Capitulo 16. Calma
Dolor.
Como es posible que de pronto sienta tanto dolor. No físico, sino emocional. Se supone que los demonios no sienten eso, ¿No? O ¿Me perdí de algo?
—En ese tiempo aun nos importabas— musita Alexander
—Ya no más, basta— le pide Jean.
¿Como es posible esto?
—Tayna, ¿De verdad quieres que te dejemos en paz?— Jean se acuclilla a mi lado. Echa mi cabello atrás viéndome como niña pequeña.
Y es así como me siento.
No logro responder, solo he parado mi llanto y mi cuerpo ha entrado a una especie de trance. Mi mente se ha quedado en blanco y mis ojos solo ven como Alexander quita el cuchillo de mi vista y suspira.
—mira lo que has echo, imbécil— le reclama Jean a Alexander.
—solo le he dejado saber la verdad—se alza de hombros.
—está teniendo una crisis— comenta Abrahel tapando los ojos de los dos hombres en el piso con una venda ensangrentada. Ellos lanzan un grito desesperado y Abrahel les tapa la boca, callándolos de inmediato batallan para liberarse pero Abrahel no sede.
—tranquila, todo estará bien— Jean se pone enfrente de mi y me abraza, acaricia mi espalda. —te llevare a casa.
Pasa un brazo por mis muslos y el otro por mi espalda y me levanta. Instintivamente me sujeto de su cuello y me pego a el para inhalar su olor. Alexander se hace atrás y nos abre un portal en frente de el. Algo le pasa por la cabeza, sus ojos parecen mostrar una pizca de arrepentimiento por unos segundos.
"Tenias que saberlo, Tayna"— vocifera en mi mente.
En segundos estamos en mi casa y me deja sobre mi cama con cierta precaución . Teme que le haga daño. Al parecer cree que estoy actuando.
Ojalá fuera así.
—te meteré a las cobijas, ¿Vale?— me levanta un poco y alza las cobijas para meterme entre ellas. —buscare algo para que te vistas. —se mueve al closet y saca un vestido azul. Regresa conmigo y me lo señala pero yo no tengo ni fuerzas ni ganas.
Suspira nostálgico. Y me lo pone.
—Tayna...—se sienta a mi lado.
—cierra la boca, Jean— susurro sin fuerzas. guarda silencio y acaricia mi cabello. —lo recuerdo...lo recuerdo todo...intentaste matarme, tu tambien.
Baja la cabeza.
—estaba cegado por el odio. Me abandonaste...
Lo observo sorprendida. ¿Asi se sintió? ¿Abandonado?
—te dejare para que descanses— intenta levantarse pero lo detengo del brazo.
—no te vayas— regresa a sentarse— abrázame.
Hace lo que le pido y se queda mirándome con expresión pensativa.
—lo siento— susurro. Me da un suave beso en la frente. —solo quería seguir mis sueños.
—y lo lograste.
—pero a que costa...duele saber todo esto.
—lo se. Pero que preferías ¿Vivir en la mentira o saber la verdad?
Mentiras, pero dolerá mas cuando la verdad salga a la luz. Como ahora. Incluso me siento estúpida. Todos lo sabían excepto yo.
—¿Tu lo sabias? ¿Sabías lo de Leonardo?
—desde que te voto del carro esa vez. Desde ahí lo seguí y lo encontré con ella.
Me quedo pensativa.
—fue por eso que me lleve sus almas al infierno y me quede su cuerpo para alimentarme de ellos— explica —la Greta que viste solo era un reflejo tuyo, las personas sin alma suelen imitar las acciones del ser que prefieran.
—¿Hablas enserio?— lo miro a los ojos. Me veo en ellos. Pareciera como si me hubiera dejado atravesar una gruesa capa de frialdad y ahora me muestra una bonita muestra de sinceridad que me hace sentir mariposas en el estomago.
—si— asiente.
—gracias...
Besa mi frente y me enternece su acción.
—¿Y ahora va a ser de mi?, ¿Que hare?— mascullo mirando al horizonte. Me escanea con la mirada y observa al piso unos segundos.
—vamos— se levanta de golpe
—¿Qué? ¿A donde?— tira de mi hasta ponerme de pie.
—escapemos— me rodea la cintura y corre hacia el espejo del tocador, obligándome a seguirlo.
—no, Jean, yo no pue...—me cubro con los brazos la cabeza, con temor de chocar contra mi reflejo pero en su lugar una suave brisa y el olor tan puro me recibe.
—aquí nadie nos encontrara— me regala una brillante sonrisa y extiende la mano para salir de entre unos arboles y admirar el mar que se extiende frente a mi. Estamos en una playa, no reconozco cual pero me encanta. El mar azul, casi transparente, esta rodeado de frondosos arboles muy verdes. El sol esta casi ocultándose y hace una bonita vista anaranjada del atardecer. Siento la arena en mis pies y lo veo contemplar el mar unos segundos antes de jalarme de nuevo y llevarme con el —entremos al mar— me suelta para quitarse la ropa de prisa hasta quedar solo en bóxer y salta dentro, sale unos metros adelante. —¡Salta!— me alienta.
Pero me quedo quieta. No se si deba.
—deja de pensar, Tayna, ven acá.— me muerdo el labio —o voy por ti, eh.
Me dejo solo en ropa interior y salto, el agua tibia me recibe. Una sensación de relajación me envuelve. El ambiente se siente calmado y escuchar a Jean reír como niño pequeño mientras me arroja agua esperando que le devuelva el gesto es tan...no se, magnifico.
Jugamos como niños por lo que queda del atardecer. Corremos uno detrás del otro, echamos carreras y clavados en lo más alto. Después, ya cansados nos quedamos en la colina. Jean ha traído nuestras cosas y una manta para cubrirnos. Se ha sentado detrás de mi y rodea mi cintura e inhala mi cuello. Nos quedamos viendo el cielo. Perdidos.
—aquí venia a practicar mis poderes. —susurra. —lo que ves, es una isla que cree especialmente para eso
—es bonita
—gracias— besa mi nuca.
Todo marcha bien, todo esta tranquilo hasta que su celular comienza a sonar.
—¿Si, diga?, ¿Quien habla?— contesta Jean.
—Ponla al teléfono— responde Alexander en tono serio.
Jean me lo extiende con una mirada de "¿quieres contestar?".
Lo tomo sin importancia.
—te escucho...
—Pon atención. Quiero que hagamos una tregua. Ni a ti ni a mi nos conviene tenernos de enemigos— eso representa un triunfo para mi por lo que un indicio de sonrisa se dibuja en mi rostro.
—Está bien...
—Pero por ahora quiero que te mantengas alejada de mi, no sé que me esta pasando contigo. Te tengo cerca y me alteras.
—Es por mi sangre, Perséfone y tu hija te dejaron sin energía, necesitas alimentarte.
Silencio en la línea...
—¿Perséfone?— murmura confundido —¿Como mierda lo sabes?— retoma su frio carácter.
Me río.
—Si quieres mantenerte cuerdo, solo, bebe y aliméntate bien.
—ese es el puto problema, solo ella y tu me...
—¿Te lleno, Alexander?
—¡Si, carajo!
Me suelto a carcajadas.
—¿¡Que cojones tiene gracia!?cuestiona alterado.
—tengo tu sangre, quizá por eso, te lleno— y vuelvo a reír.
—no tiene ni puta gracia— responde malhumorado.
Jean se ríe a mi lado en voz baja.
—entonces no me quieres cerca, que mal, yo que te daría de comer— digo con fingida tristeza.
—no te quiero cerca pero si quiero que me alimentes
—no, no habrá sangre ni nada
—bueno quizás...
—nop, tu y no volveremos a follar, Alexander, solo fue el momento
—¿Quieres ver que si?— cambia su tono a uno seductor y me niego a caer.
—no, no quiero, adiós— canturreo lo ultimo y cuelgo la llamada.
Le paso el celular a Jean y este lo deja en el suelo muriéndose de risa.
—eso fue genial
—lo se.
Vuelve a abrazarme por detrás y posa su barbilla en mi hombro. Lo siento tan relajado. Y yo sigo sintiéndome vacía.
—¿Como supiste que la Diosa se llama Perséfone?—pregunta curioso
—Ira me lo dijo
—ah...cierto, Ira.
—se los regresare. Sus demonios y sus libros. Ya nos los necesito.
—esta bien. —se encoje de hombros— tal vez pueda echarle una hojeada a los libros, Alexander nunca nos dejó leerlos.
—¿Por que?
—no lo se. Ni sabíamos de ellos. Killdrem también dijo que quería ver de que trataban.
—Killdrem...por cierto ¿Como se encuentra?— pregunto aguantándome la risa.
—herido, pero aprendió la lección.
—me alegro.
Suelta una risa.
—aprendimos la lección.
—me súper alegro— nos reímos.
Se levanta.
—¿Sigues en lo de tu trabajo?— Farfulla mirándome desde arriba.
—Si, estoy de vacaciones, ¿Por que?
—¿Por lo de Víctor?
—por lo de la premier, nos dejan dos semanas de descanso.
Me extiende su mano.
—ven conmigo
—¿A donde?—le tomo la mano y me levanto.
—¿Tienes hambre?— inconscientemente se me dibuja una sonrisa.
Me lleva a la orilla del mar sin soltar mi mano.
—muérdeme— echa la cabeza a un lado para darme acceso directo a su cuello. Y en mi mente solo pasa la palabra, "vinculo". Compartir sangre es algo intimo entre demonios. Aunque es algo que ya comparto con el. El día que regrese de las entrañas del infierno desgraciadamente, ¿O debería decir, gracias a el?
Es un gran avance que me de acceso a su sangre y un gran comienzo a esto que estamos volviendo a construir, por lo que una sonrisa de emoción se ubica en mi cara.
Y él se tensa. Voltea todos lados creyendo que alguien vendrá a ayudarme a dañarlo. Pero quiero dejarle saber que no lo habrá, quiero regresarle el favor. Así que despejo mi mente y le doy entrada libre a ella.
—no habrá más guerras entre nosotros— musito acercándome a sus labios.
Se adentra en mi cabeza y danza feliz una vez dentro.
—promételo. Nada nos hará pelear ni llevarnos a la muerte— me toma de la cintura.
—lo prometo— rodeo su cuello con los brazos y lo atraigo a mi.
Nos besamos revolcándonos de alegría. Degusto su boca que tanto extrañaba. Bajo por su mandíbula dándole un leve mordisco y encajo los dientes en su yugular. Su sangre sale proyectada hacia mi boca. La saboreo con tranquilidad y segundos después entierra sus dientes en mi cuello también. Jadea extasiado y desliza sus manos por mi espalda hasta estrujar mi trasero y elevarme. Enredo mis piernas en su cadera y siento lo duro que está. Camina hacia adelante unos pasos y me sienta sobre una roca fría, pego un brinco al contacto y el se ríe bajo.
Nos soltamos al mismo tiempo. Veo como una hilera de sangre le baja desde el cuello hasta el pectoral antes de ser detenida por mi dedo, lo lamo sintiendo mis colmillos picar mis labios. Se queda viendo mi acción con la mirada medio ida. Se acerca para lamer mi cuello hasta que cierra la herida y yo hago lo mismo. Me besa y al mismo tiempo se baja el bóxer y hace a un lado mi braga para encajar en mi.
—ahora nos une algo más que un pacto— murmura agitado. Señala nuestra unión. Y le pego un manotazo en el brazo. Se ríe.
—sucio— y se empieza a mover deliciosamente haciéndome arquear la espalda y aferrarme a sus hombros, gimo su nombre.
Sujeta mis piernas a los lados de su cadera y mete una mano abajo para acariciarme. Muerdo mis labios. Amasa mis pechos. Y acelera el ritmo.
No hay mas palabras.
No hay sonidos más que nuestros jadeos y suspiros en medio del oleaje. Es excitante y renovador ver su cara de satisfacción a la luz de la luna llena.
Pasa de hacerlo tan salvaje a bajar la intensidad poco a poco. Me acaricia y besa con delicadeza. Me lleva al orgasmo con tranquilidad. Es una armonía tan majestuosa que me hace gritar de emoción por dentro.
Al terminar, nos miramos con una sonrisa, una verdadera sonrisa. La calma reina por minutos hasta que su celular suena insistentemente.
Frunce el ceño y se separa de mi para arreglarse e ir a buscar su celular a su ropa en el piso.
—¿Que pasa?—responde tajante.
—¡Le han disparado a Alexander!— grita una voz femenina desconocida para mi al otro lado de la línea.
—ah, enseguida voy. —y cuelga la llamada como si nada. —es hora de irnos— suspira decepcionado.
—¿Qué?, Suenas tranquilo pero sabes que le han disparado a tu hermano y ¿Quién es ella?—me bajo de la piedra y busco mi ropa para comenzar a ponérmela.
Un golpe de preocupación me llega de repente. Preocupación y curiosidad a la vez.
—es nuestra ama de llaves, no sabe lo que somos por eso se asusta. —comenta con serenidad vistiéndose también.
—¿Ahora tienen ama de llaves?
—la contrató Galia. Dijo que por la Diosa que está en cama y que nos hacia falta una presencia femenina.
Afirmo con la cabeza. Por alguna razón siento que armarían un caos estando sin alguna mujer cerca.
—volveremos aquí cada que tengamos vacaciones, eh— me señala juguetón. Le sonrío divertida.
—esta bien. —me arreglo el cabello.
—vamos— me toma de la mano y lo sigo detrás de un árbol donde un espejo del tamaño de una hoja cuelga de un clavo largo. Fue aqui donde llegamos. Abre un portal y mete la mano, se adentra poco a poco llevándome con el.
Llegamos a una sala, la sala de la casa donde aquel demonio...donde Asmodeus...
Respiro pesado. Recuerdos y recuerdos atraviesan mi mente mientras mis ojos se llenan de lágrimas.
—olvídalo Tayna, eso ya paso. Piensa que solo fue una horrenda película de terror. —musita en mi oído. Me guía por las escaleras hasta el piso de arriba —si quieres ir con la Diosa, ve. Esta en la primer habitación.
—no quiero encontrarme a Alexander. — inhalo y exhalo para calmarme. Limpio con delicadeza mis ojos.
—él esta en la de enfrente, no entres sino quieres. Voy a ir a ver como lo disimulamos.
Apenas llegamos y se abre la puerta de la primera habitación a la izquierda y sale una mujer de unos cincuenta años, en traje sastre con tacones altos y cabello medio canoso amarrado en una coleta . Enseguida huelo la sangre y por desgracia mis ojos ven hacia dentro de la habitación y se topan con Alexander en la cama, sujetando un trapo manchado con sangre contra su abdomen desnudo. Me guiña un ojo.
—¡Ayúdalo! ¡Por Dios!— dice la mujer desesperada. La preocupación es reemplazada por ganas de reír.
"Ven"
Y sin querer mis ojos bajan lentamente. Esta sudando y no esta nada herido, bueno, ya no. Solo trae un pantalón de mezclilla azul marino y se alcanza a ver el inicio de sus bóxer negros. Está descalzo.
"No"
"Que vengas"
—tranquila, Yulia. Ya no tarda Jake, él lo atenderá.—la tranquiliza Jean —ve a tomarte un té. Yo me encargo.
—pero...
—ve, anda— le da un leve empujoncito para que camine a las escaleras.
La señora baja mirándolo y mirado la puerta de la habitación con preocupación.
—ese pibe se mete en cada problema— dice a mitad de escaleras.
—¿Vendrá Jake?— pregunto emocionada. —tiene mucho que no lo veo.
—si...a "curar" a Alexander— hace comillas con los dedos.
—¿Qué sucede?— la Diosa sale de la habitación de enfrente. Viste un camisón largo color blanco y carga entre los brazos un bulto envuelto entre mantas rosas de terciopelo. Luce delgada y demacrada, con cansancio en los ojos y apenas se puede mover.
—vuelve a la cama— le dice Jean.
Pero ella me mira y luego observa a Alexander en la cama.
—¿Qué te pasó?— le pregunta a Alexander y esta a punto de contestar cuando el bultito comienza a llorar y entonces ella lo arrulla. —calma nena, tranquila.— le habla a la bebé.
—ve a recostarte, estoy bien— murmura Alexander.
—Cómo que estas bien si estas sangrando, ¿Eh?— responde molesta.
Vaya momento incomodo.
—vuelve a la puta cama, estos idiotas me cuidaran— dice enojado.
Jean esta a punto de regresarle el insulto pero la Diosa arremete contra el.
—¿Idiotas?, ¿Llamas idiotas a los que te han estado ayudando?, Si no fuera por ellos estarías en muy serios problemas.
La bebé sigue llorando.
—¡cierra la boca! ¡Y calla a esa cosa!— se toma del puente de la nariz. —¡Mejor ellos me ayudan que tú!
—¿¡Como mierda te voy a ayudar si no puedo ni moverme, imbécil!?
—¿¡A quien llamas imbécil!?
—¡Basta ya!— grita Jake llegando, detrás viene Killdrem todo vestido de negro arrastrando una maleta y al último llega Galia hablando por celular.
Todos se callan y entonces me mira. Me sonríe y corro a abrazarlo.
—Maldita sea, como te extrañe— le digo al oído.
—yo también te extrañe, me alegro que estés bien— responde.
—muy bien— dice Jean en tono pícaro y Jake lo mira mal.
—entremos, revisare a ambos— nos señala con los ojos atrás donde la ama de llaves se asoma con un té en la mano.
—si necesitan algo, solo llámenme. Preparare algo para que coman. —y la mujer vuelve a bajar.
—¡Gracias, linda!— vocifera Galia guardando el celular en su bolsa de cuero negro con el nombre de una marca que no distingo por el abrigo inmenso que lleva y tapa este.
—te ayudo— tomo del brazo a la Diosa y le ayudo a caminar.
—gracias— me regala una sonrisa.
Entramos a la habitación, todos rodean la cama donde está Alexander. La bebé no para de llorar y la Diosa solo la mira con cansancio.
—no entiendo que necesita, ya le di de comer
—¿Leche materna?—le pregunto destapando a la pequeña. Y me encuentro con su carita llorosa. Sus ojitos grisáceos están llenos de lagrimas y su boquita hace un pucherito que me enternece.
—ya, ya le di— Se talla los ojos con sus manitas gorditas y se queda mirándome. —¿Quieres cargarla?— no me deja contestar, me la pasa y la cargo sin saber como, solo imitando como la abrazaba.
—hola bebé— sigue observándome sin hacer nada más.
—se llama Milenka— se acerca Galia a verla.
—Alexa, se llama Alexa— ruge Alexander agitando una mano y tocándose la cabeza.
—bueno, hola Alexa Milenka— se ríe Galia, la toma de una manita y la bebé le agarra el dedo. Morimos de ternura.
—¿Te duele la cabeza?— le pregunta Jake y se le acerca a Alexander. Le toca la frente y niega. —tienes fiebre.
—no me digas— responde sarcástico.
—te ves guapa cargando a mi sobrina— siento a Jean pegándose a mi cuerpo, restriega su dureza en mi trasero. —¿Por que no me das un hijo? —echa mi cabello a un lado y suspira en mi oído.
—estas loco—jadeo sorprendida, volteo a verlo. —yo no quiero hijos.
—eso lo veremos— sonríe malicioso y le lanza una mirada cómplice a Killdrem quien le regresa la sonrisa y ambos me miran.
—ni de broma— niego volviendo a mirar a la bebé.
—anda, te haremos uno muy guapo, así como yo. —añade Killdrem.
¿¡Te haremos!? ¡Maldito imbécil!
Ruedo los ojos.
—¿No te gustan los bebes, Tayna?— me pregunta la Diosa y yo niego despacio.
—¿Como es que te dispararon? ¿Estabas distraído o que?— Jake le acomoda la almohada a Alexander.
—estoy estresado, hambriento y me estoy volviendo loco con tanto chillido— voltea a ver a la bebé.
—¿Cuando fue la última vez que comiste?
—desde que empezó el embarazo de la Diosa.
Él y la Diosa cruzan miradas.
—es demasiado tiempo. ¿Como pasaste tanto tiempo sin probar alimento?— se cruza de brazos.
—solo de bolsa
La niña se revuelve en las cobijas. Manotea y toma un mechón de mi cabello. Ay no. Lucho por quitárselo de la manita. No quiero que me jale.
—deberías buscar otra alternativa
—si...otra alternativa— siento sus ojos clavados en mi pero no quiero voltear. Me engatusara. —si alguien que tiene mi sangre me diera un poco podría volver a levantarme— habla dándome indirectas. —mis hermanos no quieren y no puedo alimentarme de mi hija...me pregunto quien podrá ser...
Y lo dice así como si nada y enfrente de todos. Es un sin vergüenza. Ahora menos le daré de comer.
—me moriré poco a poco, ya veo el fin.—continua. Sé que está calmado porque estan todos que sino ya se me hubiera lanzado como bestia.
—Tenemos a este y al dramático. —ríe Killdrem
—Tayna...—me llama la Diosa. —¿Podrías...?— lo señala con la cabeza. —confío en ti.
La miro, lo miro, el sonríe triunfante y yo frunzo el ceño.
—solo si tu quieres— Jean llama mi atención.
—no la presionen, si no quiere es no. Mejor busca como alimentarte —le reclama Jake, mi salvador.
—hay que dejarlo descansar— nos dice a todos. —te traeré para que te des un baño de agua fría.
—yo le puedo arrojar una cubeta de agua helada— dice Killdrem y ríe malvado.
—ni se te ocurra pedazo de...—Alexander los amenaza con la mirada.
—¿O lo metemos en una tina con hielos?—Jean le sigue el juego a Killdrem. Ambos se ríen a carcajadas.
—fuera de aquí —gruñe Alexander
Doy la vuelta para salir. Galia ayuda a la Diosa a ir a la habitación de donde salió. La bebé observa todo y vuelve a llorar. La arrullo.
—oh, por favor. Solo un hijo, anda— Jean me pica los costados mientras camina detrás de mi.
—que no. Y cállate que la asustas.— le entrego su hija a la Diosa y ella la acurruca en su abdomen cuando se acuesta en la cama.
Galia las arropa con las cobijas y ahora todos nos vemos en la necesidad de salir a dar la vuelta para que la Diosa le pueda dar de comer a su nena con tranquilidad.
Vamos el jardín. Hay pasto verde, algunos arboles pequeños donde cuelgan algunas hamacas y sillas de sol al rededor de una piscina con agua muy cristalina.
—a la mierda, me daré un chapuzón. — anuncia Killdrem lanzándose al agua con todo y ropa.
—¡La ropa!— le grita Galia llegando a la orilla. —¡Coño, que si se despinta, pintaras el agua!— le reclama molesta.
—no se despinta— farfulla Killdrem saliendo del agua. Y toma los pies de Jake que va pasando a las sillas para jalarlo dentro y ambos se hunden unos segundos.
Cuando vuelven arriba me quedo pasmada al ver como Jake lleva un tipo de maquillaje encima que con el agua se va cayendo y deja a la vista algunos tatuajes como los de Alexander en los brazos, cuello y torso. El tiempo deja de correr cuando lo veo estrujarse la cara para quitarse el agua que le escurre. Lo admito, se ve genial, es más, se ve extremadamente caliente. Es una parte de Jake que no conocía y eso que lo vi desnudo una vez.
Me mira, subo y bajo una ceja con picardía, él se ríe negando.
—voy por mi bikini— Galia entra.
—ahorita vuelvo, voy al tocador — Jean asiente y camino dentro. Más vale que aleje mis pecaminosos ojos de los hermanos. Están buenos pero son peligrosos.
Y hablando de peligrosos...
—dame tu puta sangre, ahora— Alexander me jala a la cocina y me acorrala contra el refrigerador poniendo sus dos manos a los lados de mi cabeza.
Y para mi mala suerte no hay nadie cerca.
Ay madre mia, esto no va a terminar bien.
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