Capítulo final
Marinette estaba realmente muy nerviosa. La noche anterior no había logrado conseguir el sueño, después de todo, ese día conocería quién era su gran amor finalmente. Se había arreglado completamente, se puso un poco de maquillaje para resaltar el rubor de sus mejillas; dejó casi todo su cabello suelto a excepción de una pequeña trenza cosida que tenía a la izquierda de su cabeza: el vestido blanco que llevaba puesto era el mismo que aquella persona había hecho sólo para ella y creyó que era la ocasión perfecta para usarlo. Se encontraba sentada en la fuente de la plaza, aún faltaban unos minutos para las 5. Miró el cielo, observó cómo las nubes creaban distintas formas en aquel manto azul y comenzó a adivinar qué podrían ser o aparentar, este juego lo hizo para poder pasar el tiempo. Cuando finalmente se aburrió bajó la mirada y comenzó a ver a la gente pasar, tratando de adivinar quién podría ser.
Era un día radiante, tal cual para un día de pleno verano. Había poca gente en el lugar, ya que muy cerca se estaba realizando una obra de teatro. A Marinette no le interesaba esas cosas, prefería mil veces esperar ahí por otras. Miró nuevamente a su alrededor y encontró a un apuesto, muy apuesto joven, alto, de cuerpo bien marcado y una encantadora sonrisa. Llevaba puesto unos jeans negros con una camisa blanca. Su cabello rebelde resplandecía con el sol. Pero lo que cautivó e hipnotizó a la azabache era esa mirada, una mirada profunda y seductora que la hacía sentir como si se sumergiera en un profundo mar azul. Aquellos ojos tan sólo la miraban a ella y a nadie más.
—Hola —habló seductoramente.
—H-Hola... —apenas podía respirara de la emoción, no podía creer que por fin tenía a su gran amor frente a ella.
— Disculpa, pero... ¿no sabes por dónde queda el estadio? Es que quiero ir a la función y me he perdido... —mencionó con algo de pena. Esto decepcionó profundamente a la azabache, esa persona no era a la que esperaba. Suspiró pesadamente.
—Sí... está a unas cuadras, sigue derecho y luego dobla en el primer semáforo y podrás encontrarlo...
—Eres muy amable, gracias —se despidió con su sonrisa de la joven y se marchó en la dirección que le había dicho.
Marinette siguió sentada, tan sólo había pasado un par de minutos desde que habló con aquel muchacho. Ella tenía la esperanza que hubiera sido él ya que con tan sólo su mirada ya se habían conectado. Por alguna extraña razón tenía la sensación de que ya lo había visto antes.
—Lamento mucho haberte hecho esperar mi ángel... —una voz conocida habló detrás de ella. La joven volteó con rapidez y ahí lo vio a él, al mismo joven que hace sólo un instante había hablado con ella. Tenía entre sus manos un gran y hermoso ramo de rosas rojas y en su rostro tenía una amplía y cálida sonrisa. —Disculpa por haberme ido, es que tenía que buscar las rosas.
—N-No puede ser... —delicadas lágrimas de alegría rodaban por la mellija de la joven. —N-No puedo creer que finalmente te tengo frente mío... —llevó sus manos a su boca de la emoción.
—Tal vez me veas muy seguro por fuera... pero la verdad es que me estoy muriendo de miedo por dentro —rascó su cabeza en señal de nerviosismo. Abrió ligeramente sus ojos como si en ese momento hubiera recordado algo importante. —Discúlpame mi ángel, pero aún no me he presentado como se debe... —inclinándose levemente para tomar la mano de Marinette y depositar en ella un delicado beso. —Mi nombre es Claude, es realmente un placer para mí hablar de esta forma contigo —la azabache sentía como si se estuviera a punto de desmayar, si se tenía que morir en ese instante lo haría mumamente feliz.
—————
—¡Kyaaaaaaaaaaaaaa! —gritó con total emoción la joven.
—Si... así fue como mi prometido y yo nos conocimos... —una calida sonrisa se formó en su rostro recordando ese momento tan especial para ella.
—A mí me encantaría que algo así me pasase a mí también... Y pensar que nunca hubiera sabido de esta hermosa historia si no te hubiera conocido hoy. —Marinette estaba sentada en un café, hablando con una joven muy simpática que había conocido ahí. Ella le había preguntado la hora y cuando vio el anillo de compromiso de la azabache le comenzó a rogar para que le hablara de su historia de amor. Al comienzo Marinette lo dudó, pero cuando la muchacha le dijo que era para escribir un libro, terminó aceptando. —¿Crees que tu prometido se enfade si escribo la historia?... —preguntó con miedo.
—Para nada, él es muy amable, estoy segura que le encantará —delicandole una amplia sonrisa para que la castaña se sintiera mejor.
—¡GENIAL! ¡Ya mismo me pondré a escribir! Y por supuesto que les daré los agradecimientos correspondientes —sacó su celular para comenzar con su historia pero de la nada miró fijamente a Marientte.
—¿Q-Qué ocurre?...
—Estoy pensando... ¡Ya sé! Palabras en el aire —haciendo un gesto con la mano como si estuviera presentando la frase para un comercial.
—¿Palabras en en aire? —sin comprender.
—El título para la historia —habló como si fuera lo más obvio del mundo. —Me parece muy poético, ya que él no te enviaba las cartas de una forma común, sino que lo hacía a través de aviones de papel, lo que significaba que aquellas hermosas palabras estaban en RL aire volando y volando para llegar hasta ti —el rubor del rostro de la azabache creó hasta cubrir todo su rostro, nunca había pensado algo así de hermoso, sin dudas ese título le encantaba. —Ni bien lo tenga listo se los enseñaré. Ya tengo que irme, pero nos mantendremos en contacto —la joven se despidió y se marchó con mucha alegría.
Los meses pasaron y el tan esperado día por fin había llegado. Marinette estaba frente al gran espejo, con su gran y delicado vestido blanco. Tenía unas pequeñas piedritas brillantes en su cabello que hacían resaltar el hermoso peinado que le habían hecho. Estaba, como diría su gran amor, como un ángel que había venido del cielo.
Faltaban sólo unos pocos detalles para estar lista, pero antes de eso alguien había tocado la puerta.
—Mari, llegó este regalo para ti —Alya había entrado con un presente para su amiga, pero no sabía de quién era. Se lo entregó y cuando la azabache lo abrió las lágrimas comenzaron a caer sobre la portada del libro que decía "Palabras en el aire" en cursiva. Con rapidez leyó la primera pagina y su corazón se llenó de gran felicidad.
"Dedicado a Claude y Marinette que con su hermosa historia de amor inspiraron las páginas de este libro.
De todo corazón, espero que sean muy felices juntos en esta nueva etapa que se abre en sus vidas. Y nunca olviden que esto es sólo el inicio de una larga, larga historia que escribirán juntos. Del como por más obstáculos que tengan el amor siempre ganará al final..."
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