Capítulo 21. Fiesta swinger
Al entrar, la música a alto volumen acompaña los excitantes gemidos. Me tienta a unirme a la orgia en el centro del lugar apenas iluminado con una luz color rojo. Me siento como hipnotizada, sedada, nada me importa, ni siquiera que Asmodeus me pase por un lado de la mujer colgado del techo envueltas en cuerdas.
Subimos rumbo a las habitaciones, me habla y sinceramente no le presto atención.
Hay más gente arriba, con cada vez menos ropa, mujeres siendo penetradas por maquinas, por botargas, por hombres con disfraces atroces. No me causa más que morbo.
Unos latigazos llaman mi atención, seguidos de unos gritos. Nos acercamos más al lugar donde se escuchan y cuál es mi sorpresa al ver a la Diosa en la esquina de la habitación siendo penetrada por Killdrem mientras le sostiene un cuchillo en el cuello y con la otra mano la azota con fuerza los pechos y las nalgas. Frente a ellos esta Alexander sentado en un sillón de terciopelo negro bebiendo del cuello de una mujer sentada sobre su regazo, muy atento a lo que le hacen a su novia. Y al fondo, los cuatro demonios tienen a una mujer amarrada a la cama y le dan latigazos mientras otro la fuerza a abrir las piernas.
Nadie nos nota.
Asmodeus me ordena al oído con una ronca voz:
—Desnúdate—se me eriza la piel. No puedo dejar de ver la escalofriante escena—ahora Tayna
—Si daddy—Alexander clava los ojos en mí, pero se mantiene neutral.
Me desvisto lentamente. Asmodeus me rodea repasándome con una mirada lujuriosa. Se queda detrás y rodea mi cintura para pegarme a su cuerpo. Sonrío orgullosa, esta duro. Arranca mis bragas y las lanza lejos. Tira de mi cabello con fuerza obligándome a verlo. Sonríe con malicia. Me lleva los brazos a la espalda y los sujeta fuertemente con uno suyo mientras me lleva despacio al mueble cerca de la ventana. Me hace dar vuelta y subir. Acaricia mis piernas, asciende sin perderse detalle.
—Abre las piernas—esposa mis manos y se aleja desabrochándose el pantalón. Se sienta en los pies de la cama y saca su miembro, se acaricia de arriba a abajo y da masajes en la punta con el pulgar. Es caliente ver como lo hace.
—Muchachos—y entonces todos voltean y me observan. Me siento expuesta, pero continúo excitada por lo que abro más las piernas—se la presto, jueguen con ella.
Killdrem suelta a la Diosa y todos vemos su caminar felino hasta hincarse frente a mí, me sonríe traviesa y se lame los labios. Entonces entierra la cabeza en mi entre pierna y pasa su húmeda lengua una y otra vez, lame y succiona mi clítoris. Echo la cabeza atrás, gimiendo al aire. Importándome poco el mundo. Cierro los ojos y arqueo la espalda dejándome consumir por placenteras sensaciones.
Cuando los abro de vuelta me quedo muda ante la erótica imagen. Todos me rodean, todos me miran, todos esperan turno. El primero en entrar al juego es Alexander quien me jala del cabello y me devora la boca.
—¿Te gusta verla así—susurra al separarse—¿Te gusta lo que hace?
Asmodeus toma a la mujer de la cama y muerde su cuello con saña sin dejar de mirarme.
Estoy tan perdida.
—Si—jadeo
—Si ¿qué?
—Me gusta
—¿Quieres sentirnos, Tayna? ¿quieres que te llenemos? —sujeta mi cuello y pega su frente a mi cabeza— Di que si—suspira
Mi cuerpo suda, estoy tan ansiosa. Quiero, si...
—Si quiero
—Pídelo bien
La Diosa mete dos dedos dentro de mí. Pierdo la cabeza. Arqueo los pies y clavo las uñas en el mueble.
—Follenme por favor
Los ojos de los demás brillan intensamente. Mi entre pierna se moja más. Me siento en las nubes. Ni siquiera me importa que los demonios a los cuales odio se turnen para hundirse en mi sexo y no solo un. Acaban conmigo. Ni la cara de sorpresa de Asmodeus al verme darles vía libre.
☆☆☆
Gimo de dolor, jadeo enderezándome en la cama. Mi cabeza punza y tengo demasiada sed. Mi cuerpo parece haber sido arrollado por un camión. Me siento de prisa ¿Dónde estoy?
Con ver al rededor recupero pequeños fragmentos y las sensaciones vuelven.
Me acaloro.
—Bienvenida al mundo, muñeca—me giro asustada, cubriéndome con las sabanas.
Killdrem luce reluciente, con el cabello mojado, con una toalla cubriéndolo de la cadera para abajo.
—¿Qué hago aquí? ¿Qué hacemos aquí? —pregunto saltando al otro lado de la cama. Envolviéndome con todas las sabanas.
Se ríe y mira detrás de mí.
—Pregúntale a el—volteo. Alexander bosteza y sonríe perversamente.
—Estuvo bueno lo de anoche ¿eh?
—Cierra la boca—lo señalo. Busco mi ropa y corro al baño.
Me ducho y entonces me percato de ello, estoy llena de moretones, cortadas y mi labio está partido, más de lo que me lo dejó Asmodeus aquella vez. Grito entrando en pánico. Mi mente se va oscureciendo, nublándose, el aire me escasea y mi corazón late de prisa ordenándome salir corriendo, pero mi cuerpo se ha puesto rígido y tenso. Mi lastimada piel, las escenas, los gritos, los latigazos, las cuerdas, los cuchillos, los golpes...todo regresa a mí de golpe.
—¿Qué pasa? —Killdrem llega a la puerta, ya vestido y arreglado. Me mira tranquilo.
—¡Esto pasa! —le enseño los brazos
—Ah, si— dice álzanosle de hombros, levantando la mano restándole importancia
—¡Ayuda! —grito descontrolada, respiro agitada, nerviosa.
Tardo más en gritar que en tenerlo en frente, con la mirada amenazante oscureciéndose, estampándome contra los fríos azulejos del baño.
—¡No grites! —me cubre la boca con su mano. Pataleo y rompo a llorar de dolor y de miedo. —¡Que te calles! ¡Te voy a matar si no te callas! — golpea mi mejilla haciéndome doblar la cabeza.
Me quedo quiera, siento salir un peso de encima. Vuelvo en sí.
—Te voy a soltar y no vas a gritar ¿entendido?
Inhalo con fuerza, asiento. Retira sus manos de mi cuerpo.
—Me pegaste— Me sobo la mejilla. Sonríe pillo.
—Anoche te gusto
—No estaba en mis cinco sentidos—se ríe
—Échale la culpa a eso
Unos pasos se acercan a la puerta y aparece Asmodeus limpiándose sangre de los nudillos con una franela. Me tenso de inmediato.
—Limpiaran la habitación— Alexander se asoma y me escanea con la mirada. Sonríe gustoso. Pervertido. No me importa que me vean desnuda, ya lo han hecho antes y han hecho lo que quieren con mi cuerpo. —Te toca—le dice y la lanza la franela a Alexander. Sale del baño seguido por los demás.
Cierro la ducha y me envuelvo en una tolla.
Afuera están reunidos. Me observan y dejan de hablar. Me visto rápido.
—Por la noche irás al club y saliendo me acompañaras a cerrar un trato—camina hasta mí, imponiéndome con su alta figura —No hace falta que te recuerde nada ¿verdad? — me toma de la barbilla y planta un beso en los labios.
Niego. Tengo todo entendido. Todos están locos y más me vale no hacerlos enojar, al menos hasta saber como salir ilesa de aquí.
—Mientras, acompañarás a Alexander y a Killdrem a todos lados y no te les soltarás ¿entendido?
—Si
—Si ¿qué?
—Si daddy—Alexander sonríe cruzándose de brazos.
—Te dejo un regalo en la cocina—gira a hablarle a Alexander —y la mercancía ya está en el camión—y sale dejándome con el par más loco de los hermanos.
No me dejan entrar a la cocina, pero puedo distinguir perfectamente que las manchas de manos en la pared y las gotas en el piso son de sangre.
Killdrem me empuja a la salida y hace que súbamos al único camión del estacionamiento, Donde están todos los autos de la familia.
Alexander si se metió a la cocina.
Veo pensativamente todas las puertas, planeando en silencio.
—Ni se te ocurra, tardarías mas en salir que en lo que jalo el gatillo—y pone una pistola en mi cabeza, prepara el arma y apunta directo riéndose maquiavélicamente. Su risa me pone los pelos de punta. Me paralizo completa. Lo miro asustada.
—Vámonos—dice Alexander entrando en el lado del conductor, ve la escena y ríe con él.
Maldición...
El largo camino se me hace aburrido así que termino por cerrar los ojos e intentar dormirme. Harta y fastidiada de los sucios comentarios hacia las demás mujeres que caminan por la calle ajenas al par de demonios que las desvisten con la mirada.
—Hey, ya se durmió—anuncia Killdrem
—Parece muerta—le responde Alexander
—¿Y si me la cojo ahora? —ambos ríen.
Asquerosos.
Aprieto los puños, quiero golpearlos.
—Ugh buena buena
Minutos después el camión se detiene y abren las puertas al mismo tiempo.
—¿La dejamos aquí?
—Sí, solo quita la palanca, a como sepa de qué es, nos tumba a los otros
Killdrem se inclina sobre mí y segundos después sisea de dolor, se escucha como si se quemara su piel.
—¡Joder!
—¡Utiliza guantes, estúpido! —le grita Alexander desde lejos.
Se aleja un poco y siento que se mueve. Después regresa y quita la palanca. Cierra la puerta y se va.
Entonces abro los ojos asegurándome que estoy sola. Parece una bodega, con pilas y pilas de cajas como de mi tamaño, pero no hay nadie, esta vacío el lugar.
Sonrió. Esta es mi oportunidad.
Me asomo por las ventanas con cuidado. No veo a nadie. Respiro profundo un par de veces, dándome ánimos. Salgo despacio. Tengo que conseguir esa palanca a como dé lugar.
De pronto se escuchan murmullos acercándose cada vez más. Veo un tubo en el piso y lo tomo blandiéndolo como defensa. Me agacho buscando la salida. Rodeo el camión y lo que veo me deja impactada, sin aire, con las piernas temblando.
Sacan mujeres amarradas de pies a cabeza con cuerdas, disfrazadas y maquilladas desde lolitas hasta princesas. Con la boca y las manos rodeadas con cinta gris. Creo que pierdo el color cuando observo como se retuercen, como tratan de gritar, asustadas, suplicando con la mirada. Los hombres, vestidos de negro con cadenas de oro colgando de sus cuellos las meten en las enormes cajas y son llevadas a otro camión, más grande. A otras las llevan directo a unas máquinas enormes que parecen trituradoras y las arrojan perdiéndose de vista de inmediato.
Pierdo el equilibrio y caigo al piso, el tubo cae primero haciendo un ruido espantoso. Me cubro la boca con la mano temblorosa. Las lágrimas inundan mis ojos.
Me miran, me paralizo.
—Se escapó una—dos hombres sueltan a las mujeres que tenían en brazos y vienen hacia mí.
—Eh, ella no—se detienen. Asmodeus sale de entre cajas. —Vuelvan acá—les señala sus lugares.
—¿No que no la querías volver a ver? —Alexander aparece detrás de él con pose retadora. —Esta es la solución perfecta, a que pagan más por ella.
Los observo asustada, retrocediendo, negando, suplicando que alguien se apiade de mí. Un milagro.
—He dicho que ella no—recalca Asmodeus
—¿Te importa?
Asmodeus se queda callado. Solo me observa fijamente. Se cruza de brazos y niega despacio.
—No
—Bien, entonces, tráiganla—le ruego con la mirada. Me levanto de inmediato y retrocedo rápido.
Los gigantes de negro son más rápidos y en un segundo me tienen. Por más que pataleo y grito nadie hace nada por mí. Me empiezan a envolver con las cuerdas y justamente nuestras miradas se cruzan. Asmodeus no se pierde ni un detalle.
—¿Caja o cielo? —le pregunta uno de ellos.
Todos miran a Asmodeus. Alexander se me acerca.
—Por favor—le ruego una vez más. Y él como respuesta pone en mi boca la cinta.
Grito desesperada, ya no me puedo mover, he quedado completamente inmovilizada. Lloro desconsolada.
—Te juro que nadie te hará daño. Lo prometo. La próxima vez que veas algo así te aseguro que tu vida no correrá peligro....
—¿Te importo?
—Bueno, estoy aquí . Eso resuelve tu pregunta.
Mentiras, mentiras y más mentiras. ¡Malditos mentirosos! ¡los odio! ¡los odio, los odio, los odio!
Un molesto pitido me avisa que me voy a desmayar y esa vez lo agradezco. No quiero verme encerrada.
Las voces se empiezan a oír lejanas.
—A caja...
☆☆☆
—¡Doscientos mil a la una! ¡doscientos mil a las dos! ¡Vendida! —aplausos. Mi cuerpo se mueve hacia delante y una cegante luz cae sobre mí.
—Un poco rota pero dispuesta a todo. Con ustedes. ¡La estrella de cine para adultos, Camile!
Voces de hombre gritan cantidades sumamente altas. Entonces caigo en cuenta.
—¡Vendida! — de nuevo mi cuerpo se mueve adelante. Parece que estoy en una maquina giratoria. Veo perfectamente una foto mía proyectada en una pantalla que parece de cine. Cuando la luz baja de mi vista observo un salón lleno de hombres de traje con paletas donde tienen su número.
Esto debe ser una pesadilla. Que alguien me diga que es una pesadilla.
Por lo menos ya no está la tapa de la caja. No me desperté cuando estaba totalmente encerrada.
¡Pero esto es horrible!
Mueven mi cuerpo como muñeca. Me sacan de la caja y me cubren con una manta blanca. Vuelvo a tratar de gritar y palmean mi trasero.
—Quieta ricura, casi llegamos con tu nuevo dueño
Grito y grito. Mete mi cuerpo en un auto, lo sé porque enciende de inmediato y se pone en marca apenas cierra la puerta.
Nadie habla, nadie hace ruido. Largo rato después dejo de gritar, me canso.
El auto se detiene y abren la puerta a mi lado. Me descubren y un casi anciano con media cara quemada me desnuda con la mirada. Me estremezco. Quita la cinta de mi boca y lo primero que hago es escupirle en la cara.
—¡AUXILIO!
—Con que fierecilla ¿eh? Así me gustan.
—¡Maldito loco! ¡Ayuda! —y su puño impacta directamente en mi rostro mandándome a dormir de nuevo.
☆☆☆
—Listo
—Bien
Abro los ojos poco a poco. Una luz roja ilumina el macabro cuarto salpicado de sangre. Puedo moverme, pero mis manos y pies están atados a una silla. Mi boca sigue tapada.
—Con dos mil y empiezo a cortar—ríe malvado. Mueve la cámara frente a mí, me recorre con ella una vez. Me revuelvo nerviosa. Horrorizada y temerosa lo observo acercarse a mí con un cuchillo.
—Dan cinco mil por una pierna—habla un hombre detrás. Es más joven que él, pero lleva un mandil de carnicero y eso me altera aún más.
Grito y grito.
—Na, pide más—el hombre vuelve a ver la pantalla de una computadora a su lado.
—Doscientos mil
—Hecho—se acerca más y más. Pone el cuchillo cerca de mi pierna.
Sollozo cerrando los ojos. No quiero ver esto. Ya puedo sentir el dolor dominándome.
De repente todo se silencia. Me niego a abrir los ojos.
—Te voy a sacar de aquí—escucho la voz de Asmodeus y no sé si alegrarme o no.
Abro los ojos y los hombres están clavados en la pared. Sus rostros desencajados me dicen que los tomo por sorpresa. La sangre escurre manchando el lugar.
—No veas—jala las cuerdas y me carga en su hombro. Salimos y me cubre con su saco. Parece una casa a las afueras de la cuidad. Me mete en su carro y arranca sin decir más.
Me quedo quieta. Seguramente es otro más de sus juegos.
—Vamos a que te duches, tienes que ir al trabajo
Silencio. Temo hasta hablar.
—¿Por qué no hablas? ¿te cortó la lengua?
—Me prometiste que nadie me haría daño y te creí ...incluso te obedecí
Se queda pensando, viendo el camino. No sé si reflexionando o ignorando eso último que dije.
—Se salió de mis manos
Sollozo en silencio. Mirando por la ventana. Estuve a punto de morir varias veces estando cerca de él.
—Déjame ir, deshaz el pacto
—Demasiado tarde, tu alma me pertenece
—Por favor—niega
—No hay vuelta atrás, eres mía
Me hago ovillo en el asiento y lloro hasta que llegamos a su casa. Me ordena subir y ducharme. Obedezco sin ganas y después me tiro en la cama.
—Alexander te llevara a cambiar—habla desde la puerta. Asiento y me levanto.
Paso por su lado, bajo las escaleras y salgo de la casa. Me meto al auto de Alexander. Habla por teléfono. Ignoro todo. Me siento cansada.
Me acompaña hasta mi habitación y me observa cambiar. Regresamos al auto y por fin deja de hablar. Me dice algo y solo asiento, aunque no entendí nada.
—Tayna te estoy hablando—suena molesto
—Te estoy escuchando Alexander—me mira frunciendo el ceño. El auto de adelante frena de golpe y él lo imita de prisa. Algo cae detrás mi asiento. Lo ignora y sigue el camino al club.
Me deja en la puerta y dice que lo estacionará.
Salgo y cierro la puerta. Mis ojos se iluminan al ver la palanca del camión en el suelo de atrás. Fue lo que se cayó y no lo recogió porque me daría cuenta.
Un plan, un plan, un plan.
Entro de prisa, saludo fingiendo. Me disfrazo de Layla y cubro las heridas con maquillaje. Salgo buscándolo con la mirada. Está sentado en el rincón atento a la compañera que baila arriba del escenario. Me acerco a la barra y llamo a Lui que atiende clientes del otro lado.
—Lui, dame lo más fuerte que tengas—frunce el ceño
—¿Otra vez mal? ¿Por un hombre?
Si supieras...
—Por favor—asiente y escoge la botella. Me sirve sin quitarme el ojo de encima, queriendo continuar aconsejándome.
—Gracias—tomo el vaso y la botella, tomo un trago, solo para oler y camino decidida hasta Alexander y se lo pongo en frente.
—Cortesía de la casa—me presta atención y asiente.
—Déjala ahí—me dejo caer a su lado. Rio bajo.
—Mi siguiente baile es para ti—le susurro cerca
—¿Tomaste? —me huele
—Poquito—rio levantándome. Me jala del brazo y aprovecho para caer encima. Busco las llaves de rápido.
—¿Si?
—¿Cuántos dedos vez aquí? —pone tres dedos frente a mí. Sonrió traviesa. Tomo uno entre mis dientes y lo chupo. Encoge las piernas y sus ojos brillan.
—No se daddy
—Amo, a mí me llamaras amo
—Si amo—sonrió
Las tengo.
—Voy al baño, ya me anda—me separo
—No tardes, quiero un privado
Le sonrió traviesa. Asiento y voy a los camerinos. Salgo por la puerta trasera y busco el auto. Desactivo la alarma y corro a él cuándo suena. Saco la palanca y la oculto en una media. Obvio se ve el bulto, pero planeo correr de regreso. Cierro de nuevo y pongo la alarma. Regreso a mi camerino y la observo emocionada. La tengo por fin.
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