Capitulo 14. Cambio
—¿Como es que Víctor murió?— deja de masticar su pan y clava los ojos en mi. Me siento en frente de el y dejo mi celular sobre la mesa.
—pues...— se recarga en el respaldo de la silla y posa los brazos sobre los respaldos de las sillas a los costados. —...eso, murió. En un accidente automovilístico. —alza el mentón.
Lo acribillo con la mirada.
—dime que no tuviste nada que ver
—tenia mis motivos— vuelve a inclinarse para morder el pan y dirigirme una sonrisa. —me quitó algo que era mío.
Pero yo me quedo seria. Es increíble que lo confiese así como así. Madre mía. Era mi representante, bueno, el de Tayna. Un gran director también. Y cuando pregunto por el por mera curiosidad me encuentro que falleció hace meses.
—tu has hecho cosas peores— imita mi seriedad.
—yo tenia motivos
—¿nos vamos a poner a hablar de quien mato a quien y por que?— suelta el pan y empuja su plato a un lado. —porque si es así, yo creo que...
—¿Que?, ¿También eso te molesta? —replico enfadada. Pone los brazos sobre la mesa y los cruza para poner su barbilla en ellos.
—no debería, pero si.
—¿Es enserio, Jean?
—si no te hubiera mandado a Hollywood, si no te hubiera alejado de mi...
Niego con la cabeza. Suspiro.
—¿Vas a comer?
Lo vuelvo a acribillar con la mirada.
—no tengo hambre. —entrecierra los ojos. Se pasa la lengua entre los labios. Algo esta tramando.
—y si dejamos de pelear por estupideces y vamos arriba. —señala con el dedo hacia arriba y pone una amplia sonrisa de niño bueno.
—No puedo, yo ya me voy al trabajo y deberías hacer lo mismo. —meto el celular a mi bolsa y que esta también sobre la mesa y me levanto colgándomela al hombro.
—Vamos, mandare a alguien que te lleve.
—que no quiero, Jean.
Su sonrisa se va bajando lentamente.
—¿Por que estas molesta?, ¿Es por Víctor?, ¿Que tenias con el? —en un abrir y cerrar de ojos lo tengo parado justo al lado, mirándome con coraje. Me giro hacia el.
Bufo y ruedo los ojos.
—No es solo Víctor, también Leo y Lui desaparecieron de la noche a la mañana, ¿Y todavía lo preguntas?, Que tan mal estas de la cabeza, ¿Eh?
Se cruza de brazos.
—no estoy loco. Tenia que hacerlo.
—no me digas— igual me cruzo de brazos. Frunzo el ceño.
—escucha...— me toma de las mejillas y acerca su cara a la mía. —...perdí el control, ¿Esta bien?, me afectaste demasiado y...espera— vuelve a entrecerrar los ojos. Se queda observándome fijamente. —¿Como sabes?, ¿Quien te dijo?
—tengo mis contactos—Yo simplemente sonrío orgullosa.
—¿Y porque no has preguntado por las arpías?
Mi sonrisa se amplia.
—ya las tengo, ya que tu no me las trajiste...las he buscado yo.
—¿Que?— retrocede confundido— pero si tengo a una de ellas y no he recibido ningún aviso de que no está.
—¿Estas seguro? —busca su celular en su bolsillo, no lo encuentra y se busca en los bolsillos del saco. Busco en mi bolsa y le extiendo su celular. Me mira incrédulo. Lo toma con desconfianza.
—¿Como has hecho eso?, ¿Donde las tienes?.
—me las traerán dentro de unas horas. —le señalo el reloj en mi muñeca. —me tengo que ir. —doy la vuelta pero toma mi brazo y me da vuelta, me aprisiona entre sus brazos.
—¿Como mierda haz hecho eso? —susurra cerca de mis labios.
—¿Asustado, Asmodeus?— sonríe y se lame los labios.
—Excitado, Tayna. —me besa. —vamos arriba— inquiere en voz baja y ronca causándome deliciosos escalofríos y que hace que se me erize la piel.
—no...—baja las manos por mi espalda y mientras con una mano me rodea la cintura con la otra me estruja una nalga.
—vamos...
—hmm..—alza mi vestido y me empuja despacio sobre la mesa hasta recostarme. —Jean...enserio, me tengo que ir.
—¿Por que tanta prisa?, ¿A quien veras?, ¿Que harás?— se separa de mi. Y nos ponemos de pie.
Me limpio los labios con el dedo índice mirándolo divertida.
—iré a ver al otro.
Su mandíbula casi se desencaja y cae al suelo.
—tendré que regresar como Jason y darte una buena cogida para que entiendas que tengo que ser el único.
Me muerdo el labio y me aferro a la mesa. Que me hable en español y en ese tono me tienta realmente.
Me esta convenciendo.
—nos vemos luego— lo empujo levemente y paso por su lado. Me da una nalgada y me empuja contra la pared. Rodea mi cuello con su gruesa mano y pega su otra mano a la pared, a la altura de mi cabeza, me observa con los ojos rojizos. Siento que mojo mis bragas con su acción. Mal, me encuentro entre la espada y la pared. Entre su cuerpo y mis ansias.
Mi bolsa cae al piso, baja las tiras de mi vestido y arranca con hambre mi sostén. Siento que delirio cuando muerde y chupa mis pezones.
—Jean...—jadeo. Enredo los dedos en su cabello. Echo la cara al cielo. Siento como mi corazón lucha por despertarse y bombear agitado.
Rodeo su cadera con mis piernas. Suelta mi cuello para meter mano en mi vestido y hacerme a un lado las bragas. Escucho como batalla para bajarse la bragueta y de pronto se hunde en mi de una estocada.
—¡Jean!— grito sorprendida. El solo sonríe como niño malo. Embiste con salvajismo. Me besa y baja por mi cuello sin detenerse. Estoy que veo las malditas estrellas por su culpa.
Me estremezco cuando lame mi cuello, me tenso al pensar que me va a morder. Así que lo distraigo. Jalo su cabello para que voltee a verme.
—tu eres mía— gruñe. Bajo la cabeza para verlo mirarme fijamente con seriedad.
—¿Y tu, mío?— se lame los labios dejándome ver sus colmillos.
—todo tuyo...—me lanza una bonita y esplendorosa sonrisa y me tiene a sus pies. Podría olvidar todo si me lo pidiera ahora mismo. Pero es tan orgulloso que lo dudo. —quiero morderte
—ni en tus sueños se te ocurra. —abro su saco con fuerza y le arranco la camisa, los botones salen volando. Paseo mis manos por su marcado y sudoroso torso.
—¿Por que?—jadea sin dejar de moverse.
No digo mas. Simplemente me quedo gimiendo su nombre y exigiéndole más conforme aumentaba la velocidad, arañaba su torso y jalaba su cabello al igual que él me lo jalaba y me daba guantazos en el trasero. Hasta que llegue al bendito orgasmo y temblando como gelatina me bajó para darme la vuelta y volverse a clavar en mi.
De pronto se aferra a mi cadera y clava sus uñas en mis nalgas. Me presiona la mejilla contra la pared y me aferro a la mano que con la que hace eso. Me están entrando ganas de nuevo, me envuelve otra vez y vuelvo a recibirlo gustosa. Después de minutos vuelvo a sacudirme en otro orgasmo y el finalmente termina adentro mientras gime con fuerza.
Se separa y jadeando con la respiración agitada comienza a vestirse, yo me arreglo el cabello y me acomodo la ropa con las manos y piernas temblorosas.
—la semana que viene quiero que vayamos de vacaciones a chicago. —levanto mi bolsa y saco mi espejo y mi labial para retocarlo.
—no podre la semana que viene, estaré muy ocupado— dice rápidamente acomodándose los gemelos
—¿Por que?, ¿Que harás?— se niega a mirarme. Algo oculta.
—cosas del trabajo— me da un leve vistazo y camina a la puerta. —¿Nos vamos?
No indago en el tema. Ya lo averiguaré yo misma.
Voy con el y abre la puerta. Vamos a su carro y en todo el camino vamos sin decir palabra. Me deja en el estudio y no se más de él en tres días.
No solo no contesta los mensajes, las llamadas parece tomarlas para colgar al instante.
Y mientras veo a la bruja que conseguí en nueva Orleans preparar el brebaje que le pedí, pienso en que podría hacer para saber que hace sin necesidad de que me vea exactamente a mi. Estoy sobre el sillón de mi sala, cruzada de brazos y piernas, mordiéndome el labio con expresión pensativa.
—ya esta— se acerca a mi. Le lanzo una mirada a Devon y este lo recibe tomándolo con delicadeza y poniéndolo dentro de una bolsa de papel.
A mis lados están los demonios que eran guardaespaldas de los hermanos. Me pregunto aun porque no han querido recuperarlos. O...¿Sera que me espían a través de ellos?. Sacudo la cabeza. De todos modos, prefiero dejarlos en la camioneta y simplemente usarlos cuando voy a la bodega de Sinner.
La bruja se retira moviéndose con calma, es una mujer de avanzada edad que viste extravagante, con collares de piedras y cuarzos además de anillos de lujo y su cabello cano adornado con pinzas de llamativos colores. La elegí porque era la mas longeva que aseguraba ser muy sabia. Se que sus pronunciadas arrugas solo son despiste para hacerse pasar por una adorable anciana. Aunque yo he visto su inigualable poder y su bella apariencia debajo de esa mascara anciana.
Se retira a la cocina dejando un olor a incienso.
—quizás este no sea el momento pero...— interrumpo a Devon haciéndole seña con la mano que se calle.
Dejo caer mi cabeza atrás, sobre el respaldo de la silla y clavo mis ojos en los demonios. Mantienen su cabeza al frente y solo bajan la mirada para verme.
Sé que si me lo propongo recupero la amistad con la Diosa para sacarle toda la información pero antes debo pasar la estricta seguridad que Alexander le ha puesto.
—tu...—señalo a Ira—...encuentra a la Diosa y...no espera, hay demasiadas Diosas, necesito primero conocer su verdadero nombre para tener por donde y como llegar, después de saber su nombre quiero que busques en donde está. Y tú...—señalo a venganza— ...tu busca a Asmodeus.
Asienten y van a la puerta caminando al mismo paso, con pose retadora. Me recuerdan a Alexander. Y hablando de él. ¿Como burlare su seguridad? Si le ha puesto guardias a la Diosa por todo lados.
—Malena, ¿Hay algún hechizo para cambiar de apariencia? —el anillo solo mantiene mi apariencia de Eilenka pero me he cansado de ser pelirroja, ahora quiero ser pelinegra de ojo claro.
—podrías imitar la apariencia de cualquier persona pero a cambio te costara una porción de tu alma— viene hacia mi dando pequeños pasos.
—¿Y si o tengo alma?
Se pasa la mano por la barbilla con gesto pensante.
—eso lo explica todo, muchacha— se sienta en el sillón frente a mi.
—sé que puedo cambiar mi genero, aunque no se como pero eso de cambiar a la apariencia que quiera me resulta mucho mejor.
Se queda observándome unos segundos entre sorprendida y asustada.
—en ese caso podrías ofrecer tu cuerpo a cambio de piel de camaleón
—¿Ofrecerlo a quien?, Y no quiero piel de camaleón
—es metáfora, muchacha. Tu solo conoces a pocos demonios, pero hay muchísimos mas.
Una sonrisa se forma en mi rostro.
—conozco todos pero solo a través de paginas de libros, Ahora falta saber como cual estaría bien invocar...— la anciana traga saliva y se recarga en el respaldo aparentando seguridad. Lo que no sabe es que huelo su miedo y eso me esta llamando poderosamente la atención.
—solo ten cuidado, no todos son confiables.
—oh, créeme que lo se.
....
—están un poco golpeadas y con un litro de sangre menos, pero aun sirven— desvían la mirada, las tomo de la barbilla y las obligo a verlo.
El demonio de ojos escarlata las observa de abajo a arriba y sonríe.
—trato hecho. —nos muestra unos dientes puntiagudos y garras largas.
Las arpías gritan aterradas cuando el demonio les muestra los ojos completamente negros, tratan de zafar sus manos de la soga que las ata a la silla.
Sus gritos me excitan y no se por qué. No importa que griten, la bodega esta alejada del mundo, no las escucharán.
...
Entro a la mansión del pecado con las piernas temblando, aun siento el calorcito que me invadió al transformarme en esta persona. Ahora soy un hombre de unos treinta años, de metro ochenta, con el cabello pelinegro, tez bronceada, ojos verdes y ligera barba que rodea mis gruesos labios. Un pircing adorna mi nariz y ropa oscura mi cuerpo.
Fue más fácil de lo que pensé, tan solo imagine mi imagen y enseguida la obtuve. Cada vez me están gustando más los pactos, obtengo algo beneficioso a cambio.
El camino fue sencillo, las mujeres me escanean con la mirada llena de deseo. Y todavía me tomo el tiempo de guiñarles el ojo y sonreírles. Sus energía se transformaba en un sin fin de emociones, lo que me atrae infinitamente. Pero mi objetivo es otro.
Sé que Jean esta aquí.
Los guardias me dejan pasar cuando les extiendo una invitación falsa. Me adentro al pasillo rojizo y me recibe un ambiente de sadismo y lujuria.
Parejas fornicando por todos lados, vestidos de látex, cuero, algún disfraz o botarga. Algunos se meten tanto en el personaje del disfraz o botarga que hasta actuan como ellos, por ejemplo aquel hombre en calzoncillos que galopea en la esquina mientras es llevado del cuello con una cuerda por una mujer vestida como los que se dedican a montar caballos. O aquel hombre con botarga de tigre que anda en cuatro patas acechando a mujeres a paso felino.
Ando entre ellos, olfateando discretamente. Buscando el característico olor de Jean, ese perfume riquísimo que me deja anonadada me hice llegar al fondo.
Personas con alguna malformación o con miembros amputados son golpeados y azotados para después ser follados salvajemente. Mujeres dándole de comer a hombres o viceversa. Muchos masturbándose con objetos impensables
La piel se me eriza al ver todo eso, pero sigo adelante.
Llego a un par de puertas de mica donde solo se ven siluetas. Su olor se hace cada vez más fuerte ahí dentro.
Así que entro.
Una mega orgía se lleva a cabo del lado derecho mientras que en el izquierdo mujeres bailaban a hombres con mascara.
—pasa, adelante— un hombre con mascara de cuervo me invita a entrar. Su aliento alcohólico delata su estado de ebriedad. Arrastra las palabras además de tener el saco desalineado y el cabello alborotado. —¿Qué se te antoja?, Tenemos bondage, sadismo, chiquillos, algunos animales de aquel lado— señala en unas cabinas con cortinas negras — O si prefieres algo más suave, tenemos intercambio o algunas putas por allá— me señala detrás.
—eh, no, gracias. Solo busco...
—¿A alguien?, ¿te consigo una ramera o un ramero?
—la buscare yo, pero antes, busco un baño
—uh, ya— le truena los dedos a una rubia que más bien parece que lleva peluca, ella ofrece bebidas hasta que escucha al hombre ebrio a mi lado. Deja la charola sobre una mesita y viene a nosotros —ya le anda— y la mujer se arrodilla frente a mi y abre la boca. Estoy que no me lo creo. —descarga en ella, hermano.
—eh yo...,creo que...—¿¡Que hago!?
—¡Hey!— un hombre igual de ebrio que mi anfitrión la llama y ella acuda de inmediato, igual se arrodilla y el se saca la polla y le orina en la boca.
Mi expresión de asco es evidente pero lo oculto de inmediato. Y más cuando el olor de Jean se hace súper fuerte cuando pasa por mi lado una chica delgada, de cabello ondulado y negro, ojos verdes y labios pintados de rojo al igual que su ajustado vestido. No puedo ver bien sus facciones porque lleva una mascara de encaje y anda hasta un hombre regordete de aspecto millonario. Al parecer es uno de los pocos que siguen cuerdos y vestidos sobre todo. Le rodea el cuello. Una movida música comienza (burn it up- R. Kelly ft wisin y yandel), intercambian algunas palabras comienzan a bailar sensualmente. Ella pega sus espalda al torso del hombre y se restriega provocativamente. Me siento volar. Este cuerpo también siente y... bastante.
Sera que...¿Jean es ella?, ¿Se transformó en mujer?, Pero, ¿Por que?
Algo no me cuadra.
Me quedo en mi lugar, en silencio. Quiero ver que sucede para que haya echo tal cambio.
Se mueve realmente bien. Les lanza miradas coquetas a los presentes mientras el hombre regordete le besa el cuello. Me asquea.
—ni lo pienses, muchacho, esa belleza es mortal— y se ríe palmeándome la espalda.
No le presto atención a el.
La música termina y continua otra siendo movida pero delicada, como música de club. Una mesera también con peluca rubia pasa a su lado y ella le toma una copa, discretamente saca algo saca de su sostén y lo vierte sobre la bebida escondiéndolo del hombre. Se la da y lo observa beber, se lo alza para que lo termine de grandes tragos. Le da un suave beso en los labios y siguen hablando.
—¿Quién es ella?— pregunto en busca de comprender.
—¿Eh?— el hombre deja de contar moscas y dirige su mirada a donde veo— ella es Calí, no es tu tipo. —su voz se vuelve seria de repente y se va con los de la barra donde sirven. Con que Cali, eh. Me da igual.
No le quito la vista y creo que ella lo siente. Voltea a verme. Tomo una copa y la elevo hacia ella. Su expresión se vuelve sombría.
El hombre se toca la cabeza y se doblega hacia adelante. Ella lo voltea ver con fingida expresión de sorpresa.
Ya entiendo.
—¿Qué mierda haces aquí?— una gruesa voz detrás me hace pegar un brinco en mi lugar. Volteo y me encuentro a Alexander con expresión seria y los brazos cruzados —A mi no puedes engañarme...Tayna. —una amplia sonrisa socarrona se extiende en su rostro. Mi polvoriento corazón palpita a mil, igual de asustado que yo. Alexander se inclina hasta quedar cara a cara. —no de nuevo.
Me muestra sus ojos rojizos y me siento desfallecer.
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