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Capítulo 50. 💙

"No te rindas

sin dar pelea".

—Pink Floyd, Hey you.

Hunter

—Te doy lo que quieras —miré sobre mi hombro y Maykel entablaba una amena conversación con el oficial —. No importa que quieres te lo daré, pero no les hagas daño.

Te dije que no estás en condiciones de pedir nada —repitió —. Por ahora solo debes saber que no volverá a casa esta noche, después me comunico contigo —y colgó. Tenía preguntas que hacerle, sin embargo, me dejó con las palabras en la boca.

—¿Todo bien, señor Dagger? —preguntó el oficial. Miré la pantalla y me sentía fuera de este mundo, perdido, sin esperanzas de poder regresar a esta realidad.

—Todo bien —bloqueé la pantalla y guardé el móvil en el bolsillo interior de mi abrigo —. Ya le dije que no sé qué pudo pasar, no tengo enemigos que me quieran hacer daño. Además —llevé mis manos detrás de mi espalda —. ¿Por qué lastimar a mi chofer directamente?

—Quizá pensaban que usted iba en el auto —encogió un hombro.

—No sé nada y si me permite quiero saber cómo se encuentra él —se apartó y Maykel vino detrás de mí. Salimos de la sala de espera —. Tienen a Angel y Serena —giró la cabeza para verme atentamente.

—¿Quién las tiene? —se giró hacia mí.

—No sé. Me llamaron para decirme que las tienen, la misma persona que atacó a Josh hizo esto —murmuré. Miré al oficial que tenía su móvil en su mano y tecleaba sobre la pantalla.

—¿Qué vamos a hacer, Hunter? —preguntó en voz baja.

—Quiero que le llames a Joss y Max. Ellos son buenos rastreando, sé que van a encontrar algo —asintió y se alejó.

Me sentía sofocado en este lugar, la camisa me apretaba, estaba a nada de sufrir un paro cardiaco. No me podía imaginar a mi ángel en las manos de un criminal que pudiera hacerle daño solo para joderme a mí, como sea tenía que encontrarla antes de que pusieran sus sucias manos sobre ella.

—¿Ya se va? —el oficial salió de la sala de espera y guardó su móvil en el bolsillo de su chaqueta.

—Surgió un inconveniente —murmuré.

—Voy a estar al pendiente para cuando su chofer despierte, tengo preguntas que hacerle.

—Suerte con eso —sonrío.

—Se cree usted con tanta suerte, señor Dagger. Es como un rey en esta ciudad, nadie se le puede acercar mucho menos tocar. Es invencible, pero todo rey tiene un punto débil y cuando lo encuentre...—lo detuve antes de que dijera otra palabra.

—Tenga cuidado con lo que me dice. Recuerde que tengo poder e influencia —dije altivo.

—Estoy consciente de que tiene al gobernador de su lado y sinceramente no sé por qué lo protege —espetó —. Que tenga un excelente día, señor Dagger —Se apartó y pasó a mi lado para salir de la zona y así del hospital.

—Maldita sea —me pasé una mano por la frente, solté un largo y sonoro suspiro.

Si no tenía noticias de Angel me iba a volver loco. Yo mismo me iba a encargar de buscarla y traerla con bien.

—Listo —Maykel llegó a mí.

—¿Qué te dijeron?

—Van a ir a la casa, necesitas estar ahí —asentí —. Ve, yo me quedo aquí para saber sobre Josh, le voy a llamar a su hermana.

—Está bien, lo que sea que pase me dices —palmeé su brazo —. Ve con cuidado —me apresuré en salir del hospital.

No sabía cómo le iba a decir a Marie y Callie que Angel y Serena estaban secuestradas. No podía lastimarlas de esta manera, aunque, tampoco podía mentirles y fingir que nada estaba pasando, para empezar no me iban a creer nada de lo que les dijera, así que tenía que ser sincero con ellas. Iba a traer a Angel de regreso a casa, con bien y nadie les haría daño.

No tardé en llegar a la casa y fue Alexander el primero que me encontré al bajar del auto.

—Señor, ¿ya sabe algo de Josh?

—Ven conmigo —vino detrás de mí y entramos juntos a la casa. Entramos al despacho donde estaba Danielle.

—¿Qué pasó? —preguntó de inmediato.

—Algo malo —hablé y los dos se miraron.

—Hunter, habla —me pasé los dedos entre los cabellos y solté un largo suspiro que me estaba quemando el pecho.

—Se llevaron a Angel y Serena, por eso chocaron a Josh y lo hirieron —los orbes claros de Alexander se abrieron con sorpresa.

—¿Dónde está? ¿Cómo está? —preguntó desesperado.

—Está grave, no sé más por qué me vine antes de que el doctor saliera.

—¿Cómo sabes que se llevaron a Angel y Serena? —preguntó Danielle.

—Me llamaron al móvil y me dijeron que las tenían. No dijeron nada más —apreté los puños y golpeé el escritorio —. Maldita sea —en ese momento sentía que me estaba desmoronando en pedazos pequeños.

—Hunter —la voz de Danielle se rompió —. Callie...—sollozó con pena —. Ella y Angel son muy unidas, esto va a ser un golpe para ella, para Marie también —su voz rota y sus ojos cristalinos.

—Lo sé, lo sé —respondí, frustrado.

—Señor, ¿quiere que haga algo? No sé, lo que usted me diga —habló Alexander.

—Quiero que doblen la seguridad en la casa y que dos hombres cuiden el hospital, te quiero cuidando esa puerta y las cámaras —lo señalé —. Por ahora no podemos hacer nada más —asintió y salió de la oficina.

—Hunter —me acerqué a los sofás y me dejé caer en el respaldo —. Llora si tienes que llorar —Danielle se sentó a mi lado —. Sé que esto es muy doloroso para ti —Palmeaba mi hombro.

—Con llorar no gano nada, Danielle —la miré —. Tengo que encontrar una solución, tengo que buscarlas y traerlas de regreso. No puedo dejar que nadie les haga daño.

—Sé que es muy precipitado, ¿pero no crees que Hiro pueda tener algo que ver con esto? Lo dejaste en ridículo, lo golpeaste y destruiste su orgullo, no le debió gustar en nada —la miré atento.

—No dudo que haya sido él —me erguí —. Tengo que ir a su casa —Danielle negó, fruncí el ceño —. ¿Por qué no? —cuestionó.

—Debes pensar con la cabeza fría, Hunter, no te puedes dejar llevar por lo que sientes ahora mismo.

—Solo quiero traerla de regreso y matar el hijo de puta que se la llevó —espeté.

—Por eso —continúo hablando con voz queda —. Estás lleno de coraje y es entendible, no vas a ganar nada así. Tienes que idear un plan, uno muy bueno. Tienes a los hombres, las armas y las ventajas.

Ella tenía razón, en este momento tenía que pensar con la cabeza fría y no dejarme llevar por el coraje que sentía. Estaba dispuesto a matar con tal de verla de nuevo.

—¿Sabes que fue lo último que le dije? —enlacé los dedos bajo mi barbilla.

—¿Qué le dijiste? —pasaba su mano por mi espalda.

—Que no se metiera en mi vida, que me dejara en paz —mi barbilla tembló —. Le dije cosas horribles —empecé a llorar y Danielle no tardó en abrazarme por los hombros —. No debí decirle todo eso...—sollocé.

—Ahora no pienses en eso, no te hace bien —musitó. Apoyé mi cabeza en su hombro.

—Se fue pensando lo peor de mí, que no amo y que no la quiero en mi vida —cerré los ojos con fuerza, dejando caer las lágrimas que muy vagamente estaba reteniendo en las esquinas de mis ojos.

—Ya no pienses en eso, solo te haces daño —asentí. Nos quedamos un buen rato así. Danielle intentaba consolarme, pero nada de lo que hiciera me ayudaba a sentirme mejor cuando era el mayor idiota de todos.

—Le voy a decir a Marie y Callie —asintió —. Ahora regreso —me separé de ella. Me pude de pie y me limpié debajo de los ojos.

—Suerte —salí de la oficina y fui hacia la cocina donde seguramente estaban las dos, ya que a la pequeña rubia le gustaba preparar postres y Marie siempre le ayudaba.

—¡Hunter! —Callie dejó de hacer lo que estaba haciendo y me abrazó. Mi corazón se hundió con este gesto de amor. Ella era tan linda y yo le iba a romper el corazón.

—¿Qué hacen? —me aclaré la garganta. Marie pudo ver la pena en mi mirada porque no dejó de observarme con detenimiento.

—Estamos haciendo un pastel —respondió Callie —. Estoy segura de que le van a decir a mi madre que todo va a estar bien —regresó a su lugar, al lado de Marie.

—Hablando de ellas dos —me rasqué la nuca —. Tengo algo que decirles.

—¿Pasa algo malo? —No sé cómo, pero Marie intuía algo.

—Sí, no... Bueno —no sabía cómo empezar a decirles lo que estaba sucediendo. Esto no iba a salir bien.

—¿Qué pasa? —la dulce Callie no tenía idea de que su hermana estaba en peligro. Las dos eran tan unidas y esto sería un duro golpe para ella.

—Se llevaron a Angel y Serena —Marie que estaba batiendo la harina, apagó la batidora, Callie dejó lo que estaba haciendo y la sonrisa que tenía en los labios se borró por completo al ver que no estaba bromeando, estaba tan serio que solo así entendió lo grave del asunto.

—No —negó rápidamente con la cabeza —. Dime que no es cierto —de inmediato sus ojos se llenaron de lágrimas —. Hunter, dime que no es cierto —rogaba con la mirada y la voz rota.

—Hunter —habló Marie al lado de Callie —. ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde está mi niña? —Marie empezó a llorar.

—No sé —Callie también empezó a llorar —. Pero les juro que la voy a traer con bien a la casa.

—No puede ser, no puede ser —Callie se sentó en uno de los taburetes —. Angel —sus hombros se sacudieron por el llanto, se llevó las manos a la cabeza y se pasó la mano bajo la nariz —. Tienes que rescatarla, Hunter, tienes que sacarla de donde sea que la tengan.

—Lo haré —le dije —. No sé cómo, pero la voy a traer de regreso y con bien.

—¿Ya hablaste con la policía? —preguntó Marie y negué de inmediato.

—No podemos hablar con la policía, no sabemos con quién estamos tratando.

—¿Tienes alguna idea de quien se las pudo llevar? ¿Y por qué?

—Danielle dice que pudo ser Hiro —pasé saliva con dolor, tenía la garganta seca y me raspaba. Las manos me temblaban, mi corazón iba demasiado rápido, me ardía el pecho por la preocupación y la incertidumbre por saber si ella estaba bien.

No quería ni imaginarme que le hicieran algo malo porque Hiro podía ser un mocoso idiota y hormonal, sin embargo, y a pesar de ser tan estúpido, era sádico y sanguinario, toda la mafia japonesa lo era y temía que se desquitara con ella para hacerme pagar a mí lo que le hice, si es que él la tenía. No podía ser otra persona más que él, nadie era tan idiota como Hiro para hacer una estupidez como esa.

—Hunter, por favor —Callie me miró con los ojos llenos de lágrimas y las mejillas húmedas. Podía sentir su dolor, su preocupación, ella también se sentía frustrada y quería hacer más, pero hasta no saber qué es lo que querían no podíamos hacer nada —. Quiero a Angel de regreso.

Me acerqué a ella y no dudé en abrazarla, rodear su cuerpo con mis manos. Seguía llorando y me estaba matando por dentro, no sé si iba a poder seguir con esto, me estaba muriendo lentamente.

—Te juro que la voy a traer con bien, te lo juro —apoyó su cabeza en mi pecho y dejé que llorara hasta que ella misma se separó.

—Voy con Frida —murmuró y salió de la cocina. Marie soltó un suspiro.

—¿Crees que Serena tuvo que ver con esto? —me encogí de hombros.

—No sé qué esperar de esa mujer —me senté a su lado —. Le dije cosas horribles a Angel, le grité y le pedí que no se metiera en esto —se acercó y rodeó mis hombros con sus brazos.

—¿Esto es por lo de Blake? —asentí.

—Ella solo quería que yo estuviera bien, quería hablar y entender qué estaba pasando conmigo y yo fui un imbécil que la echó a patadas de su vida en un segundo. No me voy a perdonar si algo malo le pasa —no me había permitido llorar, desatar el nudo de dolor y rabia que tenía en la garganta, pero con Marie lo hice. Lloré como lo haría un niño, solté todo el dolor que tenía acumulado en el pecho. Me aferré a Marie con pesar mientras pasaba su mano por mi espalda.

—Hunter, no digas esas cosas. Angel y Serena van a regresar con bien, tú te vas a encargar de que así sea —musitó.

—Haré lo que sea para traerlas con bien, pero estamos hablando de mafiosos. No importa si fue Hiro u otro sujeto, hacen esto por mi culpa. Porque quieren llegar a mí.

Y aquí me di cuenta de muchas cosas que se pudieron evitar. El amor que sentía por Angel me cegó por completo, no pensaba claramente, me dejé llevar por esta pasión y los sentimientos que había entre los dos. Ahora entendía que dejarla entrar a mi vida no fue más que una equivocación porque la puse en peligro, uno muy grande.

—No te culpes por nada, tú no tienes la culpa. No hagas algo de lo que te puedes arrepentir, por favor —con cuidado pasó su mano por mi cabello.

—Sí, tengo la culpa —me separé de ella —. Yo soy el único culpable de eso y jamás me voy a perdonar esto, nunca podré vivir en paz porque ahora mismo está sufriendo y esto se pudo evitar —Con furia me quité las lágrimas debajo de los ojos.

—Hunter —musitó —. No hagas nada malo, te puedes arrepentir de todo lo que hagas o digas.

—Lo primero que tengo que hacer es sacarla del lugar donde la tienen, después veré que hacer —Marie negó con la cabeza. Salí de la cocina para encontrarme con Danielle.

—Llegó el informe que mandaste pedir, también están aquí Joss y Max, te esperan en la oficina —pasé a su lado para ir a la oficina.

Joss y Max esperaban de pie detrás de los sofás. Eran dos hombres altos, el primero castaño y el segundo rubio, eran los mejores haciendo su trabajo, ya fuera matar o rastrear a cualquier persona que se les pidiera buscar, ellos la encontraban a como diera lugar.

—Tomen asiento —les indiqué y obedecieron. Fui hacia el escritorio y la puerta se abrió, Maykel entró y saludó a Joss y Max.

—¿Qué pasó? —le pregunté, refiriéndome a Josh.

—Todo bien, cuando venía le informaron a su hermana que estaba fuera de peligro y que lo pasarían a una habitación —se sentó en una silla frente a mí.

—Quiero que te hagas cargo de todos los gastos del hospital.

—Su hermana estaba un poco preocupada por eso, pero le dije que todo iba a estar bien —empecé a abrir el sobre.

—¿Qué es eso? —Danielle le sirvió agua a Maykel que se veía agotado.

—El informe del móvil de Serena —saqué los papeles.

—Vaya —bebió agua y miró a Danielle —. ¿Ya le dijiste a Callie y Serena? —asentí.

—¿Cómo se lo tomaron? —preguntó Danielle.

—Mal, Callie está muy mal y Marie no se diga —empecé a leer los papeles. No me sorprendió comprobar que Serena le estaba pasando información a un desconocido. Todo lo que hacíamos, a qué hora salíamos y regresábamos a la casa. Todo, absolutamente todo estaba registrado en esos papeles.

—¿Qué? —dejé los papeles a un lado y dejé caer la cabeza en el respaldo de la silla.

—Yo tenía razón —arrojé los papeles contra el escritorio —. Esa maldita le estaba informando a alguien todo lo que hacíamos. El último mensaje decía que hoy iban a ir al doctor, que sería la oportunidad perfecta.

—La oportunidad perfecta, ¿para qué? —preguntó Danielle.

—Para el secuestro —dijo Maykel por mí —. Ella ya sabía que esto iba a pasar —murmuró.

—Serena vendió a su propia hija por dinero —bufé —. ¡Esa maldita tiene la culpa de todo esto que está pasando! —grité furioso.

—No lo puedo creer —musitó Danielle —. ¿Cómo fue capaz de hacerlo?

—Ella estaba aquí solo por eso, para saber qué hacíamos, a dónde íbamos, cuando regresábamos —apreté los puños y me puse de pie yendo con Joss y Max —. Quiero que busquen a Angel, no sabemos quién la tiene, pero sospechamos que puede ser Hiro, mucho menos sabemos dónde están. Pero es primordial dar con ella, ese imbécil puede ser muy cruel con Angel y la puede lastimar —Max y Joss se miraron cómplices —. Confío en ustedes para este trabajo. No me importa cuánto dinero tenga que pagar, la tienen que encontrar.

—Sí, señor —dijo Joss —. ¿Nos puede dar más detalles? Es para empezar a buscar.

—Claro —Escuchamos golpes en la puerta —. Adelante —Marie entró apenada. Miró a todos los que estábamos aquí en la sala y me miró a mí.

—Hunter, te busca alguien.

—¿Quién? —apoyé las manos en el respaldo del sofá.

—Es Blake —su voz tembló.

Maldita sea.

¿Qué haces aquí, Blake?

—Dile que pase —salió de la oficina. Danielle, Maykel, Joss y Max hicieron el amago de salir, pero los detuve antes de que dieran un paso fuera.

—Quédense aquí —les dije y se quedaron en su lugar.

La puerta no tardó en abrirse por completo y mi hermana entró mirando a las personas que nos encontrábamos dentro. Tenía que saber que esto era yo, esta era mi vida y ella tenía que aceptarlo ahora que estaba aquí, en mi casa.

—Hunter —se veía igual de bonita que esa noche —. Maykel —su voz tembló cuando dijo esto. Siempre fueron grandes amigos, llegué a pensar que entre ellos había algo más fuerte que una amistad, lo veía cuando Maykel miraba a mi hermana y nunca dije nada porque era un buen chico, ahora sus caminos se habían separado y Maykel estaba saliendo con Amara.

—Ho-hola —tartamudeó Maykel y dudó en ponerse de pie, pero optó por quedarse en su lugar.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté. Me quedé en mi lugar.

—Tenemos que hablar.

—Este no es un buen momento para hablar, Blake —Danielle se acercó a mí y me entregó un vaso con agua. Me conocía tan bien que sabía lo que estaba pasando.

—Pasa algo malo —lo supo con solo verme. Ella me conocía también a pesar de los años y la distancia.

—Sí, pasa algo muy malo y si no tienes nada bueno que aportar te pido que nos dejes solos, después hablamos —soltó un suspiro.

—Dime lo que está pasando, quizá te puedo ayudar.

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