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Capítulo extra #2.

Hunter

Tenía que hacer algo antes de que ella dejara de amarme y no pudiera recuperarla y que me perdonara por las estupideces que hice y que dije. Me arrepentía por no saber cómo lidiar con la situación y dejarme llevar por lo que en ese momento pensé que estaba bien.

—Tengo que hacer algo —le dije a Maykel. Lo miré y me miró con aburrimiento, como si ya estuviera harto de mí —. ¿Qué? —me detuve de golpe frente a él.

—Nada.

—Dime —le exigí. Menos mal que no estaba comiendo cómo acostumbraba.

—¿Qué piensas hacer? Las rosas no funcionaron y los chocolates menos. ¿No estarían echados a perder?

—Te los comiste todos, así que no creo —continué caminando de un lado para el otro.

—No estaban tan ricos.

—Eran unos Amedei.

—Hay mejores —puse los ojos en blanco.

—¿Ideas de lo que puedo hacer?

—No te voy a decir que te des por vencido porque claramente no lo vas a hacer.

—Estoy determinado a conquistarla de nuevo.

—Solo tienes que ser perseverante y no rendirte en el intento —mantenía los ojos pegados a la televisión que estaba encendida, sin embargo, no tenía volumen.

—No leas el eslogan de los anuncios —me miró y sonrió de oreja a oreja.

—Lo siento —exhaló —. No te rindas —entorné los ojos.

—¿Eso es todo?

—¿Qué más quiere que te diga? Tú arruinaste las cosas, tú arregla lo que rompiste.

—No, pues gracias por tus buenos consejos —bufé. Me senté en una de las sillas del escritorio y me pasé las manos por el cabello —. Estoy perdido.

—Par de bobos —entró Danielle —. ¿Quién es la persona más importante para Angel? —preguntó.

—Callie —respondió Maykel.

—Tienes que conseguir que la pequeña Rider te perdone para que puedas acceder a su hermana —caminó hacia mí para entregarme documentos que tenía que revisar y firmar.

—Callie me odia —le dije, lo que era más que obvio —. No me quiere ver porque a ella también le rompí el corazón.

—Por algo se empieza, ¿no? Si logras que la pequeña rubia te perdone, puede ayudarte con su hermana. Quiero mucho a Angel y es una buena amiga, pero todos sabemos que lo que ustedes tenían era hermoso. Eras tú estando con ella.

A mí también me sorprendieron sus palabras y a Maykel más. No estábamos acostumbrados a escucharla hablar así. Danielle podía llegar a ser muy seria, distante y no le gustaba demostrar sus sentimientos, pero eso no quitaba el hecho de que fuera una gran persona.

—No me miren así —resopló —. También puedo ser linda cuando quiero —tomó asiento a mi lado.

—Tienes razón, tengo que acercarme a Callie para hacerle ver que amo a su hermana y que todo lo que hice fue por su bien. De las dos. Si ella me perdona es más fácil que Angel también lo haga.

—Te va a costar un poco —habló Danielle —. Angel ha cambiado mucho en este año. Ya no es la mujer que conociste hace dos años.

—Lo sé.

Estaba consciente de que no era la misma mujer. Pasó por mucho sufrimiento y era lógico que todas esas desgracias la hicieran madurar, pensar de otra manera y cambiar su manera de ser. No esperaba que fuera la misma y estaba orgulloso de ella por ser cómo era y por cómo había superado todas y cada una de las situaciones que se le presentaron. Muchos no hubieran soportado lo que ella aguantó a lo largo de los años.

—¿Entonces qué vas a hacer? —preguntó Danielle sacándome de mi ensimismamiento.

—Tengo que hablar con Callie.

—¿Y crees que ella quiera hablar contigo? —miré a Maykel.

—Lo dudo, pero lo voy a hacer a mi modo.

—¿La vas a secuestrar? —quise golpear a Maykel, sin embargo, me contuve para no hacerlo.

—¡No! Por supuesto que no. Nunca haría eso —le aclaré —. Solo voy a hablar con ella y ya. Nada de secuestros ni amenazas —lo fulminé con la mirada.

—¿Y cuándo lo vas a hacer? —miré la hora en mi reloj.

—Ahora.

—¿Ahora? —preguntaron ambos sorprendidos.

—Sí. Después regreso —Maykel y Danielle compartieron una mirada antes de que saliera del despacho. Al abrir la puerta principal me topé con Alexander que se aseguraba de cuidar las flores que Callie había sembrado cuando vivían aquí. Me miró por unos segundos, asintió y continuó con lo suyo.

Subí al auto y conduje al colegio al que asistía Callie. No demoré en llegar. Cuando me presenté ante la directora del colegio lo hice cómo el esposo de Angel, así que fue más fácil poder acceder a la institución y que me permitieran ver a mi cuñadita. Fueron a buscarla al aula donde tomaba clases y la llevaron a la sala de maestros donde la esperaba para platicar.

Al entrar y verme ahí puso los ojos en blanco y juro que bufó también. Pensé que daría la vuelta y se iría, sin embargo, cerró la puerta y caminó hacia mí.

—¿Por qué dijiste que eres el esposo de mi hermana? —señalé el sillón frente a mí. Se sentó sin querer hacerlo.

—Porque sigo siendo el esposo de tu hermana —le aclaré mostrándole el anillo que adornaba mi dedo —. No nos hemos divorciado.

—Porque te fuiste cómo el cobarde que eres y no le diste el divorcio. De lo contrario ya estarían divorciados desde hace un año —se cruzó de brazos. Realmente estaba molesta.

—Callie...—me acomodé más relajadamente. Descrucé las piernas y bajé los brazos del reposabrazos del sillón.

—Eres un cobarde, Hunter. Te fuiste cuando más te necesitaba. Cuando más te necesitábamos. Mi madre acababa de fallecer y mi hermana necesitaba tu apoyo y tu cariño. ¿Y tú qué hiciste? Le dijiste que todo había sido un juego para ti, que nunca la amaste y que solo la quisiste para que te abriera las piernas. Le rompiste el corazón en miles de pedazos y huiste cómo el cobarde que eres.

—Callie...

—No quiero tus estúpidas explicaciones. Si mi hermana no las necesitó yo tampoco. No es a mí a quien tienes que convencer de nada, porque aun pudiendo hacer algo por ti, nunca lo haría —se levantó con toda la intención de irse. Tenía que hacer algo antes de que abandonara esa sala y me dejara ahí sin haberle explicado cómo sucedieron las cosas.

—Mentí...—se detuvo, pero no me miró. Aún me daba la espalda.

—¿Qué?

—Todo lo que le dije fueron mentiras para protegerlas a ti y a ella. Corrían peligro a mi lado. Así que lo único en lo que podía pensar fue en alejarla rompiéndole el corazón —giró lentamente.

—Mientes —negué.

—¿Qué caso tendría mentir en este momento?

—¿Por qué me dices esto?

—Porque te debo una explicación a ti también. Porque no solo la dejé a ella, te dejé a ti. No solo le rompí el corazón a Angel, también te lo rompí a ti y lo mínimo que mereces es una explicación del porqué hice lo que hice —frunció el ceño.

—No te he pedido ninguna explicación, Hunter.

—Tal vez no me las has pedido, pero quiero dártelas porque solo así me vas a entender. Tú también hubieras hecho lo mismo que yo para protegerla de todos y de todo.

—Hunter...

—La policía me ofreció un trato, me daban información de donde se encontraba Angel, pero tenía que dejar los negocios sucios. Me entiendes, ¿no? No lo pensé ni un segundo, no lo dudé para nada. La vida de tu hermana y la tuya me han importado siempre y haría y daría lo que fuera por ustedes. ¿Sabes lo que eso significaba? —negó —. Mis socios se me iban a ir encima. No tendrían piedad al saber que me fui y dejé el negocio. Por eso lo hice. Por eso le dije todo eso para que me creyera y fuera más fácil alejarlas de mi lado.

—No sé si creerte —estaba dudando y era entendible.

—No espero que lo hagas. Mentí por obvias razones, porque fue más fácil para mí hacerlo que decirle a tu hermana lo que realmente estaba sucediendo. Estaba devastada por lo que pasó con tu madre. No quería preocuparla más.

—¿Por qué no le dijiste lo que sucedía? Ella lo hubiera entendido.

—Y no me hubiera dejado. Ese era el verdadero problema. Se hubiera quedado sin importar nada y no lo podía permitir. Estaban más seguras lejos de mí, que a mi lado.

Dudó un poco, pero al final cedió y tomó asiento frente a mí.

No sé si estaba confundida, si no me creía o pensaba que estaba loco. Se quedó en silencio unos minutos en los que solo me miraba. Se veía pensativa, como si estuviera procesando todo lo que le había dicho.

—Vamos a suponer que te creo. ¿Qué vas a hacer para que mi hermana te crea?

—La conquisté una vez, puedo hacerlo dos veces.

—Te va a costar mucho hacerlo. Angel está... rota. La destruiste de una manera que nunca nadie lo había hecho. Todo lo que le dijiste la lastimó tanto que le tomó noches en vela donde se cuestionaba porque no fue suficiente y si alguien algún día la iba a querer por quién ella es.

—Yo la amo.

—Demuéstraselo.

—¿Cómo?

—¿Qué hiciste hace un año para conquistarla? —indagó.

—Ni siquiera sé lo que hice. Solo sé que fui yo con ella y me aceptó —sonrió. Yo también sonreí al ver que me había dado cuenta.

—Tú lo has dicho. Solo sé tú mismo con ella, así cómo lo hiciste hace un año. Angel te amó demasiado. Fuiste el primer hombre que la amó realmente y la quiso por quién es. Además, eres su esposo. Aún.

—Aún —repetí, ella asintió —. Sabes si ella... Tiene novio —una sonrisa se dibujó en sus labios —. ¿Tiene novio o no?

—Tiene amigos. No ha salido con nadie, pero hay un chico que la anda rondando.

—Es hombre muerto —mascullé apretando los puños.

—Hunter... —entornó los ojos.

—Es hombre muerto, Callie. Angel es mi esposa —continuaba mirándome de esa manera en la que no estaba de acuerdo con lo que decía o hacía.

—No empieces con tus cosas de macho. Angel es libre de salir con quien quiera. No eres nadie para decirle lo que debe o no debe hacer.

—Sigue siendo mi esposa —puso los ojos en blanco y bufó.

—Cómo digas —dijo seria.

—Te guste o no, lo es. Nunca firmamos los papeles del divorcio —se encontraba seria y molesta —. Tienes que ayudarme.

—¿Yo? —parpadeó.

—No, mi abuelita. Por supuesto que tú, pequeña rubia.

—No me digas así —masculló.

—Eres mi pequeña rubia —suavicé el tono de mi voz —. Siempre te he querido. Te ganaste mi corazón y me dolió dejarte. No despedirme de ti y darte mis razones del porqué lo hice.

—No tenías que hacerlo. Ya habías tomado tu decisión.

—Y no me arrepiento de lo que hice. Tal vez pude ser más suave, menos imbécil, pero eso aseguró que ustedes estuvieran bien todo este tiempo y eso me basta.

—¿Crees que hiciste lo correcto?

—Pude hacerlo diferente. Pero sé que hice lo correcto. De no ser así no sé qué hubiera sucedido.

—Tengo que admitir que has sido el mejor cuñado que he tenido —me sentía ofendido por sus palabras.

—¿Qué dices? Soy el mejor cuñado que has tenido en toda tu vida y que tendrás también —aseguré.

—Tu ego se eleva por la estratosfera, Hunter —musitó —. ¿Qué piensas hacer?

—Para eso necesito de tu ayuda.

—¿Yo?

—¿Ves a alguien más aquí?

—Si Angel sabe que te ayudé se va a molestar conmigo.

—Sabes que no.

—Sabes que sí —me recordó —. No puedo hacerle esto. No es justo para ella.

—¿Y qué es justo entonces? ¿Crees que es justo que vivamos separados cuando nos amamos? Yo la amo.

—Entonces demuéstraselo.

—Para eso necesito que me ayudes. Tengo un plan, pero no va a funcionar si no me ayudas. Es de vital importancia que me ayudes.

—Esto no es una misión de vida o muerte, Hunter —se mantenía de brazos cruzados con esa expresión seria y molestia.

—Para mí lo es.

—Digamos que decido ayudarte. ¿Cuán es tu plan?

Una sonrisa victoriosa se dibujó en mis labios. Ya había avanzado un poco con ella. Si me ganaba su confianza de nuevo y que ella me creyera entonces todo iba bien. Callie era la única persona a quien Angel le iba a creer siempre y de quien nunca desconfiaría.

Angel

Saliendo de la universidad fui directo a la cafetería donde Mara me esperaba para tomar un café y ponernos al corriente con lo que había sucedido. Quería todos los detalles de lo que hablé con Hunter, pero no sabía si tenía caso hablar de él cuando no quería hacerlo.

—Tal vez lo mejor sea dejarlo ir de una vez y continuar con mi vida.

—Eso hiciste hace un año, Angel —me recordó. Se encontraba frente a la barra, mientras que yo me encontraba detrás bebiendo un poco de café —. Y seamos sinceras, aún no lo olvidas por completo.

—Es un imbécil —quise restarle importancia a lo que dijo Mara, pero ella tenía mucha razón solo que yo no lo quería admitir —. ¿Qué pretende? ¿Cree que las cosas son cómo hace un año? Yo he cambiado. Él tal vez no, pero yo sí.

—Fue tu esposo por mucho tiempo y todavía lo amas aunque digas que no —la miré con seriedad —. Aunque lo niegues, Angel —bebió un poco de café y continuó —. Todo este tiempo no quisiste salir con nadie porque muy en el fondo sabías que nadie se iba a comparar con él. Para ti, nadie es cómo Hunter.

—Hay muchos hombres y mejores que él.

—Tal vez, pero para ti él es el mejor. Aunque sea un imbécil —negué.

—¿Por qué todo se complicó? Estaba mejor sin él. Se hubiera quedado allá donde estaba.

—¿Estás segura?

—Sí —musité.

—No te escucho tan segura.

—Eres mi mejor amiga —le recordé.

—Por eso tengo que ser sincera contigo y decirte las cosas cómo las pienso y las siento. No te engañes, Angel, todavía lo amas y sabes que solo has sido realmente feliz cuando estabas con él. Hunter te dio lo mejor de él, te cuidó y te quiso más que a su vida.

—Me quiso tanto que me dejó.

—No sé sus razones, pero por algo lo hizo —encogí un hombro.

—Porque es un egoísta.

—Siempre lo ha sido contigo. Su amor es un poco obsesivo —le dio un sorbito a su taza sin dejar de mirarme. Yo tampoco le quitaba la mirada de encima —. ¿Qué?

—¿Eso está bien para ti? —encogió un hombro.

—Era un mafioso, Angel. ¿Qué esperas de un hombre con moral gris y valores cuestionables? Nunca ha sido el príncipe de la historia. Sin embargo, siempre te trató bien, cómo a una reina, ¿cierto?

No lo negué porque eso sería mentir y tampoco se trataba de hacerlo. Hunter siempre me trató bien, me cuidó cuando pudo, me protegió de mi propia madre y me hizo saber lo valiosa que soy. Con él me sentía en el paraíso aunque nuestro alrededor fuera el infierno.

Quería cambiar de tema a cómo diera lugar, así que le pregunté por Maykel y su relación. Ella se veía feliz con él y muy enamorada.

—¿Cómo estás con Maykel?

—Lo amo —chilló apretando la taza con ambas manos —. Es tan lindo y comprensivo. Mis padres lo aman —sonreí feliz.

—Se ha sabido ganar a tus padres. Es un lindo —asintió.

—Lo es. Lo amo demasiado. El otro día hablábamos de irnos a vivir juntos. Algún día —aclaró antes de que me hiciera ideas —. No quiero que te ilusiones —mi sonrisa se desvaneció de golpe —. Me gustaría vivir con él.

—¿Ya le dijiste a tu madre?

—Eres la primera persona que lo sabe. Después le digo a Char y a mi madre. Quiero estar segura del paso que voy a tomar.

—Es muy importante que estés segura de la decisión que vas a tomar. Pero si decides vivir con él sabes que te apoyo en lo que decidas.

—Gracias, Angel —apretó mi mano por encima de la barra —. Siempre serás mi mejor amiga.

—Y tú la mía, Mara —me sonrió agradecida.

Mi celular timbró y vibró. Lo cogí y vi que era un mensaje de Callie.

"Voy a preparar una rica cena para cuando llegues. TQM".

Le respondí de inmediato.

"Te adoro, bicha. Nos vemos al rato".

—¿Era Callie? —preguntó Mara.

—Sí —dejé el celular a un lado —. Dice que va a preparar una rica cena para cuando llegue.

—Es un amor.

—No sé qué va a ser de mí el día que se vaya a la universidad —musité.

—¿Todavía quiere ir a Princeton? —asentí.

—¿Por qué se quiere ir tan lejos? —me quejé.

—Es la mejor universidad. Agradece que no se quiera ir a una universidad en Europa —me quejé más.

—Ni se lo digas porque seguro lo hace —sorbí un poco de café antes de hablar —. Nunca nos hemos separado tanto tiempo.

—Podrás verla en vacaciones.

—No es suficiente —musité —. Pero no quiero arruinar sus planes. Callie tiene toda su vida planeada y uno de esos planes es ir a Princeton, no quiero que por mi culpa no cumpla sus sueños —Mara dibujó una gran sonrisa en sus labios.

—¿Estás orgullosa de ella?

—Demasiado. Imagínate por todo lo que hemos pasado y ella nunca se ha rendido —apretó mi mano.

—Lo aprendió de ti. Tú eres su ejemplo a seguir. Tampoco te has rendido. Has luchado y mírate ahora, mira este lugar.

Observé la cafetería de un extremo al otro. Este lugar fue un sueño por muchos años y ahora era una hermosa realidad. Empezamos desde abajo y si continuábamos así, pronto abriríamos otra cafetería a unas calles de aquí. Así que no podía estar más agradecida con la vida y con las personas que se quedaron a mi lado y me apoyaron en todo momento.

—Tu sueño se convirtió en realidad, amiga. En una hermosa realidad —le sonreí agradecida.

—Gracias a ti por no dejarme caer nunca. Siempre me animaste a luchar por lo que quiero y ahora no puedo pedir más.

—Mereces más, mucho más.

Platiqué mucho más con Mara. Me dio muchos consejos de como sobrellevar la universidad, ya que ella hacía un año había terminado de estudiar. Tenía a la mejor amiga que una chica merecía. Ella junto a Char y Danielle me hacían sentir que merecía todo. Siempre se encargaban de decirme lo valiosa que soy y lo mucho que me quieren. Nunca me imaginé que no solo seríamos Mara y yo, sino que se nos iban a unir dos chicas más.

Mara se fue antes de cerrar la cafetería. Dijo que tenía que ver a Maykel y pasaría a su departamento. Mi amiga estaba tan enamorada cómo él de ella. Cerramos y conduje al departamento. Al fin pude comprarme un auto después de andar en transporte público por muchos años. En cuanto tuve la oportunidad compramos un auto. No fue gracias a Callie que me animé a hacerlo.

Llegué al departamento y dejé el auto en el estacionamiento cómo cada día. Subí y caminé por el pasillo. Abrí la puerta y entré sin encender la luz.

—¡Callie, ya llegué! —le informé. Me quité las zapatillas y colgué el bolso al lado de la puerta —. ¡Callie! —le grité, pero no respondió.

Giré y me encontré con que en el comedor la mesa estaba puesta para una cena, con velas encendidas, vino y copas y una rica cena servida en una bandeja. Olía a pollo asado. El estómago me gruñó.

—¿Callie? —dejé las llaves y me acerqué a la mesa. Observé cada detalle desde los cubiertos hasta las rosas rojas en el florero —. ¿Bicha, dónde estás?

—Callie no está —escuché esa voz a mi espalda y me estremecí. No quería mover ni un músculo. Tragué grueso y parpadeé —. Ella me ayudó a preparar esto. No te enojes con ella.

Estas me las pagas, Bicha.

—Angel, di algo.

¿Qué podía decir si estaba sorprendida? Estaba petrificada en mi lugar.

—No me tortures con tu silencio —sus manos se posaron en mis hombros. Sentí un escalofrío que me recorrió la columna.

—Yo...—me mojé los labios —. No me esperaba esto.

Era un gran detalle de su parte preparar esta cena y pedirle a mi hermana ayuda, pero eso no cambiaba el hecho de que seguía molesta con él y nada de lo que hiciera lo cambiaría.

—Hunter —las puntas de sus dedos se hundieron en la tela de mi suéter —. ¿Qué pretendes con todo esto?

—Necesito que me perdones.

—¿Por qué sigues insistiendo? —me hizo girar en mi lugar. Quedamos cara a cara. No pude evitar observar su rostro, cada línea que se formaba cuando sonreía o fruncía el ceño. Sus ojos grises, sus labios. La sombra de su barba. Su cabello. Todo. Todo de él.

—No me voy a dar por vencido. Una vez te enamoré, puedo hacerlo dos veces —apoyé mis manos en su duro pecho.

—No pierdas tu tiempo, Dagger. Yo ya no te pertenezco.

Pensé que diría algo cómo que mentía, que yo era suya o algo sí. Siempre acostumbraba hacerlo, sin embargo, en ese momento lo único que hizo fue sonreír. Su mano ascendió a mi mejilla dejando una suave caricia con sus nudillos.

—Eres hermosa y perfecta —giré la cabeza hacia un lado, evitando mirarlo a los ojos.

Aún me desconcentraba y me ponía mal su cercanía. Me sentía cómo cuando nos conocimos y me ponía nerviosa con tan solo una palabra.

—Mírame —negué —. Por favor, mírame.

—Dagger, vete por favor.

—¿Por qué?

—No está bien que estés aquí. Por si no lo recuerdas ya no somos nada —esta vez sí lo miré —. ¿Qué?

—¿No somos nada? —preguntó indignado —. Somos todo, ángel. Lo hemos sido desde que nos conocimos en mi habitación. ¿Lo recuerdas?

—N-no —tartamudeé.

Se dio cuenta de mi estado, así que sonrió satisfecho ante mi reacción.

—Dejamos de serlo en el momento que me ofendiste. Cuando me gritaste a la cara que solo me usaste —mis manos se volvieron puños y cogí el cuello de su impoluta camisa —. Cuando me dijiste que fingiste amarme para que te abriera las piernas. ¿Lo recuerdas? ¿Lo recuerdas?

—Angel...

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Me pisoteaste, Hunter —espeté —. Me hiciste sentir que no valía. Que no era suficiente para ti y que mi amor no te importó.

—Puedo explicártelo —negué reteniendo las lágrimas en las esquinas de mis ojos.

—No necesito que me expliques nada. No te quiero escuchar. Aquella noche dijiste todo lo que tenías para decir. No vale la pena escuchar una sola palabra que salga de tu boca.

—Por favor —suplicó.

—¿Por favor? ¿Ahora pides piedad? Esa que no tuviste tú conmigo —lo solté y me alejé de él —. No es tan fácil que yo te perdone. Me rompiste el corazón.

—Y no sabes cómo me arrepiento. Lamento todas las palabras que te dije. Lo mal que te hice sentir y cómo terminó todo.

—Todo terminó por ti —me recargué de la mesa, poniendo distancia entre los dos —. Yo quería que las cosas estuvieran bien. Que nuestro matrimonio funcionara. Estaba dispuesta a hacer lo que sea para que nuestra relación continuara cómo hasta ese momento.

—Y yo lo arruiné todo —musitó arrepentido.

—Tú fuiste el único culpable de todo.

—Pensé que te hacía bien —arrastré la mirada hacia él.

—¿Cómo me iba a hacer bien todo lo que dijiste? Estuve mal por mucho tiempo, pero me levanté cómo siempre lo he hecho y salimos adelante.

Lo único que nos separaba era una silla y eso no fue impedimento para que me cogiera de la mano y atrapara mis dedos entre los suyos. Ese pequeño contacto me hizo recordar cómo me hacía sentir su piel con la mía. Cómo me tocaba cuando hacíamos el amor y eso bajó mis defensas. Su mano ascendió lentamente a mi brazo, me cogió de la cintura y me acercó a él de manera posesiva apretándome a su duro pecho.

—Yo te amo —musitó cerca de mis labios. Su cercanía me estaba matando, me provocaba escalofríos en todo el cuerpo —. Te amo demasiado —me negué a tocarlo o tan solo mirarlo, pero cuando su mano se posó en mi mejilla y cubrió parte de mi nuca, cuando sis dedos acariciaron la parte baja de mi oreja lo miré a los ojos. Esa mirada gris que vi miles de veces en todos sus matices. Lo vi sonreír, llorar, enojarse y amar.

—Dagger...—quise apartarlo poniendo mis manos en su pecho, pero lo único que conseguí fue que apretara sus labios contra los míos de la misma manera que hizo infinidad de veces.

—Te amo, ángel —terminó por decir para besarme de nuevo.

Después de tantos meses separados era la primera vez que nos besábamos, descubriendo que la pasión y el deseo seguía ahí, cómo una flama que se mantuvo quieta para despertar y calentar todo a su paso.

🌺🌺

¡Hola! Espero se encuentren bien.

Les dejo este capítulo después de mucho tiempo de haber leído por última vez a estos dos hermosos.

Espero les haya gustado. Díganme si quieren leer más de ellos. Yo encantada de escribir de Angel y Hunter.

Besitos. 😘

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