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Capítulo extra #1.

Los capítulos que voy a subir de ahora en adelante van a transcurrir después del epílogo, así que disfruten mucho estos capítulos extra y dejen muchos, muchos comentarios.

Angel

Hunter se fue y nos quedamos solos los que habíamos llegado antes. Al ser el día de la inauguración empezamos desde temprano y para esa hora de la noche ya nos encontrábamos cansados y con sueño.

Maykel me miraba sin entender bien lo que había sucedido. Se mantuvieron al margen de la conversación que tuve con Hunter. Pero Maykel me observaba cómo solía hacerlo cuando no entendía mi actitud o cuando quería decirme algo.

Después de que Hunter se fue, nuestra amistad se reforzó y pasamos más tiempo juntos. Él y Mara se hicieron novios y por ende convivimos mucho los cuatro junto a Charlotte, ella también se convirtió en una buena amiga y ahora éramos todos amigos. Salíamos juntos a beber o comer algo, al cine o a algún bar de vez en cuando.

—¿Por qué me miras de esa manera? —Maykel se encontraba a mi lado. Preparábamos todo para el día siguiente acomodando las servilletas.

—¿Lo perdonaste? —en el momento que terminó de formular la pregunta todos estaban a mi lado incluida Callie.

—No lo perdoné.

—Pero se dieron la mano —comentó Char.

—Y se veían muy felices —añadió Mara. Hasta Marie me cuestionaba con la mirada.

—¡No lo perdoné! —repetí —. Pero ya ha pasado un año y es bueno avanzar.

Todos me miraban. Ellos estuvieron ahí en mis peores días, vieron cómo sufrí su ausencia y aunque fingía que todo estaba bien por Callie por dentro me estaba muriendo en vida. Amé a Hunter cómo nadie lo amaría jamás y me dolió su partida. Me dolió que no se hubiera comunicado en un año y que no supe nada de él todo ese tiempo. Me dolió que no cumplió sus promesas y yo tuve que seguir adelante sin él.

—¿Aún lo amas? —preguntó Mara.

—Pero, ¿lo amas? —cuestionó la pelirroja.

—No voy a hablar de esto con ustedes —les aclaré —. Creo que ya es hora de que nos vayamos —los miré. Maykel se veía ofendido y no se quedó callado, claro que no. Él nunca se quedaba callado.

—¿Nos estás corriendo? —indagó Danielle.

—Sí —entornó los ojos.

—De acuerdo, la dueña nos está corriendo y lo mejor es que no la hagamos enojar.

Al final de la noche todos se fueron a sus respectivas casas. Maykel pasó a dejar a Marie a la casa de Hunter y a Mara a su casa, Char condujo en dirección a su casa y Danielle dijo que tenía una cita con su cama y era demasiado importante. Mientras que Callie y yo fuimos al departamento que había comprado para nosotras.

—Fue raro ver a Hunter esta noche —habló Callie a mi lado.

—¿Por qué lo dices? —le pregunté.

—Ha pasado un año, Angel. Solo se fue y no se despidió y ahora está aquí como si nada —la miré de reojo —. Pretende que todo lo que pasó, no pasó.

—Hay que dejar atrás, ¿no crees?

—No sé, sigo enojada con él por irse y dejarnos.

—Ya te pidió perdón —se cruzó de brazos.

—Yo no dije que lo hubiera perdonado —negué.

—No te hace bien guardar tanto rencor —le recordé.

Al llegar al departamento me metí en el estacionamiento y bajamos del auto. Al subir lo primero que hizo Callie fue entrar y cargar a Frida que ya la esperaba acostadita en su lugar en el sillón.

—Hunter se fue, Angel, cómo se fue mamá la primera vez, cómo se fue papá y después mamá de nuevo —sentí una opresión en el pecho —. Primero nos echó de su vida y después se fue sin despedirse.

—Fue lo mejor —me quité los zapatos y colgué el bolso en el pechero al lado de la puerta —. Tal vez las cosas hubieran sido diferentes si se hubiera despedido. Tal vez no lo hubiera podido dejar ir —me encogí de hombros. Callie seguía dolida por lo que sucedió un año atrás y la entendía, pero en esos meses aprendí que no era bueno guardar rencor y que había que soltar para continuar.

Eso no quería decir que había olvidado todo lo que pasó y que todavía no doliera.

—No sé tú, pero a mí sí me dolió todo lo que sucedió —giró sobre sus talones y caminó por el pasillo para entrar a su habitación.

No la culpaba y nunca lo haría, le dolió demasiado porque quería a Hunter como si fuera un padre, un hermano y en el tiempo que estuvimos en su casa le cogió mucho cariño. Su partida la destrozó igual que a mí.

Me quedé sentada en el sillón, pensando en lo que había sucedido horas atrás. Hunter regresó a Seattle y lo vi, lo tuve a pocos centímetros de distancia y me di cuenta de que algunas cosas no cambiaban, él seguía siendo el mismo hombre de un año atrás. Había la misma frialdad y maldad en su ser, su alma había sido corrompida y no había reparación para eso. Y, aunque lo rodeaba la oscuridad, era bueno con las personas que se lo merecían. Era selectivo en ese aspecto, pero siempre daba lo mejor de sí.

Al final me fui a dormir porque estaba muerta en vida. Estaba agotada por todo lo que tuvimos que hacer desde la mañana y toda la tarde, pero valió la pena cada segundo. Este era el inicio de algo maravilloso y me sentía tan orgullosa de la mujer que ahora era. Me estaba realizando cómo tanto lo soñé un día. Estudiaba y habíamos abierto nuestra primera cafetería de muchas que quería tener. No era ambición, pero quería realizar todos mis objetivos.

Me metí bajo los cobertores y miré el techo unos segundos, buscando las palabras adecuadas para esta situación.

—Espero que donde sea que te encuentres te sientas orgulloso de mí y de todo lo que hemos conseguido en este año.

¿Cómo es que la muerte de mi padre aún me dolía a tal punto cómo si hubiera sucedido ayer? ¿Nunca lo iba a superar? Estaba segura de que no. Mi padre fue todo para mí y lo amé hasta el último de sus días. Nunca iba a superar que ya no se encontraba con nosotras y que no lo volvería a ver.

Me sentía en paz al saber que estuve con él en todo momento y que hice lo que pude para que se sintiera orgulloso de nosotras y aunque ya no podíamos hablar sabía que se sentía orgulloso por lo que habíamos logrado en estos meses. Me hubiera gustado que la vida nos permitiera pasar más tiempo juntos.

—Te amo —una lágrima rodó por mi mejilla —. Y siempre te voy a amar.

Apreté los ojos y dejé caer todas las lágrimas que había acumulado en las esquinas de mis ojos.

No sé en qué momento me dormí, pero el sueño y el cansancio me vencieron y dormí hasta tarde. No quería salir de la cama y solo me apetecía dormir por días, pero tenía cosas que hacer y cumplir con mis responsabilidades de adulto.

Salí de mi habitación y me encontré con la escena de que Callie estaba preparando el desayuno y Frida esperaba sentada en uno de los bancos de la isla.

—Buenos días —dijo. Estiré los brazos al cielo y bostecé.

—Buenos días —respondí.

—¿Cómo te sientes? —llegué a su altura y la boca se me hizo agua el ver que estaba preparando pan francés.

Ahora podíamos comer lo que se nos antojaba y ya no nos quedamos con hambre o con las ganas de probar algo nuevo. Ahora la nevera estaba llena al igual que la despensa. Teníamos ropa, zapatos y comida, ya no era cómo antes. Era mucho mejor.

—Bien —me lavé las manos y le ayudé a servir el desayuno —. Dormí excelente. ¿Tú, cómo estás? —le pregunté.

—Bien —cortó el pan y se lo echó a la boca para después masticar —. Me vas a llevar a clases de natación, ¿verdad?

—Sabes que sí —me preparé café —. ¿Cuándo te he quedado mal? —se quedó pensando.

—El día que saliste con ese chico —chasqueó los dedos —. ¿Ya se te olvidó?

—Teníamos que hacer un proyecto —entornó los ojos —. Y no fue una cita —le aclaré.

—¿Qué diría Hunter si se entera de que has tenido algunas citas? ¿Seguirá siendo el Diablo?

—No tiene por qué decir nada. Él se fue y yo me quedé aquí. Seguí con mi vida cómo tenía que ser.

—Entonces, ¿por qué no te has quitado el anillo de matrimonio y nunca se divorciaron? —cogí la taza con ambas manos para calentar mis fríos dedos.

—No nos divorciamos porque si no lo recuerdas él se fue cuando tenía los documentos del divorcio y no me he quitado el anillo porque me da frío —Callie se rio con una gran carcajada y se llevó la mano a la altura del estómago.

—¿Te da frío en el dedo? Por favor, ni tú te lo crees. Pero vamos a fingir que te creo —bebió café de su taza —. ¿Por qué no has tenido ningún novio? —frunció el ceño.

—Porque he estado concentrada en mis estudios, sabes que es lo que me importa en este momento y no quiero distracciones —le expliqué.

Estaba siendo convincente, pero no me creía, sabía que mentía y la verdad es que sí, estaba mintiéndome a mí misma y a mi hermana, porque no quería aceptar que tenía la esperanza de que Hunter regresara y no me quité el anillo porque me recordaba a él y todo lo que vivimos juntos.

—¿No tienes algo qué hacer en lugar de estar haciéndome preguntas? —se rio de mí al ver mi expresión seria.

—No. Me gusta molestarte —me mostró la lengua.

—Odiosa —le dije.

Terminamos de desayunar y lavamos los platos sucios, limpiamos la cocina y recogí lo poco que había en la sala. Me metí a bañar y salimos del departamento las tres juntas. Pasé dejar a Callie a las clases de natación y conduje la cafetería que para la hora en la que llegué ya estaba abierta gracias a las dos chicas que había contratado para que me ayudaran.

—Hola chicas —las saludé al entrar.

—Hola, Angel —saqué a Frida de su mochila y la bajé al suelo. Ya la habíamos traído aquí y se acostumbró rápido a la cafetería. A Callie no le gustaba que se quedara sola en el departamento por tanto tiempo.

—¿Cómo va todo aquí?

—Todo bien —dijo una de las chicas.

—Pero ese hombre de ahí te está esperando —señaló la esquina de lado izquierdo y ahí se encontraba Hunter bebiendo café.

—Ha estado ahí desde que abrimos —explicó —. Ha pedido tres tazas de café.

Las miré a las dos. Ellas se veían igual de sorprendidas cómo yo.

La cafetería estaba casi vacía, así que no tenía muchos pretextos para no acercarme a él y preguntar que es lo que quería.

—Ahora regreso.

Cuando llegué a la mesa donde se encontraba Hunter tenía a Frida cargando. Ella lo reconoció y fue hacia él para que la cargara.

—Está hermosa y muy grande —me invitó a tomar asiento.

—Así estoy bien —insistió. Tomé asiento frente a él —. ¿Qué quieres? ¿Me estás acosando? —su expresión cambió y casi pude jurar que se había sentido ofendido por mis palabras, pero era el Diablo de Seattle, lo tuve que recordar para saber que no se ofendía con algo tan simple.

—¿Acosarte yo? La verdad sí. Hemos estado más de un año separados, ángel, no me pidas que no te busque y no quiera estar contigo —me deslicé cerca apoyando los codos sobre la mesa.

—Fuiste tú quien se fue y me dejó. Fuiste tú quien decidió terminar con esta relación. ¿Se te olvidan todas las palabras que me dijiste aquella noche? Me dolieron, Hunter, me dolió aquí —señalé mi pecho —. Me rompiste en mil pedacitos y me costó mucho pegar esos pedacitos. Al final no estabas tú para reparar lo que habías dañado.

—Ahora estoy aquí y no voy a ir a ningún lado.

—¿Y a mí de qué me sirve que hayas regresado? Me curé, me levanté y continué con mi vida como si nunca hubieras estado ahí —me mojé los labios —. No sé qué dije ayer, si fue el cansancio o la sorpresa de verte aquí, pero no te perdono y no sé si algún día pueda hacerlo.

—Te entiendo —negué.

—No, no me entiendes y nunca podrás entender el dolor que dejaste tras tu partida. Decidiste lastimarme, diste la vuelta y dejaste atrás todo el amor que sentía por ti. No te importó.

—Angel...

—No te importó, Hunter —repetí —. No te importó lo que yo sentía. No te importaron nuestros planes y todo el amor que tenía para darte. Fuiste egoísta y solo pensaste en ti.

—¡Lo hice por ti! —gritó bajito —. Te dije todo eso porque tenía que alejarte de mi lado —No le creí. No creí ni una de sus palabras —. Todo lo que hice lo hice por ti, ángel.

—No te creo —me crucé de brazos —. Lo siento, pero no creo nada de lo que me dices y no intentes justificarte no quiero escucharte —me levanté de la silla y en ese momento Frida se bajó de las piernas de Hunter.

—Angel —le di la espalda —. Escúchame por favor. Angel —insistió al ver que no iba a ceder y que no lo quería escuchar.

Sí me dolía cómo no me pude imaginar, pero me dolieron más sus palabras tan hirientes. Me dolió su partida y que no haya dado la cara.

—Angel.

No cedí y esta vez caminé hacia la barra y me refugié en la cocina donde me sentía yo y donde podía crear a mi manera. No supe a qué hora se fue y tampoco pregunté. Sentía una opresión en el pecho al verlo de nuevo y tener esa conversación, pero fue lo mejor para mí. Tenía dignidad y mucha, además de orgullo y no lo iba a perdonar tan fácil.

Toda yo era confusión y me contradecía en lo que decía, en lo que pensaba y en lo que hacía. Pero por una vez tenía que darme mi lugar y demostrarle a Hunter que no era la misma tonta que se enamoró de él un año atrás. Las cosas ya no se harían cómo él decía, se harían a mi manera.

Hunter

—No te fue bien, ¿eh? —A Maykel se le ocurrió abrir la boca en el momento que entré al auto. Lo miré mal, pero eso ya no tenía efecto en él —. ¿Creías que te iba a perdonar así de fácil?

—Anoche se portó tan diferente y ahorita...—cerré la puerta y arranqué para irme de ese lugar.

—Anoche ya pasó, Hunter, supéralo —abrió la guantera y sacó unas papitas que tenía guardadas ahí desde quién sabe cuando. Podía apostar que las guardó y las olvidó cómo siempre.

—¿Supéralo? ¿Cómo me pides que lo supere? —indagué —. La amo.

—Sí, ¿y? —abrió la bolsa y cogió unas papitas con dos dedos.

—Maykel...

—Nada —me miró y me señaló —. Hunter, tienes que entender que la heriste cómo nadie lo hizo jamás en su vida. Le dijiste cosas horribles que nadie le dijo nunca y te fuiste sin dar explicaciones. ¿Si hubieras sido tú a quien hubieran lastimado podrías perdonar así de fácil? —mis dedos se asieron al volante.

—No.

—Ahí está, amigo —masticaba sus papitas —. No es tan fácil cómo lo quieres. No te gusta escuchar la verdad no hagas más preguntas tontas.

Preferí no hablar ni tocar el tema de Angel con Maykel porque estaba claro a quién apoyaba y no era yo. Ellos se quedaron con ellas, las apoyaron, estuvieron ahí cuando yo tenía que estarlo. Tenía que ser el soporte de Angel ante la muerte de su madre y preferí irme porque creí que sería lo mejor para las dos. Pero en ese momento fue una buena idea, no pensé que fuera a doler tanto y sí que dolió.

—Me imagino que las cosas no salieron cómo te imaginabas —Danielle revisaba unos documentos y no tuvo que levantar la mirada para saber que nada salió bien.

—Eres adivina, ¿o qué? —me dejé caer en el sillón frente a ella. Cerró la carpeta y la dejó sobre la mesita en medio de la sala —. Bruja —le dije cuando no dijo nada y entornó los ojos.

—¿Pensabas que iba a ser tan fácil? —enlazó sus dedos y apoyó sus manos en sus rodillas —. No tienes el control de todo.

—Hoy todos se han puesto de acuerdo para estar en mi contra, ¿o qué? —los miré. Maykel se sentó al lado de Danielle. Volteó la bolsa de las papas fritas y al darse cuenta de que ya no tenía la dejó sobre la mesa. Puse los ojos en blanco y bufé.

—¿Hablan de Angel? —Marie entró y lo primero que hizo fue preguntar por Angel.

—No hubiera abierto la boca —musité.

—Hijo —habló Marie —. Angel y Callie sufrieron mucho el día que te fuiste. A las dos les dolió lo que le dijiste a mi niña...

—Tenía qué hacerlo, solo así se iba a alejar de mí y ellas estarían bien. Ya no correrían peligro.

—Pero fuiste duro —dijo Danielle.

—Y cruel —añadió Maykel.

—Y la heriste —terminó de decir Marie —. Si de verdad la quieres vas a tener que hacer más que pedirle perdón. Valen más lo hechos que las palabras —se colocó detrás de mí y puso su mano en mi hombro.

—Lo sé —murmuré derrotado —. Quiero demostrarle que estoy arrepentido y que la amo. En verdad la amo.

—Entonces haz lo mismo que hiciste cuando ella llegó a esta casa, conquístala y demuéstrale que todo lo que dijiste esa noche fueron solo mentiras —dijo Maykel.

—No va a ser fácil —cogí la mano de Marie y dejé un beso en su dorso —. Ahora la veo inalcanzable, tan orgullosa y con más dignidad. No sé si ella me perdone algún día.

—Angel tiene un corazón noble y no hay maldad en él. Te va a perdonar, en algún momento lo hará —comentó Marie.

—Tú la conoces mejor que nadie.

—Nunca terminamos de conocer a las personas, pero te puedo asegurar que Angel sabrá perdonarte si sabes ganarte su perdón —apretó mi mano.

—Tendrás que hacer muchas cosas para conseguir su perdón —miré a Danielle —. Si yo fuera ella haría que te arrodilles para conseguir mi perdón.

—No le des ideas —habló Maykel —. Estás viendo cómo están las cosas y tú con tus ideas —Danielle le dio un puñetazo en el brazo a Maykel.

—Auch —se quejó —. Me está pegando —parecían hermanos.

—Danielle, no le pegues a Maykel —la rubia lo miró mal.

—Llorón —levantó el puño cómo amenaza.

—¿Entonces qué hago? —les pregunté.

—No darte por vencido es el primer paso —habló Marie a mi espalda.

—Tienes que decirle que todo lo que le dijiste hace un año no es lo que sientes, que todo fue mentira.

—No me quiere escuchar —interrumpí a Danielle. Me miró mal.

—Por eso tienes que buscar el momento correcto para hablar con ella. Pídele que te escuche.

—Regálale rosas y chocolates, las mujeres aman esos detalles.

—A mí no me gustan ni las rosas ni los chocolates —le dijo Danielle a Maykel.

—Tú no cuentas, tú eres rara —eso bastó para que la rubia le jalara los cabellos a Maykel.

—Niños, basta —pidió Marie. Maykel se sobó la cabeza.

—No sé si tomarme en serio sus consejos, siempre están discutiendo.

—Es ella —señaló Maykel a Danielle en tono acusatorio.

—¡Eres odioso, insoportable, ruidoso y siempre te la pasas comiendo, Maykel! ¡Me tienes harta! —lo empujó. Se levantó del sillón y salió de la sala.

—¿Ves lo que haces?

—¡¿Yo?! —exageró su reacción —. Pero si yo me porto bien —le hice un movimiento con la mano para restarle importancia.

—Cómo digas —me levanté del sillón y solté la mano de Marie —. Necesito pensar las cosas —salí de la sala y caminé hacia la cocina.

Ese lugar en particular me recordaba a Angel y las veces que la encontré en la madrugada preparando algún postre que no tuviera nueces solo por mí. Recordaba cada momento que pasé a su lado, la boda en Las Vegas, la luna de miel en Italia, el viaje a Suiza. Todo. Absolutamente todo. Angel me regaló los mejores meses de mi vida y tenía tanto que agradecerle.

Fui tan egoísta al pensar solo en mí y ahora entendía que nada de lo que hice estuvo bien. Debí actuar de otra manera, pero en ese momento no tenía cabeza para nada más que no fueran ellas y que no corrieran más peligro. No sabía lo que harían los Yakuza ante la muerte de Hiro y claro que se vengaron de mí, los dos atentados fueron causados por ellos y lo entendía, pero no estaba de acuerdo con lo que hicieron, ese bastardo se merecía la muerte tanto como un castigo por lo que hizo. Se metió con la mujer que amo y jamás le iba a perdonar que la lastimó. Todos los traumas que le generó.

**

Maykel dijo que las mujeres aman las rosas y los chocolates y sabía que a Angel le gustaban y esperaba que las cosas fueran así y no hayan cambiado si no estaba muerto. Obviamente, no iba a conseguir su perdón con unas rosas y unos chocolates, pero era el inicio y por algo se empieza.

Salí de la casa después de trabajar junto a Danielle y Maykel. Pasé a comprar un hermoso ramo de rosas rojas y una caja de los chocolates más caros que existen. Conduje en dirección a la universidad y me quedé esperando en la salida hasta que Angel salió junto a dos chicas.

Al verme las tres se detuvieron y ella les dijo algo a sus amigas. Quería creer que lo eran. Se despidió de ellas y caminó hacia mí.

—¿Qué haces aquí? —saqué del auto las rosas junto con la caja de chocolates. Alzó una ceja al ver los regalos en mis manos —. ¿Qué es eso?

—Sé que esto no compensa el dolor y las palabras hirientes que te dije, pero por algo se empieza, ¿no?

—Hunter...—la interrumpí.

—Angel, perdóname por favor. Fui un idiota al decirte todo lo que te dije y cómo te traté. No lo merecías. No merecías nada de lo que hice y la manera en que te saqué de mi vida —se cruzó de brazos y recargó todo su peso en un pie —. No fue justo.

—Nada justo, Dagger.

Volvía a decirme Dagger y ese ya era un avance para mí.

—Me dijiste tantas palabras hirientes. Me destruiste y lastimaste de una manera en la que nadie me había lastimado. Me echaste de tu vida —habló con coraje —. Ni siquiera quiero preguntar por qué.

—Si me dejaras explicarte...

—Ahórrate tus explicaciones, Dagger porque no las necesito. Ayer fui muy clara contigo.

—Repíteme lo que dijiste ayer —la reté.

—No te quiero y no te necesito en mi vida. Me hiciste mucho daño.

—Déjame reparar todo lo que hice —le pedí. Le entregué las rosas junto con la caja de chocolates y las aceptó.

—Esto no quiere decir que te perdono, las rosas no tienen la culpa de que seas un imbécil —me reí. Ni siquiera ella se creía los insultos que me decía, yo menos me los creía.

—¿Esos son tus mejores insultos, ángel? —acercó las rosas a su nariz.

—Ya no soy la misma tonta que conociste hace dos años —apartó las rosas.

—Nunca has sido una tonta, ángel —di un paso para acercarme. Quedamos a tan solo unos centímetros —. Nunca he pensado que lo seas.

Levanté la mano y cogí un mechón de su cabello. Ahora estaba más largo, igual de negro y bonito.

Bajé la mirada a sus labios y segundos después a sus ojos.

—Sigues siendo mi esposa, ¿no lo recuerdas? —me mojé los labios.

—Ya lo había olvidado —lo dijo tan convencida que por un momento le creí.

—No te creo. No te creo nada —deslicé la mano hacia su cintura y la atraje a mi cuerpo. Por inercia apoyó las manos en mi pecho.

—No necesito que me creas —se mordió el labio.

—Tu boca puede decir que ya olvidaste todo lo que vivimos juntos, pero tu mirada...Tu mirada no miente, ángel —intentó empujarme con las manos, sin embargo, no me moví un ápice.

—No me conoces, Dagger —apretó los puños, resistiéndose a esto que sentía —. Nunca terminaste de conocerme.

—Te conozco tan bien, ángel que sé que evitas mirarme a los ojos porque te pones nerviosa y te muerdes el labio porque sientes algo —solté su cabello y con mi dedo índice señalé su corazón —. Aquí, sientes algo muy fuerte —resopló.

—Ha pasado un año, Dagger, ¿crees que siento lo mismo?

—Sí.

No dudé en responder.

—Sé que sientes lo mismo, ¿y sabes por qué lo sé? —parpadeó —. Si ya no sintieras nada te hubieras quitado el anillo —alcé mi mano y le mostré el anillo de matrimonio que le entregué el día de nuestra boda y que aún llevaba puesto. Yo tampoco me lo quité —. ¿Qué mentiras me vas a decir? —alcé una ceja.

—Eso no quiere decir nada —se soltó de mi agarre —. Y si no te importa no te quito más mi tiempo —me entregó las rosas y la caja con chocolates —. Y no me busques, no me llames y no necesito de tus regalos. Ve y dáselos a quien sí ames y en quien confíes.

—Sí confío en ti y mucho —ajustó las correas de su mochila —. Y te amo demasiado.

—Qué concepto tan diferente tenemos del amor tú y yo —lució desilusionada —. No me busques, por favor.

—No me voy a dar por vencido tan fácilmente. Una vez logré conquistarte y puedo hacerlo dos veces más —no dijo nada y cuando creí que lo iba a hacer apretó los labios en una fina línea, giró sobre sus talones y se perdió entre los alumnos que entraban y salían de la universidad a esa hora.

Las cosas no estaban saliendo cómo me imaginé, sin embargo, no me iba a dar por vencido tan fácilmente y ya no me iría cómo el cobarde que alguna vez fui. Una vez dejé ir a Angel y la herí, ahora tenía que compensar todo el dolor que la cause con mis palabras y demostrarle que siempre me importó y que hice lo que hice por su bien, porque en ese momento creí que era lo mejor para ella, para ellas.

Amaba a Angel cómo nunca podría amar a nadie más y nadie nunca iba a ocupar su lugar jamás en la vida. Ya la había enamorado con mi mal humor y mis alergias, podía enamorarla una vez más y no me iba a rendir hasta conseguirlo.


❤❤

¡Hola! Cuánto tiempo, ¿verdad?

Decidí que tenía que escribir estos capítulos porque había un vacío en mi pecho que no me dejaba en paz. Ustedes saben cómo amo a Angel y Hunter, ellos tienen un lugar muy especial en mi corazón y sé que en el de ustedes también. Así que este es el primer extra de otros más. No les puedo asegurar cuantos capítulos serán, pero voy a escribir varios.

Nos leemos en el siguiente capítulo.

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