🌹.Cuatro.🌹
Sus piernas no podían dar un solo paso más.
Estaban demasiado agotados como para seguir corriendo, además, el delicado estado de Jimin no ayudaba realmente a su huida, por lo que, una vez se sintieron seguros, no dudaron en parar para tomar un poco de aire y descansar.
Y, mientras ambos tomaban grandes bocanadas de aire, Seokjin no pudo evitar mirar a su amigo, mientras grandes dudas martilleaban una y otra vez en su cabeza.
Pero no era el momento, él lo sabía perfectamente.
__Necesitamos encontrar un sitio en el cual quedarnos. Jeon nos conoce y no dudara en buscarnos en la casa de mis padres, ese lugar no es seguro en este momento.
Jimin se mantuvo callado, realmente no era mucha la atención que había prestado a las palabras de su acompañante, su mente se hallaba perdida en la imagen de Jeon.
Simplemente la situación era injusta y, por sobretodo, Jungkook era un completo imbécil.
¿Acaso tenía algún derecho a actuar de aquella forma después de haberlo abandonado?
¿Tenía siquiera derecho a juzgarlo por su toma de decisiones?
__Jimin... ¿Me estás escuchando?
No, por supuesto que no tenía ese derecho.
¿Qué era lo que esperaba?
¿Qué lo recibiera con los brazos abiertos?
¿Con un abrazo y un beso, tal vez?
Vaya que era un maldito imbécil. ¿Cómo siquiera pudo creer qué...?
Los pensamientos de Jimin se vieron cortados al tener unos labios ajenos sobre los propios.
Seokjin lo estaba besando, pero era un beso casto, sin ningún tipo de lujuria o mala intensión.
Y, antes de que pudiese darse cuenta, sus lágrimas ya estaban saliendo, dejando rastros en ambos rostros, mientras su labios se separaban lentamente.
__Odio verte así. Te adoro Minnie y no quiero verte sufrir por alguien como él. Tú mismo lo dijiste, él es una persona que simplemente no vale la pena.
Volvió a unir sus labios, esta vez con más fiereza, agresividad y lujuria.
Y Jimin, poco a poco, se dejaba llevar por el menor, perdiéndose en aquellos deliciosos toques, olvidando sus oscuros pensamientos.
__Por favor, permíteme hacerte olvidar a ese imbécil, hoy, mañana y todas las malditas veces que sean necesarias.
__No necesitas obligarte a hacer esto...
__No es una obligación, es un placer y es mi deseo. Te quiero, Jimin. Eso lo sabes mejor que nadie.
Y así las palabras fueron dejadas de lado, Jimin se lanzó a los brazos de su acompañante mientras sus labios devoraban ferozmente a los ajenos, deseando con todas sus fuerzas poder olvidar aquella asquerosa noche que nunca debió haber ocurrido.
No alcanzó a separarse totalmente del rubio cuando este ya le estaba jalando, casi con desespero, a uno de los callejones que se encontraban en el lugar. Y así, en total silencio, la oscuridad se empezó a volver testigo de sus fieros besos y posesivas caricias.
Seokjin sintió como era puesto, casi con agresividad, en contra de una de las frías paredes del callejón y no dudo, ni un solo instante, en volver a unir sus labios con una pasión casi desenfrenada. Decir que no le excitaba la situación sería mentir descaradamente, le encantaba y, de algún modo, aquel Jimin agresivo y posesivo lo estaba haciendo sentir el paraíso.
Antes de que el rubio pudiese reaccionar, una de las manos del mayor ya se había colado bajo su camisa y, aquellos besos acompañados con el dulce éxtasis de sus caricias lo estaban enloqueciendo. Un escalofrío cruzó por todo el cuerpo del menor, causando que, entre el beso, Jimin riera juguetonamente, mientras mordía el labio ajeno con gula. Y fue allí que Seokjin decidió que era el momento de tomar el control de la situación.
Empujó al más bajo hasta la otra esquina del callejón, atrapándolo casi inmediatamente entre sus brazos, mientras su boca empezaba a repartir besos, lamidas y, para que negarlo, una que otra mordida en el cuello ajeno, sacando más de un sonidito de placer de parte de su acompañante.
Lentamente, el menor se agachó rozando indiscretamente sus labios sobre la camiseta ajena y, una vez estando totalmente arrodillado, levanto esta levemente, empezando a repartir besos lujuriosos por la piel que, poco a poco, empezaba a quedar expuesta.
Los suspiros del mayor y los sonidos de los labios del menor al hacer fricción con la piel ajena era lo único que se escuchaba en aquel callejón, mientras la camisa había desaparecido por completo y, ahora Seokjin se encargaba de dar dulces lamidas en la oreja ajena, mientras su lengua, indiscretamente, se encargaba de recoger las partes más sensibles del oído ajeno.
Jimin se encontraba casi extasiado, sin embargo, y aún con todo el placer que sentía su cuerpo, el rubio iba demasiado lento, por lo que, sin ningún tipo de pudor, empezó a acariciar con toda la lujuria posible, la piel del contrario, al menos la que se encontraba a su alcance, generando dulces jadeos de placer en su acompañante.
Este, al sentir como, una vez más, el mayor intentaba controlar la situación, tomo las muñecas ajenas inmovilizándolas, para, casi inmediatamente, bajar a uno de los pezones ajenos, empezando a lamer y morder a todo gusto y placer, generando que el más bajo, empezara a mover con desespero su cuerpo, buscando más contacto. Siendo esto, además, el gran detonador de los deliciosos sonidos que serían protagonistas el resto de la noche.
Una vez, este estaba completamente duro decidió pasar al siguiente, hasta dejarlo en las mismas condiciones.
Los besos, una vez más, se encontraban bajando por su piel, rozando cada pedazo a su disposición con absoluta dulzura y deseo.
La entrepierna del mayor, inevitablemente, estaba constantemente recibiendo descargas de placer por cada estimulo que el contrario generaba en él. Cada beso, cada caricia, cada roce llevaban a Jimin un poco más cerca de la locura.
La respiración del mayor se vio absolutamente cortada en el instante en que sintió las manos contrarias en el borde superior de su pantalón y lo desabrochaba lentamente, esto mientras el menor se distraía lamiendo lujuriosamente el ombligo contrario. Hasta que logró eliminar totalmente la estorbosa tela del pantalón, y de la ropa interior, del cuerpo del más bajo, ya que en aquel mismo instante empezó a repartir dulces besos por toda la extensión de sus piernas.
Sin embargo, justo cuando Jimin estaba sintiendo uno de los máximos placeres que hubiese alguna vez experimentado, todo se detuvo.
Abrió los ojos, con una mirada que incluía el enfado y la suplica, esto por lo menos hasta que se fijó en la mirada de su acompañante, escaneando cada parte de su cuerpo, como si de una obra de arte se tratara y, ante esto, no pudo evitar que el nerviosismo entrara a su sistema y que un sonrojo se apoderara de sus mejillas.
Antes esta visión, Seokjin no pudo evitar reír con ternura, para casi inmediatamente, sin ningún previo aviso, empezar a lamer y besar la entrepierna ajena, casi en delicadas caricias. Sus labios rozándole por toda la extensión, suavemente. Y después, metiéndolo de lleno en su boca, causando en Jimin sensaciones imposibles de ser descritas, mientras agarraba fuertemente los cabellos del otro, buscando algún soporte, más allá de la fría pared del callejón.
La felación estaba siendo tan sencillamente fantástica, que el mayor se hallaba perdido en cada una de las sensaciones experimentadas, mientras se encontraba a tan solo unos segundos de liberarse, sin embargo, antes de que este pudiese tocar la gloria, Seokjin decidió alejarse, causando que saliera un gruñido de frustración de parte del más bajo.
Todo de ahí en más ocurrió demasiado rápido, Jimin se vio con sus labios siendo atacados por los del contrario, con gula, con una lujuria casi absoluta.
Y, para cuando menos quiso dase cuenta, Seokjin ya se encontraba totalmente desnudo, haciendo alarde de su escultural cuerpo. Mientras, de un empujón rápido, quedaba de rodillas, frente a la prominente y exquisita extensión del contrario.
Y el mayor no lo dudo demasiado, acerco su boca a la erección del contrario, para así seguir su mismo ritmo, rozando delicadamente el miembro ajeno, para después, sin pudor alguno, meterla lo que más podía en su boca, acariciando lujuriosamente con sus manos el resto de la extensión.
Las manos de Seokjin, acariciaron sin ningún tipo de dulzura los cabellos ajenos, para poder embestir con fuerza y agilidad la boca contraria. Jimin le sintió estremecerse poco tiempo después, sabía que el orgasmo estaba cerca y, aunque deseaba disfrutar de la semilla ajena en su boca, este lo aparto cuando estaba casi a punto de saborear el orgasmo.
Una vez más, sus labios entraron en una guerra, estaban besándose casi con frenesí, se necesitaban y ninguno de los dos podía esperar más por ello. Jimin le dedicó una mirada de suplica que, simplemente, terminó de derretir al menor, quien no dudo en posar tres de sus dedos frente a la boca del más bajo, quien casi inmediatamente empezó a humedecerlos, de la manera más lujuriosa que el rubio hubiese podido ver.
Una vez estaban lo suficientemente húmedos, Seokjin le volvió a besar, esta vez la lujuria no se hacía presente, los besos eran castos, llenos de ternura, intentando relajar al mayor. Y así, en medio de besos dulces y miradas cariñosas, el primer dedo fue introducido en el más bajo, quien, ya bastante acostumbrado a tener a Seokjin en su interior, solo pudo sentir el dulce placer recorrer su cuerpo.
Dos, tres dedos, y Jimin no podía evitar gritar de placer con cada nueva embestida que sentía en su cuerpo, olvidándose por completo que se encontraban en un lugar público. Cosa que, en ese momento, a Seokjin tampoco le estaba importando demasiado. Y, cuando el menor sacó sus dígitos del contrario, el castaño ya estaba más que ansioso por recibir algo más grande en su interior.
El rubio acomodó de mejor manera a Jimin y, prácticamente de una sola estocada se introdujo en su interior, para después, esperar pacientemente a que el mayor se acostumbrara a tenerlo dentro suyo, cosa que, realmente, no necesitaba de mucho tiempo.
Jimin, casi inmediatamente comenzó a mover sus caderas, por lo que, sin dudarlo, Seokjin lo tomó de estas para empezar a marcar un ritmo lento y bastante torturante, al menos hasta encontrar aquel punto dulce que hizo a Jimin delirar en placer, y de ahí en más, sus estocadas fueron rápidas, firmes y certeras.
Los estremecimientos se hicieron presentes más rápido de lo que cualquiera de los dos lo hubiese deseado. El clímax llegó con una velocidad que, de algún modo los hizo sentir vacíos. Querían más, y estaban dispuestos a continuarlo, de no haber sido por un ruido de una de las tapas de metal, presentes en aquel callejón, la cual cayó estrepitosamente contra el suelo.
Jimin se oculto rápidamente entre los brazos del más alto, quien observó de donde había provenido el ruido, para, casi inmediatamente, atacarse a reír más tranquilo, mientras una de sus manos acariciaba suavemente el cabello ajeno. Y, el pequeño gato, causante del alboroto, no pudo hacer más que salir huyendo rápidamente del lugar.
__Vamos, pequeño__dijo mientras levanta la mirada del mayor para darle un dulce beso en los labios__Tenemos que conseguir un lugar para dormir esta noche, antes de que se haga más tarde.
Y Jimin no pudo evitar sonreírle con ternura, mientras posaba otro dulce beso en los labios ajenos. Y es que, se sentía verdaderamente dichoso, ya que, por primera vez, no había tenido simple sexo. No, por primera vez podía darse el lujo de decir que había hecho el amor, y no podría haber sido con mejor persona.
Aunque, inevitablemente, mientras terminaba de colocarse su ropa, no pudo evitar imaginar qué pensaría Jungkook si se enterara de lo que acababa de pasar.
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