Cosecha de Almas en las Trincheras de Krieg
En el sombrío y desolado planeta de Krieg, donde la guerra es una realidad constante, un soldado se destacaba entre las filas de la infantería Death Korps. Su nombre era Lukas Hertz, un hombre curtido por la brutalidad de la guerra y marcado por la disciplina inflexible de su regimiento.
La oscura amenaza de los Tiránidos se cernía sobre Krieg, y las defensas planetarias temblaban ante la inminente invasión. Lukas, con su máscara de gas y su uniforme gris, se encontraba en las trincheras, la pala en mano, listo para defender su hogar con la misma determinación que lo había llevado a través de innumerables conflictos.
Los Tiránidos asaltaron con furia, una marea incontable de criaturas devoradoras de mundos que se estrelló contra las líneas defensivas de Krieg. Lukas, junto con sus compañeros, cavó trincheras más profundas, erigió barricadas y mantuvo la línea con su pala como si fuera una extensión de sí mismo.
La batalla fue feroz, con los soldados de Krieg luchando valientemente contra la implacable horda alienígena. Lukas, con su rostro oculto tras la máscara, avanzaba con determinación, cada golpe de su pala cortando el aire con precisión letal. Sin embargo, la abrumadora cantidad de Tiránidos amenazaba con aplastar cualquier resistencia.
En un momento crítico, un enjambre de Tiránidos más grande y aterrador surgió de las sombras. Lukas y sus compañeros, agotados pero sin rendirse, se prepararon para el último enfrentamiento. Sin embargo, la marea de garras y colmillos fue implacable
De repente, un monstruo gigante, con colmillos afilados como cuchillas, se abalanzó sobre Lukas. El soldado de Krieg luchó contra la bestia con la ferocidad de un hombre acorralado, pero sus esfuerzos fueron en vano. Las mandíbulas del Tiránido se cerraron alrededor de la pierna de Lukas, triturando huesos y carne con un crujido siniestro.
Herido pero no vencido, Lukas continuó luchando incluso mientras era arrastrado hacia el abismo de las fauces alienígenas. Con la pala en mano, golpeó desesperadamente las escamas y colmillos que lo aprisionaban. La sangre de Krieg se mezcló con la baba ácida del Tiránido, creando un cuadro grotesco de la brutalidad del conflicto.
Los compañeros de Lukas, impotentes, observaron con horror mientras el valiente soldado de Krieg era consumido lentamente por la monstruosidad alienígena. Los alaridos de dolor resonaron en la desolada atmósfera de Krieg, un eco desgarrador de la tragedia que se desarrollaba en ese rincón oscuro del Imperio.
Finalmente, la vida de Lukas Hertz se apagó en medio de las fauces de la bestia alienígena. Su cuerpo mutilado fue arrojado al suelo, una trágica ofrenda al campo de batalla. Los Tiránidos continuaron su avance voraz, indiferentes al sacrificio brutal de un hombre que, con su pala en mano, había caído ante la oscura amenaza que asolaba el universo de Warhammer 40k.
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