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Capítulo 2. Un medio para un buen fin ¿o no?

—¡Claro! Cómo podemos pedirle que te oculte a alguien que sigue enamorada de él— la señala enojado, con el ceño fruncido.

Muerte se revuelve incómoda.

Yo no puedo dejar de verla, hipnotizada. Aun no me lo creo. Es tan  irreal que me da no sé qué verla. Bueno, hablo de su forma humana porque la figura de huesos me causa escalofrío y malos recuerdos.

Después de no se cuánto tiempo. Después de que me regeneré como cuarta vez sobre la plancha dónde yacía mi desnudo cuerpo encadenado para ser de nuevo masacrada por aquel demonio que se hacía llamar  mi verdugo.

 

Ella apareció ante mi y mi torturador personal se hizo a un lado mirándome con arrogancia. Cómo si esperara que ella asestara el toque final.

 

Era un esqueleto cubierto por una capa con capucha oscura y su típica guadaña, tal como la conocemos.  Me revolví nerviosa, aterrorizada, con el pánico trepando por mi agonizante cuerpo cuando se acercó a mi. Pero de pronto sus ojos mostraron sorpresa y compasión, entonces fue cuando tomó forma humana.

 

Cabello negro, ojos oscuros, labios rojos y carnosos, una figura alta y delgada. Si la viera en la calle pasaría como una modelo.

 

Eso me tranquilizó un poco. Hasta que extendió su delicada mano y me tocó la frente. Un brillo se expandió desde su mano y de repente me veía caminando de nuevo por el túnel hacia la luz al final. El que vi ante de entrar aquí.

 

—aun no es tiempo Tayna, no puedes estar aquí. —escuché una delicada voz femenina haciendo eco detrás de mi y de inmediato la asocie a ella.

 

Volteé a todos lados pero no había nadie más que yo en aquel lugar.

 

—tienes la sangre de los tres príncipes mayores del infierno en tu cuerpo... Este no es tu lugar.

 

Y la luz me rodeó.

 

—¡Hoy casi la descubren!— le continúa diciendo agitando los brazos.

Muerte suspira y me mira. Su imponente silueta gira hacia mi. Cruza la pierna y pone las manos sobre su rodilla.

—¿Es cierto eso, Tayna?— Ya puedo reconocer su voz, y ese extraño acento al decir mi nombre.

—Además yo tengo que salir de gira, no puedo seguir ocultando su energía, no desde lejos. —añade Jake.

—¿Por qué no me dijiste?— lo observo acusadoramente. —puedo ir contigo.

Niega

—irá la Diosa.

—¿Que? ¿Por qué ella?

—también canta. Abrirá el primer concierto— explica cruzando los brazos. Se sienta frente a muerte.

—bien— Muerte nos señala con las palmas abiertas, como evitando una pelea— entonces, esto es tuyo. —cierra su mano en un puño y cuando la vuelve a abrir, me da un anillo con una piedra roja incrustada y está lleva un extraño símbolo de unos triángulos enlazados.

Lo tomo y lo coloco en mi dedo índice de la mano izquierda. Ella me sonríe.

—¿Así no la encontrarán?— pregunta Jake, alza una mano para morderse la uña.

—no sentirán su presencia. — afirma Muerte.

—gracias—mascullo admirando el anillo. Es tan bonito.

—de nada. Y...Tayna— volteo a su llamado.

—¿Si?

—úsalo con responsabilidad.

—claro

Ajá si. Solo puedo pensar en pasar frente a ellos y  que me confundan con cualquier otra persona e incendiarles la empresa. Pero...¿de dónde sacaré tanta gasolina para prenderla entera de una vez? Porque si voy pedazo por pedazo me detendrán a la primera.

Entonces necesito otro plan.

—¿Tayna me estás escuchando? —Jake pasa la mano frente a mi cara.

—Si, bueno, no. ¿Que decías?

—vamos a comer —señala con la cabeza las bolsas de papel sobre la mesa.

Asiento enseguida.

—debo irme— Muerte se levanta y en un santiamén desaparece dejando una estela negra que flota unos segundos y desaparece también.

¿Es normal que me causen tantas preguntas su presencia y que estás desaparezcan cuando ella se marcha?

Porque eso me sucede.

Vamos al comedor y cada quien toma su café y sus hamburguesas. Me siento en un extremo y él en el otro extremo.

—saldré mañana temprano. Cómo a eso de las cinco. ¿Estarás bien? Ahí hay comida —señala el refri con el pulgar— y hay más en el sótano, ya sabes. Además le diré a Selene que te de unas vueltas.

Selene es su novia. Ángel, por cierto.

—te recuerdo que demonios y ángeles no pueden estar cerca. —le digo juguetona, llevándome la hamburguesa a la boca para darle un mordisco. Sabe tan bien. Aunque escurra los condimentos por las comisuras de mis labios.

—será de lejos, no te preocupes— dice burlón.

Frunzo el ceño. Maldita sea.

—bien— me alzo de hombros.

—bien— susurra mordiendo su hamburguesa.

Comemos en silencio.

—iré a dormir. Mañana salgo temprano. — se levanta haciendo bolita su basura y rodea la mesa para llegar a mi. Se inclina levemente para hablarme cara a cara. —pórtate bien. Te estaré llamado cuando pueda para ver cómo estas— besa mi frente.

— Si, Jake — le sonrío. —me hablas como niña pequeña.

Simplemente se ríe y lo veo caminar hasta subir las escaleras que dan al segundo piso donde están las habitaciones. Atraviesa el pasillo y lo pierdo de vista.

Bien, ahora sí.

Busco el celular que me regaló está mañana. No me dejó llevarlo así que lo deje en mi habitación. Y voy a él. Guardo la hamburguesa que me quedó y tiro mi basura.  Recorro el mismo camino que hizo Jake pero paso de largo su habitación. A dos más, está la mía.

No sé para que tiene tantas habitaciones si nada más vive él aquí, bueno, ahora yo también. Pero espero que sea temporal. Quiero recuperar mi vida.

Abro la puerta. El celular aún está en su caja, encima de mi cama. Cierro con seguro y camino casi de puntitas a la cama. Abro la caja y saco los audífonos aparte del celular. Me dejo caer en la cama. Abro el navegador pero no me siento muy segura de dejar el historial a la vista así que opto por  abrir una pestaña de incógnito.

Tecleo con lo dedos temblorosos: "Empresa Serchenko" y enseguida me desplega la información que quiero.

"Empresa dedicada al servicio de acompañantes y comercio de artículos sexuales, además es dueña de casinos "Roussel" y de la página pornográfica "Asmodeus" famosa por sus múltiples salas en vivo y actrices ligadas a certámenes de belleza"

¿Por que siento que esas "actrices ligadas a certámenes de belleza son más pactos que ha hecho"?

No me sorprende...

¿Dónde había escuchado ese nombre de los casinos? Me suena de algo...¡Oh! ¿Y si es del casino donde me llevó Alexander aquella vez? No sé...no estoy segura.

Voy a la parte de "noticias"

"El dueño: Jean Dummount dio a conocer que su padre será socio en la gran empresa"

Eso hace casi más de un año.

Así que su padre está con él, en la tierra. Y también forma parte de la empresa.

Sé cómo dañar a los demonios del sentir pero  nunca me enteré como dañarlos a ellos que son de la realeza.

¿Agua bendita? ¿Un exorcismo? ¿una estaca en el corazón?

No, necesito investigar más a fondo,  información real.

...

—¿Encajarle una cruz de plata al corazón? — se queda en silencio. Me cruzo de brazos. No la escucho. No la veo. Estoy encerrada en el cuarto de estudio de Jake. Su aroma me llama demasiado. Por eso tengo los ojos rojizos y los colmillos afuera, aparte de las garras y la sed de su sangre. ¿Ahora entiendes por qué debemos estar lejos?. Se que sentirá lo mismo,  Sé que su instinto es matarme pues también es una brillante guerrera del cielo.

Pocas veces la he visto, una vez casi me deja ciega. El brillo que desprende es fenomenal, el mismo brillo que todos los demonios morimos por apagar.

—¿Para que quieres saber, Tayna?— su voz también es muy tranquila y melodiosa. Tanto, que podría arrullar a un humano.

—simple curiosidad. Además por si llego a encontrarmelos algún día.

—no lo harás, Tayna, de eso me encargo.

Rayos. ¿Y ahora como me acercaré a ellos sin que se dé cuenta?

Me muerdo los labios, buscando una alternativa. Me recargo en la puerta de espaldas. No se me ocurre nada.

—¿Qué hora es? ¿Ya estará Jake en la tele?

—hmm, cerca de las doce. Yo creo que ya

—quisiera aunque sea escucharlo. ¿Podrías ponerlo?

—¿Por qué no sales?

—no me siento capaz de aguantar

—inténtalo

—Selene, estoy que babeo por tu sangre ¿Y tú me pides que salga?

—hazlo, confío en ti.

Entonces una sonrisa ladina se dibuja en mi cara cuando una idea se forma en mi cabeza.

Debo actuar, meterme en el papel y ponerlo en práctica. Puedo controlarme, pero eso ella no lo sabe.

Inhalo y exhalo un par de veces. Creerá que estoy nerviosa. Abro la puerta despacio. Está de pie a unos metros adelante. Ha tomado forma humana y ahora es una pelinegra de ojos verdes y cuerpo de infarto, vestida de rosa y blanco. Está expectante a mis movimientos.

Abro y cierro mis fosas nasales. Huele delicioso. Meses atrás me le hubiera lanzado como posesa.

Clavo mis ojos en ella y finjo estar a punto de perder el control. Cierro mis manos en puños y camino despacio hacia fuera.

—no...no puedo— tomo posición de ataque —¡Corre!

Salta de su lugar y corre afuera. La veo convertirse en una esfera de luz brillante y refugiarse en el techo. Me cubro los ojos enseguida.

—¡Selene, sal de mi vista! —le muestro los colmillos con gesto agresivo.

Sale de su escondite y atraviesa el techo. Escucho sus zapatos caminar por el techo.

—¡No voy a dejarte! ¡Esto es mi culpa!— la escucho gritar desde afuera.

—¡Más culpable me sentiré si te mato! ¡Y tampoco quiero hacer sentir mal a Jake! ¡Vete, estaré bien, te llamo cualquier cosa!— enderezó mi postura. Retraigo mis colmillos y mis garras, vuelvo a mi forma humana.

—¿¡Estás segura!?

—¡Grr!— respondo con un gruñido gutural. Tiro al piso el jarrón de la mesa en la entrada para darle más veracidad.

—¡Bien, yo tampoco quiero hacerte daño, buscaré alternativas, cualquier cosa me llamas!— y por fin la siento alejarse.

Suspiro relajándome.

...

Después de una larga ducha de espuma en el jacuzzi. Me visto y me peino frente al espejo.

Zapatillas de tacón, vestido y lápiz labial rojo, cabello ondulado y delineado en ojos. Y mi anillo al dedo. Estoy lista. Debo llamar su atención.

Último registro en el historial del navegador: ubicación del casino Roussel...

...

—gracias— tomo la copa de vino que ofrecen al entrar los camareros en sus charolas. Bebo un poco buscando mi próxima presa. Hay demasiadas personas. Si no lo encuentro por lo menos me daré un buen banquete.

Del lado izquierdo hay varias máquinas con palancas que al bajarlas una serie de imágenes revolotea en la pantalla y del lado derecho mesas con fondo verde y números al centro, y justo a su lado la famosa ruleta donde una esfera va rebotando en números en blanco y negro.

Camino a paso seguro hacia el primer juego que está cerca. La ruleta. No se de qué va. Nunca he jugado. Pero hay muchas personas entusiasmadas a su alrededor. Me abro paso entre la multitud y me quedo mirando un rato.

—disculpe, señorita. —un camarero me toca el hombro y volteo.  —el señor de allá le manda esto— toma una copa de las que trae en la charola y me la entrega. Le dejo la que yo traía ya vacía y la deposita en la charola. Señala hacia atrás, a la esquina, cerca de las mesas de billar, donde veo a Gio saludarme alzando su copa. Viste con traje como los de seguridad y apuntador en el oído.

Le respondo sonriendo, alzando mi copa también. Suspiro. Bien, es hora.

Voy hacia él. Sus ojos me escanean fascinados. Casi puedo oler su excitación. Y así, voy armando un plan en cabeza.

—hola

—hola lindura, ¿Buscas...?

—no me digas que trabajas aquí— me hago la sorprendida. Interrumpiendo antes de que me haga preguntas.

—si— sonríe orgulloso. —¿Vienes sola?

—si— hago un mohín. Se ríe. —¿A qué hora terminas tu turno? —lo repaso con la mirada, con mirada coqueta. —quiero jugar billar...—le señaló con la cabeza—  es al único al qué le entiendo.

Se ríe y se lame los labios.

—¿Estás ebria?

Ojalá lo estuviera.

—no— niego divertida —solo quiero divertirme un rato.

Su sonrisa se extiende.

—tengo un lugar mejor

—enséñame— muerdo mis labios.

Me río por dentro cuando veo ansiedad y lujuria crecer en sus ojos.

—sígueme— ni te emociones Gio, tu me ayudarás a llegar a los hermanos, tú solo eres un peón...

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