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Capítulo 15. Vamos a casa [maratón 1/3]

Aparezco en primera toma caminado de espaldas con el pequeño vestido negro dentro de una cocina.

Se supone que soy la esposa del hombre lee el periódico en la sala. Preparo la comida y lo llamo para que se siente en el comedor pero parece demasiado ocupado y solo dice que la deje en la mesa. Suspiro fastidiada.

Voy con él, a espaldas del sillón y apoyo las manos en el respaldo para observar por encima de su hombro lo que ve. Noticias aburridas. Frunzo el ceño. Me inclino y acaricio su torso, sé que la audiencia ve mi trasero y luego el camarógrafo enfoca el escote de mi vestido.

—Vamos a comer—murmuro en su oído.

—Ahorita voy

Aburrida vuelvo a la cocina y comienzo a lavar los trastes cuando por la ventana veo al sexy vecino salir de su auto. Me saluda y le regreso el gesto. Me hace una seña que solo yo entiendo y asiento con la cabeza muy despacio. Gira sobre sus talones y entra a su casa.

La tarde pasa y al entrar la noche mi supuesto marido sale a trabajar. No tarda mucho cuando siento unas manos recorrer mi cuerpo. Sonrió. Sé que es el. Me doy vuelta y le doy completo acceso a mi cuerpo.

—Ya se fue...—susurra besando mi cuello

—Ya

Sube mi vestido de pijama y recorre mis bragas, entra en mí. Gime con sonrisa enferma mientras su cuerpo brilla de sudor. Lo que causa haber trepado hasta el balcón y entrar a mi recamara. Se sostiene de la cabecera de la cama y acelera las embestidas. Me sujeto de su espalda. Mis pechos saltan en cada arremetida. Echo la cabeza atrás mientras el placer recorre mi sistema. Gimo dejándome llevar. Se da prisa porque sabe que el vídeo no debe de durar tanto o pasara a ser videoclip y no estará en "los principales" al abrir la página web.

El tiempo pasa. Llevo las manos a la cabecera y el recorre mis pezones. Su agitada respiración pasa por mi oído y me eriza la piel.

Sale de mí y me hace dar vuelta. Me da una palmada y vuelve a entrar. Me toma de las caderas y mete la mano entre mis piernas para acariciarme, me hace llegar al orgasmo y se corre.

Las cámaras fijas frente a nosotros se apagan y se escucha un "¡Corte!"

Sale de mí y me sonríe. Me ayuda a levantar. Enseguida entra Loreta con toallas y batas. Nos limpiamos y cubro mi cuerpo con la bata antes de salir directo a mi camerino.

¡Gran follada! me repito mentalmente.

Ese hombre está buenísimo, es muy sexy y juró que era la primera vez que fornicaba frente a cámaras, así que el jefe le pidió eligiera a una mujer para el casting y el me eligió a mí. Me había mojado las bragas al verlo.

☆☆☆

JEAN

Baila frente a mí. Llama mi atención. Doy el último sorbo a la botella y observo sus movimientos con lujuria.

Lo que le haría...

Se inclina hacia delante dejándome ver sus grandes senos, sus pezones se marcan. Me dan ganas de lamerlos y morderlos. Sus grandes ojos verdes me incitan a seguirle el juego pero yo estoy muy cómodo sentado en mi trono vigilando sus pasos...

—Ven a mi...—susurra haciéndome seña con el dedo.

Niego despacio y sigo bebiendo de la botella. Me recorre con la mirada cargada de arrogancia y se pasa la lengua por los labios.

—Deja tu corona y sígueme—juega con el liguero que viste su delgado y curveado cuerpo. Esculpido especialmente para hacer pecar a los hombres, para reclutar almas lujuriosas que se guían más por sus instintos que por la razón.

— ¿Yo que gano?—la miro serio. Se muerde el labio y guía una mano a su sostén para sacar uno de sus senos. Mi aliento se detiene. Quiero hacerlo. Quiero desgarrarla y hacerla gritar.

Mi cuerpo tiembla de excitación. Cruza las piernas y se vuelve a inclinar mientras saca su otro seno. Su figura me hace delirar.

—Abrahel...

— ¿Si, amo?—finge inocencia. — ¿Quieres que me vista de colegiala y me haga rubia?—muerde su dedo índice. Sus mejillas se sonrojan.

Me aprieta el pantalón de la entrepierna.

— ¿Tengo que rogarte, amo?—se arrodilla y luego pone las manos sobre el suelo. Gatea despacio hacia mí, viéndome directamente a los ojos. Llega a mis pies y se pone a horcadas
—Follame—lame el lóbulo de mi oído.

No puedo...

Mis instintos vuelven a pelearse. El dilema crece de nuevo en mi mente.

¿Ser bueno o ser malo? ¿Duro o suave? ¿Salvaje o lento? ¿Follar o hacer el amor?

—Deja de torturarte. Solo sé tú. —aprieto los puños. Quiero golpearla hasta hacerla sangrar pero también quiero verla derretirse de placer.

¿Que sea yo?

Ya no sé cómo soy. He pasado tanto tiempo fingiendo que ya no me conozco.

Fui suave con Sara y me dejó. Siendo salvaje consigo muchas más mujeres...

Lo siento...ya no puedo fingir ser alguien que no soy.

☆☆☆

Ella grita. Disfruto eso, tanto, que me hace gemir de placer al verla así.

Sigo recorriendo su cuerpo con el cuchillo. Me mira con lágrimas escurriendo y temor plasmado en sus ojos. Está amarrada de pies a cabeza al techo, sangre en algunos puntos de su cuerpo, moretones y cortes en todo el rostro.

Pero aun así esta preciosa

Esa piel
Esos ojos
Esos labios
Ese cuerpo

Igual a ella...

Suspiro y me lamo los labios.

¿Es lo que querías? ¿No?

Bienvenida...al mundo del verdadero Asmodeus...

☆☆☆

Observo su caminar hacia mí. Sus curvas son grandiosas y ese delgado cuello me llama la atención.

—Las salas están listas. —tomo un cigarrillo de mi cajetilla en el pantalón y lo pongo en mis labios para encenderlo. Boto el encendedor en la mesa y salta asustada.

Sonrió malicioso

— ¿Ahora me tienes miedo Bianya?—tomo una calada al cigarrillo y lo retiro entre mis dedos. Observa como entreabro la boca y le dejó ver mis colmillos. Paso la lengua entre ellos. Quiero morderla, quiero arrancarle la ropa y desgarrarle la carne. No me importa si no sobrevive.

—Recuerda...recuerda que ya soy humana— tartamudea nerviosa apretando los documentos a su pecho

— ¿Y?

—Por favor...—su cuerpo tiembla. Me excita verla así.

Aparto la silla del escritorio y me levanto. Camino hasta ella y retrocede hasta topar con la puerta.

—Jean, lo prometiste. Prometiste no volver a convertirte en...

—Si pero ya no hay necesidad de fingir que me importa. —pego mi cuerpo a ella, poniendo las palmas en la puerta. Le sonrió de oreja a oreja y se altera cuando mis ojos se vuelven negros y mis dientes cambian a filosos y largos. —Fuiste mi juguete favorito...

—Jean no...—escucho su corazón latir de prisa. Su frente se perla de sudor. Da vuelta y busca desesperadamente la perilla de la puerta.

—Jean si— le doy un mordisco, cubro su boca para evitar que escuchen sus gritos. Siento sus lágrimas chocar contra mi mano.

☆☆☆

La veo, frente al hotel donde se hospeda, debajo de su ventana, con Abrahel detrás de mí, cuidándome las espaldas. Se engaña fingiendo que no le importo, pero aun llama a mi número y yo, simplemente le desvió la llamada. La veo hablar con sus compañeros. Ese Neal me tiene harto, quiero arrojarlo a cerbero.

Invisibles a ojos humanos atravesamos la calle y trepamos hasta su balcón. Solo espero que oscurezca para volver a entrar...

Neal le deja una rosa en la cama y sale de la habitación pero me encargo de hacerla marchitar. Ella se asusta cuando sale del cuarto de baño y la ve. La tira a la basura y se limpia el sudor, se que causo calor. Si pusiera atención al olor, soy azufre hirviendo.

Se recuesta en la cama y vuelve a llamarme.

—Tayna—susurro. Sabiendo que no puede oírme.

Deja el celular y se cubre con las sabanas. Cierra los ojos y pronto su respiración se aligera. Entonces entro. Atravieso la ventana y salto a su cama. Abrahel nos observa recargada en el tocador con la sonrisa perversa y mirada brillante. Le excita mis encuentros.

Tayna abre los ojos y me dejo ver poco a poco. Le hablo despacio y pausado para hacerla caer en trance. Arrastro las cobijas a un lado y desvisto su cuerpo. Abro sus piernas y me deleito viendo su húmeda y sonrosada entrepierna, entro en ella despacio y gime mi nombre.

— ¿Me extrañaste, Tayna?

—Mucho mi amor. —echa la cabeza atrás y se me apetece su delicado cuello.

Solo una vez, solo una vez probé de ella mientras follabamos y cayó inconsciente, seguramente no lo recuerda porque dormía al igual que ahora pero me dejó extasiado.

Acelero las embestidas y estruja las cobijas a sus lados. Quiero morderla pero su perfecta piel no puede ser maltratada o su brillo dejaría de existir. Debe permanecer hermosa aunque mis instintos digan lo contrario, aunque mi naturaleza se ria.

—Entonces ¿por qué no regresas?

—Quiero ser famosa y restregárselo en la cara a mis enemigas...

— ¿Volverás por ellos pero no por mí?

Se agita, entreabre la boca y se corre. Pero no responde mi pregunta y eso me irrita demasiado. La respuesta pasa por mi cabeza.

La hago ponerse boca abajo y me hundo en ella, el palmeo y sujeto del cabello. Gime sorprendida. Me aferro de su cadera y la embisto con salvajismo. Lleva una mano atrás para tocarme pero la rechazo. Clavo las uñas en sus nalgas. La tomo del cuello y elevo su torso para pegarla a mí. Aprieto y me araña para que la suelte.

—Ya no te quiero ver—susurro en su oído. La suelto y la arrojo de nuevo contra la cama. Tose e inhala con fuerza.

—Jean—vuelve a intentar tocarme y la vuelvo a rechazar

La giro de nuevo. Me mira asustada. Acelero las embestidas, importándome poco si la lastimo. Puedo oler su miedo.  Las lágrimas inundan sus ojos.

— Ya no volveré. —me dejo caer sobre ella, inmovilizo sus manos arriba de su cabeza. —Olvídate de mí—gruño cerca de su rostro

—Jean—jadea. Sujeto su cuello y presiono. Escucho su corazón latir tan fuerte que Abrahel se mueve detrás de mí.

—La vas a matar

—No me importa. No puedo parar. —su rostro se pone rojo y sus ojos me suplican. La ira me ciega, mi cuerpo pierde el control.

— ¡La estas matando!—me trata de jalar hacia atrás mientras Tayna patalea y su cara se va tornando morada. Clava sus uñas en mi mano. 

Pero sigo sin poder dejar de observarla al borde de la muerte. Se ve tan...perfecta, tan hermosa, como una flor, como la flor que marchité hace poco...es tan bella. Guardaré ese recuerdo Tayna, lo juro, te quedarás en mi mente por siempre. No te olvidaré nunca.

— ¡Jean!—unas grandes manos me toman de los hombros y me arrojan hacia atrás. Caigo al piso desorientado.

Alexander respira agitado mirándome con furia. Detrás de el una silueta femenina me mira con compasión y lo odio.

—Llévenselo—les ordena a los demonios detrás de él y veo como se acerca a Tayna quien inhala con urgencia, con los ojos abiertos de par en par y perlada de sudor.

¡La iba a matar! ¡Maldita sea!

Me sujetan de los brazos y me ayudan a levantar. Abrahel abre un portal y saltamos en él.

☆☆☆

TAYNA

Me observo en el espejo mientras cubro el enorme moretón en mi cuello. Anoche tuve una horrenda pesadilla y desperté llorando. El maquillaje cubre mi cuello pero los ojos hinchados no.

Tengo un mal presentimiento y me punza la cabeza. Pienso en Jean a cada rato, porque fue él el protagonista de mi mal sueño. Un escalofrió me recorre y luego recuerdo sus dolorosas palabras que acuchillan mi corazón.

Busco la ropa que me pondré hoy, limpio mis lágrimas. Solo fue un sueño, me repito. Así que suspiro tratando de calmarme.

Me alisto para ir al estudio. La limusina espera afuera y esta vez veo un grupito de hombres y mujeres tomándonos fotos y sonriéndonos con los ojos radiantes. Les saludo desde la poca distancia y ellas me regresan el saludo mientras los hombres me recorren con la mirada.

Entro en la limusina y emprendemos el pequeño viaje.

Una semana más y tendré descanso por dos semanas. Planeo que haré.

☆☆☆

El camarógrafo enfoca cuando se hunde entre mis nalgas. Mi cuerpo responde fácilmente a sus caricias. Qué bueno que me prepare previamente porque no espera ni un minuto y embiste rápidamente gimiendo.

— ¿Te gusta, perra?—me palmea. Un delicioso éxtasis me recorre cuando envuelve mis pechos y pellizca mis pezones. Gimo moviendo las caderas.

—Si—jadeo. Me sujeta del cabello y tira de mí hacia atrás. Busco su boca y me muerde con saña. Mi sistema se inquieta. Deseo más. —Más, más...—pido y gruñe. Aprieta mis caderas y acelera las embestidas —Así, así

—Ábrete más—llevo mis manos a mis nalgas y hago lo que ordena. —Eso es—jadea echando la cabeza atrás. — ¿Ya te vas a correr?—pregunta en mi oído

— ¡Si! si, si—mete la mano entre mis piernas y me acaricia con rapidez. Creo ver el maldito cielo y volar entre las nubes. No puedo aguantar más y termino, unas embestidas más y se corre dentro de mí.

— ¡Corte!—grita el director a escena. El camarógrafo sale. —Excelente—Loreta viene a entregarnos las toallas y batas.

—Excelente culo—Neal sale de mí y me palmea antes de bajar de la cama. Me rio y lo imito para tomar la toalla y limpiarme. Me cubro con la bata. Entran los demás actores.

—Ya solo la edición y sale a la pantalla. Muchachos, muchas felicidades. —todos aplaudimos. Nuestra segunda película.

☆☆☆

Llego a mi habitación y veo mi cama destendida, la ropa que me iba a poner está en el suelo. Pero la puerta sigue cerrada. El closet está abierto cuando recuerdo haberlo cerrado.

—Hola puta rubia—esa voz...

Giro y veo su corpulenta figura vestida de negro con lentes oscuros. Esta recargado sobre el tocador con los brazos cruzados.

—Alexander...—me sorprendo— ¿Cómo entraste?—sonríe de lado y la respuesta viene a mí.

—Ya sabes...—se quita los lentes y los deja sobre el tocador—...cosas de demonios

— ¿Qué haces aquí?—cierro la puerta y cierro el closet, acomodo las cobijas.

— ¿Que? ¿No puedo visitar a las estrellas?—una tonta sonrisa florece en mi rostro. Lo veo cuando se acerca a mí— ¿Qué te ha pasado en la boca?—se detiene cerca mirando mis labios fijamente

—Es de la grabación...—toca la herida y se lleva a la boca los pocos rastros de sangre. Lo lame y saborea viendo mi reacción. Sus ojos se van tornando negros y mi corazón salta asustado. Retrocedo y choco con los pies de la cama. Trago saliva. No debo mostrarle miedo, no me da miedo.

— ¿Te gusta provocar eh?

— ¿Te pones así por la sangre? —sonrio orgullosa.

—Tayna, iremos a comer ¿vienes?—habla Neal al otro lado de la puerta.

—Está ocupada, dice que no tiene hambre—le responde Alexander y le doy un golpe en el pecho.

—Si tengo hambre—se ríe

— ¡Ya me está comiendo a mí!—niego y voy a la puerta riéndome pero al abrirla ya solo veo a Neal doblando la esquina para ir directo al elevador.

—Ya se fue por tu culpa ¿Y ahora que voy a comer?—refunfuño cruzándome de brazos

—Ya lo dije, comerme a mí—alza y baja las cejas. Me rio más fuerte. Este hombre. Se lanza a la cama bocarriba y me observa desde ahí. — ¿Que hacemos ahora?—pone las manos detrás de la cabeza y sonríe perversamente

—Nada—voy hasta el otro lado de la cama y tomo un cojín para arrojárselo. Me imita tomando otro. Abro la boca sorprendida. Toma otro y también me lo arroja.

— ¡Ya!—tomo los dos cojines del suelo y se los aviento. Al momento de repelerlas cae de la cama y no puedo aguantar la carcajada. Lo escucho gruñir.

— ¡Te voy a matar puta rubia!

— ¡Atrévete, no te tengo miedo!—de un momento a otro lo tengo detrás de mí y me arroja sobre la cama. Tomo el último cojín que quedaba arriba de la cama y lo ataco con él. Quiere quitármelo y luchamos por él.

De repente, no sé cómo, pero estoy a horcadas sobre él con el vestido hasta la cintura enseñándole mis bragas de encaje y su mirada no tarda en cambiar y fijarla ahí.

Nos quedamos quietos, observándonos, con las respiraciones agitadas y un caos mental.

—Quiero tocarte—murmura desnudándome con la mirada. Me toma de la cintura y se mueve despacio haciéndome sentir lo duro que está. Acaricia mis muslos, me enciende cuando esta a punto de tocar mi feminidad.

—Hazlo—vuelve a clavar la mirada en mi buscando saber si estoy jugando. Pero es enserio, y se lo hago saber moviendo mis caderas en círculos.

—Tayna...

— ¿Si?

— ¿Estas segura?—asiento despacio. Voy por su boca y disfruto del beso. Peleamos con la lengua. Me arranca las bragas. —Quítate el vestido—lo hago y veo sus pupilas dilatarse. Entreabre la boca viéndome atentamente. —Puta rubia—damos la vuelta y se mete entre mis piernas. Abre su pantalón y lo baja hasta las rodillas junto con su bóxer. Veo su erección y se me antoja hacer muchas cosas, sucias. — ¿Quieres?—la toma y se acaricia. Lamo mis labios. Asiento. —Ven aquí—me toma del cabello y me obliga a levantar y poner las palmas en la cama. Mete su polla en mi boca hasta el fondo y una arcada sube por mi garganta. Que sea brusco no hace más que calentarme, más.

Cubro mis dientes con mis labios y succiono. Gime ronco y me empuja la cabeza. Chupo y jadeo, se escucha el ruido de la saliva. Me separo buscando aire.

—Ábrete de piernas—ordena. Me suelta y me empuja contra la cama. Separo las piernas y no tarda en presionar para entrar. —Oh, joder—gemimos al mismo tiempo. Lame mi cuello acariciándome la pierna. Ladeo la cabeza dándole más acceso. Succiona y muerde suavemente. Me aferro a su espalda. Embiste con firmeza, con brusquedad. Me incendian sus roncos gemidos y jadeos. Su hermano cruza por mi mente y lo ignoro. Con la otra mano amasa mis senos, pellizca mis pezones y baja a morderlos también. Sale de mí y recorre mi cuerpo con la lengua hasta llegar a mi feminidad, entierra la lengua ahí mientras me observa revolcarme de placer. Arqueo la espalda sintiendo su lengua entrar y salir. Me agarro con fuerza de las cobijas. Gimo fuerte al aire. Cierro los ojos sintiéndolo hacer maravillas allá abajo.

Después se quita la playera y lo siento entrar de nuevo, alza mis piernas para ponerlas en sus hombros. Mira mis senos subir y bajar. Jadea, suspira, me lanza al infinito y de regreso.

—Date vuelta—sale y lo obedezco. Restriega su erección entre mis nalgas hasta que la mete y puedo ver las estrellas. Me nalguea y jala del cabello. Arremete una y otra vez haciéndome volar. Palmea y palmea mi trasero. Gemimos sin control.

Unos minutos pasan así y sale

—Cabálgame—se tumba a un lado. Veo su torso subir y bajar agitado. Prácticamente corro a subirme. Lo guío hasta mí y me dejo caer de golpe. Clava las uñas en mis muslos y hace una pequeña "o" con los labios mientras frunce el entrecejo. Muevo las caderas, arriba y abajo, hacía en frente y hacia atrás. Vuelve a nalguearme. Me apoyo sobre su pecho. Me muevo en círculos y acaricia mis labios con una mano mientras que mete la otra entre mis piernas, me acaricia con rapidez.

—Sí, sí, si—cierro los ojos y echo la cabeza atrás. Palmea mis senos.

—Mírame—vuelve la mano a mi boca tomo su dedo ente mis labios, lo lamo y lo chupo. Suspira fuerte. Lo saca de mi boca y lo lleva atrás. Presiona en mí. Me tenso al no sentirlo en mi vagina sino...

— ¡Alexander!—arqueo la espalda y araño su torso. Me corro.

Mete y saca el dedo. Mi cuerpo se contrae varias veces. Aprieta mi muslo y me toma de la cadera para moverse el. Unas embestidas más y termina.

—Uff—caemos rendidos. Con las respiraciones agitadas — ¿Qué tal la comida?

—Creo...—decido jugar su juego—que le falto sazón—sonrió al verlo sentarse y mirarme enfadado

— ¿¡Que!?

— ¿Que de qué? Yo solo opino—me alzo de hombros.

Sonríe de lado y vuelve a acostarse.

—Creo...creo que te asustaría así que dejémoslo así—abro los ojos de par en par

—Es decir que ¿hay más?—pregunto incrédula. Se carcajea.

—Tal vez...—suspira perdiéndose unos minutos con la vista al techo. —bueno, ya me largo, solo vine a ver si estabas bien

— ¿Te mandó Jean?—se levanta y se pone la playera ignorando mi pregunta, se empieza a vestir. — ¿Alexander?—no responde y se ha puesto serio. Algo anda mal. — ¡Alexander!

—Me tengo que ir, la empresa me necesita—se apresura a vestirse y una idea cruza mi cabeza.

—Voy contigo—se detiene y me observa.

— ¿Que?

—Dije, voy contigo, vuelvo a casa...

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