Capítulo 55. 💙
"Estoy bien. Bien hundida.
Bien decepcionada.
Bien vacía. Bien harta.
Bien rota. Bien triste.
Bien cansada.
Definitivamente estoy bien".
—Frida Kahlo.
Hunter
Antes de ir al sepelio de Serena había que arreglar un par de cosas que tenía pendientes. Estos días me dediqué a Angel, solo quería hacerla sentir bien en la casa, cuidar de ella, protegerla y velar sus sueños. No quería dejarla ni un momento, pero las cosas no podían seguir así, yo tenía que regresar a mi vida de antes y ella... Ella junto a Callie merecían una vida digna, donde no hubiera sangre, armas y peligro. Lo merecían más que nadie en este mundo.
Maykel y Danielle me ayudaron para organizar esta reunión donde asistían todos los socios que tenía, sería el momento para decirles que estaba fuera de esto y sabía que no les iba a gustar, se lo tomarían a mal. Quizá iban a pensar que cometí traición, sin embargo, las cosas eran tan diferentes de lo que en verdad estaba pasando ahora mismo.
—¿Qué hacemos aquí? —preguntó uno de los socios.
—Maykel dijo que era urgente —habló otro —. Por eso estamos aquí —los demás les dieron la razón. Dos pantallas al frente nos mostraban los rostros de los demás socios que no se encontraban presentes aquí, cómo Rykel De Vaux, Mason Turner y Vitale Schiavonne. Ellos tres y los demás ya sabían de qué iba esta reunión, la que no era más que una formalidad para terminar con este negocio de una vez.
Me mantenía a la cabeza de todos en la mesa, pero cuando diera un paso fuera de esta oficina sería una presa más para cada uno de ellos, no me importaba ya, lo peor que me pudo pasar sucedió y ahora veía las cosas de diferente manera. No me podían lastimar más porque Hiro lo hizo con la persona que más amaba en esta vida.
—Tengo algo importante que decirles —hablé serio —. Desde este momento dejo de ser parte de todo esto, no seré su socio principal, tendrán que buscar a un jefe porque yo ya no lo seré —Se miraron, desconcertados, empezaron a murmurar y me miraban sorprendidos, algunos más no lo creían, otros negaban con la cabeza. Se miraban entre ellos, esperando que todo esto fuera una mentira, sin embargo, al ver mi rostro impasible confirmaron que no estaba jugando.
—¡Esto es traición, Hunter! —uno de ellos se puso de pie y me señaló despectivamente —. Es traición.
—No lo hago por eso, nunca daría sus nombres, nunca los echaría de cabeza con nadie. Quiero que entiendan que he tenido muchos problemas y ahora mismo la policía me está pisando los talones. ¿Quieren eso? ¿Qué se vayan en su contra? No, sé que no lo quieren, porque ustedes, al igual que yo, tienen mucho que perder.
—¿Y qué va a pasar con los negocios que tenemos juntos? —preguntó Mason.
—Van a pasar a manos de otra persona —le respondí. Hizo un asentimiento de cabeza.
—¿Y se te hace fácil dejar esto, así como así? —preguntó uno de los hombres.
—No tengo otra opción, ya detuvieron a Hiro y si sigo aquí los siguientes serán ustedes —suspiré. No lo entendían y tampoco pedía que lo hicieran, lo que menos me importaba era lo que ellos pensaran de mí.
—¿Hiciste tratos con la policía? —negué con la cabeza. No les podía decir sí, por qué me podía ir muy mal.
—No —me acomodé el saco y recobré mi postura inicial —. Nunca los haría, pero sé de muy buena fuente que me han estado investigando desde hace meses, empezaron con Hiro y salieron varias cosas que me relacionaban con él —uno de los hombres maldijo —. Si sigo dentro van a venir por todos y sé que me puede ir muy mal. No quiero eso.
—Confiamos en ti porque eres inteligente, te sabes mover, sabes hacer tratos, ¿quién hará todo eso?
—Necesitamos que toda la mercancía se mueva de lugar —habló Vitale —. No se puede quedar en un solo sitio, es peligroso —Ya había hablado con todos ellos y todos quedamos que de ahora en adelante Devan se haría cargo de todo eso, sería mucho más trabajo para él, sin embargo, estaba preparado para todo lo que le venía encima.
—Lo sé y ya quedamos que Devan va a mover toda la mercancía, él sabe bien lo que hace y cómo lo hace —les dije a todos, incluidos los de la mesa que me miraban mal, con desconfianza —. Pueden confiar en que él sabrá hacer un buen trabajo y que no los va a traicionar.
—Te dijimos que vamos a confiar en ti, Dagger —por fin habló Rykel —. En que no vas a decir nada de lo que ha pasado y que nuestros nombres no van a salir a luz.
—¿Por quién me tomas? No soy un maldito traidor —dije ofendido.
—Está bien —dijo uno de ellos —. Pero te vamos a tener vigilado y cualquier sospecha de que nos has vendido con la policía te vas a arrepentir —me señaló.
—Yo nunca haría eso —dije molesto —. Y si alguno de ustedes le hace daño a mi familia, les juro que no voy a tener piedad, por nadie —los señalé. Los miraba severo —. Espero lo entiendan —me puse de pie —. Señores, si me disculpan, ya no tengo nada que hacer aquí.
Hice un asentimiento con la cabeza y salí de ese lugar. Al dar el primer paso fuera, sentí como si un gran peso me fuera liberado de los hombros. Aun así, no podía cantar victoria, que ahora me dejaran ir no significaba que el peligro hubiera pasado, esos hombres eran peligrosos, no les importaba matar a personas inocentes con tal de hacer su voluntad. Estaba seguro de que me iban a tener vigilado y si alguno de ellos iba a prisión arremeterían en mi contra o contra alguien de mi familia.
—¿Todo bien? —Maykel venía a mi lado.
—Ya los escuchaste —encogí un hombro.
—Sí, y ellos te escucharon a ti. Que no estés dentro no quiere decir que te puedan hacer daño —Salimos de ese lugar y regresamos a la casa. En unas horas sería el entierro de Serena y quería estar al lado de Angel.
—Pero sigue siendo peligroso y juré que no las iba a poner en peligro una vez más. Ya no, Maykel —él manejaba mientras yo miraba por la ventanilla.
—La decisión que tomes te voy a apoyar —le di las gracias y condujo a casa —. Solo piensa bien las cosas, Hunter. Desde que estás con Angel eres otra persona. Es tu esposa y la amas.
—Y no debí permitir que las cosas llegaran a ese punto —con el dedo pulgar jugaba con el anillo que llevaba puesto en el dedo anular —. Me enamoré perdidamente y mira todo lo que pasó —le miré. Negó con la cabeza porque sabía que estaba por tomar una dura decisión, una que él no creía correcta.
—Te puedes arrepentir de esto —murmuró.
—Me arrepiento más de poner en peligro a Angel cuando prometí que la iba a cuidar y no lo hice.
—No fue porque no lo quisieras hacer, no estaba en tus manos.
—Tal vez, sin embargo, sí está en mis manos que no se vuelva a repetir. Tú escuchaste a esos hombres, son peligrosos, Maykel, las pueden lastimar —mi amigo suspiró.
—¿Vas a hablar con Frank? —asentí.
—Le voy a pedir que cuide de Angel y tú también lo harás —negó con la cabeza, no estaba nada contento con lo que iba a hacer.
—Sabes que te apoyo en todo lo que decidas hacer —le sonreí y palmeé su hombro.
—Por eso eres mi mejor amigo.
—Y el único que tienes —sonrió.
—Para siempre.
****
Al llegar a la casa fui a la cocina y Angel no se encontraba ahí, la busqué en la sala y tampoco estaba, subí las escaleras y cuando entré a nuestra habitación la vi acostada en la cama con Frida a su lado hecha bolita. Se veía tan bonita así, tan frágil e inocente. No podía lastimarla más, me juré que no lo haría, se lo juré a ella y estaba haciendo todo lo contrario. Me odiaba por ser tan imbécil.
—Hunter —abrió los ojos lentamente. Sonrió y me acerqué para ponerme de rodillas a su lado —. ¿Hace mucho qué llegaste? —negué. Pasé mis dedos por su mejilla apartando los cabellos que tenía pegados en los costados.
—¿Cómo estás? —mi mano se quedó en su mejilla y soltó un suspiro.
—Las cosas podrían ir peor, ¿no? —le dije que sí —. Así que estoy bien —un nudo se formó en mi garganta. Todavía se alcanzaba a ver el golpe que el infeliz ese le dio en la mejilla.
—¿Te duele? —pasé las puntas de mis dedos con cuidado de no lastimarla.
—Un poco —dejé un beso en la zona dolorida —. Ahora me siento mejor, estoy en casa con mi esposo —una sonrisa triste se desplegó en sus labios.
—Lamento todo lo que pasó, todo lo que tuviste que vivir y ver. Es mi culpa, todo es mi culpa.
—Hunter, no es tu culpa.
—Sí, lo es y jamás me voy a perdonar que hayas pasado por ese infierno, que tuvieras que ver como moría tu madre. Soy lo peor, el peor hombre de todos —llevé sus manos a mi rostro y empecé a llorar.
—Hunter, no digas esas cosas —se sentó en la orilla del colchón y apoyé mi mejilla en su rodilla —. Crees que no me doy cuenta, pero sé que te pasa algo.
—No pasa nada —seguía en mi lugar, arrodillado a sus pies.
—No soy tonta. Te culpas por todo y nada de esto lo causaste tú —pasó sus dedos entre mis cabellos —. Son cosas que pasan de vez en cuando.
—Pero no debió pasarte a ti, cariño, a ti no. Eres tan dulce, tan buena, la mujer más maravillosa de todas que no mereces nada de esto —musité.
—Hunter —puso dos dedos bajo mi barbilla, obligándome a mirarla a los ojos —. Dime que pasa.
—No pasa nada —quise lucir tranquilo, sin embargo, dentro de mí todo se estaba derrumbando, todo se estaba cayendo en pedazos.
Lo siento, lo siento tanto.
—Está bien, te voy a creer, pero en algún momento me vas a tener que decir la verdad —pasó sus pulgares bajo mis ojos.
—Te quiero tanto —musité.
—Y yo a ti, Hunter.
De nuevo dejé caer mi cabeza en sus rodillas. Amaba estos momentos a su lado, quizá eran insignificantes para los demás, pero para mí eran el paraíso. Algo como compartir un momento con la persona que más amas significaba más que el dinero y ese tipo de cosas.
—Tú tenías razón —dijo de pronto y no entendí a qué se refería.
—¿Con qué? —aparté las lágrimas de mis mejillas. Levanté la cabeza y la miré a los ojos. Había mucho dolor y tristeza en ellos, cuando antes solo había felicidad y amor.
—Serena, sí estaba pasándole información a Hiro —tampoco me sorprendió, lo que sí es que yo no quería que ella se enterara —. Él lo dijo y ella no lo negó. Dijo que, si no lo hacía, Hiro iba a matar al hombre con el que se fue —tragó saliva.
—Lamento tanto que te enteraras de esa manera —negó con la cabeza sutilmente —. No pensaba decirte nada.
—Qué bueno que lo supe y así no vivir en la ignorancia.
—¿Le vas a decir a Callie? —dijo que no rápidamente.
—No, lo mejor es que ella no sepa nada de esto. Que siga pensando que Serena sí regresó por nosotras, que nos quería y que fue una buena madre —me incorporé y me senté a su lado. La abracé y apoyó su cabeza en mi pecho —. Te pido que nunca le digas nada —dejé un beso en su frente.
—Nunca se lo voy a decir.
Angel
El funeral de nuestra madre se desarrolló sin el más mínimo inconveniente. No asistieron muchas personas, solo los amigos más cercanos y nosotros. Ella no tenía amigos, así que solo estuvimos los más allegados a ella. Le tuve que avisar al tal Simón, quien no podía creer que Serena estaba muerta, él pensaba que ella se encontraba bien, ya que ella le dijo que así era. Se veía que la quería mucho y al menos tuvo eso, un poco de amor por parte de alguien.
Me dolió saber que fue capaz de vendernos, que todo fue una mentira porque yo sí quise que formara parte de nuestras vidas, yo sí quería verla, aunque se fuera de la casa, yo sí la quería, pero para ella todo fue una mentira que supo llevar muy bien, supo fingir muy bien un amor no sentía por nosotras. Fue una buena mentirosa que llegué a querer mucho.
Antes de salir del cementerio pasamos a ver a nuestro padre. Quisimos ir solas, aunque Hunter nos cuidaba desde una distancia prudente. Pensaba que todavía nos querían hacer daño.
—Lo extraño tanto —mantenía a Callie abrazada a mí, su cabeza apoyada en mi pecho —. Como quisiera que estuviera aquí —murmuró con dolor —. Angel, los dos se fueron.
—Yo también lo extraño tanto —no podía evitar llorar —. Solo quisiera que este dolor desapareciera, no pido más —Las dos llorábamos inconsolables, estábamos rotas, nos sentíamos tan solas.
—Ella me dijo que me quería, dijo que podíamos vernos un día y tomar un café. Dijo que se sentía muy mal por dejarnos, que nunca debió hacerlo, que tuvo que regresar. Le creí, yo le creí.
—Era cierto, Callie, estaba arrepentida por irse —Callie lloraba más y más. No sabía cómo consolarla. Tenía que mentir para que no sufriera más de lo que ya había sufrido.
—Ya no va a regresar, no lo hará —dejé un beso en su frente.
—Estamos juntas y eso es lo que más importa, ¿sí? Yo nunca te voy a dejar, siempre voy a estar a tu lado, apoyándote en cada decisión que tomes, estaré contigo en las buenas y en las malas.
—Siempre —se separó de mí. Sonrió con lágrimas en los ojos.
—Para siempre.
Nos despedimos de nuestro padre y regresamos con Hunter, los demás ya se habían ido. Los tres regresamos a la casa en total silencio, Callie no decía nada y tampoco esperaba que lo hiciera, ella creía tanto en mi madre, tenía la esperanza de que nuestra relación mejorara con el paso de los días, que todo fuera mucho mejor, pero esta tragedia solo trajo dolor a nuestras vidas, porque esto no estaba cerca de terminar. Apenas estaba empezando.
Llegamos a la casa y estaba sola, Marie llegó con Maykel y este se fue a su departamento porque Hunter le dijo a él y Danielle que por ahora no iban a trabajar, las cosas no estaban bien. No sé por qué sentía que me estaba ocultando algo, no me quería decir que pasaba con él y sé que era algo muy grave. Solo esperaba que Hunter se abriera conmigo y que las cosas fueran como antes, no pedía más.
—Voy a descansar —informó Callie.
—Descansa —me sonrió antes de subir las escaleras y se perdió en el pasillo.
—Tú también debes descansar —sugirió Hunter —. Han sido muchas emociones este día.
—Solo quiero que hables conmigo, de nuevo te has metido en tu mundo y no quieres que nadie entre, ni yo —dije triste —. Hunter...
—Es que no pasa nada —habló serio —. Si te digo que las cosas van bien es que van bien.
—¿Por qué te engañas así? —ladeé la cabeza —. ¿Por qué crees que me engañas? —Cogió mis manos entre las, sin embargo, me solté de su agarre —. ¿Cuándo vas a dejar de tomar decisiones por mí? No soy débil, soy mucho más fuerte de lo que piensas, de lo que tú te imaginas.
—Cariño, sé que no eres débil, sé que eres mucho más fuerte de lo que pareces, pero todavía corres peligro. No estás segura.
—Tus brazos son mi refugio, Hunter, el único lugar donde me siento segura —me dolía el pecho por aguantarme las ganas de llorar —. Sin ti no quiero nada, no soy nadie —Esta vez cogió mis manos y no me aparté.
—Ya eras alguien sin mí, una mujer fuerte, valiente, que puede salir de cualquier problema con la frente en alto, esa eres tú —dejó un golpecito en mi nariz con la punta de su dedo —. Mi chica valiente.
Di que me amas, por favor.
No pido más.
—Eres un tonto, ¿lo sabes? —asintió.
—Lo sé, pero también sé que te mueres por este tonto —se acercó para dejar un beso en mi mejilla —Amaba cuando hacía eso. Era inesperado y dulce.
—Me conoces bien —soltó mis manos cuando la puerta se abrió y detrás apareció Charlotte. Al vernos nos sonrió y entró a la casa.
—Hola, ¿interrumpo algo? —preguntó con algo de pena.
—Sí, pero ya estás aquí —respondió Hunter.
—No seas grosero —le di un manotazo en el brazo.
—Vine a ver a Angel, supe lo que pasó —caminó hacia nosotros y se quedó a un lado.
—Las dejo solas —me miró unos segundos y fue hacia la cocina.
—¿Cómo estás? —me enganché al brazo de Charlotte cuando me lo ofreció y fuimos juntas a la sala.
—Bien, me siento bien —solté un suspiro. Ocupamos nuestro lugar en uno de los sofás, una al lado de la otra.
—A mí no me engañas. Te conozco poco, pero sé que no estás bien —dejó el bolso a un lado y puso las manos sobre sus piernas.
—La verdad es que las cosas no van bien, Callie está muy triste. Sé que nuestra madre no era la mejor, tenía miles de defectos e hizo cosas horribles —en mi garganta se formó un nudo —. Nos íbamos a dar una oportunidad, las tres, para empezar desde cero y mira...
—Angel...—su voz era dulce —. Lamento tanto lo que pasó, sabes que aquí estoy para lo que quieras. Lo que pasaste fue muy difícil y si quieres hablar me tienes aquí. Me puedes considerar una amiga más —cogió mi mano con delicadeza.
—Gracias, Charlotte.
—Dime, Char —se encogió de hombros —. Mis amigos me dicen así.
—Entonces, gracias, Char —sonrió.
—Pero a ti te pasa algo más —le di la razón por que sí, había algo que no me dejaba en paz.
—Es Hunter, algo no va bien con él. Lo sé, lo siento —me llevé la mano al pecho —. No soy tonta, sé que algo le pasa.
—Se debe sentir culpable por lo que pasó.
—Eso me dice cada que tocamos el tema. Le he dicho mil veces que no tiene la culpa de nada, pero no lo entiende —de nuevo cogió mis manos entre las suyas.
—Lo sé, pero él no lo ve así. Golpeó a Hiro y este se desquitó contigo, con tu madre. Para Hunter no será fácil, pero con el tiempo lo va a entender.
—Eso espero, solo quiero que esto termine ya.
—Verás que sí. Tiempo al tiempo.
****
Charlotte dijo "tiempo al tiempo" pero las cosas no estaban resultando, no es que se pusieran peor, pero entre nosotros se estaba abriendo una gran grieta que era difícil de cerrar. Nada fue lo mismo, ya no lo sería y eso me estaba matando.
Solo anhelaba que todo fuera como antes de esta tragedia, solo quería que la gran sombra de dolor y tristeza se fuera. No pedía más, lo merecía, ¿no es así? Nunca le hice daño a las personas, siempre intenté hacer las cosas bien, ¿por qué la vida era así de cruel conmigo? ¿Cuánto más tenía que sufrir?
Aquella noche desperté y Hunter no estaba a mi lado, como pasaba últimamente con él. Dormíamos juntos, pero al despertar él no estaba en la habitación, ignoraba a donde iba por las noches y me dolía que no hablara conmigo de estas cosas.
Esa noche me decidí y salí a buscarlo, quizá estaba en el jardín, en estos días se la pasaba ahí, pensaba mucho en cosas que ignoraba porque no me las decía. Sentía que en lugar de estar más juntos que antes nos estábamos alejando más. Salí de la cama y me puse las pantuflas, me puse un suéter porque la noche se sentía fría. Al salir de la casa miré el cielo y estaba cubierto de nubes negras. Llovería en cualquier momento.
Entorné los ojos y a la distancia lo vi, se encontraba en medio del jardín, con las manos metidas en los bolsillos de su suéter. Me acerqué y puse una mano en su hombro cuando estuve a su lado.
—Desperté y no estabas —me coloqué a su lado —. ¿Pasa algo? ¿Te sientes mal? —No dijo nada, solo negó con la cabeza —. Vamos a dormir —le pedí.
—He estado pensando las cosas —giró sobre sus talones y quedamos cara a cara. Su mirada, su rostro, todo me daba mala espina.
—¿Y qué has pensado? —pregunté con miedo. Este me recorría la piel.
—Lo siento...
No lo sientas, no.
—Pero...
¿Pero qué?
—Esto se acabó.
No, no digas eso.
Y mi corazón se detuvo unos segundos a la vez que se rompía un poco más.
—¿Qué? —apenas pude murmurar. La boca se me secó, sentía que la garganta me ardía.
—Se acabó, Angel, esto que hay entre nosotros, ya no más.
—No, tú no me puedes estar diciendo esto —di un paso atrás, llevándome las manos a mi pecho Se me estaba dificultando respirar —. Hunter...—mi barbilla tembló.
Dios, no. Todo menos esto.
Por favor.
—Angel...—mis ojos se llenaron de lágrimas —. Ya no puedo seguir con esto, ya no quiero seguir con lo nuestro.
—No me digas estas cosas. ¿Por qué? —musité con dolor —. ¿Por qué? ¿Qué pasó para que tomes esta decisión? ¿Hice algo malo?
—Estuviste en peligro por mi culpa, ¿qué más quieres que pase? Te secuestraron, mataron a tu madre, apuntaron un arma en tu cabeza. Ha pasado de todo, Angel y no más, ya no —zanjó. Había una nota de enojo y rabia en su voz.
No lo entiendo. No quiero entenderlo.
—No fue tu culpa —hablé muy bajo, apenas me escuché, pero él lo entendió.
—Ya sé, me lo recuerdas a cada rato, aun así, no dejo de sentirme culpable, el mayor hijo de puta que hay en este mundo —masculló con dolor.
—No te digas así, por favor —los ojos me escocían —. Sé que si hablamos podemos solucionar las cosas.
Me resistía a llorar, se me estaba haciendo tan difícil no hacerlo. Cada una de sus palabras eran una puñalada a mi pobre corazón.
—No puedes seguir en mi vida porque eso es exponerte a ti y Callie —señaló —. Y no se lo merecen. Solo quiero felicidad para ti y Callie, solo quiero que estén a salvo y a mi lado eso no va a pasar, Angel, no vas a conseguir ser feliz conmigo.
—Soy feliz a tu lado. Estos meses han sido los mejores, me haces feliz con tan solo existir, no te pido más. No quiero más que a ti a mi lado, para siempre —mi barbilla tembló cuando me di cuenta de que mis palabras poco le importaban, él no sentía nada y yo me estaba desmoronando poco a poco, tan lento que sentía cada parte de mi cuerpo doler.
—No, Angel, todo lo que pasó estos meses fue solo un espejismo, nunca debió pasar.
—No mientas. Sé que fuiste feliz también, sé que disfrutaste tanto como lo hice yo y no me refiero solo al sexo, sé que sientes algo por mí, yo lo siento.
—No debí dejar que entraras a mi vida, no debí permitir que te metieras bajo mi piel. No debí llegar tan lejos, fue estúpido de mi parte pensar que por una vez sería feliz con alguien y que ese alguien eras tú —las lágrimas que había estado reteniendo por fin salieron y mojaban mis mejillas.
—Mientes, mientes...—negaba con la cabeza.
—¡No miento, Angel! Dios. Basta ya, se acabó, se terminó, ya no hay futuro para nosotros. Todo fue una mentira, ¡entiende!
—¡No! —grité.
—¡Sí lo fue! Todo, la boda, el sexo, los sentimientos, todo fue parte del pacto —señaló rabioso.
—No es cierto. ¡Yo te lo pregunté, Hunter! Te pregunté si todo esto era por el pacto y me dijiste que no. ¿Acaso mentiste? —asintió con la cabeza —. No es cierto, no pudiste fingir que me quieres —di un paso agarrando sus brazos, sin embargo, se soltó rápidamente y fue él quien me agarró de los brazos para sacudirme y apartarme de su lado —. No es cierto —murmuré.
—Fingí quererte para que me abrieras las piernas y follarte —dijo serio —. Solo quería eso, cogerte y hacerte mía. Todo fue parte de un plan, Angel —se rio burlesco. Mi corazón se detuvo un segundo —. Fuiste una tonta que creyó en mis mentiras —me empujó lejos —. ¿En verdad creíste que te quiero? —su carcajada resonó en mi cabeza —. Nunca podría quererte, Angel, eres demasiado inocente para mí —Di un paso y solté una bofetada que ladeó su cabeza.
—¡Imbécil! —me aparté —. Eres un poco hombre y un patán. Yo creí en ti, te dije que te quiero y tú solo me usaste —se sobó la mejilla. Su rostro era la viva imagen de la indiferencia.
—Cree lo que quieras —masculló —. Soy un imbécil y un patán, sí, tal vez. Pero me preocupo por ti y no quiero que nadie te haga daño o a Callie —por un momento, por un pequeño momento pude ver una pizca de sinceridad, sin embargo, ya no sabía qué creer. Para él todo fue una mentira, mientras que para mí fue lo más real que tuve en mucho tiempo.
—Sé que te culpas, pero no tiene que ser así. Deja de decidir por mí, no eres mi padre. Yo sé muy bien lo que hago y lo que quiero, yo quería estar a tu lado, formar una familia contigo —murmuré con dolor.
—Pero yo no quiero eso —fue duro y cruel conmigo. Un golpe más a mi corazón.
—Yo sí veía un futuro a tu lado, Hunter —dio un paso hacia mí, no obstante, me aparté.
—Está bien que me odies y lo acepto, solo jugué contigo y te hice creer en algo que no tenía futuro. Perdón por hacerte pensar que lo nuestro era más que sexo y pasión —sonreí negando con la cabeza.
Me estaba muriendo por dentro y él parecía estar tan bien. Era obvio que aquí la única que se enamoró fui yo porque para él solo fue sexo y nada más.
—No finjas que te importa lo que siento porque no es así. Solo te preocupas por ti y nada más —negó con la cabeza —. Sí, Hunter, sigues siendo el mismo egoísta y desconsiderado de siempre. No has cambiado en nada. Fui una tonta al pensar que alguien como tú podría cambiar, ya me di cuenta de que no es así. Sigues siendo el despreciable e idiota jefe del que nunca debí esperar nada bueno —escupí.
—Me preocupo tanto por ti que te dejo libre. Te voy a dar el divorcio y recibirás tu compensación por hacerte perder el tiempo —¿Por qué estaba tan tranquilo cuando yo me estaba muriendo lentamente?
—¡No quiero que me dejes libre! ¡Deja de decidir lo que es mejor para mí! ¡Yo te quiero a ti, Hunter Dagger porque te amo!
Las palabras salieron como si fueran vómito y no me importó decirle que lo amaba en esta situación. Al diablo todo, ya nada me importaba, me estaba echando de su vida, al menos tenía que saber que yo sí lo amaba.
—Yo sí te amo —mi confesión no tuvo ningún efecto en él —. Yo sí te amo, yo sí te amo —musité.
Esperaba que mi confesión lo hiciera cambiar de opinión, no obstante, no obtuve nada de él. Lo único que hizo fue cuadrar los hombros, pasó saliva y continúo rompiéndome en miles de pedazos sin compasión alguna.
—Nunca debiste enamorarte de mí. Soy un mal hombre, un criminal, un asesino. ¿Qué puedes esperar de alguien que mató a su padre? —un jadeo se quedó atorado en mi garganta.
—¿Qué? —pregunté horrorizada.
—Cómo lo escuchaste, soy un asesino. Maté a mi padre a sangre fría. ¿Por qué crees que me apodan El Diablo de Seattle? No soy bueno, Angel, ni para ti ni para nadie.
—Si me hubieras dicho esto antes no me hubiera hecho ilusiones —me abracé cuando pequeñas gotas empezaron a caer al suelo.
—Te lo digo ahora para que te desilusiones de mí y te quieres de la cabeza esas ideas tontas de que entre nosotros puede haber algo. No se puede. No hay esperanzas de que seamos una familia y tengamos hijos. Nunca va a pasar, Angel —asentí con la cabeza.
—No te voy a rogar, Hunter. Me voy a ir de tu casa.
—No te tienes que ir ahora mismo —se detuvo cuando la lluvia empezó a mojar nuestras ropas —. Está el anexo y cómo te dije...
—No quiero nada —me ignoró y continúo hablando.
—O te puedes quedar en la casa el tiempo que quieras. No seré un problema para ti, el tiempo que decidas quedarte no me vas a ver, me iré temprano y regresaré tarde para que no me veas. He pensado en rentar un departamento...
—¡No quiero nada tuyo, ni dinero, ni departamentos, nada! ¡Puedes irte al infierno con tu maldito dinero y todo lo que tenga que ver contigo! Nunca te quise por tu dinero, yo te amo a ti.
—Angel, no seas así —la lluvia mojó mi ropa por completo, estaba tiritando de frío, mis dientes castañeaban.
—¿Qué no sea así? No me pidas aceptar nada tuyo porque tú y yo no somos nada, Hunter, así que no tienes por qué preocuparte por mí.
—Angel, somos esposos. Todo lo mío es tuyo. No seas orgullosa.
—No te preocupes, mañana mismo solicito el divorcio y no sé cómo te voy a pagar la compensación, por ello —negó con la cabeza.
—No tienes que hacerlo.
—Sí, sí tengo que hacerlo porque no quiero estar atada a alguien cómo tú —le dije despectiva.
—Piensa en Callie —pidió con la voz rota.
—Todos estos años salimos adelante y tú no estabas ahí, ahora también podemos continuar sin ti, no te quiero en mi vida y no te necesito. Ya no —me di la vuelta y caminé de regreso a la casa. No sabía si mis mejillas estaban empapadas por mis lágrimas o por la lluvia que se había intensificado y ahora era un diluvio que parecía no iba a parar.
Estaba rota, destrozada por dentro. Me estaba muriendo y sería tan difícil reponerme de esto. Perdí al amor de mi vida en un segundo, lo perdí todo cuando él me echó a patadas de su vida.
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