La Navidad se acercaba cada día más, el frío implacable se calaba por los huesos entumecido los músculos. Sus ojos viajan observando con insistencia aquel papel en su escritorio ¿Una simple hoja realmente podría cumplir un deseo?
¿Sería siquiera posible aquella pequeña posibilidad?
¿Y si se cumplía, no sería egoísta de su parte?

Era una estupidez, una falacia que solo le provocaría una ilusión, pero su alma destruida necesitaba algo a lo que aferrarse con desesperación.

Solo hay que tener un poco de fe.

Había pasado la tarde en casa de Jonathan. Más petición del menor que satisfacción de él.
Se la pasaron corriendo en los inmensos campos. Donde deberían haber trigo se encontraba todo cubierto de nieve trayendo a su memoria aquellos prados montañas nevadas de Nanda parbat.
Una idea estúpida cruzó la mente de Jonathan, crear su propia fortaleza de la soledad ¿y porque no? no es como si tuvieran algo mejor que hacer, con ayuda del tractor juntaron toda la nieve hasta crear una montaña de ella, tomó su tiempo la verdad. Con herramientas de su padre y el de Jon crearon pasadizos, una cúpula y moldearon una rampa para deslizarse en el trineo de Jon.
Cuando se cansaron y se congelaron lo suficiente volvieron dentro del hogar de su compañero, siendo recibidos por Lois que tenía chocolate caliente para ellos y un beso sonoro para su amigo.
Jon respondió apenado que ya era grande para eso, solo para ser ignorado por su madre quien repartió más besos en su cara.
Cuando aquella tortura paso decidieron pasar a la sala simplemente para estar cerca de la chimenea, cuando la pregunta de su amigo empezó el problema.

-Damián ¿Que le pedirán este año a santa?-

-¿Quién?- Jonathan pareció sorprendido por su respuesta tanto que se atragantó con el chocolate.

- ¡Santa! ya sabes, el viejito barbón que tiene un abrigo rojo, una barba blanca y un trineo jalado por renos -

-¿El que sale en la Coca-Cola?-

-¡Si! Espera no.
Santa ya sabes, el que vienen una vez al año a darle regalos a los niños que se han portado bien-

- A mí no me ha traído nada nunca. Tal vez Drake tenga razón y no me traiga nada por ser un bastardo mal nacido-

-yo no creo eso Damián- respondió Jon decidido -Aunque seas grosero y gruñón eres alguien bueno. Siempre andas dándole de comer a los animales callejeros, he incluso a muchos de ellos les encuentras hogar...
¿Tal vez tu carta se perdió en el correo o? - intento encontrar una explicación de por qué santa no le traía nada a su amigo.

-¿Que carta?-

-¡ESO ES!- Jonathan grito como si hubiera descubierto la cura para el cáncer - Damián, para que santa te traiga lo que tú deseas tienes que hacerle una carta o no sabrá que es lo qué quieres- explico cómo si fuera la cosa más obvia del mundo

-¿Solo con una carta?-

-Si una carta -

- ¿No se tiene que ofrecer nada a cambio? ¿Algún sacrificio o una mierda de esas?-

-Damián estamos escribiendo una carta a santa no a Satán.
Solo tienes que poner. Querido santa te pido para esta navidad, pones lo que deseas y el 25 de diciembre amanecerá bajo el árbol-

-¿Así como así?-

-No, tienes que poner galletas y leche como agradecimiento -

-Eso no tiene lógica. Como un gordo con problemas de colesterol y posiblemente diabetes, que aparece en la portada de una empresa, vuela al rededor del mundo en una noche para entregar deseos a niños que no conoce ¿¡solo por leche y galletas!? -

-Damián. Soy mitad kriptoniano, vivo en una en un departamento en metrópolis. Mi perro vuela y mi padre se pone los calzones de fuera para salvar a la gente que no conoce.
Tu eres Robín hijo de Batman, has muero y vuelto a la vida.
¿Enserio se te hace raro que un abuelito viaje al rededor del mundo solo para traer felicidad a los niños?-

Bueno la verdad no encontraba fallas en su lógica -Entonces... ¿solo debo escribir una carta?-

-Sí, una carta de corazón -

Y por eso estaba aquí. Su mano tiemplas ligeramente y eso se le hace algo de lo más estúpido.
Después de todo Santa Claus debe de conocer sus pecados, es estúpido pues no se cree merecedor de un deseo como aquel que si merece Jonathan.
Jonathan era un niño y el es un un monstruo inmundo, no se puede siquiera considerar un niño pues es algo que realmente nunca pudo ser, pues solo es un experimento hecho pedazos, un asesino sin perdón, un bastardo que no estaba en los planes de su padre y el plan fallido de si madre.

¿Tenía el derecho de deserar algo?

Querido santa ¿Terminarías con mi dolor?
Querido santa ¿Puedes limpiar mis manos manchadas?
Querido santa ¿puedes darme libertad?
Querido santa ¿Me puedes dar un sueño tranquilo?
Querido santa ¿Puedes hacerme un niño de verdad?
Querido santa ¿Puedes hacer que padre tenga tiempo para mí?
Querido santa ¿Puedes hacer que mi madre me quiera?
Querido santa ¿Realmente alguien me llegará amar?

El resto de la semana paso rápidamente, su madre no mostró señales de vida y su padre nunca apareció.

El 24 de diciembre ceno un poco de puré de papa y de la una ensalada de manzana junto a sus mascotas.
Cuando llegó el 25, bajo el árbol se encontraba un cheque de parte de su padre, dulces importados de diferentes partes del mundo, paquetes de pinturas tanto de óleos y acuarelas de las marcas más reconocidas y algún que otro juguete moderno. Junto a una pequeña nota

Feliz navidad Damián.
Disfruta tus obsequios y perdona no estar contigo, tenía cosas que hacer.
Con amor tu padre

¿Debería estar feliz no? Estaba recibiendo cosas que algunos solo podrían soñar, juguetes impresionantes, pinturas bellísimas y dulces refinados.

¿Entonces porque quería romper en llanto?

Tal vez porque él no quería nada de eso. El deseaba una mamá y un papá como los que tiene Jon. Una madre que te despierte con un beso en la mejilla, que se preocupe por el cada que llegaba con algo tan insignificante como un raspón, un papá que este siempre para él, alguien con quien jugar a la pelota o algo así, porque realmente no sabe que se hace con unos padres.

Pero se encontraba frente aquel árbol perfectamente adornado en completa soledad.

-¡Dami! ¿Qué te trajo santa?- tan ensimismado estaba que no noto cuando Jonathan entro a su casa con lo que parecía un videojuego entre manos

-¡Que te importa Jon! ¿Aparte que haces en mi casa? -

-¡Pero si me dijiste que viniera a jugar! -

-Yo no he dicho nada estúpido alíen-

-¿No dejaste esta carta bajo el árbol? Estaba junto a mi regalo- observo como en las manos de Jonathan se encontraba dichos carta

Jonathan. Cuando recibas tu regalo ven a mi casa para jugar juntos todo el día
Atte: Damián Wayne

Estaba impresionado el no escribió nada

-¿Damián a dónde vas?- pregunto cuando vio a su amigo salir del salón en completa calma

-A jugar tu estúpido juego no es obvio-

-¿Pero aquí está la pantalla grande?-

- Esta es la pequeña.
Vamos a ponerlos en la computadora de la cueva - Los pasos emocionados de Jon lo siguieron de cerca explicando lo genial que era su nueva juego de zombis y extrañamente se descubrió feliz de escuchar a su amigo parlotear pues ya no se sentía tan solo en aquellas mansión.

Tal vez y solo tal vez....
Santa si le cumplió uno de sus deseos.