La comida es lo más importante
Daniela masticó el pedazo de carne que acababa de arrancar con los dientes, ignorando el jugoso líquido que resbalaba por su mentón y le echó un vistazo al reloj. El claustro comenzaba en veinte minutos y aún no había terminado de comer.
El golpeteo en la puerta la paralizó después de tomar un nuevo bocado, y la mujer giró sus ojos completamente negros hacia el sonido, sin dejar de mascar, mientras uno de los múltiples tentáculos que brotaban de su espalda escondía el desgarrado torso humano que yacía sobre la mesa. Otro de ellos, acechó la puerta cerrada sin seguro.
—Lamento interrumpir su almuerzo, pero el delegado de educación está al teléfono. Dice que es urgente.
La voz de su secretario permaneció tras la lámina de madera y ella se relajó, tragó la carne y lamió los restos de sangre fresca que manchaban sus dedos antes de contestar.
—Pasa la llamada a mi despacho, Roy y la próxima vez, déjale en espera—instruyó, echándole un vistazo a las paredes llenas de salpicaduras rojas.
Ni siquiera un ghoul podía almorzar con calma.
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