Mío III
Nota: recuerden que en esta historia Damián fue adoptado por dick.
Solo quiero aclarar que en esta vercion Damián nunca murió y por lo tanto Batcob y el gato alfred no fueron adoptados ya que estos llegan a él un poco antes de su muerte.
...
Su cabeza duele incesantemente en un pulso constante, su mente es un caos enmarañada por telas de araña que no sabe cómo desenredar.
No sabe que es mentira y que es real. No sabe si lo que ve al cerrar sus ojos son alucinaciones o recuerdos inconclusos.
Un niño pequeño, un niño de palabras duras y acciones puras.
Pero algo en su pecho le dice, le clama que ese niño no es cualquiera... sino suyo.
Vive su vida por vivirla, sigue adelante por seguir, no tiene metas ni a corto o largo plazo, tampoco sueños por los cuales luchar. Todo se siente monótono y vacío.
Siente que toda su vida es una mentira, un círculo vicioso del que no puede huir. Su cuerpo marcado por heridas que no puede recordar, gente que lo llama, más sus rostros no le provocan ni un atisbo de sentimiento.
Bebé sin control, se ejercita hasta el agotamiento, come lo que puede, vuelve a beber hasta que su garganta queme y el vómito lo inunde.
Todo se vuelve tan monótono y lejano, su existencia es solitaria, nadie lo espera al final
La invitación marcada en papel se encuentra entre sus manos, un funeral. Una persona a la que no recuerda pero sabe que fue importante para todos.
Una familia a la que perteneció se encuentra en luto, una familia que se ve derrotada, cansada. Más no puede compartir el duelo en el que son presos, la aflicción en sus palabras, y mucho menos el amor hacia aquel difunto hombre.
Historias son narradas, historias de un pasado que no recuerda, anécdotas de aquel hombre que los salvo y educó.
No puede llorar, no puede compartir su pesar. Se siente incómodo, aún no sabe porque está presente, desea irse.
Pero al fondo, escondido entre las sombras, se encuentra un niño.
Damián
Un niño al que se le grita, se le reclama y culpa por la muerte del mayordomo.
Te amo Little D
Un niño que llora y nadie consuela.
Yo también te amo Papá
Sus ojos se encuentran por unos segundos y el aire abandona sus pulmones.
Dos joyas preciosas y únicas, Idénticas a los jades que le persiguen en sueños.
El pequeño narra su historia, rompiendo en llanto frente a los presentes.
El mismo niño se culpa, se disculpa y lamenta. El realmente no cree que nada de lo que dice sea verdad, más nadie le dice lo contrario. Lo observa en silencio, saliendo de la habitación aún con el llanto sobre sus mejillas.
Nadie hace nada, nadie busca darle consuelo, todos ignoran su llanto, el dolor en su mirada, y sus palabras llenas de arrepentimiento.
El padre del chico ignora los reclamos de la pelirroja. Y este solo argumentando que el chico es consciente que es bienvenido, y que nada de eso era su culpa.
¿Acaso no escucho las palabras anteriores? ¿Acaso aquel hombre no observó las lágrimas derramadas por su primogénito?
Desde esa noche nada volvió a ser normal. Los sueños se volvían constantes, reales. El niño de ojos jade de volvió el actor principal en sus delirios, su calidez, su olor, su voz.
Poco a poco entendió que no eran sueños. Sino recuerdos.
Recuerdos del pequeño niño entre sus brazos, su calidez a la hora de dormir, la preocupación al ver que su temperatura no bajaba aquella noche por culpa de un resfriado, la felicidad que lo inundaba al verlo sonreír, y aquella capa ondularse por el viento frío de la madrugada.
Objetos que conservaba en su departamento, juegos que nunca entendió que hacían ahí... Pero aun así nunca tuvo el valor de tirar.
Costumbres extrañas a las que nunca le encontró significado. Música de violín, que le provoca tristeza y amor.
Todo cuadraba, todo tenía sentido.
El niño que lloro sin consuelo en medio de aquel funeral, el niño al que todos ignoraron... incluyendo el.
Era su hijo.
Las preguntas le inundaron,
¿Porque todos querían recordarme su vida como vigilante? ¿Porque a todos les importaba que recuperará sus recuerdos? y nadie le dijo que tenía un hijo, un niño que dependía de él.
Busco sus registros, antecedentes, historia. Tomo una última máscara para recuperar a su hijo.
Más recuerdos volvían.
Solo de él, sólo de Damián Grayson.
Sus inicios, su cobijo, su arrebato, su caída y su amor. El amor al volverlo su pequeño.
Lloro, lloro por dejar a su pequeño en manos de un maldito que no lo amaba, una familia que lo ignoraba y culpaba.
Lo busco, pero no lo encontró. No estaba en la que se suponía era su escuela, la casa que debía darle cobijo estaba vacía.
El gran danés salió a su encuentro, el mejor amigo de su pequeño se encontraba descuidado, su pelaje sin brillo, y se notaban ligeramente sus costillas. No dudo en llevárselo, esa no era un hogar, no era donde su hijo pertenecía.
Intentó rastrearlo, localizarlo. Más su figura se esfumó de la vista humana. No lo encontró como Damián Wayne, tampoco como Grayson. Su última esperanza era su alter ego, robín.
Investigó, amenazó, extorsiono y está casi seguro que alguien pereció. Pero no le importaba, no estando tan cerca de encontrarlo.
Los chismes que se decían entre los calles, los medios, e incluso las palabras de los mismos "héroes" no le gustaron.
Su hijo, su pequeño. Estaba siendo cazado por quien se suponía eran sus compañeros, un equipo de supuestos héroes.
Tardó en localizarlo, se lamentó por hacerlo tan tarde.
Debajo de esa estúpida T, en una celda sin luz de sol, se encontraba su hijo. Su pequeño dormido en el piso, resignado, perdido, sin ganas de seguir luchando.
Los odio a todos. A los supuestos héroes, a la familia que lo abandono, al mundo que lo tacho como villano, y sobre todos, a el mismo. Por abandonarlo, por romper su palabra.
Forzó la cerradora, con el corazón en la mano, lo tomo en brazos.
El dolor en su pecho desapareció, el caos en su me te se despejó y una calma que no sentía desde que era niño lo albergó.
Damián abrió sus ojos asustado, ante el movimiento inesperado.
-Dick ¿Qué mierda haces aquí? -
-Vocabulario Little D, ¿Acaso no te enseñe nada? - El desconcierto se nota en su cara, siendo rápidamente reemplazada por la incredulidad, y las lágrimas que se derraman por sus mejillas.
Con su mano libre se deshace de aquella maldita máscara que le impide ver sus ojos.
- ¿Papá?... ¿Papá... eres tú? - su voz tiembla y el mismo siente que la voz se le va.
-Si Dami, si bebe. Estoy aquí –
-Te extrañe Papá... te extrañe mucho - más lágrimas son derramadas, disculpas son dichas, pero no se separan temiendo que todo sea una mentira, un sueño.
-Tenemos que irnos Damián. Antes de que los malditos que te metieron aquí noten lo que está pasando-
-¿A dónde? -
-Lejos Damián. - responde con decisión - Lejos de todas estas cosas de héroes, identidades secretas y toda su mierda - intento jalarlo sacarlo de ahí, Goliath ya se encontraba listo para ser vía de escape y Titus esperaba la llegada de su pequeño.
- No puedo ir, me buscarán, arruinare tu nueva vida. Papá está es tu oportunidad de ser feliz-
- ¿Feliz? Qué clase de padre seria si sigo mi vida sabiendo que mi hijo, mi razón de vivir se encuentra así. Damián, mi felicidad está a tu lado.
Siempre estuvo a tu lado.
Porque eres mío, mi hijo y yo soy tu papá. -
Sonríe intentando trasmitirle la confianza y haciéndole saber que sus palabras no son mentira.
Su pequeña mano se cierra entre la suya, y el no duda en aferrarse a ella. Pues nunca la volverá a soltar
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