𝐎𝐧(e)𝐥𝐲
Todo el mundo sabe cómo es que cambió la visión del cuerpo perfecto conforme los años fueron pasando...
Actualmente nos cerramos a entrar en el estereotipo de un cuerpo tonificado, igualando este a belleza y de no ser así criticarnos hasta acabar sumidos en un pena increíble.
Precisamente, eso es lo que había hecho llorar al pobre gordito entre las sábanas de la habitación, adverso a lo que uno creería no se trataba de una mala noche, pues tanto él como su pareja habían terminado por recordarse y pasar una increíble noche luego de su velada romántica, aún se encontraba desnudo prueba de ello.
Empuñó las blancas sábanas en sus puños, sus pensamientos podían ser más dañinos que un puñal clavado en su pecho. Y eso es lo que más le dolía, ponerse a pensar acerca de esos temas estando perfectamente bien de un momento a otro. Odiaba el razonamiento que tenía, quizás si alguien pasara una aspiradora por su cerebro podría vivir en paz, definitivamente esto no era vida.
Pero, ¿Quién podría decir qué era estar vivo directamente? Por qué cuestionar nuestra propia forma de ver y pensar, solo por no acarrear todo lo que nos dicen que debemos pensar. ¿Qué daño nos hace un poco de felicidad? Van Gogh, tenía la suya bebiendo pintura amarilla... Y a pesar de ser criticado por ello, no desistió en lo que le hacía feliz.
El atardecer se había asomado entre los edificios que daban a la vista del joven ahora con los ojos acuosos de tanto meditar. ¿Por qué con él debía ser así? Su cuerpo era un templo y debía cuidarlo para estar bien con él mismo. Una gota salada corrió por su mejilla iniciando un silencioso sollozo.
Un joven esbelto entraba a la habitación con el torso manchado de muchos colores, el cabello atado de una manera algo desordenada, adornando este, un pincel atravesando el pequeño bollito en su cabello.
— ¡Ggukkie cielo! ¡No sabes qué sucedió! — rió entrando a la habitación mientras limpiaba la pintura de su rostro.
— Estaba por hacer los detalles del rostro y sin querer aplasté el tubo algo fuerte — rió nuevamente — terminó explotando en mi rostr...
Notó el bulto en la cama moverse y escuchó el hilo de llanto, automáticamente su rostro perdió toda sonrisa, caminando hacia la cama compartida.
— Hey... — dudó en tocarlo pues tenía pintura en las manos.
El muchacho envuelto, sorbió su nariz y secó sus lágrimas con las palmas.
— No te oí entrar .... — intentó fingir su mejor sonrisa para verlo.
Esto quizás habría funcionado de no tener los ojos rojos y algo hinchados.
— ¿No te hiciste daño? — presentó aquella sonrisa.
— Estoy bien, ¿Te sientes mal? — musitó esta vez acariciando la mejilla de su amado
— No, yo... Solo estaba pensando, es todo.
— ¿Pensabas otra vez en eso? — suspiró suavemente
— Sí... Debería dejarlo atrás, pero no puedo Tae — musitó mirando el sol esconderse lentamente
La sábana blanca se corrió hacia abajo en cuanto el menor de ambos se sentó en la cama, esta vez suspirando a cabizbajo.
Su novio debería haberse cansado de verlo así, era algo recurrente ponerse a pensar en ello y terminar de la misma manera.
Tomó un extremo de la sábana buscando cubrirse de nuevo, pero fue detenido por otra mano sobre la suya. Era él, levantó la mirada encontrándose con el rostro de su pareja.
— Deja eso... Me gusta cómo te ves sin la sábana encima. — musitó con una sonrisa entre sus belfos.
De un momento a otro, sus mejillas se tintaron de rosa, desviando la mirada ligeramente a un punto ciego.
— Recuerdas...
— Cuando fuimos a aquella exposición de arte del renacimiento — finalizó con un tono de pregunta.
— Sí, lo recuerdo. ¿Por qué?
— ¿Sabes por qué estaba tan interesado por asistir?
— El arte del renacimiento tenía la mejor perspectiva de la belleza en los cuerpos.
— ¿Vas a empezar con esa historia de nuevo?
— Pensaban que las mujeres de contextura gruesa eran divinas, pues en cuanto más grande era la cintura de estas, más grande sería su aureola. Por eso eran representadas como Venus.
— Así como aquellos artistas, tú eres mi Venus Jeongguk...
Sonrió levemente mirando al contrario con ternura.
— Yo, no busco serlo. ¿Cómo podría? Incluso esas mujeres eran más bellas en todo sentido comparadas a mí.
— Dime que tendrías tú que no tuvieran ellas.
— Estrías, celulitis y ...
— ¿Crees en serio que no lo tienen?
— Claro que no, son musas, son perfectas incluso si pesaran más de doscientos kilos..
— Y es ahí donde te equivocas. Cada artista tiene su musa, su inspiración, su luz. Ggukie, no por ser musas deben ser perfectas.
— ¿La Monalisa era perfecta? No, la belleza es un concepto subjetivo, unos la ven donde otros no. Y eso es lo que precisamente veo en cuanto estás conmigo...
— Veo belleza, veo luz, mí inspiración eres tú. Puedes pensar que tus estrías o peso extra te hacen ver mal, pero ¿Te haz puesto a pensar en lo que te hace ver bien?
— Esos labios, tu cabello cayendo suavemente por tu frente, tu sonrisa cuando se que algo re hace verdaderamente feliz, tu risa, tus ojos, joder... Tus preciosos ojos Ggukie...
— Pintaría un cielo estrellado, para representarlos y aún así, no sería suficiente.
Pasó a descubrir más zonas del cuerpo del menor dejando ver las estrías rosas y algunas blancas que recorrían los lados de sus caderas, y entre sus muslos.
— ¿Qué es lo que ves ahí? — señaló con su vista.
— Estrías... Horribles estrías.... — mordió su labio inferior sintiendo que el sollozo comenzaría de nuevo.
— ¿Me creerías si yo digo que no veo eso?
El de cabellos negros negó ante la pregunta, sabía que eran horribles, y nadie podría cambiar esa percepción de él mismo.
— Aguarda aquí, te enseñaré qué es lo que veo yo.
El joven se puso de pie con una sonrisa, para salir de la habitación, sus pisadas se podían oír, gracias a que no iba con zapatos algunos, regresó a donde había estado anteriormente, tomó su paleta y lata de pinceles. Regresó a paso lento a la habitación encontrando al chico en la cama y una expresión de confusión.
— ¿Qué es lo que piensas hacer?
— Mi trabajo.
— ¿Aquí?
— No.
— ¿Entonces?
— En ti.
Esto dejó mudo al jovencito por unos instantes, ¿Qué ocurrencia tendría su novio esta vez? Sus pensamientos fueron interrumpidos por el gruñir de sus tripas, no había comido nada hasta el momento, podía jurar que en cuestión de nada, sentiría un mareo...
— ¿Tienes hambre Guggie?
— Tal vez... — respondió
— Bien, haré algo de comer antes de empezar, mi musa no puede tener hambre.
Y dicho esto salió nuevamente rumbo a la cocina para poder hacer lo suyo, pasta y salsa blanca, trozos de jamón cortados...
...
— Aquí tienes, con cuidado, está caliente...
Le pasó el plato decorado por él mismo al menor y se sentó a su lado mientras él también disfrutaba de su porción.
No era secreto, quizás había hecho el plato favorito de su novio con segundas intenciones y sabía que funcionaría, cuando este mismo pidió una repetición. O dos... Quién podía culparlo, su novio cocinaba como un mismísimo cheff.
Fue necesario retirar la mesita de apoyo, pues el joven se encontraba incómodo, su vientre caía sobre sus muslos y dolía ligeramente. Taehyung solo terminó con lo suyo para ponerse manos a la obra, le gustaba ver a su menor tan feliz disfrutando de su almuerzo sin preocupaciones, pasó su mano por el vientre de este brindando caricias suaves en lo que este comía.
Buscó las pinturas necesarias y se acomodó
— Empezaré.
Vio al voluminoso chico asentir, mientras masticaba.
Y así comenzó a trazar líneas verdes, suaves trazos, delgados, gruesos, sin mucha presión, etc.
Pronto comenzó con el rojo, amarillo y anaranjado. Las caderas anchas del menor eran perfectas para su novio.
En cuanto este mismo no pudo más, suspiró suavemente dejando el plato a medio comer sobre la cama.
El castaño levantó la mirada
— ¿Te llenaste? — rió brevemente — Luces más lindo ahora que ya no hay llanto, amor.
...
— Ya... Quedó — finalizó dejando sus útiles de lado
El menor intrigado intentó ver a toda costa de qué se trataba, pues había permanecido inmóvil por casi media hora.
— Aguarda, aún está húmedo, puedes mancharte, déjame...
Tomó el pequeño espejo de la mesa de noche y lo posicionó para que diera la vista al cuerpo ajeno.
En cuanto dirigió su vista al espejo, quedó completamente anonadado, ¿Qué era eso?
Cubrió su boca con ayuda de sus manos sorprendido.
— Eso es lo que yo veo, cuando te miro...
— ¡Es bellísimo Taehyung! ¡Oh mi dios! — Susurró a nada de sollozar nuevamente
— ¿Lo comprendes ahora? Para ti, son horribles estrías...
— Para mí, una enredadera de flores de tigre. Es esa tu flor de nacimiento...
— Porque, la belleza de un tigre, es ajena a algunos, representa un peligro, pero a la misma vez elegancia y belleza..
— Jeongguk, todo tú fue, es y será mi mayor inspiración..
— Y tal vez no puedo convencerte del todo, pero mientras este contigo, podremos transformar algo horrible en algo bello.
Finalizó sus palabras con un beso, tumbando al menor en la cama, tomó sus mejillas intensificando poco a poco la pasión en este.
— Vamos a ensuciar todo, cariño.. — Susurró junto a sus labios
— No me molesta un poco de pintura si viene de mi bello Venus...
Ambos rieron suavemente en lo que el mayor de ambos comenzaba a recorrer las preciosas curvas del menor con la yema de sus dedos. Susurrando preciosas frases.
Y así como Van Gogh, ambos jóvenes encontraron la sinestesia en aquellos besos coloridos...
No solo la pintura amarilla, es felicidad...
¡Puffy's Puffy's! En serio, me siento genial luego de escribir este libro. Recientemente son pensamientos que estuve teniendo y no me dejaron dormir por muchos días.
Lamento haberme desaparecido, muchos de ustedes vienen a mi dm pidiendo historias, y sus ideas son sensacionales a decir verdad.
Este escrito lo hice por dos razones, la primera para convencer a alguien respecto a un tema. Y segundo es un desfogue de mi propio tormento.
Para quienes no lo saben, me siento verdaderamente mal a veces, como todos, pero quizás puedo expresar mis malos pensamientos respecto a mi de una buena manera para ustedes. Enseñarles que dentro de todo lo malo, puedo sacarles algo positivo.
Y nada, estas semanas mí propósito es encontrar mi amor por mi nuevamente.
¡Gracias a todos los que leen mis historias! Y a los que suelen escribirme por dm dando palabras tan lindas.
Cuídense mucho, los quiero.
Dede fuera
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