Único
Gavi había esperado con entusiasmo la reunión con sus amigos en la cafetería cerca de la universidad.
Era su espacio seguro, o al menos, eso había creído hasta ahora, traía una gorra nueva de Fórmula 1 y una revista sobre el campeonato que había comprado después del entrenamiento.
Era algo que recientemente había descubierto que le gustaba, tal vez había empezado por curiosidad o simplemente los pilotos le parecían lindos, pero para este punto, realmente le gustaban.
Tanto era su gusto, que empezó a mezclar sus cosas; su ropa, sus camisetas del Barça con gorras de Ferrari, o sus shorts de entrenamiento y los zapatos con el logotipo de Red Bull.
Cambios que no le afectaban a nadie...
Al llegar, Pedri, Ferran y Fermín ya estaban sentados, riendo por algo en sus teléfonos, Gavi se sentó, sacando la revista con cuidado y poniéndola sobre la mesa mientras pedía un café.
—¿Otra vez con esas cosas?—Soltó Ferran con una risa burlona mientras señalaba la portada de la revista.
—Anda, mira lo que trae ahora.—Comentó Pedri, rodando los ojos, Fermín tomó la revista y la hojeó con expresión de fastidio.
—Es la misma wea de siempre, Gavi.—Dijo Fermín, lanzando la revista de vuelta a la mesa.
—¿Mezclar futbolistas con corredores de Fórmula 1? Es como si no tuvieras sentido del ridículo.—Añadió Pedri, burlándose.
Gavi intentó reír, como si no le importara, pero las palabras le dolían más de lo que quería admitir, eran sus amigos... Su lugar seguro, aunque ni ellos mismos lo supieran.
Tal vez ni les importe.
—Ay Pepi, pero tú también tienes tus cositas.—Dijo Ferran, este nunca perdía la oportunidad de molestar al canario.
—No es algo malo, es simplemente que me gusta.—Respondió Gavi, intentando defenderse.
—Ya hasta da pena lo que haces.—Continuó Ferran, sin piedad.
—¿Qué sigue? Es que de verdad, es una mierda.
—Deberíamos funarte, Gavito, o mejor, que las del fondom de la fórmula 1 lo hagan, en serio para que dejes esas cosas raras.—Dijo Pedri, arrancando risas de Fermín y Ferran.
Gavi respiró hondo, sintiendo cómo sus manos temblaban, miró la revista, queriendo recogerla y marcharse, pero algo dentro de él lo obligó a quedarse.
Se suponía que eran sus amigos, su lugar seguro... ¿Debía quedarse no? Eso hacen los amigos... ¿No?
—Es algo que me gusta.—Dijo, finalmente, su voz tembló un poco, pero sostuvo la mirada de sus amigos.
—Está bien que no les guste a ustedes, pero no hace falta que me lo estén echando en cara todo el rato... Es una porquería, sí, pero me gusta.
—También hay cosas que no me gustan, cosas que ustedes hacen, ¿Pero alguna vez les he dicho algo? ¿Los he lastimado con eso? No... Al contrario, en cada estupidez que hacían estaba ahí, aunque ustedes no lo notarán.
Hubo un silencio incómodo en la mesa, Pedri apartó la mirada, Ferran tomó un sorbo de su bebida y Fermín simplemente encogió los hombros.
—Gavi, no te pongas así, solo bromeábamos.—Dijo Ferran, aunque su tono no sonaba arrepentido.
—Pues yo no estaba bromeando.—Susurró Pedri, ganándose una mirada de advertencia de Fermín.
Gavi no dijo nada más.
Cogió la revista, dejó unas monedas sobre la mesa para pagar el café que ni siquiera había tomado, y se marchó.
Mientras caminaba hacia la puerta, escuchó cómo sus amigos retomaban sus risas, como si nada hubiera pasado.
En casa, Gavi se sentó en su cama, mirando la gorra y la revista... Tal vez a nadie más le importaban esas cosas, pero para él, significaban mucho.
Era su escape, su manera de desconectar de la presión y del mundo que lo rodeaba, así empezó con el fútbol, ahora era la fórmula 1.
Decidió que no iba a dejar que los comentarios de los demás le arrebataran lo que amaba.
Tal vez sus amigos no lo entendieran, pero estaba bien. Él no necesitaba su aprobación para disfrutar de lo que le hacía feliz.
Al día siguiente, Gavi volvió a entrenar como siempre, con la gorra puesta.
No le importaba lo que los demás pensaran, lo que importaba era que era fiel a sí mismo.
Sin restricciones ni nada, ¿Qué más da lo que los demás digan? Nunca iba a poder complacer todos.
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