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Capítulo 2. A Escena


Por fin la reunión ha terminado y los observo irse. Me levanto del asiento. Estiro los pies y camino al ventanal. Observo la cuidad, es tan...majestuosa.

—Señor—giro un poco cabeza y veo a Biaya entrar hasta que ve que estamos solos y se arroja a mis brazos— te extrañe

—Lo sé—me separo de ella. Empalagosa le quiero decir. Hace el amago en besarme pero retrocedo — Aléjate—ordeno

Baja la mirada y asiente

—Sí, amo

☆☆☆

Odio esta empresa. Me lo repito mientras entro a la limusina y el chófer cierra la puerta. Lo bueno es que mi propia empresa está funcionando. Sera la mayor industria del porno. Sé que sí.

El chofer conduce a casa. Me quito el saco quedando con el chaleco encima de la camisa blanca. Bajo un poco el vidrio e inhalo el aroma de la cuidad.

Me gusta. Tanto tiempo en el infierno y dentro de una vasija inútil te hace apreciar las cosas. En cuanto visualizo mi casa veo a Lucifer en la puerta con los brazos cruzados y mirándome fijamente. Espera respuestas. La limusina se detiene y bajo sin esperar que me abran la puerta.

— ¿Qué fue lo que dijiste?—pregunta al verme llegar a su lado, abro la puerta de la entrada principal de mi casa. 

—Que dejo tu empresa. Tengo la mía —entro con el siguiéndome. Voy a la cocina y saco una bolsa de sangre del congelador.

—No puedes hacer eso—me dejo caer en el sillón y la cubro con mis manos para calentarla.

—Si puedo.

—No—se detiene frente a mí.

—O...—se sienta en el sillón —estaba pensando que podríamos unir las empresas. Lo tuyo son los autos, lo mío la industria porno. Si los unimos tenemos un servicio de acompañantes. —se queda mirándome fijamente. Sonrío y abro la bolsa para empezar a beber.

Después de unos segundos asiente despacio.

—Hablaré con mis socios—se levanta y sonríe mientras sale de mi casa. Dejo caer la cabeza atrás y cierro los ojos. Suspiro llevándome la bolsa a la boca y vaciando su contenido. Me encanta la sangre...al igual que follar.

☆☆☆

TAYNA

Sonrío cuando pasa su miembro por mis labios.

—Chupa—abro la boca y lo dejo entrar. Engullo lo más que puedo y succiono. Echa la cabeza atrás con expresión de gusto y jadea. El camarógrafo enfoca mis movimientos. Muevo mi cabeza atrás y adelante. Me lo saco y pego una lamida a sus testículos pasando después a su masculinidad. Abre la boca y me mira con obscenidad. Deja caer sus restos en mi cara y yo solo cierro los ojos y lo dejo.

— ¡Corte!—grita el director alzando las manos.

Cuando termina me incorporo y me limpio las pestañas. No se vaya a meter a mis ojos, ya me ha pasado. Las cámaras se alejan.

—Buen trabajo—Dante me atrapa entre sus brazos y gime mi nombre cerca de mi oído

— ¿Vamos a mi casa?—lame el lóbulo de mi oreja y yo lo empujo. Es un idiota juguetón.

—No—bufo y tomo la toalla que me tiende la asistente.

—Te veo luego—dice sonriente. Asiento y salgo del estudio. Voy a las duchas de mujeres.

Me aseo y salgo con otra toalla alrededor de mi cuerpo. Suspiro cansada al llegar a mi casillero. Está abierto de nuevo. Escucho unas risas lejanas.

Se quiénes son, algunas mujeres no soportan que me emparejen con hombres que ellas quieren.

Saco mi bolso donde guardo mi ropa y lo cierro. Un papel sale volando a mis pies. Dejo el bolso a un lado y lo tomo para darle la vuelta y ver lo que dice "Gorda"

Chasqueo la lengua

— ¡Pero bien que me eligen!—grito. Sé que escucharon porque dejaron de reír.

Solo porque no estoy tan anoréxica como ellas. Aunque me cuido. Sí que lo hago pero mi genética es así. Además no quiero que se me marquen los huesos, es asqueroso que en pleno sexo en vez de que se te vean los senos, se te vean las costillas.

Me visto rápido y seco mi cabello con la toalla. Guardo todo de nuevo solo dejando mi pequeña cosmetiquera. Me siento en la mesita del tocador y me maquillo hasta que escucho mi celular sonar. Veo la pantalla, "Leo". Dejo el maquillaje y contesto con una amplia sonrisa en la boca.

—Hola amor—contesto en tono pícaro. Me gusta jugar.

—Necesito que nos veamos, es urgente—se escucha serio. Lo que hace que se borre la sonrisa y mi ánimo caiga.

—Si. ¿Dónde nos vemos?

—Paso por ti para llevarte a tu trabajo—y cuelga.

Esto no es normal. Él es cariñoso e incluso llega a ser cursi. ¿Qué paso?

Me apresuro a maquillarme y meto todo al casillero. Cierro, esta vez con doble seguro y camino rápido por el pasillo para la salida.

— ¡Hey, buena follada!—grita Rosa mi compañera.

— ¡Sí que sí!—río y me despido dándonos un beso en cada mejilla.

Corro a tomar un taxi.

Leo no sabe que soy actriz porno. Solo que bailo en un club nocturno.

Una vez que llego a casa me apresuro a bajar y entro rápidamente. Me sirvo un poco de cereal y abro las ventanas. Enciendo la tele y me siento a comer en el sillón. Así sabrá que estuve tiempo aquí. Pasan los minutos y el timbre suena. Dejo el plato sobre la mesa y abro la puerta. Es él. Le quiero dar un beso pero retrocede.

— ¿Qué pasa?—lo cuestiono confusa.

—Vámonos—da la vuelta y lo veo regresar a su auto.

Voy a apagar la televisión y cierro todo. Me subo a su lado y conduce en completo silencio.

— ¿Pasa algo?—me ignora —Leo ¿qué pasa? —le tomo la mano y le sonrió pero me sigue ignorando.

Llegamos al estacionamiento detrás del club. Está lleno de autos y sé que se llenara más en unas horas. Aún es temprano.

— ¿Te quedaras? —asiente evitando mi mirada.

Entro al bar. Atravieso el centro y los pasillos para entrar a los camerinos. Me cambio de ropa, por una mini falda y sujetador negro. Suelto mi cabello y lo ondulo. Avanzo por el pasillo topándome con mis compañeras quienes me saludan.

Llego detrás del escenario y el presentador me da la entrada. Las luces se apagan y cubro la mitad de mi rostro con un antifaz de encaje negro. Cuando las luces vuelven, en colores más bajos, sonrío segura y camino por el escenario hasta el tubo en medio.

La música comienza (Moby —Mere Anarchy), tomo él tubo y hago una reverencia antes de empezar a danzar a su alrededor con suma tranquilidad, seguridad y una hipnotizaste sensualidad. Todo el público, tanto hombres como mujeres aplauden y chiflan con deseo brillando en sus ojos.

En una esquina puedo ver un hombre de ojos azules tan brillantes y enigmáticos que me hacen olvidar que estamos rodeados de gente. Busco a mi novio con la mirada pero él esta entretenido con su celular. Me irrita que haga eso. Vuelvo a clavar la mirada en el hombre de ojos azules y bailo para él. Rodeo y bajo por el tubo de espaldas. Abro las piernas y ladeo la cabeza pasando la lengua por mis dientes. Escucho que chiflan más alto y me lanzan piropos subidos de tono. Estoy acostumbrada.

Mi show termina y regreso al camerino.

Me cambio para el siguiente y salgo a verlo. Siente mi mirada y deja el celular, me ve caminar hacia el pero esta vez no le brillan los ojos de deseo, no me desnuda con la mirada. Algo anda mal.

— ¿Pasa algo?—pregunto en su oído y termina la cerveza que tiene a un lado.

—Vamos afuera—se levanta dejándome como tonta inclinada hacia él. Va a la salida y yo le hago señas a Emily —la que atiende el bar— que vuelvo pronto y asiente.

Salgo detrás de él. Sube a su auto y hago lo mismo. Me mira con seriedad y saca su cartera. Me enseña una foto. Abro los ojos sorprendida. Soy yo de espaldas, dejándome follar por Aquiles. Eso lo tuvieron que hacer las víboras del estudio. La foto está tomada desde dentro. Es obvio que fueron ellas.

—Leo...—lo intento tocar pero me rechaza.

—Si ya no querías estar conmigo... ¿Para qué esto? ¿Por qué no me terminaste primero? —aprieta los dientes muy enfadado

—Leo, yo...—las lágrimas inundan mis ojos —debí decirte que...

—Sal de mi auto—interrumpe

—Leo

— ¡Sal ahora!—me asusta su tono de voz tan alto y furioso a lo que cierro los ojos un momento.

—Leo puedo explicarlo. Es que...—vuelvo a intentar tocarlo y él me responde con un manotazo.

—Una cosa es bailar y otra acostarte con otros. Por favor sal de mi auto.

Abro la puerta furiosa y salgo azotando la puerta detrás de mí. Escucho que acelera y desaparece de mi vista. Me limpio los ojos con furia. Las malditas hijas de puta lograron lo que querían. Sabían que Leo era mi única debilidad.

— ¡Las odio!—grito al viento apretando los puños.

¡Dos años de relación a la basura!

— ¿Estás bien?—giro a ver al hombre de ojos azules, ahora que lo veo de pie y sin tantas luces observo que esta vestido de traje y le queda perfecto. Remarca su corpulento y elegante cuerpo. Sus ojos son profundos, seductores y más claros de lo que se veía, esta recargado en un carro y cruza los pies. Es apuesto, y su voz es hipnotizante 

—Si—digo sin pensar. Se cruza de brazos y alza el mentón. 

— ¿Ese hombre te hizo algo?— ¿aparte de romper mi corazón y hacer que se me corriera el maquillaje?

—No—me limpio los ojos tratando que no se me vea tan horrible —Tengo que trabajar.

Doy dos pasos para entrar de nuevo sin embargo me detiene tomándome del brazo.

— ¿Te rompió el corazón? ¿No quieres vengarte?— lo miro extrañada. Hombre atractivo pero extraño. Aun así Leo era todo para mí. Estuvimos juntos tanto tiempo que siento como si tuviera un vacío dentro del pecho.

No puedo evitar romper en llanto. Lloro cubriéndome la cara para que no se escuche. No quiero que salgan preguntándome que pasa. No quiero dar explicaciones. No quiero. Esas malditas víboras rompieron lo único importante para mí.

Bajo la cabeza ahogando mis sollozos.

No es justo que después de tanto tiempo me bote así como así ¿¡Por qué no le dije antes!? ¡Maldita decidía!

—Se cómo puedes hacerlo pagar—murmura en mi oído

— ¿Cómo?—digo entre sollozos. Pone un papelito en mi mano. Lo veo confusa.

—Hazlo—señala en papel con la cabeza y sale de mi campo visual.

☆☆☆

Cumplí todo como dijo y aún me encuentro insegura. No soy de las chicas que espera afuera sin hacer nada, yo quería ver el resultado con mis propios ojos. Lo seguí hasta que entro a su casa. Se queja de algo. Me quedo metros atrás viendo por la ventana.

—Lo veras mejor por aquí—la voz del hombre me hace pegar un brinco. Me da unos binoculares.

Yo no soy así ¿por qué estoy haciendo esto?

Me los acerca más y no tengo otra más que tomarlos. Indecisa. ¿Esto será muy malo? Veo a través de ellos directo a su ventana. Ha abierto las cortinas. Suelta las bolsas de papel sobre la mesa y enciende la estufa. Se ve tan...bien. No parece afligido ni nada por el estilo. Mientras yo me debato entre seguir o rendirme. La soledad me estaba matando. Sin padres y ahora sin novio. Me siento más sola que nada.

—Ahí viene lo mejor—murmura

— ¿Qué?

Leo se resbala con algo en el piso y cuando trata de agarrarse de la mesa, una charola de agua hirviendo cae sobre él.

Jadeo sorprendida y la respiración de me detiene. Me quedo sin palabras.

—Eso solo estropeara su rostro. El estará bien—ríe burlón

¿¡Y yo lo hice!? ¡Soy...de lo peor!

Salgo corriendo pero me estampa contra la pared.

—Lo hecho, hecho esta—acerca su cara a la mía y aparto la vista.

— ¿Yo...lo...lo hice?—una gran sonrisa se forma en sus labios y un escalofrió me recorre completa.

—Pero ¿valió la pena, no? Se arrepentirá de haberte dejado...

—Yo...tu... ¿cómo lo hiciste?—sus ojos se hacen más oscuros.

—Ahora demuéstrale a esas hijas de puta que no te afectó—toca mi frente con dos dedos y todo se hace borroso.

Despierto en mi cama, sudando y jadeando. Me siento y trato de calmar mi respiración. Lo sentí tan real...

El reloj suena como siempre y salto asustada. No fue real, claro que no. Salgo de la cama y corro a ducharme y arreglarme para ir al estudio.

☆☆☆

— ¿Listos todos?— pregunta el director.

Me miró al espejo por última vez antes de salir frente a la cámara.

JEAN

De pie en una esquina del estudio observo cada movimiento que da, cada parpadeo, a quien mira y de qué manera. La estoy estudiando. Grabo cada parte de su cuerpo...ahora con ropa pero dentro de unos minutos...sin ella.

Lo gozaría. Oh sí.

—De acuerdo, todos a sus puestos— habla el director

Todos se ponen en sus puestos. Conozco su nombre, la asistente la llamó Tayna... 

Se pone detrás de la puerta de utilería. El escenario es un departamento en el centro de un gran jardín. Los actores entran a la escena mientras el equipo de producción rodea el departamento cuidando que el director no se vea y todo salga a la perfección. Ella se "atoraría" y su vecino la ayudaría.

— ¡Acción!

Tayna va con un traje sastre de oficina por el pequeño pasillo directo a la puerta. Busca entre su bolsa las llaves y al darse cuenta que no las trae toca el timbre. El hombre dentro ve porno en la sala y se masturba. Escucha el timbre pero murmura que no abriría hasta terminar así que lo ignora. Tayna insiste tocando el timbre pero nadie abre entonces va a la parte detrás de la casa. La cocina.

Entra por el portón de madera y camina por el jardín hasta la cocina. La puerta está cerrada sin embargo el gran ventanal de al lado esta entreabierto. Lo abre completamente y mete medio cuerpo, discretamente atora su blusa de la cintura en el riel de la ventana. Al tratar de zafarse, los tres primero botones de arriba salen volando dejándola descubierta.

— ¿¡Hay alguien en casa!?—grita Tayna. El hombre dentro mira un segundo hacia la cocina pero niega y sigue en lo suyo.

— ¡Vecina!— escucha detrás

— ¡Hola Marcel!

— ¿Que hace ahí?— pregunta el hombre entrando por el portón de madera y avanza hasta ella.

La mira desde atrás. Esa falda negra y ajustada le hace ver un culo perfecto. Así, inclinada, con medio cuerpo dentro... y ese escote.

Uff. Estoy que ardo. Ya la quiero. No puedo esperar más. Mis ojos se vuelven rojizos y una erección crece en mis pantalones. Menos mal nadie me ve. Permanezco invisible a los ojos humanos. 

— ¿Le ayudo vecina?— le pregunta sin dejar de observarla.

—Si por... ¿¡qué haces!?

No puede resistir y acaricia su culo. Interrumpiéndola.

—Lo siento— y levanta su falda lentamente.

Me paro al lado del director para verlo todo más cerca. La boca se me hace agua, quiero estar allí, en el lugar de ese desgraciado. 

— ¿¡Qué haces!? —Tayna se revuelve y entonces su blusa termina de abrirse.

—Oh— gime el hombre detrás de ella cuando termina de alzar la falda hasta la cintura.

— ¡Marcel!—el hombre continúa bajando sus bragas, las huele y guarda en el bolsillo delantero de su pantalón. Se arrodilla y lame la jugosa feminidad frente a él. 

Mi cuerpo tiembla de excitación, mil sensaciones me recorren de pies a cabeza. Quiero saborearla yo también. 

— ¡Basta...mmm!

Marcel mueve la lengua con desenfreno, lamiendo y penetrando. La garra de la cadera  y la obliga a estar quieta.

Puedo ver como disfruta. Sus ojos brillan y sus mejillas se iluminan. 

— ¿Qué pasa ahí? —entra en escena el hombre dentro del departamento. Los mira con la boca abierta y pronto sus ojos se llenan de lujuria. Sonrío lamiéndome los labios, un trío, de lo mejor. 

Aprieto los puños. Deseoso. Quiero ser yo en lugar de aquellos hombres. Tan solo de ver a Tayna con los ojos cerrados, sonrojada, con el cabello rubio revuelto, esa boquita pintada de rojo entreabierta y gimiendo hace que me acomode la entrepierna. 

Todos los hombres alrededor miran sin parpadear la escena.

— ¡Pero Marcel! ¿¡Qué haces!? ¡Es mi mujer!— reclama el hombre desde adentro

—Habíamos hablado de esto ¿te acuerdas? —le recuerda Marcel levantándose y abriéndose la bragueta.

—Si pero...—ve como Tayna estaba atorada.

Marcel sonríe cuando el otro se acerca y se abre la bragueta. Ambos liberan sus miembros. Marcel entra en ella y Tayna niega.

— ¡Marcel basta! ¡Déjame! ¡Déjenme! —pide Tayna pero ambos sonríen cómplices.

¡Joder! como que hace calor ¿no?

Marcel se empieza a mover y el otro hombre mete su polla dentro de la boca de Tayna. Se mueven y luego de un rato el hombre dentro quita el seguro de la puerta y sale para cambiarle el lugar a Marcel. Solo se escuchan las quejas, lloriqueos y de pronto los gemidos de Tayna. Los cuerpos chocando y los fluidos se ven brillantes. Minutos después los hombres terminan sobre su espalda y nalgas. Le palmean el culo y se guardan las pollas.

— ¿Quieres unas cervezas?— pregunta el hombre que estaba adentro.

— ¡Claro que no! ¡Ayúdenme a salir de aquí! —exige Tayna

—Vale— arrancan la blusa y ella se levanta rápidamente para taparse.

Ambos hombres comparten unas miradas juguetonas.

— ¿¡Qué ven!? —grita Tayna sonrojada. Toma su bolsa y lo que queda de blusa. Entra apresurada al departamento.

Los hombres la siguen con la mirada

— ¡Y corte!— grita el director con voz ronca.

Entrecierro los ojos al detectar cierta excitación en su voz y sonrío burlón. Cambio mis ojos al color normal. Vienen hacia nosotros. 

— ¿Qué te pareció?—le pregunta uno de los hombres al director. Tayna se acerca con una mano cubriéndose los pezones.

—Estuvieron genial. —comenta el director. Y dirige su vista a Tayna —Me han dejado duro

Tayna responde con un guiño.

—Bueno vamos a ordenar todo y ¡Mark necesito esa grabación antes de las seis!— gira a gritarle al de la cámara

— ¡Sí!— responde el hombre

El director se va y el equipo poco a poco limpia y recoge la escena.

La observo limpiarse todo el cuerpo y enrollarse en una toalla. Aprieto los labios salivando. Quiero follarmela, quiero ver esa boquita pedir más.

A lo lejos se escuchan risas y ella gira a ver unas muy delgadas mujeres con el ceño fruncido que luego pasa a ser de furia, camina hacia ellas.

La recorro con la mirada sin perderme ningún detalle. La escucho gritarles, yo me quedo absorto contemplándola. De pronto las jala del cabello y las tumba al suelo. Alzo las cejas impresionado. Definitivamente la quiero para mí. Rubia, estrella porno y peligrosa. Mi combinación preferida.

Les pega una patada a cada una y vuelve acá a recoger sus cosas con tranquilidad y la veo dirigirse a las duchas. La sigo hipnotizado. Cuando llega se desnuda y entra a la ducha. Sigo el camino del agua y la contemplo enjabonarse. Ducharse nunca me había parecido tan erótico. El agua la empapa y moja esa deliciosa boquita. Hmm.

Pronto termina y sale a colocarse ropa.

Camino a su lado cuando va a un casillero pero el vapor de la ducha me alcanza y se detiene con el corazón latiendo acelerado.

¿Me habrá visto?

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