Capítulo 16. Qué seas mía [maratón 2/3]
— ¿Avión privado o comercial? —pregunta desde la cama mientras me maquillo frente al espejo del tocador.
— ¿Tienes avión privado? —lo observo curiosa
—Si—se alza de hombros restándole importancia.
—Entonces avión privado—termino de maquillarme
—Hecho
☆☆☆
Solo pasan unos minutos desde que partimos y lo observo dormir plácidamente en el acolchonado asiento. Estira el cuello y se acomoda.
— ¿Cansado?
— ¿Satisfecha? —sonríe perverso y mis mejillas se sonrojan. Ayer me comporte como una necesitada. La pasamos todo el día follando, apenas salimos a comer al restaurante del hotel y nos volvimos a encerrar. Hasta la noche que llamó Loreta para saber mis planes. Me comporte como zorra. Y lo peor es que me gustó. Más bien, él me hizo comportarme así. Sus sucias palabras vuelven a mi mente y creo que quiero más.
Hay madre mía, que alguien me quite a estos demonios de enfrente qué me los como toditos.
Me amarró, me azotó, me hizo morder las sabanas, me dejo agotada y adolorida de todas partes.
Mejor me pongo a ver por la ventana el paisaje. Pasan horas y no dejo de admirar el exterior. Hasta que escucho que carraspea y se revuelve. Lo veo abrir los ojos y mirarme.
— ¿Que ves? —se asoma
—las nubes... el... cielo—me quedo pensando.
— ¿Existen los ángeles? —asiente despacio — ¿Cómo son?
—Fastidiosos—frunce el ceño. Parece que no le caen. ¡Claro! Son polos opuestos ¿no? —Aunque nosotros tenemos una parte de esos miserables—afirma con desprecio
— ¿Quienes?
—Pues nosotros, Asmodeus, Jake, Killdrem y yo, los príncipes, ya sabes—me quedo en blanco.
— ¿¡Que!?—me mira
— ¿No sabias? —niego—pensé que Asmodeus te había dicho—vuelve a ver afuera
Me quedo muda. No sé qué decir. Todo ronda en mi cabeza. ¿Mitad ángeles? ¿Príncipes?
—Nuestra mamá es ángel, la mano derecha de Dios y papá es Lucifer ¿Eso te dice algo? —trago saliva. Creo que perdí el color. —Somos los primeros descendientes de Lucifer así que, somos los príncipes. —me observa. Mi cuerpo se tensa.
—Pero, si, parecen normales
—Pues no lo somos...
— ¿Los que estaban en la reunión en la mansión?
—Si— ¡no parecían! Bueno, parecían de la realeza, pero no pensé que fuera para tanto. Ahora entiendo muchas cosas. — ¿Mucha información? —creo que descubre mi reacción.
—Si—me trato de tranquilizar. Me echo aire con la mano. Necesito salir de aquí o me va a dar un ataque de nervios. —Voy al baño—me levanto de prisa y camino de prisa hasta encerrarme en él.
Me hecho agua en la cara mientras proceso la información. De acuerdo, son de la realeza, no simples demonios.
Me cubro la boca y dejo salir un gritito. Esto es mucho. Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo. Suspiro relajándome.
Juraron no hacerme daño ¿No? Ahora no sé cómo comportarme con ellos.
Abro la puerta una vez que me tranquilizo y me llevo una gran sorpresa que me deja paralizada.
La sobrecargo esta arrodillada frente a él con la cabeza de lado y él está metido en su cuello. Ella clava los ojos en mí, sin expresión. El corazón me martillea de prisa en el pecho. Él voltea y veo su boca manchada de sangre. Solo un extraño sonido sale de entre mis labios y pierdo la conciencia.
☆☆☆
— ¡Me está doliendo! Por favor para—me levanto del asiento y escucho ruidos detrás de la cortina oscura que da hacia el piloto.
—Cállate—gruñe Alexander. Y se escucha un azote. Me acomodo en el asiento subiendo las piernas hasta que pegan en mi pecho y me tapo la boca, sorprendida.
Donde me metí...
No tarda mucho en abrirse la cortina y aparecer él sin playera, cerrándose el pantalón. Me observa desde su posición. Nos quedamos quietos, sin saber qué hacer ni que decir.
— ¿Qué? —se acerca a mí y estoy temblando más que una hoja. — ¿Tayna? —me toma de las piernas y jala hasta hacerme poner de pie. —Háblame—acaricia mis mejillas con los pulgares
—Tengo miedo—susurro inconscientemente.
—No deberías, y lo sabes— me mira con severidad.
—Alexander...
—Ya sé cómo hacer que olvides esto—sonríe pícaro. Me estruja contra su cuerpo y me besa.
—Alexander, no—me separo, sin embargo, me aprieta cada vez más fuerte contra su cuerpo.
— ¿Que te quejas? Ella solo recibió un poco de lo que tú anoche—vuelve a buscar mis labios y nos une de nuevo. Me estremezco.
Tardo unos segundos en reaccionar, pero lo hago. Me encantan sus besos y la forma en que me acaricia, la brutalidad con la que arranca la ropa. Me lanza al asiento lateral y sube en mí. Besa mi cuello y acaricia mis senos.
—Alexander—jadeo. Sube mi vestido hasta arriba de mis pechos, los cuales saca del sostén y lame.
— ¿Quieres que me detenga? —mete la mano entre mis piernas. Sus ojos me escanean con lascivia. Me la tramite y quiero devorarlo completo, recordando nuestro encuentro, su candente mirada mientras me lo hacía, su salvajismo para embestirme y esas sucias palabras que susurraba en mi oído.
—No—y se detiene, sonriendo con malicia— ¡No pares! — ensancha la sonrisa. — ¡Alexander, joder!
— ¿Joder? Oh, así que, si salen malas palabras de esa boquita, humm, me pregunto qué más podrá hacer—me toma de las mejillas con una mano y me besa antes de soltarme un manotazo.
— ¡Alexander, maldición! —respondo frustrada contradictoriamente a lo que siento. Mis sentimientos y emociones se revuelven en mi cuerpo. Se lanzan a una batalla campal que me deja sin armas para pelear contra el demonio encima de mí.
Se abre el pantalón y saca su miembro. Lo deposita cerca de mi feminidad y tiemblo ante la sensación. Se restriega haciéndome tensar. Suspiro.
— ¿Quieres? —su imponente figura con sonrisa lobuna me pone. Me envuelve en una maldita burbuja de placer que a la vez me hace temblar.
— ¡Si!
—Ruégame—una pequeña risa de nervios me invade. Pero me da el tiempo necesario para que la adrenalina trepe por mi sistema.
—Ruégame tú—y le abro las piernas de par en par, me hago a un lado las bragas y lo veo clavar los ojos ahí. Se lame los labios y estruja mis muslos.
Se acomoda para entrar, pero cierro las piernas y gruñe.
—No me provoques, no soy cuidadoso como Asmodeus—me abre las piernas a la fuerza y se clava tan profundo que mi cabeza choca contra la pared de la cabina. Resopla y jadea. Gimo de placer y dolor y ¡Hash! No sé qué me pasa, pero mi instinto primitivo salta fuera y clavo las uñas en su espalda para atraerlo hacia mí. Me besa suciamente mientras embiste sin delicadeza. Todo se vuelve un caos. Uno, que nos hace jadear y gemir como animales apareándose. Este hombre despierta mis bajos instintos y no puedo negarlo.
☆☆☆
— ¿Entonces? —pregunta vistiéndose
—Más te vale que no vuelvas a hacer eso delante de mí—me peino con los dedos, regresando a mi lugar. Bebo del jugo y me recargo en el asiento.
—Humm tú no me mandas así que más vale que te acostumbres—se sienta frente a mí y también bebe jugo. Veo la marca en su cuello y me recrimino por salvaje. Me pilla viéndolo y se lleva la mano a la mordida. La poca sangre que le saqué mancha su dedo y sonríe al verla. Se lo lleva a la boca y lo lame. — ¿Y el loco soy yo? Si eres más sádica de lo que pensé.
—Cállate—desvió la mirada riéndome.
—Ahora que te van las mordidas ¿me dejarías morderte? —lo observo asustada
— ¡No! —se ríe
—Señores, hemos llegado. El avión aterrizará en unos minutos. —habla el piloto por los altavoces
—Ponte el cinturón—me ordena Alexander señalándolo a mi lado.
— ¿Iremos con Jean? —pregunto mientras me ajusto el cinturón
— ¿Le enseñaras como te deje ahí abajo? —señala con la cabeza mi entre pierna con mirada divertida. Reímos.
— ¡Alexander, no seas cerdo! —rompe en carcajadas. Niego con la cabeza sonriendo por sus locuras.
☆☆☆
El sonido del celular interrumpe su concentración en el camino. Veo como frunce el ceño al ver la pantalla. Me hace señal de silencio, asiento.
— ¿Qué pasa? —alcanzo a oír unos murmullos. — ¿Que dices?... ¡Si la mercancía salió a media noche! —aprieta el volante hasta que sus nudillos se ponen blancos. —Veré que pasa— cuelga y acelera. Vuelve a guardar el celular. Tensa la mandíbula. Parece furioso.
— ¿Malas noticias?
—Ese cabrón me está jodiendo la existencia.
— ¿Quién?
—El que se cargaba putas, ahora me jode planes. —dice haciendo un mohín de desprecio. —Te dejo en la entrada. Paso en un rato—se detiene en la puerta del edificio de la mansión.
—De acuerdo—tomo mi bolsa y bajo del auto. Cierro la puerta, pero me asomo por la ventana al ver que no baja. —Mi equipaje
—Al rato—y acelera casi lanzándome atrás. Suspiro. No quiero hacerlo enojar más de lo que está.
Observo nerviosa el edificio. No sé qué reacción tendrá. ¿Se pondrá feliz? Me muero por verlo.
Entro despacio viendo muchas personas en el lobby, todos de traje y corbata, hablando por teléfono y charlando entre ellos. Parecen empresarios. Los empleados de un lado a otro con charolas de comida y llevando maletas. Camino hasta el elevador y pulso el botón. Espero impaciente dando golpecitos en el piso con el pie.
Una vez que se abre avanzo temblorosa hasta su oficina. Se escuchan pasos acercarse y me llevo una decepción cuando veo a la secretaria en vez de a él.
— ¿Si? —lleva una gasa en el ojo derecho y un pañuelo en el cuello, así como las azafatas, pero se alcanza a ver otra gasa en una porción del mismo.
— ¿Esta Jean? —ve que observo su cuello y se cubre con el cabello.
—Sala de juntas. Al final del pasillo, a mano izquierda—y cierra la puerta. Me quedo absorta pensando en qué le pasaría. Suspiro alzándome de hombros y voy a la dirección que me dijo.
Hay personas en el ancho corredor, igual a las del lobby. Veo una mesita justo enfrente del amplio espacio con puertas de vidrio donde observo mucha más gente reunida. Seguramente esté ahí. Así que me siento en una de las sillas de la mesita a esperar.
Saco mi celular para ver mis redes sociales en lo que se desocupa.
Minutos más tarde, las personas comienzan a salir, guardo el celular, y entonces lo veo. Esta majestuoso en el asiento principal con un impecable traje negro y corbata oscura. Me mira y siento que se me sale el corazón. Me siento en las nubes. Quiero lanzarme a sus brazos, pero mis músculos se han quedado rígidos. Le sonrió y él se mantiene neutral. Y luego...Una rubia de largo cabello con porte de reina se detiene detrás de él y clava sus fieros ojos azules en mí antes de sonreír orgullosa y bajar sus brazos por los hombros de un sereno Jean. Se borra mi sonrisa al instante. Mi corazón se encoge de dolor y se rompe en mil pedazos. Le susurra algo en el oído y él me sonríe arrogante.
No puedo más. Salgo corriendo, chocando con algunos hombres que estuvieron adentro con él. Llego al elevador y está lleno de ellos. Así que busco la puerta de las escaleras, con los ojos cubiertos de lágrimas que amenazan con salir.
Voy hasta ellas y comienzo a bajar de prisa. Cuando su voz me llama:
—¿No debías estar en Hollywood? — me detengo y giro a verlo. Está a tres escalones arriba de mí, recargado en la pared con los brazos cruzados y un pie sobre el tobillo del otro.
— ¿No deberías estar con tu nueva novia? —lo reto
—Humm—se alza de hombros —Quiere que te invite a nuestra faena.
Eso termina de romper mi corazón y las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
— ¿Humm? ¿Qué dices? —comienza a bajar los pocos escalones que nos separan.
— ¡No! —me ignora y sigue bajando. No puedo moverme, me he quedado inmóvil — ¡Dije que no! ¡Basta! ¡Aléjate! —se detiene un escalón arriba y me observa en silencio. Lo único que se escucha es mi respiración agitada y mis intentos para que no se escuche el llanto que quiero soltar.
—Yo puedo hacer lo que se me pegue la gana—y de pronto lo tengo acorralándome entra la pared y su cuerpo, apresa mi cuello — ¿Me oíste? —dije en mi oído apretando los dientes.
Entonces no soporto más y rompo en llanto. Estrella su puño contra la pared al lado de mi cabeza. Gruñe con furia y pega su frente a la mía, respirando como toro apunto de embestir a quien se cruce en su camino.
No soporto su mirada, cubro mi cara con las manos y dejo salir todo aquello que me aflige. Mi cuerpo está a punto del colapso y ya no puedo, no puedo más, no puedo con esto, es mucho.
Mi cuerpo logra reaccionar y sigo bajando las escaleras. Lo escucho gritarme:
— ¿A dónde mierda vas? ¡Tayna! —lo ignoro. Llego al lobby y bajo la cabeza para ocultar mi rostro lleno de lágrimas y seguramente el maquillaje corrido. Salgo en busca de un taxi importándome poco si me pasa algo, si me encuentro un loco o un demonio que me quiera matar.
No veo ninguno así que camino, limpiándome las lágrimas y tratando de arreglar el maquillaje.
— ¡Tayna! —un auto se detiene a mi lado, asustándome, hasta que veo al conductor.
—Hola Lui
— ¡Sube! —me pide con una sonrisa amable que me tranquiliza.
Subo al auto y su sonrisa se esfuma al observarme.
— ¿Estas bien? —pregunta preocupado
—Si—pone en marcha el auto
— ¿Otra vez un hombre? —dice negando con coraje. Rechinando los dientes.
☆☆☆
JEAN
— ¡Asmodeus! —suelto a Bianya en el sillón y corro a asomarme por el pasillo.
Ira y Venganza vienen casi cargando a Alexander quien sujeta con fuerza su abdomen. Sangre corre entre sus dedos manchando el piso con gotitas.
—La...—comienza a decir Alexander. —marcha se ha puesto brusca—su voz suena baja, pero con deje furioso.
—Métanlo—les ordeno abriendo la puerta. Bianya salta del sillón —Trae bolsas— asiente rápido y sale de la habitación en silencio.
Lo tumban en mi cama y enseguida mancha las cobijas de sangre. Le subo la playera y se queja.
—Estoy bien—me da un manotazo. Me frustra que se haga el fuerte. —Mejor...
— ¡Mejor nada! ¿¡Que mierda te ha pasado!?—su furia me traspasa. Tengo que apretar la mandíbula para no desquitarme con medio mundo.
—Uy, el principito se enojó—trata de reírse, pero se queja al instante.
—Déjame verte la herí...
—Ya te dije que estoy bien—dice en un tono más serio y los demonios del Sentir retroceden un poco.
— ¡No seas necio! —vuelvo a tratar de subirle la playera y me pega otro manotazo
— ¡Mejor ve por la rubia que va por ella! —me quedo quieto, observándolo en silencio, esperando que diga que es otra de sus bromitas, sin embargo, se mantiene neutral y la adrenalina me empieza a recorrer y la sangre a hervir.
¡Ese maldito imbécil va por ella! —me grita mi subconsciente
Mi cuerpo se siente pesado y mi mente entra en un dilema.
Déjala, lo que le pase no importa
— ¡Asmodeus, corre! —grita de nuevo y esta vez mi cuerpo sale del trance y no hago más que girar sobre mis talones y salir corriendo. Me olvido por completo del asunto y me apresuro lo más que pueden mis piernas.
Me desespero, no puedo correr más de lo que me permite este cuerpo humano. Me siento lento y el camino tan largo, siento que no llegaré o que lo haré tarde. Las personas que pasan a mi lado me miran como bicho raro.
Me frustro, entro en un centro comercial y camino de prisa a los probadores de la primera tienda. Me paro frente al espejo y abro el portal.
Aparezco en su casa y la veo muy cerca del tipo ese, del que atiende la barra en el club donde baila.
No me ven, pero puedo sentir su tristeza y decepción, la veo llorar mientras él aprovecha para acercarse más y abrazarla. Me enfurece, me llena de rabia verlos.
El, no es quien dijo Alexander que le haría daño, no huelo su maldad, más bien huelo su excitación al verla así, tan vulnerable.
La hice llorar maldita sea, debería sentirme culpable o arrepentido, pero no siento nada más que ganas de que quien llore sea el, quiero sus lágrimas salpicar la estancia, quiero bañarme en su sangre, quiero verlo desangrarse, si...
Me dejo ver, pero solo para ella. Quiero que me note, que note mi furia. Quiero verla llorar, pero no de tristeza, maldita sea, me pone en dilema esta mujer.
☆☆☆
TAYNA
Me sonríe, me tramite calma, su abrazo me hace tranquilizar, aunque sea un poco.
Me separo de él y pego un brinco cuando justo detrás de su cabeza veo a Jean con los ojos completamente oscurecidos. Siento que el corazón se me detiene, temo lo que pueda hacer. Siento que ya no lo conozco.
— ¿Enserio Tayna? ¿Él? —me debato entre verlo a él o ver a Lui quien me mira y luego voltea a ver hacia atrás, buscando la fuente que me distrae.
— ¿Estas bien? —pregunta cuidadoso.
Me he quedado sin palabras. Mis labios tiemblan. Tengo miedo.
De pronto Lui comienza a toser y sujetarse el cuello, su cara se torna roja y me hace seña que no me preocupe. Jean no le quita la mirada de encima. Siento que es él quien le causa eso.
—Voy...coff, al baño—su voz suena ahogada y distante. Asiento rápido y le señalo donde se encuentra el baño.
Va de prisa mientras me quedo en el sillón viendo de nuevo a un espeluznante Jean. Mis sentidos están alterados, siento que se me saldrá el corazón.
— ¿¡Como entraste!? ¡Ayúdalo! —señalo hacia la puerta donde entró Lui
—Sí, lo haré— se acomoda recargándose en el posa brazos y subiendo los pies al sillón —Pero...—me señala —Con una condición—sonríe malicioso.
Tiene un aura oscura, parece malicioso y enojado y eso me asusta aún más. Este no es Jean ¿O sí? Por favor, no.
—¿Cual?
—Vendrás conmigo—se señala y su sonrisa se agranda de oreja a oreja mostrando una hilera de dientes filosos. Mi respiración se detiene un momento, mi cuerpo se tensa, el miedo recorre mi sistema a pesar de que me han dicho que no tema, no puedo evitarlo, quiero salir corriendo. Pero debo ser fuerte, ningún demonio va a venir a debilitarme...aún más.
—¿A dónde? —pregunto temblorosa tratando de ocultar mi miedo
—Te quiero proponer otro trato...
—Estoy bien con el que tengo
—Es uno mejor, te va a encantar—se pasa la lengua por los labios
—¿Cual?
—Que seas mía—se queda serio mientras a mí me daun ataque de nervios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro