Cap. 11. ¿Quiénes somos?
Siempre hemos querido a alguien que esté con nosotros, que nos hagan sentir que importamos en esta vida llena de superficiales, donde muchos quisieran el nuevo teléfono salido del mercado, y otros sólo quieren tener un verdadero amigo.
¿Qué papel juega cada quien en este mundo?
Llegamos ambos a la casa, ninguno decía nada, nos habíamos herido bastante al parecer, ni él ni yo queríamos hablarnos, sólo pasamos como si fuéramos nuevamente dos extraños en una misma casa.
Louis también llegó como si fuera también su casa, pasó hasta la cocina no sin antes preguntar si queríamos algo de comer, pero obviamente ninguno de los dos estábamos para eso. No me gustaba estar en esta situación, ser parte de una pelea y no sólo presenciarla, me ponían de nervios estas situaciones siempre.
— Michael...
Mis palabras fueron interrumpidas por el sonido del teléfono de la casa, sonando con este tono tan molesto.
— ¿Hola?
— Hannah, ¿Cómo estás amor?
— ¿Mamá? Oh, que bueno que me llamas, yo estoy bien. ¿Cómo les está yendo allá? — me recargué en la pared para estar más cómoda
— Bien, mucho trabajo, ¿no está ahí tu hermano? Quisiera saludarlo
Mis ojos se abrieron a tal grado que juraría que se saldrían, no sabía que responder en esos momentos, estaba más que nerviosa. Hubiera querido tener ya una idea sobre la mentira perfecta para mis padres en caso de que esto sucediera.
— Esto...Derian salió con sus amigos, supongo que regresará más tarde
— Ese muchacho, ¿ya comiste?
Otra vez esa maldita pregunta
— No, más tarde comeremos, acabo de llegar de la universidad — mentí otra vez —, Louis me ayudará a cocinar — forcé una voz de felicidad —. No te preocupes mamá, todo esta...
Michael se acercaba con una inmensa sonrisa en su rostro, como niño pequeño rogando porque le diera el teléfono para ver si podía hablar con su madre.
Ya era Mike, y no Joseph.
— Ma...mamá está la madre de Michael ahí contigo, creo que quiere hablar con ella — decía mientras este no dejaba de saltar, era como un niño pequeño ahora.
— Si, un momento. Cuídate hija
— Adiós.
Le di el teléfono a él, de inmediato me lo quitó dándome las gracias con la mirada, parecía ya ni siquiera estar enojado conmigo. Me fui y lo dejé hablando con su madre, sus cambios de humor me estaban dando dolor de cabeza.
Entré a la cocina, encontrándome con Louis quien vestía con mandil en la estufa, sin querer se me escapó una risa que captó de inmediato su atención.
— ¿De que te ríes? — preguntó sonriendo —, ¿me ayudas a poner la mesa?
— ¿Cómo sabes que comeré con ustedes? Él y yo no nos hablamos — contesté sin darle importancia
— Si lo harás, y con quien estás peleada es con Joseph, no con Michael — añadió sabelotodo —, y también sé que terminando de comer tal vez vayas a vomitar a tu cuarto — me miró a los ojos —, yo también estoy un poco enojado contigo — terminó para volver a la comida —, pero todo lo hago porque quiero a Mike y no me atrevería a dejar de hablarle a la chica que le gusta
Rodee los ojos tras una pequeña sonrisa, en esos momentos entró el rey de Roma.
— ¡Mamá manda saludos! — gritaba emocionado —, oye Hannah, ¿te ayudo con la mesa? — ofreció amable
— No muchas gracias — contesté indiferente
Yo a diferencia de él, recordaba los insultos que nos dijimos.
— Michael...¿puedo hablar contigo? — hice una pausa —. Arriba — señalé
— Si, claro
Dejamos a Louis ahí sólo y ambos subimos a mi recámara, esta vez era yo quien le ponía seguro a la puerta, y me refería a aquél sueño húmedo que había tenido con él.
— Siéntate en la cama — ordené mientras notaba cómo él se ruborizaba
— Creo...que no es correcto que...
— Michael, Joseph y yo peleamos — informé enojada
Él no dijo nada, sólo bajó la mirada, por lo visto estaba tan enterado como yo que estábamos enfermos.
— Lo...lo siento mucho yo...— interrumpí
— Te dije enfermo mental — pausé —. Y tu me dijiste costal de huesos
Un silencio incómodo se apoderó de la habitación, estaba a punto de llorar pero logré controlarme
— Creo que...hemos llegado a insultarnos mutuamente porque nos apresuramos mucho a tratarnos — inicié algo temerosa —. No es algo normal que de repente llegue alguien a tu vida diciendo que eres de él, así se consideran a los acosadores — reí estúpidamente —, y no nos dimos tiempo de conocernos más a fondo. — le di la espalda para dar un largo suspiro lleno de dudas —. Si no te importa, quisiera empezar de nuevo. Digamos, algo como; hola soy Kim Hannah Campbell y me gustaría ser tu amiga, y después tu inicias con algo parecido. El primer o segundo día no se amenazan — reí en reproche
Al verlo me miraba con una mirada tierna, algo que no me esperaba, estaba tan entusiasmado escuchando cada palabra, hasta dudé por un segundo en si me estaba poniendo atención realmente o sólo me miraba porque le gustaba demasiado.
— ¿Qué dices? — pregunté extendiendo mi mano —. Hola, mi nombre es Kim Hannah Campbell Coleman y puedes decirme Hannah, ¿y tu?
— Me llamo Michael Joseph Jackson, y me gustaría que fuéramos amigos — estrechó su mano con la mía
Ahora ambos estábamos sonriendo, mientras nuestras miradas se conectaban. Me gustaban sus ojos, eran brillantes y llenos de vida, suponía que estaba bien hacer las pases y las disculpas que no nos dijimos.
— Espero que seamos buenos amigos — sonreí sin apartar la mirada —, y daré mis disculpas de la manera que en sé darlas dadas nuestras circunstancias — me alejé mientras él me miraba dudoso —, Kim Hannah Campbell — susurré —, y esta soy yo — me quité la blusa dejándome sólo en sostén
Estaba segura que él me miraba, pero no podía verlo a los ojos, el miedo comenzaba a aparecer al no decirme nada.
— Sé que tengo anorexia, tengo un maldito trastorno alimenticio — comenzaban a salir las lágrimas —, me dicen que parezco huesos, pero yo no lo veo así, sólo veo ese espejo y me veo llena de lonjas, jamás estoy demasiado delgada — pausé entre llantos —, quisiera parar pero...no puedo, quiero comer, pero tan sólo ver ese plato de comida...me dan ganas de vomitar. Quisiera ser una princesa, ¿sabes? Ellas no están gordas, son perfectas — me dejé caer de rodillas al piso —, así que no pienses en disculparte por decirme costal de huesos, porque es verdad.
— Yo soy Michael Jackson, y también sé que estoy enfermo — se arrimó conmigo y puso su mano en mi espalda en señal de consuelo —. Tampoco busco que te disculpes por lo que me dijiste — pausó —, sé que sufro trastorno de la personalidad, muchos me lo han dicho. Les he hecho mucho daño a las personas que quiero sin querer, como a ti, te conocí sin que te dieras cuenta, y quise acercarme a ti de la mejor manera pero...él lo echó todo a perder — dijo con la voz cada vez más caída. Me gustaría poder seguir estando contigo pero esta vez de la mejor manera, no te alejes de mi como muchos lo han hecho. Yo te quiero como eres y me gustaría que dijeras lo mismo de mi — me tomó del mentón limpiando mis lágrimas — ¿Qué dices? — sonrió
Respiré como pude y sonreí ante las palabras que me había dicho, estaba de acuerdo en que ambos nos conocimos por razones y cuestiones equivocadas. Lo abracé muy feliz sabiendo que esta vez estábamos haciendo las cosas bien, había encontrado a un amigo que me quería como era, lo que estaba en duda era cómo debería tratarlo a él sin enojarme por sus cambios de personalidad, pero aún así, si él estaba dispuesto a soportarme yo también haría lo mismo por él.
(...)
Salimos directo a la cocina, riendo y sonriendo, sorprendimos a Louis, quien me alzaba una ceja desconcertado, yo sólo seguía sonriendo como todo una boba, esperaba hacer las cosas bien esta vez.
— Espero que les guste, no cocino como todo un chef, pero algo es algo, ¿no creen?
Con la mirada de Michael al plato, podría decir que se le hacía agua lo boca, lo pensé por un momento, contaba las calorías de cada cosa y cómo flotaban dichos números encima, eso sin contar el olor que desprendía, me daban ganas de vomitar, difícilmente tome aquellos cubiertos viendo cómo ambos comenzaban a platicar.
— Deberíamos salir mañana, podemos ir a la feria — sugería primero Louis
Partía el pedazo de bistec
— No, vamos a pedir comida china y pasamos un rato de películas — añadió Michael después
Me llevaba el trozo de comida a la boca
— O podemos ir al cine — sugerí deteniendo el bocado
Tome de aquél vaso de agua
— Voto por el cine — levantó entusiasmado la mano Mike —, una de acción
Esparcía la comida en el plato
— Una de terror — intervino Louis
Partía otro trozo
— O una de comedia
Utilizaba los cubiertos para jugar con la comida, bebiendo más agua
— Mejor una de misterio
Llevé un gran bocado a mi boca, la cual fingí limpiarme con una servilleta, donde devolví la comida sin que se dieran cuenta
«Ya casi terminaba »
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