Hermanito
La brisa del viento que mueve sus cabellos, el cálido beso del sol sobre su piel, el olor de las flores que lo rodean. Suele correr por las inmensas praderas, por los bosques que crea a su alrededor. Él tiene el control sobre su entorno, puede crear cascadas hermosas, picos nevadas, desiertos inmensos, lluvias calmadas, cielos de mil colores y constelaciones inexistentes; solo con su imaginación.
Suele correr hasta que el aliento le falte, jugando con todo su entorno.
En este lugar él es quien manda, aunque su lugar favorito es un árbol que se encuentra en medio de todo y perdido en la nada, esto junto a un río cristalino era lo único que no podía cambian, ni manipular a voluntad.
No recuerda cuando llegó a aquel lugar, a su paraíso infinito manipulado por su imaginación.
Pero la paz, y tranquilidad de aquel lugar a veces le resultaba aburrida. Pues siempre se encontraba solo en aquella inmensidad.
A veces si pone suficiente atención en el cielo, puede observar en la extensión a ángeles bailando entre las nubes, volando de un lado a otro extendiendo sus bellas he inmensas alas.
Lo último que recuerda antes de llegar a aquel paraíso fue el dolor de sus heridas, la incesante risa del joker que aun causa escalofríos en su cuerpo, recuerda intentar escapar de un almacén, el dolor de sus huesos rotos al buscar una salida de aquel húmedo lugar y antes de sentir el fuego abrazador sobre su cuerpo preguntar dónde estaba Batman...
Donde estaba su padre.
Una hermosa dama de cabellos negros, piel clara, junto a un par de hermosas alas blancas, con una sonrisa maternal le extendió la mano; era cálida, reconfortante y suave.
Lo llevó en vuelo hasta aquel lugar.
A veces quería volver con Bruce, seguir saltando entre los techos, seguir discutiendo con él y acompañarlo en su lucha contra el crimen. Extraña comer los platillos de Alfred, acompañarlo cuando hornea y ser regañado al robar los postres de la cena. Incluso extraña las pelear con Dick, los insultos improvisados, y sus travesuras.
En su paraíso existe un río, con el agua más clara que jamás se haya visto, a veces esas aguas muestran el mundo en el que alguna vez perteneció. Observa la vida de su familia.
Lloro por el dolor que causo a sus seres queridos cuando el murió, los vio lamentarse, culparse y maldecirse. Quería decirles que estaba bien, que ya no sentía más dolor.
No va a mentir, sintió celos al ver llegar al remplazo, pero se alegró que bruce dejara de llorar por las noches y que alfred dejara el alcohol.
Siguió siendo espectador de las peleas, tanto clandestinas como formales, observando el crecimiento de sus hermanos, las muevas armas que con gusto hubiera robado, y pensando en las miles de travesuras que hubiera hecho.
Lo que más lo sorprendió a lo largo de vigilar a bruce fue cuando fue emboscado por un grupo de Man-Bats donde Batman fue sometido, eso no fue impresionante sino el niño que surgió de entre las sombras.
Un niño pequeño, de ojos verdes, cabellos negros y piel morena.
Diciéndole al mismísimo y temible Batman que era más pequeño de lo que imaginaba.
No recuerda a ver reído tanto, ni cuando estuvo vivo.
Desde ese día le fascinó vigilar al niño, le encanta como una mierdecilla de un metro con treinta y cinco centímetros podía sacarle canas verdes a Batman, acabar hasta cierto punto con la paciencia de Dick y agarrar a golpes a su remplazo.
Aunque también le entristeció que aquel niño pareciera tan triste, desesperado y perdido.
Un día como cualquier otro, después de cambiar su entorno a un bosque lleno de luz decidió ir al río a ver que hacían los vivos, y lo que observó lo lleno de terror.
Fuego, destrucción, muerte, desesperación, miedo e impotencia.
Una guerra caótica en la que sólo era espectador. El más pequeño de los petirrojos amedrentado, cansado y resignado. Se veía a simple vista que ese chiquillo no debería estar ahí, que no duraría más tiempo en batalla.
Preguntas empezaron a llenar su cabeza con desesperación.
¿¡Donde estaba Batman!?
¿¡Porque el idiota de Dick no despertaba para ayudarlo!?
¿¡Porque no llegaba su remplazo con los refuerzos!?
¿¡Porque todos apuntaban a un niño tan pequeño!?
El niño gritaba a su madre, seguía luchando cuando se veía que ya no podía más y el rogó a Dios porque salvará a su hermanito.
Las lágrimas ya surcaban sus mejillas al ver como aquel monstruo tomó la espada atacando al niño.
La espada atravesó cruelmente el pecho del infante, el ver como se ahogaba con su propia sangre y poco a poco el pequeño niño dejaba de respirar rindiéndose ante la muerte.
No pudo seguir viendo, no pudo seguir siendo testigo mudo de aquel horrible suceso.
Corrió alejándose de aquel lago, corrió sin saber realmente a dónde ir. Sus pies lo llevaron a aquel gigantesco árbol escondiéndose entre sus ramas, lloro, lloro por el niño que murió, por el hermano con el que nunca pudo convivir pero aun así conocía.
Él había muerto con quince años, el niño sólo tenía diez.
Un viento fuerte inundó el lugar, sus creaciones del día desaparecieron de golpe siendo reemplazadas por prados llenos de flores, el cielo se iluminó de una luz dorada cegadora y las nubes se dispersaron creando un remolino del que lentamente descendía un ángel
Uno completamente diferente del que lo trajo a él.
Esta vez era una hermosa mujer de cabellos platinados, piel bronceada, pero las mismas alas blancas.
La mujer traía entre sus brazos un pequeño cuerpo envuelto en mantas blancas. Con cuidado lo deposito en una cama de flores que no vio antes.
Con una simple señal le indico que se acercara y así lo hizo.
La señorita retiro suavemente parte del cobijo que cubría el bulto, mostrando al pequeño niño que aun enfundaba su traje de Robín. Con sus labios entreabiertos, sus manitas cerradas en puño, plácidamente dormido se encontraba el pequeño hijo de bruce.
Lloro por qué la historia se volviera a repetir, solo que esta vez con un niño más pequeño. Pero el cuento era el mismo Batman volvió a llegar tarde.
El ángel que hasta ahora no había dicho nada dejó un beso en la frente del infante y una caricia en su mejilla, alzando de nuevo el vuelo al cielo.
Dejándolos solos en aquel lugar.
El niño no lo conocería, no así. Decidió cambiar su vestimenta a su traje original con el que llegó.
Tal vez si el niño veía algo familiar no se asustaría, tal vez si veía sus mismos colores confiaría más en él.
Lo tomó en brazos caminando a la sombra del árbol, sentándose a su lado esperando su despertar.
Aun así no pudo evitar volver a sollozar, ese niño no debería estar ahí, debería estar con su Padre, en los brazos de Dick, peleando con Tim y en la cocina de Alfred. Jugando con su perro, vaca y su gatito. No aquí, no con él.
El niño poco a poco parece despertar del sueño del que era preso, sus ojos lentamente empiezan a parpadear y siente esos intensos ojos jade posarse sobre él.
Intenta rápidamente limpiarse las lágrimas , debe ser fuerte. Porque ahora es su responsabilidad cuidar del pequeño niño, con la mejor sonrisa que puede mostrar le da la bienvenida a su nuevo hogar.
-Hola Damián.
Soy Jasón, tu hermano mayor-
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