14
Era viernes por la tarde. Estaba en la casa terminando de editar un cuento, gracias a Dios no había sido solicitado para trabajar en la librería. No estaba de ánimos para estar con el acosador, aún meditaba si el chico valía la pena como para dejar el trabajo. En realidad, no quería hacerlo, le hubiera gustado que su jefe lo regañara, le advirtiera que no lo volvería a molestar, pero no lo hizo, solo le pidió a él que no armara un problema de algo tan pequeño. ¿Era pequeño que el chico lo acosara? ¿Era pequeño que lo hubiera intentado besar a la fuerza? ¿Era pequeño que usará a sus amigos para presionarlo? ¿Era realmente pequeño? ¿Estaba haciendo un escándalo de algo insignificante?
No era así. A veces se sentía sofocado, asfixiado, sin salida, quería golpearlo y gritarle que lo dejara en paz, que nunca estaría con alguien como él y que ya tenía alguien a su lado que lo hacía inmensamente feliz. Aún debía pensar sobre el tema, pensar si dejaría su trabajo por él, o al final de todo dejaría que Yugyeom lo golpeara para alejarlo.
Se rió por sus pensamientos, claro que no haría lo último. Él sabía defenderse, quería solucionar ese tema solo, era un joven independiente y además no quería involucrar a Yugyeom en algún escándalo que aumentara su reputación de maltratador. Porque si, después del incidente con su compañero de clases los rumores sobre lo violente que el rubio era se esparcieron como el aire, incluso había personas que lo miraban detenidamente para ver si tenía moretes o algún golpe. Idiotas, solo porque Yugyeom lo había defendido lo tachaban de violento.
Yugyeom no era violento, Yugyeom era amable, cariñoso, tenía un corazón y alma de niño, protector y lo hacía sentir seguro, y más importante aún, el conocía a Yugyeom, las personas de la universidad que les gustaba hablar ni siquiera conocían su cara, ¿Acaso no eran más violentas sus palabras? ¿Acaso no era más violento como los hombres solían compatir imágenes íntimas de las chicas sin su consentimiento? ¿Acaso no era más violento las palabras denigrantes que le decían? ¿Cuál era el concepto de violencia que las personas manejaban?
Suspiró. No le gustaba quedarse solo porque comenzaba a pensar demasiado, necesitaba al bullicio de los niños, los mimos del rubio, las risas, los comentarios sarcásticos, las preguntas de JeongIn, los abrazos de Jungwon, los dibujos esparcidos de Minho, necesitaba los besos de Yugyeom. Sonrió recordando que solo faltaban unas horas para verlos, para que el departamento se llenará de vida, para que sus personas favoritas llegarán para alegrar su día. Sintió el timbre sonar, frunció el ceño extrañado, no podían ser los chicos porque ellos tenían llaves y aún no era tiempo para que llegaran.
Abrió la puerta encontrándose con su mejor amiga —¡Hola!— saludo y entro como perro por su casa.
—Hola. No es que me desagrade tu visita, pero ¿Que haces aquí?— preguntó extrañado. En realidad, su amiga no venía a su hogar porque solía salir con su novio los viernes y fin de semana, además de que ellos se veían toda la semana.
—Se nota que me amas— dijo fingiendo dolor, Jungkook la miró buscando respuestas— Solo vengo a entregar un paquete para ti.
Eso confundió aún más al pelinegro. Sumni sacó de su mochila una caja pequeña color amarillo, su color favorito, y se la entregó— ¿Y que es esto?
—Yo no tengo idea, solo tengo órdenes de entregarla— se encogió de hombros. Jungkook dispuesto a presionar para que le dijera la verdad, ya que sabía que mentía, pero la chica no lo dejo hablar— ¡No sé nada! ¡No diré nada! ¡Ahora me voy!
—¡Sumni! Ven aquí y dime qué es— le pidió pero la chica salió corriendo y no dijo nada. Cerró la puerta y miró la pequeña caja.
Viniendo de Sumni puede ser cualquier cosa, pero se le hacía curioso la razón, no creía que tuviera tiempo para jugarle alguna broma, era demasiado extraño. Camino hacia el sofá y se sentó sin apartar su mirada de la caja.
—Bueno, que más da— dijo dispuesto abrir la caja. Retiro la tapa y en su interior había un papel de color rojizo doblado, lo tomó en sus manos para comenzar a leerlo.
"Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer— Plutarco.
Y en este momento estoy cometiendo una locura por amor, aunque yo no le llamaría locura, pero quería que sonara más bonito. Estoy dispuesto hacer cualquier cosa por qué estes a mi lado así que por favor continúa con las pistas que bastante me costó que JeongIn no soltará nada.
Te quiero.
Yugyeom."
Jungkook no podía creer lo que estaba leyendo. Así que esto era lo que los mantenía susurrando por ahí, lo que hacía que JeongIn lo mirara rato y se riera, lo que hacía que Minho prácticamente le cerrará la boca cuando comenzaba hablar, lo que hizo que Yugyeom se interesará en los libros que le gustaban. Sonrió sintiendo sus ojitos aguarse, luego miró la tapa de la caja y se dió cuenta que tenía algo escrito.
"En el refrigerador, tú sabrás que es."
Prácticamente se levantó de un saltó corriendo a la cocina, abrió rápidamente encontrándose con su helado favorito. ¿Cómo no se dió cuenta cuando lo pusieron ahí? Su cabeza estaba ocupada pensando en otras cosas que no había notado lo que pasaba a su alrededor. Tomó el helado y se dió cuenta que abajo venía el siguiente papel de color naranja. Lo saco rápidamente importandole poco el helado.
"Las cartas de amor se empiezan sin saber lo que se va a decir y se terminan sin saber lo que se ha dicho— Jean-Jacques Rousseau.
Sinceramente a este no le entendí ni un carajo pero se que a ti te gusta así que lo tenía que agregar. Y tampoco concuerdo, yo si se que es lo que debo decir y se lo que siento.
Jungkook, por ti siento mucho, siento tanto que no cabe en mi corazón y no le alcanzará la vida para entregarte todo lo que siento.
La habitación de los niños."
Se rió. Yugyeom no era muy apasionado por la lectura así que su corazón revoloteo sabiendo que se había esforzado por leer sobre uno de sus autores favoritos. ¿Tanto estaba dispuesto a hacer por el? Dobló la carta para guardarla en su bolsillo y dejo el helado para caminar hacia la habitación de los chicos, ahora sí que no sabía dónde buscar porque no había ninguna pista y la siguiente carta podía estar en cualquier lugar.
Entró a la habitación y soltó una carcajada por lo que veía. Había un camino hecho con lápices de Minho que lo llevaban a una de las camas, en la cama estaba la siguiente carta de color amarillo, a su alrededor había muchos autos de juguetes y alguno que otro peluche que indicaba el lugar de la carta. Ahora en serio se sentía tonto por no darse cuenta de esas cosas antes. Camino sin destruir el camino que los chicos habían construido y tomó la siguiente carta.
"El amor se compone de una sola alma que habita en dos cuerpos— Aristóteles.
¿Crees en las almas gemelas? ¿Crees que exista un ser todo poderoso que haya decidido unirnos? Yo pienso que es muy loco todo esto, pero me gusta creer que así fue, pero no sé si es ese tal Dios o ese tal destino. Cualquiera de los dos, o quizás ninguno, le está y agradecido. Agradezco que hayan creado para mí el chico más precioso que puduera existir. ¿Te das cuenta de la suerte que tengo? ¡Prácticamente me gane la lotería! Porque sin duda tu eres la mejor persona a la que pueda llamar alma gemela.
Nuestra habitación."
No pudo evitar sentir como las lágrimas se acumulaban en sus ojos, no podía creer que Yugyeom pudiera escribir cosas tan bonitas para él, lo hacía sentir tan especial que quería correr hacia sus brazos y decirle lo mucho que lo quería, que él también sentía lo mismo. Guardo la carta y camino hacia su habitación encontrando la siguiente nota sobre la cama, está era de color verde.
"Amara no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección— Antoine de Saint-Exupéry.
Quiero esto. A este si que le doy la razón. Quiero que podamos mirar hacia la misma dirección, quiero que tomes mi mano y confíes en mí, que veas un futuro conmigo. Quiero ser la persona que esté a tu lado cuando no tengas dientes. ¿Te imaginas nosotros dos viejitos y los chicos tengan su propia familia? Aunque eso no le gusta mucho. En realidad, olvida lo último, no tengo más papel y no puedo borrar.
No voy a decirte dónde está la siguiente porque lo descubrirás solo."
Estúpido y romántico Yugyeom, ahora sí que le habia hecho un amarre y de los buenos. Si antes pensaba que no podía estar más enamorado, ahora lo ponía en duda, si podía, podía amarlo más y más, Yugyeom podía eso, Yugyeom podía enamorarlo más y más. Seco las lágrimas que corrían por sus mejillas y sintió el timbre sonar, se levantó de la cama esperando encontrarse a sus chicos, pero en realidad eran los amigos de Yugyeom.
—Toma— Changbin le entrego una carta de color azul sonriendo— Esperaremos afuera— cerró la puerta confundido, pero camino hacia el sofá para comenzar a leer la siguiente carta.
"Bueno, mi amor. Esta es la última carta, aquí no hay poetas, escritores, ni filósofos. Aquí solo hay palabras de un humilde arquitecto que te adora con todo su corazón.
Cuándo pienso en ti siempre siento abejas en mi estómago, se que pensarás que es raro porque comúnmente la gente suele decir que son mariposas, pero no es así. Las alas de la mariposas nunca se compararía, con lo que yo siento, esas alitas delicadas que son solo un roce. Lo mío son abejas, abejas que se la pasan zumbando y picotenado, que bailan twerk, que me llenan de piquetes el estómago. Las abejas que solo quieren vivir por tí, esas abejas te eligieron como su miel y estoy tan de acuerdo con ellas. Jungkook, eres la miel de mis abejas, las haces danzar, las haces vivir, cada vez que me miras, tocas, besas o solo con tu magnífica presencia las abejas se siente tan felices. Y si las abejas están felices yo también lo estoy, estoy dispuesto a mantener las abejas vivas mientras tu estés dispuesto a ser mi miel, a llenarme de besitos y amarme hasta que no tengamos ningún pelo.
Quiero esto Jungkook, quiero que seas mi pareja, quiero estar contigo. Quizás al principio no entendía que era lo que le atraía de ti y al final comprendí que era todo. Tus mejillas hermosas, tus ojitos, tu nariz, tu boca, tus manos, tu personalidad, tu risa, tus enojos, tu cara roja cuando me querías golpear. Todo eso me enamoró, todo, absolutamente todo de ti me enamoró.
Si me dices que sí, prometo enamorarte todos los días y si me dices que no seguiré intentando hasta conseguir un sí.
Te amo demasiado que pienso que la palabra te amo no puede contener todo lo que siento por ti."
Ahora sí que no pudo contener la emoción así que dejó caer las lágrimas libremente. ¿Cómo le diría que no? No siquiera había pasado por su mente rechazarlo, no podía hacerlo. No cuando él sentía lo mismo, no cuando él estaba tan enamorado como Yugyeom lo estaba de él. Se prometió que haría lo posible para que el rubio sintiera el amor que el sentia de igual manera, que sintiera que lo quería con igual intensidad, tenía que hacerlo, tenía que demostrárselo.
—¿Jungkook?, ¿Ya terminaste?— escuchó que hablaban al otro lado de la puerta así que se seco las lágrimas para salir.
—Vaya, parece que Yugyeom si se esforzó está vez— dijo Changbin recibiendo un codazo de su novio.
—Ahora nos tienes que acompañar— dijo Félix sonriente.
—¿Yugyeom dónde está?— se apresuró a preguntar.
—Debes acompañarnos si quieres saber— le dijo Félix. Jungkook no lo dudo ni un segundo y los siguió, los chicos lo guiaron, sacaron del edificio y lo hicieron subirse a un auto. Quería preguntar muchas cosas, pero cada vez que quería hablar le hacían señas para que no lo hiciera.
Iba como un niño pequeño en el asiento de atrás, ansioso por llegar, ansioso por ver a Yugyeom. Llegaron al lugar que el conocía muy bien, era el restaurante donde habían tenido la cena después de la graduación del rubio. El sol comenzaba a esconderse y había unas cuantas personas en el local, pero los chicos no lo dejaron mirar muchas ya que lo arrastraron hacia la terraza, el mismo lugar donde habían cenado la vez anterior.
Sus ojos volvieron acumular lágrimas al ver a sus niños sostener un carte morado que decía:
"¿Quieres ser mi novio?"
Los niños le sonrieron y sintió como alguien lo abrazaba desde atrás, cuando giró se encontró con la brillante mirada de Yugyeom ¿Es que acaso se había robado todas las estrellas para ponerlas en sus ojos? Porque tenían un brillo tan especial que casi podía jurar que brillaban más que cualquier cosa. Le bastaron dos segundos para darse la vuelta y abrazarlo, tomo la cara contraria entre sus manos y lo beso.
Lo beso intentando transmitirle todo lo que sentía, el amor, la emoción, los recuerdos, la seguridad que sentía de estar a su lado. Quería que sintiera que no tenía dudas, que no dudaba ni un poco de su amor, que está vez abriría su corazón para él.
—¿Eso es un sí?— preguntó el rubio riendo cuando se separaron.
—Por supuesto que es un sí— lo abrazó fuerte.
—¡Al fin! JeongIn ahora sí puedes hablar— dijo Minho aliviado. Jungkook río abriendo sus brazos para que los niños lo abrazaran.
—Déjame decirte que dejaste la vara muy alta. Ahora no se como le pedirás matrimonio— escuchó como Changbin se burlaba a sus espaldas.
Pero a ninguno le importo. Lo único que importaba era sus cinco corazones latiendo juntos, lo cinco como debía ser. Sintiéndose amados y protegidos.
Los cinco sintiendo esa cosa loca y bonita llamada amor.
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