Capítulo final. 💙
"Todos necesitamos huir de
nosotros mismos. Estar
tristes sin dañar a otros,
refugiarse en soledad hasta
aprender a escucharnos".
—Elena Poe.
Un año después.
Hunter
Pasó un año desde el día que dejé Seattle y me refugié en Boston, junto a mi madre, quien me recibió con los brazos abiertos. Desde ese momento no supe más de Angel y Callie, no pregunté por ellas a nadie que tuviera relación conmigo, ni a Marie, Danielle o Maykel que continuaron su amistad con las hermanas Rider. No les podía prohibir que fueran sus amigos, no era nadie para hacerlo y tampoco me iban a hacer caso, era bueno saber que sin importar lo que había pasado ellos seguían con su amistad. Lo que pasó con nosotros no tenía por qué interponerse entre ellos. Mi ángel tenía buenos amigos que no la iban a dejar sola.
Todo ese tiempo hice las cosas bien, aunque salirme de ese negocio en el que empecé tan joven no fue tan fácil, me hice de enemigos que me querían ver muerto, una vez lo intentaron, no obstante, fallaron. En ese momento no me arrepentía por la decisión que había tomado meses atrás y me decía lo mismo cada noche antes de ir a dormir: Angel está mejor sin mí. Por lo poco que sabía les iba bien, estaban sanas y salvas, no tenían que preocuparse porque alguien les hiciera daño por mi culpa.
Vivir un año en Boston me ayudó en demasía, pasar tiempo con mi madre y Blake e intentar recuperar el tiempo que perdimos me hizo tanto bien para sanar mi podrida alma que anhelaba su sincero perdón. El saber que no me odiaba fue el mejor bálsamo para mí y pedirle perdón a mi padre era algo que necesitaba hacer para poder continuar con mi vida.
—Llegamos, señor —Josh me abrió la puerta del auto y salí de la casa. Él estaba mejor después de pasar días en el hospital y recuperarse en su casa.
—Gracias, Josh —le dije.
—¿Va a salir de nuevo? —negué con la cabeza.
—No, te puedes tomar el día —palmeé su hombro y caminé hacia la casa.
—Gracias —Al entrar a la casa fui hacia el despacho donde Maykel esperaba con papeles en las manos. Apenas había regresado a la ciudad y ya tenía mil cosas que revisar. Menos mal que me regalé un año para mí y mi salud física y mental.
—Hunter, que bueno que llegas —me quité el abrigo y lo dejé encima del respaldo del sofá —. Llegó un correo muy importante —me senté a su lado en el sofá.
—¿De quién? —me entregó los papeles que sostenía en las manos.
—Lee eso —indicó la parte donde estaba subrayado con rotulador amarillo.
—Vaya —dejé caer la espalda en el respaldo del sofá —. No me lo esperaba —Maykel estaba emocionado a mi lado.
—¿Qué dices? —subía y bajaba las cejas.
—Aliarnos con una empresa trasnacional suena bien, ¿no? —lo miré y asintió.
—¡Sí! Por fin nos tacharon de la lista negra, ¿te das cuenta? Ellos nos están buscando a nosotros porque somos la mejor opción en este momento —se puso de pie. Estaba eufórico —. Es genial.
—Pues si tú dices que está bien, entonces te voy a creer. Hay que reunirnos con ellos y hablar de frente, así se hacen los negocios —se dejó caer a mi lado.
—Pero que no sea mañana —fruncí el ceño. Dejé los papeles encima de la mesita —. No puedo.
—¿Qué harás mañana? ¿Qué es tan importante? Lo pensó antes de hablar —. Vamos, Mike, dime que pasa —palmeé su pierna.
—No debería decirte —se aclaró la garganta —. Es que... tiene que ver con ella.
Angel, mi ángel.
—Dilo, di su nombre —le pedí.
—Angel, mañana será la inauguración de su cafetería —escuchar su nombre después de tanto tiempo trajo a mí todos los recuerdos que había intentado borrar, pero por más que quería no podía hacerlo. Ella estaba clavada en cada parte de mi ser y dejarla atrás era imposible, la seguía amando como el primer día.
—Vaya —hice una mueca.
—Nos invitó y no la vamos a dejar sola. Esto es importante para ella. Ha estado luchando un año completo para abrirla y sé lo ilusionada que está por este nuevo proyecto.
—Lo sé, siempre dijo que quería abrir una cafetería —sonreí recordando el momento en el que me lo dijo —. Callie haría los postres y sería su propia jefa.
—Le ha costado, pero lo ha conseguido. ¿Debes estar orgulloso de ella?
—Lo estoy, y mucho. Me siento tan orgulloso de ella y todo lo que ha conseguido a lo largo de estos meses —Mi voz se escuchó rota al final.
—No debí decirte nada, mira cómo estás —negué rápidamente y me puse de pie.
—Nada de eso, estoy bien —me rasqué una ceja.
—No mientas, Hunter, no estás bien. Nada está bien contigo —le quise advertir que no siguiera, pero no me dejó hablar —. Desde que Angel se fue, no eres el mismo, antes gritabas, maldecías, estabas enojado, pero ahora... extraño a ese Hunter. Quiero que me grites, quiero que me regañes cuando no hago las cosas bien. Demonios. Nunca pensé decir esto, pero dejar ir a Angel es la estupidez más grande que has hecho hasta ahora —Se dio la vuelta y salió de la oficina.
Cuando Maykel regresó ya no hablamos del tema y se lo agradecía, la verdad es que todos aquí no decían su nombre porque pensaban que era lo mejor para mí, no saber nada de ella y no traer recuerdos a esta casa. Lo que no sabían era que yo la tenía presente cada día de mi vida, pensaba en ella todos los días, todo el tiempo, la amaba tanto y me dolía no verla, no estar a su lado. En este momento en el que estaba cumpliendo sus sueños quería estar a su lado, sin embargo, no podía regresar cuando me porté como un imbécil con ella. Le dije mentiras para alejarla, hice de todo para que me odiara. No podía fingir que nada de eso pasó y pretender que iba a regresar a mi lado, no lo esperaba. No esperaba nada bueno de ella más que su desprecio y odio.
Maykel se fue temprano porque tenía que ir a ver a Amara. Ellos tenían una bonita relación, se veía tan feliz con ella y yo era feliz por él.
—Mañana no voy a venir —me advirtió Danielle. Cogió su bolso y lo colgó en su hombro.
—Sí, ya sé, Maykel me dijo.
—Es un bocón —masculló —. Se supone que no te iba a decir nada.
—Está bien, Danielle, no importa —ladeó la cabeza.
—¿De verdad no importa? Yo creo que te importa más de lo que finges. Tu boca dice una cosa, pero tu mirada dice otra —encogió un hombro.
—No sé a qué te refieres —fingí demencia.
—En todos estos meses no has dejado de pensar en ella. Te fuiste de aquí, pero tu corazón se quedó con Angel, ¿crees que no me doy cuenta? —soltó una risotada —. Por favor, no soy tonta. Me doy cuenta de las cosas: no eres feliz —me dejé caer contra el respaldo de la silla.
—Que dices...—me interrumpió.
—Hunter —jaló la silla y se sentó frente a mí.
—Danielle no empieces, por favor. Ya tuve una plática de este tipo con Maykel, hoy ya fue suficiente de regaños, ¿no lo crees? Acabo de llegar y no quiero que toquemos este tema.
—Te voy a decir lo que pienso: dejar ir a la mujer que amas no fue una gran idea. Extraño al maldito de mi jefe, al que gritaba, al que maldecía cada dos por tres, ya no eres el mismo desde que la echaste de tu vida.
—Hice lo correcto y estoy bien con eso —me serví un poco de agua.
—Si hubieras hecho lo correcto no tendrías dudas —sin más se puso de pie y salió de mi despacho.
—¿Qué les sucede a todos? —pregunté.
****
Marie estaba preparando café, mientras yo miraba por la ventana de la cocina hacia el jardín. Las semillas que había plantado Callie con Marie ya habían crecido, se enredaban en la pared y crecían entre los tomates y las albahacas. Las hojas eran verdes y tenían un rico aroma, Callie se hubiera sentido orgullosa de lo que hizo.
—Hunter —parpadeé al escuchar la voz de Marie —. Toma —dejó la taza de café frente a mí.
—Gracias —se sentó a mi lado y sacó unos cupcakes. Los había hecho Callie porque por la mañana las fue a ver. La pequeña rubia ya sabía que había regresado, por eso le dio los cupcakes de contrabando, a escondidas de su hermana mayor.
—Lo hizo Callie —asintió con la cabeza. Cogí uno y le quité el capacillo, le di una mordida y el sabor explotó en mi boca —. Hacía tanto que no probaba uno.
—Callie me dijo que eran para ti, también dijo que habían hablado a escondidas de Angel —me miraba atenta.
—Nos hemos mandado mensajes, solo le pregunto como están, no quiero saber más.
—¿Por qué no? —inquirió.
—Sabes bien por qué no —solté un suspiro —. Marie, ¿crees que hice bien?
—Si estuvieras seguro de que hiciste bien no me lo estarías preguntando —Me froté el rostro con frustración. En este momento me sentía perdido, estaba tan confundido.
Ahora que veía las cosas con más claridad me sentía un cabrón. Nunca debí decirle todo lo que le dije, cómo la traté y la eché de mi vida por mi maldito egoísmo, por siempre decidir qué era lo mejor para ella, sin tomar en cuenta su opinión, sin consultarle antes.
—Lo hice por ella, por su bien.
—Es lo que dices siempre y no te das cuenta de que tú le hacías bien a ella. Solo tenías que estar a su lado, apoyarla, amarla. Ella no quería otra cosa, no quería dinero, ni joyas o ropa de marca si tú no estabas a su lado. De nada sirvió que la hayas dejado ir si tú también estás sufriendo.
¿También?
—¿Qué quieres decir? Angel está bien, no me necesita.
—Angel te necesitó cada día después de que la echaste de tu vida, te quería a su lado, sin embargo, al igual que tú, su dignidad era mucho más grande. No te iba a rogar, no iba a suplicar para que la aceptaras en tu vida, mi niña sabe lo que vale. No necesita a un hombre para salir adelante y eso es lo que admiro de ella.
—Marie...
—Tal vez no te guste lo que voy a decir, pero en este momento tú la necesitas más a ella de lo que ella te necesita a ti —le dio un sorbo a su taza —. Tal vez no lo digas, pero te arrepientes de lo que pasó, tomaste una decisión y tienes que seguir con tu vida.
—No es hora de arrepentirse, Marie, no gano nada con eso.
—Qué bueno que lo tengas claro —añadió.
Fue todo lo que dijo y agradecí dejar el tema por terminado. No me gustaba hablar de Angel porque eso traía recuerdos que intentaba olvidar, era doloroso, me mataba saber que no estábamos juntos, pero como le dije, lo mejor para ella era estar lejos de mí.
Angel
Todo este tiempo lo dediqué a Callie y a mí, estuve con ella en todo momento y era tan gratificante pasar tiempo a su lado, platicar, conocerla mucho más, ser las mejores amigas también, ir a los festivales del colegio, recuperar todos los años que pasé trabajando para que no nos faltara un plato con comida en la mesa. Me hice cargo de mí, tanto física como mentalmente, me consentí y cuidé cómo debí hacerlo desde hace años.
El dinero que nos dejó mi madre y lo que me dio Hunter lo usamos para pagar un departamento cerca del centro de la ciudad, era mucho más grande que el último donde vivimos, tenía una hermosa vista al parque que quedaba enfrente, comedor, sala, cocina, dos recámaras y dos baños. No podía pedir nada más. Con lo que nos sobró decidimos empezar un negocio donde nadie nos iba a mandar y tener que escuchar los reproches de un jefe idiota, así que una cafetería era la mejor opción para nosotras, Callie era experta en los postres, ella y Amara dijeron que yo sería una buena jefa y se me daba bien atender a los clientes.
Todos estos meses los dediqué a olvidar o al menos intentar olvidar a Hunter, la cafetería y mis estudios demandaban todo mi tiempo, así que eran pocas las veces que pensaba en él, las semanas eran más cortas si no lo tenía en la cabeza las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Y tal como lo prometió, no supimos más de él, hizo todo lo posible para no estar metido en chismes o noticias que llamaran la atención, solo supe de él cuando tuvo un accidente, pero salió bien librado, ¿quería correr a sus brazos? Sí, demonios, claro que sí quería correr a él y asegurarme que estaba bien, que nada más fueron raspones y golpes como se decía en las noticias, me contuve todo lo que pude y no lo llamé, no pregunté por él porque sería revivir cada una de las palabras que me dijo aquella noche donde una gran tormenta azotó la ciudad.
Todavía tenía un poco de dignidad y lo mejor para mí era intentar olvidar, digo intentar porque un amor como el que yo le tengo es tan grande que no importa cuántos meses o años pasen, este nunca se borra, no se olvida. Al menos me quedó la satisfacción de saber que pude amar a alguien como Hunter Dagger y que fueron más los hermosos momentos que pasamos juntos. Le di todo de mí y de eso nunca me iba a arrepentir.
Aquel día fue la inauguración de la cafetería, invitamos a nuestros amigos y conocidos, ellos invitaron a más personas y en menos de dos horas el lugar estaba a reventar. Los cupcakes de Callie se terminaron, los pasteles iban por la mitad, todos nos felicitaban por el trabajo que habíamos hecho con este lugar. Fueron meses de duro trabajo, pero al final todo valió la pena, era un sueño que se estaba haciendo realidad.
—Me hubiera gustado que papá estuviera aquí —suspiró Callie a mi lado —. Y mamá, también ya sabes quién —Supe de inmediato a quien se refería.
—Donde quiera que nuestros padres se encuentren, sé que están orgullosos de nosotras y hasta donde hemos llegado —rodeé sus delgados hombros con mi brazo, levantó la mirada a mi rostro y sonrió.
Evité hablar de él porque era un tema que todavía me dolía. Como dije, era el amor de mi vida, el único hombre que amé con esta intensidad férrea, un amor que se negaba a morir y que se hacía más grande con el paso de los días. Tenía que entender que nuestro destino no era estar juntos, que solo fue un momento que se iba a quedar en mi corazón y mis recuerdos. Yo lo amaba, sin embargo, él a mí no y contra eso no se puede hacer nada por más que uno quiera que las cosas sean diferentes. Ahora que regresara de dónde sea que se fue iba a retomar los trámites del divorcio, no quería, no podía continuar un día más casada con él, solo anhelaba ser libre de nuevo.
Lo nuestro fue efímero, lleno de pasión y deseo, nada más.
—Bueno...—Maykel se acercó junto a Amara. Los dos hacían una hermosa pareja, eran tan unidos, se llevaban bien y tenían química —. Todo salió muy bien —levantó la mano y sostenía una botella de algún tipo de bebida con alcohol —. Debemos brindar por este día.
—No digas que no —me señaló Amara —. Es tu día, Angel. Además, una copa no te hará daño.
—Está bien, pero hay que esperar que se vayan los clientes —ya había pocas personas y estábamos a nada de cerrar.
Miré por la puerta, esperando algo que evidentemente no iba a pasar. Con él todo era un dilema.
—¡Angel! —Charlotte se acercó y rodeó la barra para abrazarme. Siempre era tan efusiva —. Hablé con las personas que se acaban de ir y me dijeron que van a tener un baby shower en unas semanas, quieren que les hagas los postres —empezó a aplaudir y saltar.
—¿En serio?
—¡Sí! —de nuevo me abrazó —. Te dije que esto iba a funcionar.
—Todo está saliendo tan bien, no creo que me esté pasando a mí —por inercia y cómo ya era costumbre, llevé mi mano hacia el collar que me regaló aquella noche en Italia.
—Ay, cosita —habló Char —. Eres tan buena que la vida te debe mucho más. Les sonreí a todos, les agradecía que estuvieran aquí apoyándome en este momento de mi vida.
Cuando los últimos clientes se fueron nos dedicamos a levantar la basura, limpiar las mesas y lavar todos los platos, vasos y cucharas. Mientras uno hacía una cosa, los demás terminaban con otra. Pusimos el letrero de que estaba cerrado en la puerta y juntamos dos mesas para estar todos en la misma.
—Quiero agradecerles a todos por estar aquí el día de hoy. Desde que les dije que este era mi sueño ninguno de ustedes me dio la espalda, al contrario, me apoyaron en cada momento y es algo que no sé todavía cómo se los voy a pagar.
Charlotte, Danielle, Amara, Maykel, Marie y Callie estaban aquí. Maykel servía en las copas el champán que había metido en el refrigerador.
—Son los mejores amigos que la vida me pudo dar.
—Aw, eso es hermoso —habló Maykel.
—No tienes nada que agradecer —tía Marie puso su mano encima de la mía —. Te queremos mucho y nos hace feliz que cumplas tus sueños.
—¿Ahora qué? —preguntó Danielle.
—Ahora a seguir trabajando cómo antes, voy a terminar de estudiar y un día me voy a graduar —no se les hizo raro que dijera esto —. Quiero que Callie se sienta orgullosa de su hermana —estaba a mi lado y sonrió.
—Yo ya estoy orgullosa de ti, Angel —a ella le sirvieron una soda para brindar.
—Me parece buena idea que termines tus estudios, que te quieras superar —añadió Amara —. Sabes que lo que sea aquí estoy.
—Te amo —murmuré y me hizo un guiño.
—Entonces brindemos por Angel, por su cafetería y por qué cumpla cada uno de sus sueños —dijo Maykel. Levantamos las copas y las chocamos para después beber de ellas.
—Angel...—Callie tiró de mi suéter, la miré y miré en la dirección que ella miraba porque sus ojos azules estaban bien abiertos.
No lo podía creer, se sentía como un sueño, una ilusión. Había estado deseando este momento y ahora que estaba sucediendo no podía moverme de mi lugar.
Al ver que no decía nada y que no movía ni un músculo, los demás miraron hacia la puerta, ahí se encontraba Hunter, de pie frente a nosotros. Vestía un abrigo negro y debajo pude ver una camiseta azul, unos vaqueros de mezclilla y unas botas. Se veía tan relajado así, algo diferente sin dejar de ser atractivo.
—Uh, yo creo que los dejamos solos —habló Maykel. Me puse de pie por inercia y caminé hacia él y abrí la puerta. En las manos traía una maceta de barro, la planta tenía hojas grandes y bonitas.
—Hola —sonreí con pena. No podía creer que estuviera aquí.
—Hola —su voz, su porte, la manera en la que me miraba me hacían derretirme de los pies a la cabeza. Era tan atractivo con esa barba, su ropa, todo en él era perfecto.
Dios.
Miró el entorno y sonrió.
—Todo aquí es tan bonito —miró el entorno que lo rodeaba y sonrió.
—Todos me ayudaron —los señalé. Miramos en su dirección y saludaron a Hunter con la mano, él les devolvió el gesto.
—Te traje esto, sé que gustan las plantas y....—se aclaró la garganta —. No sabía que comprarte, la verdad —dijo apenado. Me entregó la planta y la cogí gustosa.
—Gracias. ¿Quieres tomar algo? —asintió. Fuimos hacia una mesa apartada de los demás.
—¿Qué quieren tomar? —Callie se acercó.
—Hola, Callie —saludó Hunter y mi pequeña hermana le dio un beso en la mejilla.
—Hola, Hunter —se saludaron con un beso en la mejilla.
—Un café está bien —respondió él.
—Lo mismo —Callie se alejó y fue detrás de la barra —. Estás aquí. Después de un año.
—Un año con dos meses y trece días —nos reímos.
—Pensé que no ibas a venir. No sabía que ya habías regresado a la ciudad.
—No me podía perder esto, era uno de tus sueños —asentí —. Angel...
—No arruines este momento, por favor. No lo hagas, después de meses puedo decir que me siento bien y tú... Vienes y pones mi vida patas arriba, ¿por qué me haces esto?
—Fui un idiota, un tonto que nunca debió echarte de su vida, sin embargo, y a pesar de todo no me arrepiento. No te voy a decir que estos meses fueron malos, porque no fue así. No sé si supiste...—lo detuve porque sabía a qué se refería.
—Sí, supe que sufriste un atentado.
—Hubieras sido tú.
—Pero no fui yo y estás bien —mascullé.
—Pero pudo no ser así —murmuró con dolor —. No me perdono lo que pasó hace un año, menos me iba a perdonar si hubieras sido tú la que saliera lastimada.
Nos quedamos en silencio cuando Callie llegó con los cafés y galletas. Se alejó sin decir nada a la mesa donde estaban los demás.
—Angel, me alegra tanto que estés bien, que cumplas tus sueños. No sabes lo feliz que soy por ti —si seguía así me iba a hacer llorar y no quería eso.
—No sigas, por favor —me atreví a mirarlo a los ojos y me pude dar cuenta de la gran pena que había en ellos. Quizá a los demás los podía engañar, pero a mí no, lo conocía en demasía —. Dime que todo está bien en tu vida, que valió la pena echarme a patadas. Dime que eres feliz sin mí y te voy a creer todo, dímelo.
Cogió la taza con ambas manos y le dio un sorbo.
—Dímelo, quiero escuchar, decirte que eres feliz sin mí, ¿por qué sabes qué? Sé que no es así, sé que te arrepientes, tu mirada me lo dice.
—No soy feliz, Angel y sí, me arrepiento de que las cosas hayan terminado así. Me duele pensar que seguiste sin mí, que tú si pudiste superarme, que no me necesitas cuando yo me estoy muriendo cada día más y más. Te necesito tanto —su voz era un hilo —. Ya lo dije, ¿estás feliz?
—Yo solo te necesitaba a ti, Hunter, no quería nada si tú no estabas a mi lado. Te amaba, te lo dije y no te importó.
—¿Me amabas? —enarcó una ceja —. ¿Ya no me amas?
Tonto, mil veces tonto.
—Fuiste tan egoísta conmigo, ¿qué esperabas? Me dijiste cosas horribles solo para alejarme de ti.
—¿Quién te dijo eso? —preguntó —. ¿Desde cuándo lo sabes?
—No importa quién me lo dijo o desde cuándo lo sé, te portaste muy cruel conmigo. Tus palabras me lastimaron mucho —admití.
—Solo pensé en ti —atacó.
—Deja de decidir por mí, lo que es bueno o no. Soy una mujer que sabe lo que hace —espeté —. Te quería a ti en mi vida para siempre.
—Y yo te quiero a ti en la mía para toda la eternidad.
—¿Cómo creerte? Dime cómo lo hago —ladeé la cabeza esperando una respuesta.
—Te amo, esa es la única verdad. Te amo y por eso hice lo que hice.
—¿Me amas? —me reí de manera irónica —. Qué manera la tuya de amar.
—Es cierto, Angel y no me importa, si no me crees. Mientras yo sepa que es verdad, lo demás no me importa. Me puedo arrepentir de muchas cosas, pero de amarte jamás.
—No te creo —estaba conteniendo las ganas de llorar. Tenía que ser fuerte.
No llores, no llores.
—No espero que lo hagas. Me puedo arrodillar y pedirte perdón un millón de veces y sé que no me vas a creer porque los hechos son los que importan, las palabras se las lleva el viento —le di la razón —. Pero si tú me dejas...—lo interrumpí antes de que dijera otra palabra más.
—¿Qué pretendes con venir aquí? ¿Qué te perdone? ¿Qué finja que nada pasó y que aquella noche no me dijiste todas esas palabras?
—No importa lo que pasó aquella noche, fui un imbécil y estoy aquí para rogarte que me des una oportunidad. Una sola para demostrarte que te amo, que estoy dispuesto a lo que sea para que regreses a mi lado. Ya te dije que me puedo arrodillar si me lo pides.
—No quiero que hagas eso.
—¿Entonces? —enarcó una ceja. No dije nada.
No sabía qué responder, que hacer. Una parte de mí me pedía darle esa oportunidad por la que tanto rogaba y empezar de nuevo, amarlo como tanto quería hacerlo, permitirme ser amada por él. Pero otra parte me pedía pensar las cosas, no dejarme llevar por la emoción del momento.
—¿Una oportunidad para qué?
—Para demostrarte que te amo, que me importas y que nunca más voy a decidir por ti en nada. Solo te pido una oportunidad, nada más, no pido más, Angel.
—¿Cómo sé que no será igual que hace meses? ¿Cómo voy a estar segura de que no me vas a echar de tu vida una vez más?
—Todo será mejor, no volveré a cometer los mismos errores. Lo juro. Te juro que será mejor que antes —Me llevé la taza a los labios y le di un sorbo a mi café.
Lo amaba, de eso estaba segura. Nada sería lo mismo sin él. Me dio los mejores días de toda mi vida, me hizo sentir deseada, me hizo sentir amada. Dios. Nadie lo iba a amar, así como lo amaba yo.
Estiré mi mano por encima de la mesa y esperé que hiciera algo, solo enarcó una ceja.
—¿Es un trato? —sonrió y dejó la taza para coger mi mano.
—¿Estás haciendo un pacto con el diablo? —alzó una ceja.
—Tú estás pactando con un ángel —encogí un hombro.
Aquella sonrisa triste desapareció y en su lugar otra llena de felicidad la reemplazó.
—Es un trato —dijo —. Te haré feliz cada día de tu vida. Te voy a amar como te lo mereces y dejaré de decidir qué es lo mejor para ti.
—Espero que cumplas, Hunter Dagger —no soltó mi mano.
—Angel —dijo en un tono seductor.
—Dagger —respondí en el mismo tono que usó él —. Mi malhumorado y detestable señor Dagger.
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