió suavemente a través de la tela. Sonrió al percatarse de que el miembro se había endurecido por la caricia. Con delicadeza, deslizó el bóxer hasta quitárselo. Sujetó las manos del pelirrojo al notar que iba a cubrirse —¡Qué no lo hagas!— dijo enfadado.
—pero...— trató de decir, hasta que el peli azul habló —Miradme—. Sin dudarlo, buscó esos ojos azules, pero lo que vio le dejó petrificado. Daiki le soltaba sus manos, mientras le sonreía para después succionar su miembro —aghh nooughh Daiikii.
5 años en los que no había tocado ese delicioso pene. Lamió, succionó y jugó con los testículos mientras sentía como las manos de Taiga trataban de alejarlo, jalándole el cabello. Liberó el miembro y uso sus manos —Me vas a dejar sin cabello— gruñó con la voz ronca.
—Aghh pero no aghh quiero— dijo entre gemidos.
—¿Qué quieres, entonces?— preguntó soltando el miembro y sentándose correctamente sin apartar mirada de los ojos rojos.
¿Qué quiero? Se preguntó mientras veía al moreno. Lo ama. Quería sus besos. Quería sentir sus caricias. Quería que Daiki lo tocara. Lo poseyera. —Tómame— dijo mientras abría un poco más sus piernas y señalaba esa parte íntima. Su rostro estaba en un intenso rojo.
Tragó en seco. Esa imagen le provocó que, por un segundo, casi se corriera; tuvo que usar todo su autocontrol para no hacerlo —Lo quieres, lo tendrás— respondió deshaciéndose de sus zapatos, pantalón y bóxer hasta quedar complemente desnudo.
El placer tenía nublado sus sentidos, pero podía apreciar perfectamente esa piel morena que ha amado por 10 años. Su cuerpo, marcado por el ejercicio. La sonrisa ladina y llena de lujuria que le prometía una noche inolvidable —Daiikiii— gimió al notar el miembro erecto y con líquido preseminal goteando.
El moreno una vez más le besó. Un beso lujurioso que duró hasta que les falto oxígeno —Chúpalos— ordenó aproximándole los dedos a la boca y se acomodaba entre las piernas del tigre. Taiga le lamió y chupó esos largos dedos hasta dejarlos bien lubricados. Retiró los dedos de la boca y acarició la entrada —¿Listo?— preguntó.
—Sí— respondió avergonzado. Sintió los húmedos dedos frotarse en la entrada y luego se invadida —aghhh— gimió arqueando su espalda y aferrándose a las sábanas.
—Relájate...— gruñó besándole una de las piernas.
—Duele— dijo al sentir como se abría paso en su interior.
—Calma— susurró tomándole el miembro y comenzaba a frotarlo. Varios minutos después sintió como se relajaba y pudo ingresar un segundo dedo, comenzó a moverlos provocando más gemidos en el pelirrojo. Amaba escucharlo, esos sonidos eróticos eran música para sus oídos.
Tres dedos lo tenían a merced del moreno, pues estos simulaban penetraciones —aghhh mnggg... Más aghh— gimió moviendo sus caderas. De pronto sintió como los dedos se retiraban de su interior —nouuughhh.
—Espera— dijo mientras se acomodaba mejor. Le robó un beso tierno al pelirrojo —Te amo, Taiga.
Pequeñas lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas —También te amo, Daiki— respondió para después acariciar entre la nuca y el cabello, y besarlo.
Daiki respondió al beso, el cual, se volvió lujurioso —¿Listo?— preguntó volviéndose acomodar.
—Sí— respondió ansioso mientras abría un poco sus piernas.
Daiki se arrodilló entre las piernas y las flexiono. Se masturbó hasta quedar lubricado con su propio líquido preseminal. Se frotó en la entrada —Relájate— Taiga asintió —Por cierto...— agregó mientras comenzaba a penetrarlo.
—Aghhhh Queee— sentía como el gran miembro se abría paso lentamente.
—No tengo condones— dijo y lo penetró en una estocada.
—Aghhhh— gimió provocando que sus paredes internas se contrajeran y Daiki se corriera. Taiga al sentir aquella calidez supo inmediatamente lo que había ocurrido —Te mataré— sentenció —Te juró que... agghhh.
—Me haré responsable— gruñó con la voz ronca, mientras salía y volvía a entrar una y otra vez.
—Agghhh IIdiotaaaa mghhh— gimoteo al sentir las penetraciones.
—Soy tú idiota— dijo mientras bajaba su cuerpo, entrelazaba sus manos y volvía a besarlo.
Taiga respondió al beso; gimiendo en la boca del pelo azul por cada estocada que recibía —mnnghhh aghhh nghhh— coló sus manos por los costados de Daiki y se aferró a la espalda, trazando rasguños.
—aghhh Tai— gimió frunciendo su ceño. Pues las uñas de Taiga le provocaban dolor y excitación.
—Aghh... Ahhh.. Más... Daiki más aghh— gemía mientras enroscaba sus piernas en la cadera de Daiki y lo jalaba hacia él.
Cada estocada era más fuerte que la anterior. Ambos estaban sumergidos en la lujuria y el placer, hasta que llegaron al ansiado orgasmo —Daiikiii/Taigaa— gimieron ambos al correrse.
—ahhh... Daikii— dijo buscándolo para besarlo.
Respondió el beso —Te amo Taiga— dijo besándole la nariz.
—Te amo... Daiki— susurró entre lágrimas.
—No llores amor— dijo tratando de calmarlo.
—Es que...— trató de decir.
—Lo sé. Lo siento. Nunca más los dejaré solos— susurró mirándolo a esos ojos rojos.
Taiga se removió para abrazar al Daiki, pero sólo consiguió que el pelo azul saliera de su interior —No— dijo en un tono muy bajo.
Sonrío al escuchar ese 'No' —No te preocupes. Apenas estamos empezando. No te dejaré levantar en toda la noche— aseguró con una gran sonrisa.
px;
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