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Capitulo 7. El comienzo de una nueva era.

—han pegado el grito en el cielo al saber que ha desaparecido uno de sus guardaespaldas— me cuenta después de beber de su café.

—ha de haber sido alguno importante— le sigo, quiero saber más de su reacción.

—Si, uno de los cercanos. —hace una mueca de dolor cuando se inclina hacia adelante para dejar su taza en la mesa.

—¿y pelearon o por qué estas así?—le pregunto con fingida preocupación.

—seguí a los que se lo llevaron pero una mujer disparó al carro y este se descontroló — se frota el brazo izquierdo mientras vuelve a arrugar la cara en una mueca de dolor.

Me quedo en blanco. El...venia en ese carro, un poco más y me quedo sin novio o más bien sin bolsa de sangre.

Dejo mi taza ya vacía en la mesa. No se que decir.

¿Me habrá reconocido?, No creo, ya estaría rindiendo cuentas a los hermanos.

—¿Había una mujer? —se me ocurre preguntar con gesto sorprendido.

—sí— empieza a comer los hot cakes con el tenedor— no entiendo nada, ¿Para que lo querrían?

—¿La viste bien? ¿La reconocerías por la calle?

Niega, frustrado.

—no había mucha luz, ya era tarde.

—¿y las demás también eran mujeres?— también empiezo a comer mis hot cakes, con tranquilidad para no levantar sospechas.

Se queda pensativo, viendo al horizonte, detrás de mi.

—no, los demás eran hombres.

—deberían denunciar

—si, ya están en eso.

Aja si. Como si les conviniera.

Terminamos de desayunar en completo silencio. Me tomo el jugo de naranja, más de a fuerza que de ganas. Lo que quiero es su sangre, pero debo esperar a llevarlo a casa.

Se levanta para ir al mostrador de la cafetería a pagar. Lo sigo a la salida. Se mueve con dificultad. Creo que no habrá sexo por ahora.

—¿Que harás esta noche?— pregunta una vez que ya estamos arriba de su carro.

—hmm, no lo se ¿Por qué?

Me pongo el cinturón y el hace lo mismo. Mete la llave para encenderlo con demasiada calma. Parece distraído, se tarda tiempo en hacer las cosas porque se queda pensando de la nada. Se la ha pasado pensando demasiado y eso no me esta gustando.

Suspira y me voltea a ver. Me observa minuciosamente la cara. Me pongo nerviosa al pensar que me puede reconocer.

—¿Quieres venir conmigo a una reunión?, Será a las afueras de la ciudad.

—claro, —le sonrío y esta vez él no me devuelve el gesto. Me estoy alterando. Sucedió lo mismo con Leo cuando descubrió mi faceta de actriz. Le acaricio la mejilla —¿Que pasa? Te noto extraño.

—no es nada. —alza la mano para restarle importancia. —paso por ti a las ocho.

—esta bien.

Me deja en casa de Jake. Al acercarme a la puerta escucho sus ronquidos. Esta dormido. Así que entro despacio pero aun así no termino de subir las escaleras cuando me habla.

—te deje comida en el refri y aun esta intacta, ¿Que comiste, Tayna?— me dice con voz adormilada pero fuerte. Se levanta del sillón para regañarme.

—salí a comprar comida, no quiero quitarte la tuya. Tengo un dinero alzado y de ese estoy agarrando. —avanzo hacia el

—¿Y de donde sacaste ese dinero? —se cruza de brazos y su entrecejo se frunce con enojo.

¿Como le digo que de mi casa?

—de...—vamos Tayna, piensa. —...un amigo me ha ayudado.

Genial, ahora pensará que soy una mantenida.

—¿Giorgio?— alza una ceja.

—Si— ¿Ahora como le digo a Gio que si le pregunta Jake...?, Pero no creo que le pregunte. Seria incómodo.

—Ya confiesa

—es la verdad, Jake

Se queda mirándome fijamente por unos segundos. Suspira y regresa a acostarse al sillón.

Subo las escaleras y me meto a mi habitación.

Hoy también habrá una reunión y esta vez he sido invitada. Tienes vía libre para entrar al complejo.

Tecleo y una vez enviado lo borro rápidamente.

¿A que hora?

Contesta unos segundos después. Me siento sobre la cama.

Pasarán por mi a las ocho, dijo Giorgio que será a las afueras de la ciudad.

Perfecto. Prepararé todo.

Solo ten cuidado y si te pillan, no nos conocemos eh.

Descuida.

Ok.

Termino de borrar los mensajes y dejo el celular en la mesita al lado de la cama. Me amarro el cabello. Estamos cerca de la meta. Pronto, muy pronto.

...

—te ves preciosa. —le brillan los ojos. Se ve más relajado, hasta con cierta alegría.

Va vestido de gala: esmoquin y zapatos brillosos. Ellos la tienen fácil para vestirse, yo tarde casi dos horas en escoger este vestido: azul oscuro con detalles de encaje negro sobre el escote. Zapatos del mismo color y lo complemento con un collar y pulseras de perlas blancas.

—gracias, guapo.—cierro la puerta del auto.— ¿Ya te sientes mejor?— se inclina hacia mi. Quiere un beso. Argsh. Se lo doy.

—Mucho mejor. —vuelve a su lugar y se pone el cinturón de seguridad. Enciende el auto. —te tengo una sorpresa. —canturrea.

—¿Cual?—me pongo el cinturón y lo observo con curiosidad.

—ya verás—se le forma una amplia sonrisa.

—Dime.

—nou.

Después me cambia el tema contándome que se medio curó con un baño y unas cremas que le dio su ama de llaves —que solo he visto un par de veces. Señora de avanzada edad y muy amable por cierto. —

En vez de salir de la ciudad como había dicho se dirige al centro.

—¿No iba a ser a las afueras?

—si, pero primero vamos por tu sorpresa

—¿No tienes que llegar antes?

—Manda se hará cargo

Estaciona en una casa que tiene un letrero en pequeño. Que combinado con la poca luz del sitio no distingo las letras al cien. Si me acercara un poco mas podría ver de que se trata.

Un hombre con pocas canas poblando su cabeza se asoma por una de las ventanas y se queda unos segundos mirándonos. Se vuelve a meter para después venir a nosotros. Rodea el auto mientras Gio baja el vidrio. Saca un sobre azul de su suéter de cuadros cafés.

—gracias padre. —toma el sobre

—cuídate hijo — y se retira sin más que decir. Gio vuelve a subir el vidrio.

—¿Que es eso? ¿Es tu papá?— pregunto curiosa. Se ríe bajo y asiente.

—adoptivo pero si. Y esto...— alza el sobre y me lo pone en frente —...es tu regalo.

Lo tomo dudosa.

—son las escrituras del club. —me dice con cautela como queriendo que no desconfíe. Pero al decirme eso hasta he sentido como mariposas revolotean en mi estomago. —todas tuyas. —ya no tendré que obligarlo, el lo ha hecho solito.

—¿De verdad?— pregunto ansiosa abriéndolo.

—si. —sonríe alegre. Ahora si quiero abrazarlo y besarlo pero también el pensamiento de cuando empezamos esto me viene a la mente.

Esta es la señal. Debo empezar a despedirme de Giorgio.

...

Entramos cuando sirven el banquete. Es un amplio salón que parece de ricos. Todos lucen de gala. Comen y beben celebrando algo.

—creo que llegamos tarde— masculla Gio lanzándome una mirada picara. Le sonrío cómplice.

—Pero, ¿que celebran? —caminamos al centro y entre tantas mesas alcanzo a ver a la familia real. Los hermanos, la mamá y el papá, y la rubia al lado de Jean.

—Jean ya anunció su boda con la hija del cónsul.

Así que hija del cónsul, eh. ¿Será que trata de recuperar su imperio obteniendo recursos a cambio de su boda?, Porque a que la ama, no me suena nada.

La rubia me clava la mirada y sonríe con orgullo. hasta parece que endereza su postura. Le regreso el gesto combinado con burla. Mi Tayna interior quiere arruinarle la noche y mi yo externo quiere simplemente desaparecerla del mapa.

Complicado, ¿No?

El segundo en vernos es Jean. Solo sigue la mirada de su ahora prometida y nos ve caminar entre las mesas.

Debería sentirme mal por el pero ahora que se tanto, solo quiero desquitarme. Aunque sus ojos aun me desarmen, aun me derritan esa poderosa capa que he formado alrededor de mi oscuro corazón.

Debo hacerlo. Por mi y por esos momentos que sufrí a su lado. Por su culpa morí, por su culpa perdí mi humanidad y lo que me unía a un alma buena, manchada de pecado pero aun salvable del infierno.

Así que le sonrío y el me devuelve el gesto. Nos acercamos a ellos. Gio busca algo en su saco y observa alrededor. Creí que nos sentaríamos en los dos sitios frente a ellos pero en cambio hinca una rodilla al suelo y se agacha delante de mi. Saca una cajita pequeña de terciopelo y me la acerca. Me deja ver un anillo con diamantes incrustados cuando la abre y yo me quedo perpleja.

—perdóname porque sé que llevamos poco tiempo pero la otra noche estuve a punto de morir y eso me puso a reflexionar bastante... —veo de reojo como la sonrisa que Jean me mostró hace poco se baja y cambia radicalmente, su rostro se ensombrece. —mi profesión es peligrosa y es por eso que quiero pasar mis días felices, y que mejor que junto a ti. Te amo Laura, y me gustaría que te casarás conmigo, ¿Aceptas?

Eso no me lo esperaba. Pero es conveniente.  El amor ha dejado de serme útil, sin embargo sus cuentas bancarias y su información me sirve bastante.

—acepto— me pone el anillo y se levanta para abrazarme. Le respondo y lo beso. Los aplausos no se hacen esperar.

Entonces...¿Cuanto más tengo que esperar?


No tardes, ni me vas a creer que encontré.

El guardia me ha pedido matrimonio.

Acepta. Cuanta mas información nos de, mas rápido terminaremos con esto.

Eso he hecho.

—¿Que haces?—me pregunta Gio acercándose a mi oído. Bloqueo la pantalla de inmediato y lo guardo aparentando calma.

—una amiga que quiere que la acompañe mañana a hacerse las uñas.

—ah—me da un beso en la cabeza y vuelve a charlar con Manda y su esposa.

—voy al tocador. —detienen su conversación al oirme. Voltean en mi dirección.

—claro—Giorgio me sonrie y le regreso el gesto.

Me bajo del taburete y me alejo de la barra para ir a los baños. Todos hablan animadamente. Todos menos Jean y Alexander que conversan entre ellos con cierto recelo.

Rodeo las mesas para preguntarle al mesero por el tocador y una vez que contesta voy allá.

Dejo mi bolsa sobre el lavamanos y me retoco el labial, me veo en el espejo y  casi salto de la impresión al ver a Jean recargado en la puerta de uno de los cubículos, con los brazos  cruzados y un talón sobre el otro.

—¿Por que decir que si?— su voz suena seria.

——¿Por que decir que no?—aprieta la mandíbula.

—¿Lo amas?

—y disfruto contigo, todo en equilibrio—le guiño el ojo. Camino hacia el, meneando las caderas. Ahora más que nunca hay que seducirlo. Acaricio su torso. —tu también te casarás. —me acerco a su oído. —¿La amas?

—si

Me petrifico. Algo pellizca mi corazón. Mo se que pasa.

—no es verdad— lamo el lóbulo de su oreja. Siento como su piel se eriza. Sé que es su punto débil.

—si lo es.— su voz se hace ronca. Carraspea.

—¿Y por que sigues aquí? —susurro. Bajo las manos hasta su pantalón. Lo desabrocho lentamente.

— no lo se...—echa mi cabello a un lado. Acaricia mi cuello. Oh, oh. No, no, no. ¡Me va a morder! —solo sabia que me ibas a responder igual. Note ese...deseo en tus ojos.

—¿Entonces solo buscas sexo? —muerdo su mandíbula despacio. Quiero su cuello, pero por ahora se dará cuenta. Estruja mi cuerpo contra el de él.

—¿Y tu?—meto la mano a su pantalón y lo acaricio. Suspira alzando el mentón.

—busco adrenalina— no puedo decirle que mi ser se ha apagado y busca sentir algo.

—solo un corazón roto diría eso. —con una mano amasa mis senos y con la otra mi trasero.

—tal vez. O tal vez un corazón vacío. —susurro más para mi que para el.

Se queda quieto. Con la respiración agitada.

—creo que somos más iguales de lo que crees— toma mi cabello y pega su frente a la mía. Mira mis labios. Quiero...

Estamos a punto de besarnos pero unos tacones en el pasillo viniendo acá nos hacen separarnos. Entra en el cubículo y yo camino al lavamanos arreglándome el vestido y el cabello.

Aparece la rubia, su...prometida. Da pasos grandes hasta llegara mi lado y pensé que se retocaría el maquillaje pero en su lugar se cruza de brazos mirándome furiosa.

—Mira, estúpida. Deja de coquetearle a mi novio— alza la mano para enseñarme el anillo de grandes diamantes brillantes —nos vamos a casar y quiero que lo dejes en paz.

Me río, soberbia. Me acerco más a ella.

—lo tomare como un reto. —le sonrío socarrona y tomo mi bolsa, camino a la puerta, pero antes de llegar me detengo y volteo a lanzarle un gesto de burla  —por cierto, cuídalo, esta rico y se ve que es un tigre en la cama, si logro enredarlo, me lo quedo. —y me alejo de ahí sintiéndola hervir de rabia.

Me quedo en el pasillo y le mando un rápido mensaje a Sinner.

Haz hablar a la visita, quiero acabar esto ya.

Regreso mi celular y vuelvo con Gio. Hablan de cosas aburridas como el clima y el cambio de este para verano.

Suspiro y me termino mi copa. Pido otra.

...

A la mañana siguiente, tan pronto Jake sale de casa, llamo a Sinner para que pase por mi. Todavía tiene al demonio en la bodega y dice que ya han intentado de todo para que hable y solo ha conseguido que se armara una batalla campal gracias al poder que tiene.

Y efectivamente cuando llego hay varios hombres regados por el suelo. Sangre por todos lados.

—Perros, disfraces, mujeres con antifaces, mujeres de poca estatura, hombres de piel oscura  y, ¿que es esto? ¿Por que lleva látex en la cabeza y las manos amarradas? no estoy entiendo nada. —paso foto tras foto desde que Sinner me las entrego.

—es simple. Son algunas de las brutalidades a las que se dedica ese desgraciado. Eso es lo que oculta en los pisos de arriba. Además hay una oficina y desde ahí controla todo, ¿Habías oído de la pagina "Asmodeus"— asiento despacio, es la que ví la otra vez, que hasta Alexander la oculto rápidamente al entrar en la misma sala que él— ¡es solo la fachada para cometer esas marranadas!—dice agitando las manos. Parece aturdido, sorprendido, asqueado, tanto o igual que yo.

Abro los ojos de par en par. Se me revuelve el estomago. Siento las fotografías quemar mi mano, por lo que las suelto rápidamente. El vomito trepa por mi garganta y me obliga a correr al baño a sacarlo de mi sistema. Siento repulsión, siento asco, me siento...no se como. Es tan...enfermo. ¿Y yo estaba con el?, Es un asco. Que bueno que no subí ese día. Hubiera explotado ahí mismo.

—desafortunadamente no encontré donde están sus prostíbulos. No se donde esta mi hija.— se sienta sobre la orilla del cuarto de baño poniendo los brazos sobre sus rodillas. La tristeza se reflejan su cara.

—haremos hablar al demonio, el nos dirá. —me levanto decidida, aun con el estomago revuelto al igual que mis pensamientos, me limpio la boca con el dorso de la mano.

—no quiere hablar—murmura decepcionado mirando al suelo.

—lo lograre y entonces buscaremos a tu hija

Me dice que si en un leve susurro, sin fuerzas.

Me centro en usar ese hipnotismo que tanto me ha servido en el pero no funciona tras varios intentos en los que se ríe y me amenaza que va a salir y llevara nuestras cabezas con su jefe.

Optamos por dejarlo sin alimento por varios días, los mismo en los que he repetido rutina: en la mañana vengo acá a revisarlo, a medio día me concentro en los preparativos de la boda junto a Gio y por la noche ceno con Jake que frecuenta más la casa. Cuando se empieza a debilitar entonces lo intento de nuevo y funciona. Le ordeno varias cosas simples para probarlo y lo hace si rechistar.

Entonces dos meses después ya esta listo.

Mi boda es dos días después, es tan ordinaria, es tan típica, como boda de telenovela solo que sin los hermanos, solo los padres de Giorgio y sus amigos de trabajo. Jake no ha querido venir ni apoyarme así que camino sola al altar. Me han preguntado por mis padres y he dicho que han muerto y mi hermano viaja demasiado por trabajo que casi no hablo con el. Ojalá estuvieran vivos.

En la noche de bodas no he hecho más que alimentarme de él hasta que cae desmayado.

Y así con el vestido puesto y manchado de su sangre me encuentro en el balcón de su casa viendo las estrellas.

Ya tengo todo. Sé de sus oscuros secretos, sé lo que oculta en ese complejo, sé a que se dedica fuera de ese imperio. Conozco su nombre real, sus poderes y los poderes que seguramente me heredo al morderme y morir. Conozco todo de el, todo, menos sus movimientos, sus rutinas y sus actos para cubrirlos. Pero se quien si lo sabe, quien nos dirá las ubicaciones de sus negocios y con quieres trata.

Si, Giorgio.

Te llego tu hora Giorgio.

...

—¿Te gusta el regalo?— pregunta con una sonrisa feliz.

Tengo en mis manos las llaves y las escrituras de un jet privado.

—claro— le sonrío. —gracias.

Regresa la vista a su plato. Continua comiendo, sigue parloteando sobre la luna de miel, quiere ir a México, a Cancún específicamente. Yo solo le sigo la corriente mientras analizo las opciones,  divago entre las consecuencias buenas y malas que me traerá el quedarme viuda. No puedo soportar más el despertar a su lado, verlo cubrirse con solo un bóxer, o soportar su aliento y jadeos al hacerlo, es asfixiante. Esta mañana me ha despertado con su polla presionando mi vagina para entrar. No me he negado porque también me alimento del sexo pero estoy llegando a un limite. Estoy harta de fingir.

—Podríamos irnos mañana o ahora mismo— me despierta de mi ensimismamiento cuando toma mi mano.

—cuando quieras, cariño

—hoy preparamos las cosas y mañana salimos temprano.

—Esta bien.

Lo sigo el juego pero mientras prepara su maleta, yo le mando mensaje a Sinner.

Iremos a Cancún, allá te mando mensaje en donde nos hospedamos.

...

El viaje es en uno de sus aviones privados. Es un fastidioso, no deja de hablarme dulce y besarme a cada rato. Así que finjo dormir el resto del camino.

Nos hospedamos en un hotel cerca del mar. Me pide salir a caminar pero he dicho que me duele la cabeza y me he quedado en cama. Se queda a mi lado así que tengo que esconderme el celular en el sostén y entrar al baño.

Hotel Cervantes Mas, habitación 202.

Lo llevaré por la costa, he conseguido transporte. Será esta noche.

Perfecto.

Al salir, lo encuentro tecleando en su Tablet.

—¿Como te sientes, amor? —  dice volteando preocupado a verme. —según esto, —señala la pantalla —hay una farmacia a unos kilómetros. Te traeré algo.

—gracias —me recuesto y lo veo levantarse, ponerse suéter y tomar su cartera.

—ya vuelvo. —sale lanzándome una bonita sonrisa de tranquilidad.

Saldrá a la farmacia.

Me ocupo de él.

Esa fue la última vez que lo vi.

...

—ha cantado como pajarito. Cree que te tenemos también. —habla contento al otro lado de la línea.

—deja que piense eso.—termino de limarme las uñas. Me paso el teléfono al otro oído para tomar el barniz de uñas, me decido por el rojo. Seré una completa "flamita". Ya puedo saborear mi victoria, muero por ver sus caras.

—pero para decirme donde tienen a mi hija me pide una prueba de vida. Quiere hablar contigo.

—pásamelo

—ok

Lo escucho moverse. El viento azota el teléfono. Todavía sigue en Cancún, y yo, en el hotel.

—¿La...Laura?— escucho su débil voz.

—¿Gio?—imito su tono.

—¿Estas bien?

—Si, saldremos de esto. Solo dales lo que quieren —mi voz se entrecorta. —tengo miedo— me limito a llorar como magdalena.

—sí—el celular se vuelve a mover. Escucho sus gritos y quejidos. —con eso tiene. —azota una puerta

—si, con eso. —me limpio las lagrimas. Comienzo a pintarme las uñas.

—si todo sale bien. Mañana estaremos regresando a Denver.

—cuando tengas la información déjame divertirme.

—será todo tuyo.

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