PALABRAS DE ADIÓS BAJO EL CIELO DE PAITA
Dedicada a @NaomiArnaudez por el gusto que tiene hacia nuestra historia...
"Dentro de mi hay abandono, mudanzas; no sé cuál será el destino de las cosas que me pueblan. Todo sucedió el día que decidí instalarte adentro y fue necesario hacer espacio". María Inmaculada Barrios.
¿Estás allí Simón? Siento que me observas, siento que tu mirada penetra mis húmeros socavados. Siento que me reclamas la soledad. Pero ¿cómo no sentirme sola sin ti? Hoy y mañana son un siempre y constante repiqueteo de culpas, de sinsabores, de deseos inconclusos. Tengo acurrucadas en mi memoria las palabras que no te dije, los sueños que nunca pude contarte. Contemplo mi cuerpo estéril, lacerado por el tiempo y siento que debí darte mi sangre y mi aliento para que mi amor tuviera sentido. Porque este despojo de vida que tengo no me sirve de nada sin tu presencia. Es mi peor castigo. ¿Que fui huracanada, rebelde y vehemente? Sí, así fui. Pero el tiempo y los dolores nos van cambiando. No me inquieras General con esa mirada perspicaz que siempre tuvo. No pretendas despojarme de lo único que me alimenta: el pasado y dentro de ese pasado turbulento, tú, la única fe que he tenido.
¿Sabes que me pesa en el alma no haber estado contigo en tu último aliento? Intenté como renovada Cleopatra morir para estar a tu lado, pero fallé. La vida me ha martirizado con esta existencia menguada, en este puerto yermo donde vine a sepultar mi orgullo. Después de su muerte la rueda de mi fortuna giró para arrojar un anatema infernal: el destierro patrio. Sin embargo Paita tiene algo de nirvana, ha sido el invierno que necesitaba mi espíritu. Y heme aquí, mi General amado, con esta osamenta maltrecha esperando que la muerte me invite a seguirla. Cuando quiera no dudaré en hacerlo porque segura estoy de que será el camino que me llevará hasta ti.
Desde este puerto miserable donde he anclado mi desventurada vida he sabido, después de una década, que se le hace honor a su nombre. Me reconforta que la historia haya al fin podido ver el gran hombre y patriota que fuiste. Tu estrella asciende mientras la mía declina. Es que esa Manuela terca, impertinente y sagaz que siempre fui a tu lado es una rémora para tu nombre. La historia deformada, escrita por hipócritas apologistas y moralistas, me borrará de su vida. Yo, que estuve a tu lado amándote en alma y cuerpo, seré inmolada en ese retrato de héroe que delinearán de ti. Pero sabes una cosa mi general amado, no me importa desaparecer o desdibujarme porque yo estuve a tu lado, yo conocí tus más caros anhelos, yo construí junto a ti muchas utopías. Tú un majadero y yo tu más leal y vehemente seguidora.
Aquí en Paita el tiempo se ha detenido para mí. ¿Es el tiempo o la monotonía que recubre cada parte de este polvoriento puerto? No lo sé. El camino gris nos trae siempre a destiempo las noticias. De vez en cuando algunos amigos venían a visitarme pero cada vez estoy más sola. Simón, tu maestro, tu fiel y fervoroso maestro ya se ha ido también. Solo estuvo igual que yo, con pobrezas y dolores del alma similares. ¿Ya se reunió contigo? Él formó tu corazón para el amor y la justicia. Fuiste su más grande orgullo.
Yo sé que estoy muy cerca de mi descanso eterno. Paita está consumida. Es territorio enseñoreado por la difteria. Los cuerpos sucumben, delirantes y fogosos ahogados por sus propias flemas. Cada hora el polvoriento camino se estremece con el cortejo fúnebre. Los que pueden huyen o toman precauciones. Yo estoy condenada. No puedo moverme de esta hamaca donde reposa mi cuerpo a duras penas. Estoy en paz y no temo. Nunca lo hice.
Mi cuerpo no soporta la calentura. Mi cabeza está aturdida; ya no sé si estoy aquí o contigo. Simón... Simón, no se aleje mucho, no se aleje más. Ven, siéntate a mi lado. Vamos a saborear el pasado a través de nuestras cartas. Toma ese cofre de cuero castaño, allí están mis amadas cartas, tus letras de amor. Ven, lee para mí que ya no puedo mantener abiertos mis ojos. Escucha el sonido triste del pacífico. La luna de Paita está mustia. Lee Simón, para irme a tu encuentro...
"El hielo de mis años se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor da una vida que está expirando. Yo no puedo estar sin ti, no puedo privarme voluntariamente de mi Manuela. No tengo tanta fuerza como tú para no verte; apenas basta una inmensa distancia. Te veo, aunque lejos de ti. Ven, ven, ven luego."
Paita, 23 de noviembre de 1856
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro