—creo que te equivocas— balbuceo rápido y paso de el pero sujeta mi brazo y me lanza una mirada llena de odio.
—que graciosa— entre cierra los ojos. Se lame los labios y me recorre con la mirada. Una sonrisa perversa le cruza el rostro. Algo trama. —acompáñame —me jala para que camine con él. Me niego. —no querrás hacer un escándalo.
—Tengo que irme— volteo hacia Jean "Cali", pero no está. Busco su figura y no la encuentro por ningún lado.
—solo quiero que hablemos, será un minuto— dice más cordial. Acepto y camino detrás de él. Aun desconfiada y en alerta pero curiosa por saber que dirá.
Rodeamos las cabinas y se extiende un largo pasillo oscuro apenas iluminado de luces neón situadas en el techo.
—Alexander— ambos volteamos a ver cómo viene hacia nosotros Cali con gesto preocupado y nervioso.
—será solo un momento— le dice Alexander alzándose de hombros.
Entonces Cali clava sus ojos en mí y yo no puedo evitar una gran sonrisa.
"¿Te transformas así para dejarte follar por hombres y después robarles?"— le hablo mentalmente a Cali.
"Estas demente"— me responde frunciendo el ceño. "Estas en problemas, Alexander te ha descubierto aquí en su noche de club"
"¿Que diría Alexander si se entera que estamos juntos tu y yo?" —le pregunto con burla, provocándola.
—creo que nada bueno— susurra Alexander borrándome la sonrisa al instante. Levanta la mano y me lanza por los aires directo al fondo del pasillo. Rompo una puerta blanca y caigo al piso.
—¡Tayna! — grita Cali. La veo intentar venir y Alexander también la lanza al aire pero la manda al otro extremo sacándola del pasillo.
—¿Qué es lo que quieres putita? —se sube arriba de mí y aprieta mi cuello con su tosca mano. —¿Eh? — aprieta y aprieta con fuerza. Pataleo y manoteo, pero se sube sobre mis piernas y sujeta mi otra mano. Lucho por respirar y a la vez por salir de sus garras. Y a pesar de que tengo fuerza de hombre en este momento, no logro moverlo. Empiezo a ver luces parpadeando frente a mí, mis pulmones arden.
—mu...—clava sus uñas en mi cuello y me alza la cabeza para azotármela contra el piso— es...— vuelve a levantarme— tra...— me azota— te...—me levanta — tal...— y me azota— ¡cómo eres! —
Las luces se hacen más fuertes además de un fuerte dolor de cabeza.
Solo veo sus ojos dejar de ser grises para tornarse oscuros, tan oscuros que temo por mi no vida —quiero terminar contigo, con tu figura original— gruñe furioso, pero yo no tengo ni fuerzas para pensar.
Me suelta desesperado y me siento inhalando con urgencia. Sobándome el cuello con dolor. Toco mi cabeza y mi dedo está manchado de sangre.
—me enferma, de verdad me enferma tu olor, tu cuerpo e incluso tu maldito nombre— camina de un lado al otro como loco con la mirada perdida.
—No te molestaba cuando te aprovechabas de mi— suelto sin pensar. Lo que provoca que me mire y me entre pánico cuando veo su bota impactar contra mi rostro.
Aprovecha mi aturdimiento y me tumba en una camilla de madera improvisada. Me toma de la barbilla y me hace elevar la cabeza. Puedo observar una pared transparente frente a mí con unos cinco o seis hombres con máscaras y cabezas de plástico de animales diabólicos, están sentados sobre imitaciones de tronos altos. Llevan en sus gruesas manos una cadera de donde al otro extremo esta sujetado un collar al cuello de chicas disfrazadas con látex y ligeros, arrodilladas a sus pies, sentadas sobre sus tobillos, con la cabeza viendo al piso, en poses sumisas. La habitación donde están ellos esta demasiado oscura, tan solo da una tenue luz amarilla y roja hacia ellos lo que los hace ver imponentes.
Un escalofrió me recorre y me altero cuando mi cuerpo se debilita y pierde fuerza, no puedo moverme.
—¡Alexander! — me revuelvo
—te presento a mis creaciones más bizarras. Les gusta de todo, pero más...—se acerca a mi oído—...los cambia formas. —y se ríe. Abre una puerta pequeña, lo justo para que entre la mitad de mi cuerpo— y van a disfrutar de ti.
¿Que?
—¡No, no, no! — lucho con mi cuerpo para que se mueva. —¡Alexander!
Se aleja riéndose.
—¿Sabes?, —se acerca a mí de nuevo con pose chulesca — he visto que a los hombres les duele cuando es su primera vez por...detrás— hace un obsceno gesto con las manos y yo me estremezco. Abro los ojos enormes y creo que palidezco.
—¡Bájame de aquí! — grito presa del miedo. Lo único que puedo mover es la boca por lo que me centro en buscar algo en su contra, algo que le hiera por lo menos el ego.
Tiran de mi cuerpo y descubro que me han bajado el pantalón. Los hombres se han acercado a mí y están listos para arrancarme lo que queda de ropa.
Mi cerebro trabaja a mil buscando información que me pueda salvar.
—Bájame ahora o todos se enterarán que tu primera convertida te traicionó y diré como y que tu padre prefirió convertirte en humano para salvar su infierno que a su propio hijo.
—mientes— dice entre dientes.
—¿Seguro?
—no soy humano—canturrea victorioso
—oh cierto, porque tu demonio se sacrificó por ti y ahora sientes remordimiento, ¿Qué dirá tu padre si sabe que ahora sientes? ¿Qué ya no eres tan inmune a los sentimientos?
Se cruza de brazos y desvía la mirada. Mis piernas empiezan a sentir. Desaparece poco a poco la sensación de pesadez. Pero ahora siento perfectamente como el frio me eriza la piel. Me han desnudado y eso me altera aún más.
—¿Qué pasaría si alguien le entregara tu hija a Lucifer? — me observa fijamente apretando la mandíbula.
—ni se te ocurra
—¿Ya vez como si sientes?, ¿Qué es eso, Alexander?, ¿Qué sentimiento es?
Se mueve el labio.
—¿Qué les pasa a los demonios que desarrollan sentimientos?
Alza el puño dispuesto a golpearme, pero se queda quieto.
Unos tacones corren de prisa hacia nosotros. Y Cali llega a la entrada. Observa la escena.
—Alexander— lo llama y poco a poco toma su figura humana. Vuelvo a ver al Jean que conocí. Al protector e imponente Jean con su habitual traje, esta vez rojo.
Alexander se queda pensativo y con una seriedad inquietante. Les lanza una mirada a los enmascarados y estos se alejan de mí.
—vete— murmura.
Recupero mi fuerza de golpe lo que me obliga a levantarme y salir corriendo. Jean viene detrás de mí, quitándose el saco y lanzándomelo. Tomo mi forma femenina y me lo pongo. Me cubre lo justo. Atravesamos todo el lugar hasta la salida y una vez afuera recuerdo que tengo que respirar. Tomo bocanadas de aire mientras busco como irme a casa.
—¡a la izquierda! — grita Jean.
Jadeando doblo a la esquina y encuentro su auto. Saca rápido un pequeño control junto con las llaves y le quita la alarma. Lo abrimos de prisa y entramos respirando agitados. Nos lanzamos una mirada "¿Estas bien?" Y procede a encender el auto para pisar el acelerador al fondo y salir a toda velocidad.
Pasan los minutos y sigue conduciendo sin estar realmente concentrado, van tres semáforos que se salta y dos que regresa por la misma calle.
—¿A dónde vamos? — bajo un poco la ventana, buscando aire.
—no se— suspira.
—necesitamos tranquilizarnos, ¿Crees que nos siga?
—no me preocupa Alexander, me preocupa al tipo que no me dejaste matar.
Segundos vez que abro los ojos sorprendida.
—¿Qué?, ¿Estás hablando enserio?
—Tayna, era un capo. Y si no me sigue a mí, seguirá a Alexander. Y estoy seguro que ninguno se rendirá en terminar con el otro. No sé qué es peor. Ver a mi hermano reencarnar en otra persona o verlo ir a la corte otra vez.
Estoy que no me lo creo.
—la no ira a la corte, tienen policías ustedes, ¿No?
—no hablo de la corte humana.
—¿Es que ustedes tienen reglas?
—ningún rey por muy alto que este en la jerarquía debe mostrarse en forma original a ningún humano y adivina que ha hecho Alexander.
—bueno, pero es su problema, ¿No?, El solito se lo ha buscado.
—fue culpa mía y lo peor es que los castigos de la corte fueron tomados del infierno mismo.
Me quedo en silencio, procesando todo.
¿Qué hago ahora?
Suspiro.
—¿En qué ayudo?
...
ASMODEUS
—¿Cuánto tiempo más hay que esperar? — veo como Alexander, cruzado de brazos, camina de un lado a otro. Como león enjaulado. —me estoy desesperando— se estruja la cara.
—ya casi— le hablo desde la pared donde estoy recargado, cruzado de brazos, con un pie pegado en ella.
—a como sea una de tus bromas, te cortaré los huevos— saca una cajetilla roja medio vacía de cigarros y toma uno, la vuelve a guardar y lo enciende con una llama que sale de sus dedos.
—no lo es— ruedo los ojos.
Continúa andando de un lado a otro por todo el callejón. Hace rato ha salido una rata de entre los botes de basura del restaurante que está al lado y él la ha pisado haciendole estallar la cabeza. Y ahora le pasa por encima como si nada. Yo creo que los restos de la rata aun continúan en la suela de su zapato.
—me estoy aburriendo— canturrea.
Suspiro frustrado. Y miro al cielo, las estrellas y la luna llena iluminan la noche. Se ve preciosa la noche así. Si tuviera una buena cámara quizás le tomaría foto. Quizás con Tayna de fondo, si es que llega a venir. Desnuda, me gustaría mas, hasta enmarcaría esa foto y la pondría en el techo, arriba de mi cama. Para despertarme y verla, de paso pajearme.
Hmm, ya se me antoja Tayna desnuda.
De pronto el rechinido de llantas sobre el pavimento me pone en alerta. Dos camionetas blancas frenan en la entrada del callejón. Observo a todos lados y compruebo que no hay nadie alrededor. Los hombres de Tayna sí que saben hacer su trabajo. Solo alcanzo a ver uno a lo lejos, adentro de una fachada con un rifle apuntando al tipo de piel oscura, vestido de blanco que viene hacia nosotros. Es calvo y lleva unos lentes negros sobre sus ojos, pero sé que son color miel. Collares y crucifijos cuelgan de su cuello al igual que lleva en los todos los dedos anillos con imitaciones de sellos y protecciones sin tener realmente efecto.
A sus espaldas bajan más de cinco hombres armados con caras de malditos.
—o son estúpidos o muy confiados, ¿Cómo se les ocurre venir solos? — se ríe el calvo. Junta las manos en posición de plegaria y nos da un leve saludo como le hacen al abuelo, me crispa los nervios y a Alexander casi le saltan chispas.
Alexander me lanza una mirada.
"¿Que mierda es esto, cabrón?"
"Espera"
—eso crees tú— y una sonrisa se dibuja en mi cara.
Me llega el aroma de la sangre. Se acerca de prisa. Escucho gritos ahogados y una serie de golpes sobre los techos al rededor.
Mi sonrisa se extiende.
Un fuerte golpe nos hace voltear atrás donde vemos a Tayna de cuclillas sobre la tapa de un contenedor de basura. Nos dedica una mirada cómplice y se levanta poco a poco con majestuosidad y eleva las comisuras de los labios dejándonos ver como su boca se encuentra llena de sangre.
—¿Se te perdió esto? — alza la mano y muestra la cabeza humana de una mujer recién cortada con sangre aun escurriendo y pequeños trozos de carne colgando, los ojos permanecen abiertos y llenos de terror, el mismo que demuestra su cara. La esposa del calvo.
Me rio entre dientes y la observo orgulloso.
"Esa es mi chica"
—¡Oh por Dios! — grita asustado el hombre y retrocede a la vez que Tayna baja y se acerca quedándose de pie en medio de Alexander y mía.
Alexander está que no se la cree. Se le ha quedado mirando con cara de "que rayos está pasando".
El hombre de piel oscura, el causante de que mi hermano casi pierda la cabeza al ver a la Diosa casi muerta y que casi lo encarcelaran en una celda de castigo infernal, se lleva las manos al pecho y aprieta con fuerza los collares que lleva.
—eso no te salvara, ni siquiera están activados, genio— le dice risueña Tayna.
—¡Mátenlos! — les ordena a los hombres que lo acompañan y estos nos apuntan, pero enseguida tienen un par de armas pegadas a la cabeza dirigidas por los demonios de Tayna.
El lugar se llena de los hombres de Alexander, los demonios de Tayna, y mis guardaespaldas nos rodean. La fría noche se llena de emoción cuando se arma una ráfaga de disparos. Todos atacando a los humanos que acompañan a nuestro contrincante. Tayna le lanza la cabeza antes de que corramos detrás de los contenedores para ver la escena con tranquilidad, pero Alexander se queda y saca su arma de la cinturilla del pantalón y comienza a dispararle. Todo nuestro equipo trae chalecos antibalas que los protege de armas echas por ángeles ¡pero el idiota de Alexander no trae ni eso!
—¡Alexander, ven acá! — le grito.
—¡Déjalo! — dice Tayna a mi lado. Puedo ver en sus pupilas la adrenalina hablando por ella. —deja que se divierta
No me preocupa mucho. Sabe cuidarse en estos casos, pero el hecho de verlo recibir uno que otro disparo en el pecho me altera, de solo pensar que puede ser mortal. Tayna dirige sus dedos hacia él y un imperceptible halo rojizo sale de ellos para recorrer hasta Alexander y rodearlo, protegiéndolo. Tanto los ojos de Tayna como los de Alexander se vuelven rojos brillantes y entonces el voltea a darle una sonrisa cómplice a Tayna.
Un alivio me recorre. Tendré que acostumbrarme a sus mágicos trucos.
Vemos en primera fila como se debaten entre disparos. Poco a poco los humanos caen y entonces se calma el ambiente.
En un abrir y cerrar de ojos pierdo a Alexander de vista y de pronto lo tenemos detrás.
—eso estuvo genial— le habla cerca del rostro a Tayna. Y ella deja de envolverlo con el halo y se alza de hombros.
—Lo sé.
—me has salvado de esta
—lo se
Y se unen en un beso que enseguida me pone cachondo. Le mete la lengua al fondo y ella le responde dejándolo y abriéndole las piernas para que se meta ente ellas y se acerque más. Él le rodea la cintura con una mano y con la otra la jala hacia el para dejarse caer al piso. Ella se pone a ahorcadillas sobre él. Se separan y él le abre abruptamente la blusa de botones haciéndolos saltar por todos lados a igual que saltan sus pechos listos y dispuestos, desnudos y con los pezones erectos. Me acerco a ellos y se los succiono. Me responde enredando los dedos en mi cabello y echa la cabeza atrás.
—Jean...— jadea
—misión cumplida— le susurro.
—follatela por detrás— me pide Alexander.
—perdemos la cabeza esta noche— murmuro pasándome detrás de ella.
—lo que ordenes Daddy
...
TAYNA
Pequeños flashazos pasan por mi mente. Yo con una cadena al cuello, yo de rodillas frente a los tres demonios, porque ya en el pecado se nos unió Killdrem que ya satisfacía a una mujer en medio del pasillo frente a varias personas semi desnudas.
Yo lamiéndolos y luego ellos turnándose para lamerme. Jean gruñéndoles cada que me nalgueaban o me abofeteaban. Se comportó como un fiel cachorro protector. Y yo como una perra salida.
Yo creo que fue por la adrenalina del momento y el hecho de que ya tenía hambre.
Madre mía. Me deje azotar e incluso acepte disfrazarme de conejita.
Y es precisamente con este disfraz que he despertado en la cama con los tres demonios, duermen plácidamente con la sabana negra cubriéndoles hasta mitad del torso. Ellos están completamente desnudos, siento sus piernas pegadas a mí.
Me siento en la cama y bostezo sintiéndome plena. Una sensación de paz y alegría me llena.
—Hey, dormilón— muevo despacio a Jean que está a mi derecha. Mientras Killdrem que está a mi izquierda se revuelve y jala la sabana destapando a Jean quien abre los ojos de inmediato y le reclama.
—Oye imbécil, me has destapado las pelotas —le da un golpe en el brazo y yo me echo atrás por si el otro responde agresivo.
—Como si no te hubiera visto— simplemente balbucea volviendo a roncar.
—me tengo que ir— me quito la diadema que tiene las orejas de coneja y la dejo sobre mis piernas para peinarme con los dedos.
—vuelve a dormir— Jean jala la sabana y se la echa encima.
—me tengo que ir— lo destapo para levantarme. La cama se mueve haciendo gruñir a los demonios. Pero ninguno se mueve.
Salto fuera y cuando el frio del piso toca mis pies dejo salir un pequeño exclamó de sorpresa. Camino descalza hasta el cuarto de baño y abro la ducha caliente. Me desnudo y me pongo bajo el chorro de agua, entonces alguien rodea mi cintura y me azota de espaldas contra la fría pared. El cuarto se llena de vapor y aire caliente, soportable pero extraño. Y cuando baja un poco el vapor me encuentro al demonio de ojos feroces con una seriedad escalofriante.
Nos quedamos viendo fijamente. Solo veo un par de rocas grises sin brillo ni matices intentar adentrarse en mi cabeza en busca de respuestas. Baja la vista a mis labios, pero su rostro sigue neutro.
—no te voy a perdonar— murmura pegándose a mí.
—no te estoy pidiendo que lo hagas. —respondo monótona. No puedo pensar más que en que está desnudo y duro. —tu intentaste matarme y hacer que casi me violaran así que lleve a la quiebra la empresa familiar y me quede con el club que más dinero les dejaba, yo creo que ya estamos a mano.
Sus ojos se llenan de ira y aprieta la mandíbula. Enrolla su mano a mi cuello y tira de mi cabello hacia el.
—escúchame bien— se acerca a mi rostro— sino quieres regresar al infierno, es mejor que te dejes de estupideces— me revuelvo incomoda y adolorida. No me estruja el cuello, pero si me mantiene quieta. Y me va subiendo poco a poco hasta que siento que mis pies dejan de tocar el suelo. Por instinto envuelvo mi pierna en su cadera.
Grave error.
Algo dentro de mí se activa cuando su miembro roza mi feminidad. Traga saliva y sus ojos se tornan poco a poco azul turquesa.
Tiene hambre y yo tengo la cabeza llena de escenas obscenas de ambos.
—ya estoy en el—estoy a su altura y un agradable olor me llega a la nariz. Su cuello está cerca mío, su sangre...me seduce, así como su dueño. Puede estar insultándome en este momento y yo estaría embobada sintiendo lo duro que esta, lo cerca que esta...lo delicioso que la podemos pasar.
—aquí no te estas quemando
—estoy que ardo
—tus ojos...—susurra.
Sé que también se me han puesto azules. También se ponen así cuando me da hambre.
—Alexander— más que reclamo salió como quejido suave y su pecho sube y baja en un suspiro.
Se adentra al agua y el chorro de agua baja por su cara mojando sus labios y haciéndolo más deseable. Estoy a punto de besarlo, pero en un rápido movimiento clava sus dientes en mi cuello. No toma más de tres tragos cuando retrocede soltándome y caigo al piso de sentón.
Maldito.
—cuando quieras morder a alguien, la otra persona debe de estar de acuerdo, no seas mal educado. O acaso, ¿Querías borrarme algún recuerdo?, ¿De nuevo, Alexander?
Tose escupiendo mi sangre al piso. El agua se la lleva enseguida. Se agarra del cuello y una ligera luz dorada lo cubre, intenta sanarse, pero ¿Cómo le digo que eso no le servirá?
Cierro la llave de la ducha con tranquilidad. Lo observo con una sonrisita traviesa asfixiarse.
—yo tampoco te he perdonado, soy igual de rencorosa que tu así que...—suspiro— ...no sé a dónde vamos a llegar con esto.
—hija de puta— balbucea inhalando aire con urgencia.
—hay muchos recuerdos que aún me faltan, hay cosas que no encajan, hay comportamientos que dudo haber hecho por cuenta propia por ejemplo haber aceptado acostarme con ustedes
—eso fue Asmodeus— suelta con dificultad.
—lo sé, pero él ya la pago y bastante caro, por cierto— me rio cubriéndome la boca con burla— ¿Qué tal es la corte? Él te lo podría ir adelantando porque caerás igual que él lo hizo.
—tú lo mandaste a la corte— afirma sorprendido. Cae de rodillas tosiendo como anciano enfermo. Me arrodillo frente a él y levanta la mirada. Una oscura y vacía mirada perdida. La sangre le ha manchado los labios. Se ve tan guapo así.
—estás loca— me escupe a la cara. Y me limpio con serenidad.
—lo loco le obtuve de Killdrem, lo peligrosa de ti y lo sexy de Asmodeus. —me alzo de hombros
A lo lejos escucho a Killdrem también toser con dificultad de respirar. Ya salió el otro que recién me mordió. Ya decía yo que con el tardaría mas. Es un poco más difícil de atacar.
Jean viene corriendo, parece a punto de decir algo cuando se queda viendo la escena.
Entiende todo y clava sus ojos en mí.
Le sonrió con malicia. Paso mi lengua por mis labios con gesto provocativo.
Alexander termina de vomitar mi sangre y entonces recupera el aire. Una sonrisa lobuna se forma en su rostro. Esa sonrisa no representa nada bueno. Parase como la que das cuando haces alguna travesura.
No me da tiempo de reaccionar. Me jala del brazo y me coloca en su hombro como saco de papas.
—¡Alexander, bájame! — pataleo y golpeo su espalda. Alcanzo a tomar mi bata de baño antes de entrar en un portal de fuego. No quiero estar desnuda frente a quien sabe con quien me llevara esta vez.
Aparecemos en una habitación vacía apenas alumbrada por la luz de la luna. Me baja abruptamente y rápido me pongo la bata.
—¿Para qué me trajiste...? — me quedo de piedra cuando cruzo miradas con Lui y Leo tirados y encadenados al piso.
Ambos lucen golpeados y demacrados. Como si hubieran estado aquí por meses. Abrahel sale de entre las sombras y se para detrás de ellos con gesto de burla y grandeza, hace clic la idea de que fue ella quien los trajo aquí.
—si quieres deshacerte de nosotros solo tienes que acabar con ellos— me extiende cuchillo de piedra obsidiana— retrocedo. Volteo a verlo como si se hubiera vuelto loco. El ya se encuentra vestido, de negro como siempre. — solo te recuerdo que él —señala a Leo— te engañaba con Jazmín, incluso hicieron planes de casarse ya lo recordarás.
—mientes— musito, Leo desvía la mirada.
—fue uno de los recuerdos que te borre. —se pone delante de mí. —pero te lo regreso. Ahora sabrás todo lo que paso...
Unas luces parpadean en mis ojos y flashazos de recuerdos pasan por mis cabeza.
La rubia que vi detrás de Leo la vez que lo fui a visitar para hablar con él era Greta y en el dedo si traía un anillo de compromiso.
Jean me saco de ahí. Lo recuerdo conduciendo conmigo de copiloto llorando como magdalena.
Jean me pidió que lo superara y así fue que lo olvide tan de rápido.
Jean me mordía y se alimentaba de mi cada que me visitaba y Alexander me borraba los recuerdos porque Jean estaba tan ocupado drogándose con mi cuerpo que no le importaba si me acordaba o no.
Jean me visitaba en Hollywood por las noches para alimentarse de mí y una vez me quiso matar, casi lo logra si no hubieran llegado Alexander y la Diosa para alejarlo de mí y hacerme olvidar.
Y así una larga lista más de y más recuerdos dolorosos que culminan en un intento de violación por parte del socio de Víctor en la primera premier en Hollywood, en donde Alexander me salva y lo mata junto con Víctor por no defenderme estando el ahí. Antonio se llamaba y recuerdo hasta su asquerosa sonrisa.
Un par de lágrimas se deslizan de mis ojos los recuerdos llegan a mi memoria como si de una amarga película se tratara.
No soporto más. Caigo al piso de rodillas llorando y temblando histéricamente.
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