No importa cuánto lave su cuerpo. Se sigue sintiéndose sucio, aun cuando la piel le arda y sangre por la fuerza que aplica al lavarse. La suciedad sigue ahí, junto a la sangre que se mezcla entre sus recuerdos tan espesa tan palpable, el olor a hierro, sudor, humedad llena sus fosas nasales en un asqueroso perfume que le provoca arcadas al recordar.

Sus gritos, el llanto, el dolor y desesperación, carcomiendo
su columna vertebral tan feroz tan asquerosa.

El sabor amargo aún marcado entre sus papilas gustativas. No importa cuánto vomité, cuánto se lave su boca, aun cuando se queme la lengua en un acto de pura desesperación. El sabor amargo y salado sigue ahí, por dios que sigue ahí.

Las manos callosas recorriendo su torso sin posibilidad de liberarse, gritar o suplicar.
No quiero, no quiero, por favor que alguien haga que se detenga que alguien detenga la sensación, el recuerdo, el dolor. El ya no está ahí, él ya no puede tocarlo, nadie puede tocarlo. ¡NADIE!

La vista que le regala el espejo ante el duele, cuando fue tan difícil mirar su reflejo y no reconocerse. ¿En eso se había convertido?, las heridas habían curado, pero las marcas según ahí, decorando su piel en un mapa sin fin que solo mostraba su condena, recordándole lo débil e inútil que era.
Las odiaba, las repudiaba, por eso intenta borrarlas de su piel con más heridas con más marcas, con algún dolor mayor que le hiciera olvidar el anterior.

El pesado aliento en su cuello, una lengua húmeda recorriendo partes de su cuerpo, junto a palabras obscenas que susurra a su oído y el entre gimoteos de dolor, preguntándose ¿dónde estaba su madre?, y la pesada voz más como un gruñido ronco que palabras, siempre respondía igual

-Mami está ocupada. Pero me dejo para que te cuidara, ahora se un buen niño y juega conmigo -

El terror, su voz no sale, su cuerpo se tensa y con todas sus fuerzas intenta liberarse. Conoce lo que está por venir el dolor, el ardor, el terror, la tristeza, la desesperación y las ganas de que todo acabe de una u otra manera.

Ya no quiere jugar, ya no quiere volver a jugar nunca más, solo quiere a su madre, ¿¡mamá donde estas¡?

¿Mamá porque me dejaste con él?

Alguien... Quién sea. Por favor...
haga que se detenga.

- ¡Damián!-

El sobresalto y el terror de volver a sufrir el tormento lo hacen actuar de inmediato, estampando en el piso a la figura que oso tocarlo. Nadie podía tocarlo, ya nadie podía dañarlo. NADIE MALDITA SEA.

- ¿¡Que te pasa estúpido gremlin!?- sus ojos por fin se enfocan, no es el, no es el, se intenta convencer el mismo, está seguro, está bien.

-¡No vuelvas a tocarme estúpido Drake! o juro que te mataré - antes de que siquiera pueda responder una ofensiva, corre, no quiere que lo vean así, así de débil.

- Puto niño loco - cuando intenta volver a pararse toma como apoyo el lugar donde antes Damián parecía tener una pesadilla, apartando su mano rápidamente. Estaba... ¿húmedo?, oliendo su mano para poder identificar el líquido... ¿Damián se había orinado? Pero ¿ porque?
Bueno sinceramente no recuerda a qué edad el dejo de mojar la cama , talvez era un accidente como usualmente pasa en los niños, avisaría a Alfred para que hiciera algo con el sillón y podría utilizarlo este pequeño accidente para  burla después. ¡si era una excelente idea!...

Entonces ¿ porque algo no se sentía bien?