Capítulo 57. 💙
"Nunca supe lo que querías...
Pero sí estaba segura de lo que yo
quería. Te quería a ti, conmigo,
solo eso..."
—Frida Kahlo.
Angel
Habían pasado unos días desde aquella noche donde Hunter me dijo la verdad de lo que en verdad sentía por mí y que nunca fue cariño, solo deseo y pasión, nada más. Quise creer que mentía, que solo dijo eso porque se sentía culpable de lo que hizo Hiro, sin embargo, mi corazón me decía que no me debía hacer tontas ideas y que si dijo todo eso fue por algo, porque todo era cierto.
"Fingí quererte para que me abrieras las piernas y follarte".
Todo fue un sucio plan de su parte, un juego perverso en el que caí cómo una tonta y me enamoré perdidamente y terminé perdiendo. A pesar de saber que esto podía pasar, me arriesgué, lo di todo y, aun así, me rompió el corazón. Lo hizo tan vilmente que me iba a costar reponerme de esta gran decepción. Eso no quería decir que ya no iba a creer en el amor y que jamás me volvería a enamorar, pero por ahora quería tiempo para mí, para sanar todas las heridas que estaban abiertas, tanto en mi cuerpo cómo en mi alma. Tal vez más adelante encontraría el verdadero amor y todo esto quedaría en el pasado.
Cada día salía a buscar un departamento que rentar para irnos a vivir ahí, no quería darles molestias a Mara y sus padres, por más lindos que ellos fueran con nosotras no me gustaba estar de arrimada, así que buscaba un buen lugar donde poder vivir en paz. Tenía tantos planes para realizar, el primero de ellos era encontrar un buen trabajo y un lugar a donde irnos.
—Señor Foster —le llamé al padre de Mara, quien iba saliendo de su despacho.
—Dime, Angel —terminé de bajar las escaleras y me detuve frente a él —. ¿Necesitas algo?
—Sí, la verdad es que sí necesito algo. En este momento solo usted me puede ayudar.
—Dime, en lo que sea que te pueda ayudar, lo hago con gusto —me regaló una sonrisa.
—No sé si Mara se lo dijo, pero me casé con Hunter y...—me rasqué el brazo —. Me quiero divorciar —se cruzó de brazos —. No quiero estar casada con un hombre cómo él.
—Entiendo.
—No sé si usted me puede ayudar a buscar un abogado para empezar con los trámites del divorcio.
—Claro que sí, yo tengo un abogado que te puede ayudar —le sonreí.
—El problema es que nos casamos en Las Vegas —me detuvo alzando la mano.
—Ya entendí. Te quieres divorciar de una vez, sin embargo, no se casaron aquí y ese es el problema, ¿cierto? —asentí, mordiéndome el labio.
—La verdad no quiero regresar a ese lugar —musité.
—Voy a hablar con mi abogado, le voy a comentar lo que me estás diciendo y te aviso lo que me diga, ¿sí?
—Me haría un gran favor. Quiero terminar de una vez con todo esto —mi voz se rompió —. Quiero empezar una nueva vida y no voy a poder si estoy casada con Hunter.
—Te entiendo perfectamente, Angel. Te voy a ayudar en todo lo que pueda, sabes que esta es tu familia y lo que sea que necesites no dudes en decirme.
—Gracias —Callie llegó a mi lado.
—¿Qué pasa? —preguntó con curiosidad —. ¿Todo bien? —puso una mano en mi hombro.
—Yo las dejo —dijo el señor Foster —. Te aviso cualquier cosa —le agradecí de nuevo.
—¿De qué estaban hablando? ¿Puedo saber?
—Le comentaba al padre de Mara que necesito de un buen abogado para pedir el divorcio —cayó en cuenta de mis palabras y solo pudo asentir con la cabeza.
—Entonces va en serio lo de la separación.
—Más que en serio, Bicha, no quiero estar casada con Hunter, no después de todo lo que me dijo esa noche. Para él todo fue un juego, una mentira, nada más.
—Pero lo quieres, ¿cierto? Todavía lo amas —solté una exhalación y me senté en el segundo peldaño de la escalera. Callie se sentó a mi lado, mirándome atenta.
—Sí, lo amo, no lo niego y aunque lo amo con todo mi corazón, no puedo estar con él porque me lastimó con todo lo que me dijo aquella noche. Él no me quiere ni un poquito, Bicha, todo fue un juego para él —Callie negó con la cabeza —. Sí, él lo dijo. Nada de lo que fingió sentir era cierto.
—No, no es cierto. Tal vez te dijo todo eso porque se sentía culpable por lo que pasó, pero estoy segura de que Hunter sí te quiere y mucho —le dije que no con la cabeza —. Sí, Angel, las miradas no mienten. Esas nunca mienten.
—Entonces necesitas gafas, porque no es cierto. Hunter no me quiere, nunca me quiso —musité. Me dolía aceptar la verdad, pero las cosas estaban así.
—Te dije que siempre te voy a apoyar en todo lo que decidas, si te quieres divorciar de Hunter adelante —palmeó mi pierna —. La decisión que tomes será la correcta —apoyé la cabeza en su hombro.
—Vamos a empezar desde cero las veces que sea necesario, nos vamos a levantar y saldremos de todos los inconvenientes.
—Somos dos chicas jóvenes y bonitas —dijo —. Muy inteligentes también. El mundo está a nuestros pies —nos reímos. Cogí su mano apretándola con cuidado —. Siempre hemos salido de todos los baches, Angel, esta vez nos será diferente.
****
Me alistaba para salir a la oficina del abogado del señor Foster. Ambos se habían portado tan bien estos días en los que me había estado asesorando acerca del divorcio que solicité días atrás. El divorcio fue más rápido de lo que me imaginé, al no tener hijos y estar de común acuerdo el proceso no fue tan tardado.
Por fin me iba a poder liberar de este gran peso que llevaba encima. Si quería empezar una vida nueva tenía que dejar atrás mi pasado y Hunter era parte de él, Hunter me ataba a todo lo que me dolía y no quería en mi futuro.
Escuché golpes en la puerta, miré a través del espejo y Mara esperaba fuera de la habitación, con una enorme sonrisa dibujada en los labios.
—Pasa —me arreglé el cabello y giré en redondo.
—Vas a ir con el abogado —asentí.
—Sí, tengo la cita a las dos —cogí el bolso.
—¿Quieres que te acompañe?
—¿Me harías ese favor? —pregunté.
—Claro que sí, no te voy a dejar sola en esto. Por eso somos amigas, ¿no? —asentí —. ¡Entonces vamos! —pasó a su habitación para coger las llaves de su auto y salimos juntas de la casa. Callie había pasado a la casa de una amiga, así que no me preocupaba que se quedara sola.
—Gracias por no dejarme sola —ya íbamos en dirección a la oficina.
—No hay que agradecer. No te voy a dejar sola en este momento. Sé lo mucho que sigues queriendo a Hunter y lo difícil que es esto para ti —solté un suspiro.
—A ti no te puedo engañar —le dije —. Finjo estar bien, sin embargo, me está doliendo en el alma hacer esto. No te puedes imaginar el dolor que siento ahora mismo.
—No sé lo que sientes, pero sí me lo puedo imaginar —se quedó callada unos segundos —. Mejor hay que cambiar de tema. ¿Ya decidiste cuál departamento vas a rentar?
—Callie y yo no nos ponemos de acuerdo. Espero que en estos días tomemos una decisión y así mudarnos de tu casa —se detuvo cuando el semáforo cambió de color. Se giró hacia mí observándome.
—Sabes que te puedes quedar todo el tiempo que quieras.
—Lo sé y agradezco todo lo que tú y tus papás han hecho por mí. Pero ya es hora de que Callie y yo empecemos una vida nueva —Mara hizo un puchero con los labios.
—Te voy a extrañar mucho —murmuró.
—Y yo a ti —arrancó para llegar cuanto antes con el abogado.
No tardamos en llegar al despacho y nos pasaron cuando se desocupó y el cliente que estaba dentro salió. Mara se sentó a mi lado, el abogado buscó entre las carpetas que tenía sobre el escritorio.
—Ya estoy aquí —le informé lo que era más que obvio.
—Señora Dagger...—lo interrumpí.
—Dígame Angel, por favor —le pedí. No me gustaba que me llamaran, señora Dagger cuando todo entre Hunter y yo se había terminado.
—Bueno, Angel, lamento hacerte venir para nada —Mara y yo compartimos una mirada. No estábamos entendiendo nada.
—¿Qué quiere decir? —preguntó mi amiga.
—No he podido contactar al señor Dagger para que venga a firmar.
—Pero usted me dijo que esto iba a ser rápido —asintió —. ¿Entonces qué pasa?
—Sé lo que le dije, pero no hemos recibido respuesta alguna de su parte, ni de su abogado. No sabemos si no recibió las notificaciones o simplemente decidió ignorarlas para no firmar —se encogió de hombros.
Resoplé frustrada, me sentía enojada y un poco triste que las cosas no estaban saliendo cómo yo quería. No podía continuar con mi vida si esta seguía atada a Hunter Dagger.
—¿Ahora qué procede? —le pregunté.
—No queda más que esperar hasta que el señor Dagger se presente para firmar el acta. No podemos continuar si él no firma —apreté los ojos.
—¿Y si lo buscamos y le pedimos que firme el acta? —preguntó Mara.
—También pueden hacer eso —cerró la carpeta y me la entregó —. Cuando la firme la traen para terminar con esto de una vez por todas —Mara y yo asentimos con la cabeza.
—Eso haremos, no lo dude —nos pusimos de pie y salimos del edificio —. ¿Vamos a ir a la casa de Hunter? —le pregunté a Mara subiendo al auto.
—¿Quieres continuar casada con él? —negué —. Entonces vamos a que firme ese divorcio.
Arrancó y condujo en dirección a casa de Hunter. No tardamos en llegar a la gran mansión, al lugar que pensé ya no iba a regresar. Ahora estaba aquí para pedirle a Hunter que firmara el divorcio para que me devolviera mi preciada libertad y así dejarlo atrás para siempre, empezar una nueva vida y cerrar este capítulo en mi vida.
Tocamos el timbre y esperamos que alguien nos abriera por dentro. No pasó mucho para que la puerta se abriera por dentro y Alexander nos recibiera con una bonita sonrisa en los labios.
—Angel.
—Alexander, hola —miró a Mara —. Mara —ella le sonrió de vuelta —. ¿Puedo saber que se les ofrece?
—Queremos hablar con tu jefe —respondió Mara a mi lado.
—¿Se encuentra en la casa? —Alexander pensó qué decir —. ¿Qué pasa?
—¿Él está sí o no? —Mara insistió.
—Creo que mejor deben pasar —sugirió.
—No quiero pasar, solo háblale y ya —le pedí.
—Angel, pasen por favor —se hizo a un lado. Miré a Mara y no nos quedó más que pasar y hablar con él dentro. Yo no quería poner un pie en esta casa, ni verlo a él, sin embargo, todo me estaba saliendo mal este día.
—¿Por qué simplemente no le habló? —miramos disimuladamente a Alexander.
—No sé, pero quiero que esto se termine de una vez —suspiré. La puerta se encontraba entreabierta y entramos sin tocar. Tenía toda la intención de ir al despacho, ya que era el lugar donde él siempre estaba, pero antes de dar un paso Maykel apareció, así que nos quedamos frente a las escaleras.
—Angel. Cariño —Mara se acercó a él, dejando un beso sobre sus labios —. ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué no me avisaste que iban a venir? —le preguntó a su novia.
—Queremos hablar con Hunter —Mara me pidió los papeles —. Queremos que firme esto —se los entregó a Maykel y este los revisó minuciosamente.
—Solo tiene que firmar y vamos a quedar divorciados —le dije —. Mira, si no quiere verme, se los entregas, que los firme y ya. No nos tenemos que ver. ¿Se los puedes entregar? —le pedí. Maykel intercaló la mirada entre Mara y yo.
—Eso no se va a poder —fruncí el ceño.
—¿Por qué? ¿Él no está? Entonces te quedas con al acta, se la entregas, que la firme y mañana paso por ella —Maykel negó con la cabeza.
—No se va a poder, Angel —me entregó la carpeta y dudé en cogerla.
—¿Por qué no? —no estábamos entendiendo nada —. ¿Qué pasa?
—Hunter no está en la ciudad. Se fue —por inercia, llevé la mano a mi collar, el mismo que Hunter me había regalado.
—¿Qué? —mi corazón se detuvo un segundo —. No es cierto —cogí la carpeta.
—¿Cómo que se fue? —preguntó Mara —. ¿A dónde? ¿Cuándo?
—A dónde no sé —respondió —. No me dijo a donde se iba. Se fue hoy por la mañana —resoplé.
—Necesito que Hunter firme estos papeles para quedar divorciada de él y ahora se va. ¿Por qué me hace esto? —me quejé.
—No sé y no entiendo por qué se fue así como así, te juro que de haber sabido que ibas a venir lo hubiera detenido un poco —dijo sincero.
—¿No dijo nada? —Maykel negó ante la pregunta de mi amiga —. ¿Nada de nada?
—No, solo dijo que se iba por un largo tiempo y que no sabía cuándo iba a regresar. No sabemos dónde está, ni siquiera se llevó su móvil —añadió —. Dijo que él se iba a comunicar con nosotros —sonrió triste.
—No hay nada que hacer —le dije a Mara —. Mejor vámonos.
—Angel, espera —me detuve antes de dar un paso más —. Precisamente te iba a llamar a ti para entregarte esto —me entregó un pequeño papel que parecía un cheque.
—¿Qué es esto? —observé el papel al derecho y al revés.
—Un cheque que dejó Hunter para ti.
—No quiero nada de Hunter, lo único que quería de él no lo obtuve —extendí la mano para devolverle el cheque, sin embargo, dio un paso atrás negando con la cabeza—. No quiero su lástima. Si hace esto para compensar todo el daño que me provocó...—Maykel me interrumpió.
—No lo veas así. Tómalo cómo una gran ayuda. Con ese dinero puedes comprar un departamento y poner un negocio cómo tanto quieres.
—No me vas a convencer de lo contrario —no aceptaba el cheque que le estaba entregando —. No quiero nada de Hunter.
—Angel...—Maykel miró a mi amiga pidiendo su ayuda —. No hagas esto por ti, hazlo por Callie, merece vivir en un buen lugar, asistir a una buena universidad, ¿no lo crees? —ahora yo buscaba la ayuda de Mara.
—No sé.
—No seas orgullosa.
—Pero es mucho dinero —le dije. Mara se acercó y le echó una mirada al cheque. Jamás en toda mi vida había visto tantos ceros después del punto.
—Sí, es mucho dinero —afirmó Mara.
—Sé que todo esto es muy difícil para ti y que preferirías no estar en esta situación, pero ese dinero te vendrá bien. No solo vas a poner el negocio que tanto quieres, le vas a dar a Callie la vida que se merece —me mordí el labio —. No lo veas cómo una compensación de su parte, más bien es una oportunidad para empezar de nuevo.
—Lo único que quiero es divorciarme.
—Y lo podrás hacer en cuanto Hunter regrese —comentó Mara a mi lado —. Ahora piensa solo en ti y Callie. Toma ese dinero y empieza de nuevo así cómo tanto quieres —observé el cheque una vez más. Levanté la mirada hacia Maykel y después miré a Mara. Ambos me pedían que aceptara el dinero.
—Está bien, lo voy a aceptar, pero no lo hago por él.
—Has tomado una sabía decisión —Mara me abrazó por los hombros.
No sabía si estaba tomando la decisión correcta, si más adelante me iba a arrepentir de lo que ahora estaba haciendo. Solo quería empezar de nuevo, en otro lugar seguro para Callie, para mí. Que las dos pudiéramos ser felices después de tantas tragedias y tanto dolor, ya lo merecíamos. Merecíamos ser felices juntas.
Hunter
Firmé los documentos que le iba a entregar a Danielle y Maykel, cerré la carpeta y observé el despacho una última vez. Me dolían los recuerdos y lo que pudo ser en un futuro, pero lamentarme no iba a solucionar nada. Lo que podía hacer era empezar de cero y olvidar todo lo que viví con Angel, aunque eso me iba a costar en demasía, ya que todo lo que vivimos juntos fue hermoso, nunca me iba a olvidar de ella. La amaba tanto o más que el primer día.
—¿Nos mandaste llamar? —Maykel entró detrás de Danielle y cerró la puerta a su espalda.
—Siéntense por favor —les señalé las sillas frente al escritorio. Tomaron asiento en sus respectivos lugares y esperaron a lo que sea que tenía que decirles.
—Hunter, ¿qué pasa? —preguntó Danielle.
—Tengo algo que decirles y es muy importante. Me voy a ir un buen tiempo de Seattle —sus rostros pasaron de la seriedad a la sorpresa —. No pregunten a dónde voy porque no les voy a decir.
—¿Podemos saber cuándo te vas?
—Mañana temprano —respondí.
—¿Por qué? —indagó Maykel —. No te vayas, por favor.
—Tengo que hacerlo, amigo. No puedo vivir aquí, con tantos recuerdos en cada esquina. Todo en esta casa me recuerda a Angel, su risa y su voz. Quiero alejarme para empezar de nuevo.
—Solo tú tienes la culpa de que las cosas sean así.
—Sí, lo sé. Por eso me quiero alejar de este lugar.
—¿Cuánto tiempo? —miré a Danielle.
—No sé. El tiempo que sea necesario —cogí la carpeta y se la entregué a Danielle.
—¿Qué es esto? —abrió la carpeta.
—Ya les dije que no sé cuánto tiempo me voy, así que decidí dejarles una carta poder a los dos para que ambos se hagan cargo de los negocios. Sé que ambos harán un buen trabajo y que sabrán tomar las decisiones correctas, si necesitan un consejo me pueden llamar. Solo que sea algo urgente, nada más.
—Hunter, te agradezco todo lo que has hecho por nosotros, pero...—detuve a Danielle antes de que dijera algo más.
—Nada, no voy a aceptar un no cómo respuesta. Quiero que los dos se hagan cargo de todo. Confío en ustedes, en que harán lo correcto —los ojos de Danielle se llenaron de lágrimas. Me puse de pie, rodeé el escritorio y abracé a Danielle, Maykel no tardó en unirse a nuestro abrazo.
—Te vamos a extrañar mucho, Hunter —Danielle quedó en medio de los dos.
—Y yo los voy a extrañar a los dos —dejé un beso en la frente de Danielle y una palmada en la espalda de Maykel.
Me dolía dejarlos aquí, pero esto era algo que tenía que hacer sí o sí, necesitaba alejarme para encontrarme y saber qué es lo que quería en esta vida.
****
Estacioné el auto en un espacio vacío al lado de una camioneta blanca. Abrí la guantera y saqué la cajita de color negro, sin mirar el contenido, bajé del auto y cerré la puerta detrás de mí. Un guardia me esperaba en la entrada, al verme asintió con la cabeza y abrió la puerta para mí.
—Espere un momento —saqué el móvil del bolsillo de mi pantalón. Justo en ese momento un auto negro se detuvo frente a mí, de este bajaron Joss y Max, que al verme se acercaron sin decir nada. El guardia nos dejó pasar a los tres. Dentro del complejo esperaban más guardias y fue uno de ellos quien se acercó para guiarnos al pequeño cuarto donde tenían a Hiro, quien ahora sí iba a pagar lo que le hizo a Angel.
—No tarden demasiado —sugirió el guardia. Recibió una mirada despectiva de mi parte y me adentré al cuarto que se encontraba casi a oscuras. De pronto la luz se encendió y frente a mí apareció Hiro, atado de pies y manos, con la boca cubierta con una cinta de color negro.
Jalé una silla y me senté sobre esta, frente a Hiro quien tardó en reaccionar y al verme abrió los ojos de par en par.
—¿Pensaste que no me ibas a volver a ver? —le entregué la cajita a Joss —. Que bien te sienta la prisión, Hiro —se retorcía en su lugar, intentando zafarse, sin embargo, las sogas alrededor de su cuerpo lo apresaban a la silla —. Te ves más miserable e infeliz —le hice una seña a Joss quien no tardó en aproximarse a Hiro e inyectar una dosis del suero en su cuello. Le quitó la cinta de la boca y empezó a tartamudear.
—¿Qué me hiciste? —preguntó.
—¿Recuerdas cuando te dije que el día que le pusieras un dedo encima a alguien de mi familia te ibas a arrepentir? Hoy es ese día —entre Max y Joss lo desataron, manteniéndolo sentado en la silla.
—Hunter...—al pasar de los segundos el cuerpo de Hiro se puso rígido, no se podía mover, ni hablar, ni parpadear. Si todo lo que me dijo Mason era cierto, Hiro estaba sufriendo un dolor inmenso en todo el cuerpo, ardía y lo consumía desde las entrañas.
—No perdono, Hiro. Quien me la hace me la paga. Y ese dedo que perdiste aquel día no es nada comparado con todo lo que Max y Joss te van a hacer hoy —derramó un par de lágrimas silenciosas que rodaron por sus mejillas —. No te preocupes, no te van a matar, solo se van a cobrar una a una todo lo que me hiciste —me puse de pie acomodándome el saco —. Las cosas pudieron ser diferentes —di un paso y otro más hasta quedarme frente a él —. Pero decidiste continuar con tus estúpido juegos, los mismos que te han traído hasta aquí —palmeé su hombro y aparté la mano. Su cuerpo se sentía caliente.
No sentía ni un poquito lo que estaba pasando, él se lo ganó. Intenté ser paciente con él, quise dejarlo pasar e ignorarlo, sin embargo, Hiro me buscó y ahora me había encontrado. Pagaría su maldita imprudencia, el ponerle un dedo encima a Angel le iba a costar algunas partes de su cuerpo, aquel al que le tenía una gran devoción y cuidaba cómo lo más preciado de su jodida vida.
—No te preocupes, no seré yo quien se haga cargo de ti —una seña bastó para que Joss y Max empezaran a hacer lo suyo.
El primer corte hizo derramar lágrimas ácidas de los ojos de Hiro. Aunque no podía hablar o quejarse o gritar, su rostro y expresiones lo decían todo. Lloraba y gritaba, pero sus gritos se quedaban atorados en su garganta.
Cuando terminaron de hacer su trabajo su ropa estaba empapada en sangre, había pedazos de carne en el suelo, uñas y dedos regados por ahí. En ningún momento sentí pena por él, porque él no la tuvo por Angel cuando la golpeó y humilló a tal grado que la pobre tuvo que ir a terapia por algunos meses. No podía sentir lástima por alguien cómo él quien se aprovechaba del puesto que tenía y violaba mujeres para después desaparecerlas. Aunque hubiera visto un poco de arrepentimiento en él, le haría pagar sus imprudencias.
Aquello fue lo último que hice cómo un criminal, porque quería dejar todo eso de lado y empezar de nuevo. Tal vez no iba a poder cuando no dejaba de culparme por todo lo que le pasó a Angel, cuando le rompí el corazón para que se alejara de mí. Sabía que no lo haría si no le decía que todo fue una mentira para mí, que nunca la quise cuando en realidad la amaba más que a mi vida y estaba sufriendo un infierno por no tenerla a mi lado. Extrañaba sus besos y sus caricias, su dulce voz en medio de la oscuridad diciéndome que todo iba a estar bien y que las cosas se iban a resolver. Extrañaba su comida y sus postres, extrañaba que me recordara qué medicamento debía tomar y cuando me decía lo que no podía comer para que la migraña no regresara. Extrañaba todo de ella, pero estaba mejor sin mí. Su vida sería mejor sin mí, porque ya no sería un problema para ella.
Fue egoísta de mi parte, claro que lo fue, por Angel era egoísta y ambicioso, podía ser el peor de los hombres y también el más bueno. Por ella yo podía ser todo y nada a la vez.
****
Dejé todo listo en la casa, Maykel y Danielle se harían cargo de todos los negocios y no me preocupaba que algo saliera mal porque sabía que eran buenos en esto, que podían tomar una buena decisión sin mí, sin que yo estuviera detrás de ellos diciéndoles qué hacer. Por primera vez en mi vida le estaba cediendo todo a alguien más que no fuera Angel y estaba bien con eso.
Salí de la casa directo hacia el aeropuerto. Alexander fue el encargado de llevarme y fue él quien se esperó hasta que mi vuelo salió. Le agradecí por su fidelidad y todos los años que trabajó para mí, tampoco lo iba a despedir, en la mansión había más cosas que hacer cómo cuidar de Marie y hacerle las compras o alguna orden que le dieran Danielle o Maykel.
Cinco horas y diez minutos estaba saliendo del aeropuerto de nuevo. Busqué un taxi que me llevara a mi destino, le indiqué a dónde me tenía que llevar. Pensé que con el paso de los años iba a olvidar las calles y sus nombres, sin embargo, recordaba todo a la perfección cómo si nunca me hubiera ido de aquí.
—Es aquí —le indiqué al taxista y detuvo en auto frente a la casa. Me ayudó con las maletas que muy amablemente acercó a la puerta y le pagué al hombre dándole una buena propina. Antes de tocar el timbre miré a mi alrededor, desde la casa de enfrente hasta la mujer con los niños que pasaba en la acera.
Giré en redondo hacia la puerta y toqué el timbre. Estaba nervioso y aterrado por la reacción de mi madre al verme y también estaba preparado por si llegaba a correrme de su casa, porque lo merecía más que nadie en este mundo.
—¡Ya voy! —esa era la voz de Blake —. ¡Voy! —la puerta se abrió de golpe. Blake apareció frente a mí, al verme sonrió feliz y se hizo a un lado.
—Estás aquí.
—Estoy aquí.
—¿Quién toca la puerta? —escuché la voz de mi madre muy cerca. Detrás de Blake apareció mamá, se veía igual que hace ocho años, tan bonita y amable cómo siempre era ella.
—¿Hunter? —se llevó las manos a la boca.
—Mamá.
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