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Destino


Los días fueron pasando hasta convertirse 3 años.

El pequeño Taisei asistía a su primer año en el preescolar. Era un niño muy alegre y energético. Su cabello rojizo, hizo que sus ojos azules resaltaran más de lo normal y atrajera por su gran sonrisa. Su tez era idéntica a él, mientras que su complexión era de su otro padre. Para Taiga era ver un mini Daiki en esa sonrisa. Le dolía el hecho de que éste se hubiese casado con Satsuki. No los odiaba pero estaba muy dolido. Después de todo el peli azul renegó de su hijo, y prefirió el de ella, el hijo de una mujer

Limpió la lágrima que surcó su mejilla.

Observaba como su pequeño era regañado por padre, y no le obedecía. Sólo lo obedecía a él y rara vez a sus abuelos. No le gustaba que le dijeran que hacer. Otra cosa más que le recordaba a Daiki.

Su celular lo sacó de pensamientos Bueno.... Seijūrō... Si... ¿Enserio?... ¿Cuándo?.... Allí estaremos y acepto.... Ambos... Iré a vivir a Tokio para esa fecha, papá abrirá una sucursal en Japón y quiere que yo la administre.... Sí... Lo sé.. Dudó que me busque. Él debe preocuparse por su matrimonio y no por mi o mi hijo.... No quiero saber nada de él. Adiós. Saludos a Tetsu colgó antes de escuchar algo más del moreno.

Se dirigió a su habitación y se acostó boca abajo.

En cuanto su hijo había cumplido un año comenzó a trabajar para su padre. Le había un horario intermedio de 10 am a 5 pm, para que atendiera a Taise como era debido. Sólo en eventos especiales se quedaban hasta altas horas de la noche. Cuando menos lo había pensado su pequeño ya caminaba correctamente y hablaba. Amaba jugar con la mini pelota de básquet y una pantera de peluche.

ahhhh se volteó y miró el techo.

Hacía un mes que su padre le había dicho de la franquicia en Japón y que quería que él quien la administrara. Sabía que regresar a Tokio lo dañaría, más si veía Daiki y su familia... Familia... Unas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas Daiki. Me hubiese gustado que formáramos una linda familia. Pero a ti nunca te importe y mi hijo tampoco. ¿Por qué te sigo amando?

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Medio año había pasado desde esa llamada. Ya había arreglado todo, y con ayuda de Seijūrō compró un pent-house en una zona de alta seguridad. Después de todo eran Kagami, y la seguridad de su hijo era primordial. El pelirrojo también le había sugerido comprar ropa para no cargar tanto en el equipaje, y él aceptó gustoso, así podría llevar todos los juguetes de Taisei.

Sus últimos días en New York, a su parecer, transcurrían muy lentos. Sólo le quedaba hablar con su hijo, sobre su otro padre... y eso no lo haría.

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—Ga... Iga.... Taiga— dijo Akane sacando a su hijo del trance en que estaba.

—Mamá— dijo abrazándola —Taisei...si lo pierdo— Había estado sumergido en sus recuerdos que no notó la llegada de su madre.

—Estará bien. Es fuerte— dijo reconfortándolo.

Taisuke llegó media hora después y estuvieron varias horas a espera de noticias.

—Familiares de Kagami Taisuke.

—Nosotros— dijeron al unísono. Se levantaron y se acercaron al doctor —¿Cómo está?

—Estable. Logramos bajar la fiebre— el alivió inundó a la familia Kagami— Presenta un cuadro de gripe. Leí su historial y dice que nunca se había enfermado de gripe.

—Sí, nunca se había enfermado— respondió Taiga.

—¿Estuvo mojándose o comió algo frío?

—Estuvo jugando en jardín trasero, y le di un paleta helada— dijo Mino apenado.

—Posiblemente fue eso. Por el calor que hace y comer algo frío de pronto le dio gripe leve. Se quedara en observación 24 horas. Alguien puede quedarse con él— dijo esperando.

Taiga miró a sus padres —Adelante. Te traeremos un cambio de ropa y un juguete para Taisei— dijo Akane sonriéndole a su hijo.

—Anda ve. Cualquier cosa nos llamas— dijo Taisuke sonriendo. Estaba aliviado.

—Gracias— dijo y siguió al doctor: lo llevó al 3 piso, a la habitación 12 y dejó que entrara.

Taiga entró y vio a su hijo más calmado y su cara ya no estaba tan roja. Le tocó y se sentía un calor corporal de siempre —Taisei— susurró sollozando mientras lo abrazaba.

—¿Papi?— murmuró adormitado.

—¿Cómo te sientes cariño?

—Quiero agua— pidió.

—Espera— se levantó y tomó un poco de agua del buró. Tomó una de las pajillas y le dio agua —¿Mejor?.

—Sí... Duerme conmigo papi— susurró cerrando sus ojos.

Taiga se deshizo de los zapatos y se acostó en el bordo de la cama. Taisei al sentir su calor se apegó a su pectoral y lo abrazó. Se dedicó a acariciarle la espalda, su hijo debería estar tan adormitado que no se percató de que no estaban en su habitación. Conforme pasaban los minutos el sueño lo fue invadiendo hasta que quedó dormido.

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La siguiente vez que abrió los ojos, vio a su hijo observándolo con signo de dudas en su rostro —¿Qué pasa, Tai? ¿Te sientes mal?

—Papi... ¿Qué es un doncel?— preguntó viendo como el rostro de su papi se volvía pálido.

—¿D-dónde escuchaste eso?— preguntó nervioso.

—Una enfermera dijo que eras un hermoso doncel, y que el otro padre debería ser muy guapo— dijo confundido.

Maldijo a la enfermera —No puedo seguir escapando— pensó. —¿Recuerdas como naces los niños?

—Sí. Una cigüeña trae al bebé a una mamá y un papá— respondió sonriendo.

—Cierto... Pero a veces la cigüeña le lleva a dos papás, hombres, al bebé. Cuando eso pasa, a uno de los papás se le encarga ser la 'mamá', le crece su pancita y por eso le dicen docnel— trato de explicar lo más claro posible.

—Hhnnn ¿Papi es el doncel?— preguntó.

—Sí— Taiga buscó su celular y le enseñó esa fotografía donde se mostraba su abultado vientre.

—¿Y papá? ¿Dónde está?— preguntó ilusionado.

Mordió su labio en signo de frustración, maldijo nuevamente a la enfermera y a Daiki. —Verás... Papá... Él... Tú otro padre decidió seguir su camino y no estuvo con nosotros. Por eso, sólo me tienes a mí. Por eso, soy tu mami y tú Papi— trató de explicar.

—¿Seguir su camino?

—Sí. Aunque la cigüeña lo eligió, él se tuvo que ir, así lo decidió. A veces la cigüeña lo deja elegir y él eligió ir se, siguió su camino e hizo su vida con otra persona— dijo con calma.

—¿Nos dejó?— preguntó.

—Algo así— tratando de sonreír pero tenían unas ganas de llorar. No le iba a decir a su hijo todo lo que le dijo Daiki. Era mejor así. En un futuro el mismo Taisei descubriría la verdad.

Taisei comenzó a llorar.

—Cariño no llores— dijo Taiga abrazándolo.

—¿Por qué nos dejó?— preguntó entre el llanto.

—No lo sé. Es lo que siempre me he preguntado— sollozó y abrazó fuertemente a su hijo. Sentía el temblor de su pequeño cuerpo.

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Akane al entrar encontró a su hijo llorando y a Taisei dormido y con signos de haber llorado —¿Qué sucedió?

—Sabe que soy su mamá... Me preguntó por él— susurró.

—Oh hijo— dijo acariciándole el cabello a su nieto.

—Escuchó a una enfermera decir que soy doncel y me preguntó. Le dije que Daiki decidió ir se y no estar con nosotros.

—Tarde o temprano sabrá toda la verdad— dijo Akane limpiándole las lágrimas a su hijo.

—Lo sé. Por ahora es lo que le puede decir, es muy pequeño... Un día sabrá que a Daiki no le importamos, qué no creyó que era su padre y qué se casó con ella, mi supuesta mejor amiga, y que tiene un hermano o hermana sino es que más... Mamá ¿Por qué Daiki no nos quiso? ¿Por qué nos rechazó? — Akane abrazó a su hijo.

Ninguno de los dos se percató de que Taisei volvía llorar porque escuchó todo.

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Después de que dieron de alta a Taisei. Taiga comenzó a empacar, pues sólo faltaba una semana para regresar a Japón. Las maletas incluían poca ropa para los primeros días y el traje para el evento, aparatos electrónicos, documentos y los juguetes favoritos de Taisei.

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—Adiós mamá, papá— dijo abrazándolos.

—Adiós, hijo. Cuida de Taisei— Akane abrazó más fuerte a su hijo.

—Lo haré. Despide té de tus abuelos— dijo a Taisei. El pequeño se despidió de ellos.

—Recuerda. El lunes preséntate en el restaurante y entrega los documentos— indicó Taisuke.

—Sí. A primera hora.

—Regresen para las vacaciones— agregaron ambos.

"Pasajeros con destino a Japón. Abordar por la puerta 7".

—Es nuestro vuelo. Adiós— Tras volver a despedirse, tomó su bolso y el de Taisei. Se dirigió a la puerta 7, entregó sus boletos y pasaportes. La azafata lo guió hasta su lugar y le colocó a Taisei unas alas en su camisa.

—Mira Papi—Taisei le enseñaba las alas.

—Son hermosas, cuídalas— le acarició el cabello y luego miró a azafata —Gracias—. Ella se sonrojó, asintió y se fue corriendo.

Tras largas horas de vuelo. Descendieron del avión, Taiga bajo con Taisei en brazos, estaba completamente dormido. Se dirigió al equipaje, tomó un carrito y un hombre lo ayudó a subir su equipaje al ver que cargaba a Taisei. —Muchas gracias— dijo sonriendo. El hombre sólo dijo que no fue nada.

Empujó con una mano el carro y camino hacia la salida. Fue cuando vio un letrero que decía Taiga-sama y Taisei-sama —¿Akashi supongo?— preguntó al hombre.

—Sí. Le hubiese gustado venir por usted. Pero con lo de mañana anda a las prisas— dijo sonriendo el castaño —Déjeme ayudarlo. Lo llevaré a su hogar— tomó el carro con el equipaje y se dirigieron a un gran auto.

Subieron el equipaje y salieron rumbó a su nuevo hogar. Al llegar observó el espectacular edificio, abordaron el elevador y entraron al pent-house —Es realmente hermoso.

—Sí. Seijūrō-sama me dijo que tiene que ir con el administrador para firma los documentos. También que mando a colocar eso —señaló una especialmente de tela frente a los ventanales—, para evitar algún accidente. Y que los peluches y ropa para Taise-sama son los regalos de navidad del año pasado.

—Ohh Gracias— dijo incómodo por las atenciones de Seijūrō.

—Mañana vendré por usted una hora antes. Aquí está el código, las llaves de las puertas, la llave de emergencia— entregándole las cosas —Descanse.

—Gracias. Hasta mañana.

Una vez que el elevador cerró sus puertas, tomó sus bolsos y se dirigió a la primera habitación que encontró. Notó que era muy parecida a la suya en New York y supo que esa era su recámara —Tan observador...

Jaló la sabana y deposito Taisei con mucho cuidado, le desvistió y cubrió con la sabana. Encendió el clima, y se desvistió quedando sólo en bóxer. Se metió a la cama, tomó el celular y le compuso la hora a horario de Japón, y colocó la alarma tres horas antes del evento.

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—Detenté Taisei. Es tarde. Seijūrō nos matará— Taisei se detuvo y se dejó de vestir. El castaño sólo rió al ver la reacción del pelirrojo menor —¿Cree que llegáremos a tiempo, Nemugasa-san?

—Usted sólo terminé de vestirse. Yo me encargaré de que lleguen a tiempo— dijo sonriendo al ver que el pequeño luchaba por soltarse.

Una vez que vistió a Taisei, corrió a su habitación por su sacó, corbata, celular y el regalo, los tomó y salieron del pent-house rumbo a la mansión Akashi.

Autos de lujo estaban estacionados en todo el jardín y la calle. Entraron a la casa y fueron recibidos por el mayordomo, a quien le entregó su regalo. Éste le dijo que avisaría a Kuroko su llegada y él se detuvo frente a la gran puerta —Taisei... Es posible que tú otro padre esté aquí, lo reconocerás por sus ojos ¿Listo?

—Sí...

Taiga reconoció esa mirada, sin duda su hijo tenía algo planeado. Sonrió y sujetó la mano de su hijo, y con otra abrió la puerta. Justo en ese momento su celular sonó y todos los invitados voltearon.

—Siento la demora— caminaron con pasos firmes... Lo vio. Esos ojos azules lo miraban sorprendidos. Su corazón lo traicionó ya que latía rápidamente. Paso de largo ignorándolo, tenía que estar tranquilo. No tenía que versé afectado —Felicidades, Seijūrō.

—Sei-san— el pequeño Taisei se soltó y corrió a los brazos de su tío Seijūrō.

Aomine Daiki observó al niño. Era una réplica de Taiga, pero con unos ojos azules que reconocería en cualquier lugar. Pues desde que tenía memoria, siempre los había visto en el espejo, en su reflejo.

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