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Capítulo 8: Principado.


"Good Omens es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman"

Si Crowley tuviera que decidir un momento de la historia en donde su atención se haya centrado en Aziraphale, sería en el inicio de las eras, justo cuando estaba en el jardín del Edén.

A pesar de haber realizado hace pocos minutos — si es que el tiempo existía como medida en ese instante— el pecado que lo volvería más famoso entre los demonios, en vez de correr a contárselo al mismísimo Satanás, había observado a aquel principado que cuidaba la puerta Este de aquel paraíso terrenal.

Adán y Eva fueron echados a vagar en el desierto, presa de haber cedido a la tentación que él mismo les había ofrecido, sin duda el ángel que estaba mirando la escena desolado lo odiaría, o mínimo lo ignoraría.

Pero pese a todo sus pensamientos, este le habló, e incluso se rio del hecho de haberlos tentado, Crawly — Como se llamaba en ese momento —ya había fijado su vista en aquel ser desde antes de caer, sin embargo, al entablar la primera conversación con él, se dio cuenta que aquel torpe Ángel, era sin duda una criatura noble, no como los estirados de arriba.

— ¿No tenías una espada flameante? — le pregunto, al notar que no tenia el arma que cualquier principiado debía de portar.

— Ehm...— expreso el rubio, con un gesto de culpabilidad que al demonio le pareció exquisito, sus pupilas de color ámbar observaban los gestos de aquel ser que parecía algo molesto.

— Si, resplandecía que daba gusto ¿la perdiste? — inquirió, ocasionando que Aziraphale le mostrara una faceta nueva que no había observado en algún otro ser celestial.

— Se las obsequie — le respondió de forma nerviosa, cosa que lo sorprendió, aquel ser se podía enfrentar a la ira de dios, al haber ayudado a los desterrados de una manera tan singular.

—¿Q-que hiciste qué? — le pregunto incrédulo, abriendo sus orbes de manera desmesurada, y observo por primera vez una cara de dolor, de saber que había tomado una decisión lejos de las órdenes dadas.

— Ella estaba encinta, y los animales salvajes, solo les dije...tomen aquí esta la espada llameante, por favor úsenla bien — explicó, ocasionando que los latidos del corazón de Crawly latieran de una forma singular.

¿Cuántas veces el demonio había observado el egoísmo del cielo?

No era por ese hecho que ahora estaba desterrado de aquel reino, por cuestionar las decisiones Inefables del creador.

Pero sin duda, sabia que no solo era sus dudas lo que lo habían llevado a precipitarse hacia abajo, ni la gente equivocada, era un sentimiento que su mente demoniaca y su nuevo nacimiento como un ser infernal no habían borrado del todo.

Era la sonrisa que vio en aquel principiado la cual le trajo recuerdos, pensamientos de él creando constelaciones y una espada que le apoyaba a hacer la estela de luz de las estrellas fugaces, un calor invadió su pecho.

— Tal vez, yo hice lo correcto y tu lo equivocado, eso sería sumamente irónico.

Si, tan irónico como deslumbrarse por un ángel, definitivamente esa espada no era lo único que llamó la atención de la serpiente.

N.A. Serán cortos, espero poder acabar este reto, gracias por sus votos. Los adoro. 

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