El señor J ajusto los guantes que se acababa de poner y se inclinó sobre la mesa en la que descansaba su último encargo: Zulema_09.

El hombre comprobó que no quedaban residuos en los huecos que había taladrado y comenzó a insertar con cuidado los hilos metálicos que unirían cada articulación con el comando que yacía encima de la maraña de cabello oscuro.

Apenas había colocado tres hilos en su lugar, cuando los ojos marrones se abrieron de golpe y la niña asegurada a la mesa empezó a emitir sonidos ahogados a través de sus labios cosidos, retorciéndose como una anguila recién sacada del agua.

—Tranquila querida—murmuró el señorJ, pasando una de sus manos enguantadas sobre el cabello adornado con un lazo rosa,la otra buscó la aguja con el sedante—. Pronto terminaremos—anunció, inyectandoel medicamento en la carótida—, y el Amo te hará debutar en la sesión de lasocho. Serás el títere favorito de su colección.