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Capítulo 36. 💙

"Algunos abrazos merecen

todos los kilómetros".

—Grela Bravo.

Angel

Italia era tal y como me lo imaginaba, pero todo era mucho mejor porque tenía a Hunter a mi lado. Era un hombre lindo, tierno y comprensivo, algo que no pensé que llegara a ser, ya que siempre se ha visto serio y frío. Lo llegué a pensar por mucho tiempo, sin embargo, entendí que me equivocaba cuando empezaron los roces y los coqueteos con mi jefe. Mi jefe. Mi sexy y encantador jefe. Esto parecía tan irreal y temía que llegara el día que la realidad me golpeara tan duro que me dejara noqueada.

—La suite está lista, señor —informó el hombre detrás del recibidor.

—¿Una suite? —miré a Hunter y levanté una ceja.

—Todo para mi reina —me dio un beso en el dorso de la mano y una tonta sonrisa se dibujó en mis labios.

Me encontraba en las nubes a su lado. Me sentía en el cielo con cada palabra.

—Gracias —le dijo Hunter al sujeto y este le regresó su tarjeta, la guardó en el bolsillo interior de su gabardina y me cogió de la mano para caminar al ascensor.

De nuevo un chico llevaba nuestras maletas, al salir nos llevó a la que era nuestra habitación y abrió la puerta para nosotros, dejándonos pasar primero, dejó las maletas a un lado de la puerta y Hunter le dio propina, cosa que el chico agradeció con una sonrisa.

—¡Es hermoso! —pegué un gritito y fui hacia el ventanal para ver las hermosas vistas que tenía frente a mí, todavía era de día y se podía apreciar toda la ciudad desde aquí —. Nunca pensé estar aquí algún día, ese sueño se veía tan lejano —solté un suspiro.

—Quiero ayudarte a cumplir cada uno de tus sueños, Angel —Hunter estaba detrás de mí. Rodeó mi cuerpo con sus brazos y me apretó a su cuerpo —. Ahora nada te va a faltar, te daré todo lo que te mereces.

—No me importa el dinero, Hunter, solo quiero que estés a mi lado.

Y lo decía en serio. Mis sentimientos hacia Hunter eran reales, tan abismal que me estremecía por dentro, algo que no había sentido por ningún hombre y estaba segura de que no volvería a sentir algo así por nadie, porque amaba a Hunter más de lo que llegué a pensar y le entregaría todo mi corazón sin restricciones ni miramientos.

Giré sobre mis talones y quedamos cara a cara, tuve que levantar la barbilla para poder apreciarlo mejor, era hermoso, tan sensual, tan enigmático, atractivo, tan mío. Porque sí, Hunter Dagger era mío y yo podía hacer y deshacer de él, podía pedirle el mundo y yo sé que me lo iba a dar a cómo diera lugar, sé que daría todo por mí, aun así, no estaba tan segura de los alcances de su devoción hacia mí. Al principio creí que esto era solo un tipo de atracción jefe/empleada, pero las cosas llegaron lejos hasta traernos a este momento donde me había convertido en su esposa, me entregué a él en cuerpo y alma, le estaba dando todo mi amor y no quería que él me rompiera el corazón.

—Eres tan bonita —dejó una suave caricia en mi mejilla con sus nudillos —. Inteligente, trabajadora, fuerte, un poco consentida, pero me encantas. Me gusta la manera en la que me tratas, cómo me entiendes y hay muchas cosas que aún no sabes de mí, pero...—puse un dedo sobre sus labios.

—Me vas a contar tus secretos cuando estés listo para hacerlo, sin presiones, ¿sí? —asintió.

Sabía que Hunter guardaba muchos secretos y me hubiera encantado saberlos todos desde que lo dejé entrar a mi vida, sin embargo, comprendía que eran suyos, que no me los iba a decir de un día para el otro y aunque me tenía confianza, había cosas difíciles que le dolía compartir conmigo, pero lo haría más adelante.

—Eres la mejor —su abrazo me tomó por sorpresa, pero lo acepté gustosa y encantada.

Esta cercanía nos estaba uniendo mucho más.

—¿Harás algo? —se separó poniendo sus manos en mi cintura. Subí las manos a su cuello.

—No, ¿tienes algo pensado? —subía y bajaba las cejas.

—Muchas cosas, pero ahora te quiero llevar a un restaurante, exclusivo, uno de los mejores que hay en toda Italia —pasó mi cabello detrás de mi hombro.

—Solo me doy un baño porque siento que huelo feo y vamos, ¿sí?

—Tú no hueles feo, pero está bien, te voy a poder ver en ropa interior —me soltó y le di un manotazo en el brazo.

—Pervertido —se acercó a la cama y se dejó caer en el colchón.

—Me fascinas, yo no tengo la culpa. No me culpes por quererte tanto y que me gustes con locura.

—No te culpo de nada, cariño. A mí me gusta más gustarte.

Abrí la maleta para sacar algo de ropa, necesitaba un vestido y unos zapatos bonitos para verme espectacular, quería verme hermosa para Hunter. Así que entré al baño y ahí me quité la ropa junto con todo lo que traía puesto esa noche. No demoré mucho y cuando salí Hunter ya se había cambiado y se veía muy, muy guapo. Cómo siempre, él siempre se veía bien, aunque llevara puesta una bolsa de basura.

Me tuve que poner la ropa interior en el baño y cuando me deshice de la toalla pude ver el rostro de decepción de Hunter.

—¿Por qué me haces esto? —se quejó. Su rostro era la viva imagen del sufrimiento.

—No te voy a dar gusto siempre, cariño —dije sin pensar.

—¿Cariño? —asentí con pena.

—Sí, ¿tiene algo de malo? —pregunté.

—No, para nada, me gusta que me digas cariño —se escuchaba tan lindo.

Empecé a untar crema por todo mi cuerpo y ponerme el bonito vestido de color azul que usaría esta noche. Mi maquillaje era ligero y Hunter me obligó a ponerme un abrigo, ya que la noche estaba fresca. A veces pensaba que era un poco exagerado, pero esta noche sí hacía un poco más de frío. Pidió un taxi que nos llevó a este restaurante y entramos sin problema alguno al complejo, desde afuera se veía bien, cómo cualquier restaurante, pero por dentro era fascinante.

—Qué elegante —dije y Hunter sonrió. Yo era cómo una niña pequeña a la que llevaban a los lugares más divertidos.

—Vamos —una mujer nos llevó a la que era nuestra mesa, apartada de las demás.

—No sé por qué siento que estás haciendo esto para que estemos solos —jaló la silla para que me sentara y la regresó a su lugar.

—Pues tienes razón —se sentó frente a mí —. Te quiero solo para mí.

—Nunca vas a cambiar, Hunter, ¿verdad? —subió los codos a la mesa.

—¿Quieres que cambie? —negué —. Puedo hacerlo si es lo que quieres.

—Me gustas así cómo eres.

Me encantas, me fascinas, me vuelves loca, Hunter Dagger.

—Tú también me encantas, así como eres, ángel —sonreí y bajé la cabeza para evitar mirarlo a los ojos. La misma mujer que nos acompañó hasta la mesa nos entregó el menú y de nuevo nos dejó solos.

—¿Conoces al dueño de este lugar? —asintió y abrió el menú —. ¿Ah sí?

—No todo son negocios ilícitos, ángel, también tengo algunos legales con los que mantengo a la policía alejada de todo.

—¿Empezaste con esto muy joven? —dejó la carpeta sobre la mesa —. Lo siento, no debo preguntar, pero es que siento que no te conozco y prácticamente tú sabes todo de mí —me hice pequeña en mi lugar.

—Como a los dieciocho o diecinueve años, más o menos —de nuevo cogió la carpeta del menú —. Empezamos con drogas y armas —hablaba bajo —. Ya sabes, cosas pequeñas, pero después era mucho más grande de lo que pensé, todo se salió de control y tuvimos que salir de Boston... Sucedieron cosas y....—pasó saliva con dificultad —. Ahora estamos aquí.

—¿Maykel siempre ha estado contigo? —asintió —. Es un buen amigo —sus ojos iban de un lado de la carpeta al otro.

—El mejor amigo que un hombre puede tener —una delicada sonrisa se dibujó en sus bonitos labios —. Es algo tonto, habla mucho y se mete en lo que no le importa, pero lo soporto, aunque a veces lo quiero matar a golpes por ser tan metiche, no sé qué hubiera sido de mi vida sin él o Marie.

¿Qué ha pasado en tu vida mi amor?

Quiero saberlo todo.

—No siempre fui este hombre, Angel —habló más bajito —. Cuando llegué aquí estaba sumido en el alcohol y el cigarrillo. Era un vicioso de lo peor y si ahora crees que soy insoportable y malhumorado antes era peor. No me hubieras soportado de conocerme hace unos años.

Ahora entiendo todo.

—Estaba destruido, roto, me sentía perdido y el alcohol se convirtió en mi medio de escape, lo era solo por un momento mientras estaba sumergido en mi embriaguez. Después, cuando estaba sobrio, todo me caía sobre los hombros de nuevo y la sensación de culpa era mucho más grande.

Pobrecito, mi amor.

Ahora solo quiero meterte en una cajita para que no sufras.

»Tú querías saber todo de Hunter, ahora te aguantas.

—Lo-lo siento tanto —musité con nostalgia.

—Por eso te admiro, ángel —bajó la carpeta, dejándome ver sus hermosos y grandes luceros —. Porque a pesar de todo el dolor y sufrimiento nunca te dejaste caer, te levantaste de los escombros y decidiste ayudar a tu padre, eres un ejemplo para Callie. Yo simplemente me dejé vencer por los vicios, no soy un hombre fuerte, solo finjo serlo.

—Que difícil ha sido todo para ti —murmuré, después tragué saliva.

—No, Angel, yo tenía una buena vida, buenos padres, una hermana...

—¿Tienes una hermana? —lo interrumpí.

Así que tengo una cuñada y yo ni enterada.

—Sí, su nombre es Blake Juno Dagger, es unos años menor que yo.

—Vaya —estaba sorprendida. No tenía ni la menor idea de que Hunter pudiera tener una hermana, menor que él —. Debe ser hermosa —asintió y sonrió sin mostrar los dientes.

—Lo es, es tan hermosa cómo lo eres tú —continuó —. Lo tenía todo y no lo supe apreciar, así que, si las cosas no me han salido bien, es porque yo así lo he querido, porque tomé malas decisiones, no porque la vida sea injusta conmigo.

—¿Te puedo abrazar? —frunció el ceño. Quería abrazarlo, llenarlo de mimos y palabras bonitas.

—Claro que sí —me puse de pie y dejé el menú encima de la mesa. Ni siquiera lo había mirado detenidamente. Me acerqué y lo abracé tan fuerte cómo pude hacerlo sentándome en sus piernas.

—Tu vida no ha sido fácil —pasé mis dedos por su frente para quitarle un mechón —. Me hubiera gustado estar a tu lado en ese momento.

—Agradezco que no estuviste ahí, era un idiota, lleno de dolor, posesivo, tóxico, controlador. Me hubiera portado cómo un completo patán contigo, aunque no lo merecieras —una de sus manos se quedó en mi cintura y otra estaba sobre mi pierna —. Te hubiera tratado mal, así que no. Que bueno que no estabas en mi vida en esa época.

—Mi chico malo —murmuré sobre sus labios y ambos sonreímos —. Me fascinas.

—Mi niña buena —contestó en el mismo tono seductor que usé para él.

Escuchamos que alguien se aclaraba la garganta y al mirar hacia la entrada la mujer estaba mirando la escena, creo que con algo de diversión.

—Lo siento —hizo el amago de darse la vuelta, pero le detuve. Me puse de pie y regresé a mi lugar para ordenar la cena.

—No te vayas —le dije y se detuvo.

—¿Van a ordenar? —cogí rápido el menú y le di un repaso a la velocidad de flash, Hunter se rio de mí, pero no dijo nada y ambos pedimos la cena.

—Te recomiendo el risotto —habló Hunter al ver el dilema en el que me encontraba —. El ossobuco sabe muy bien —sostenía la carpeta entre sus manos y sonreía por la pena que estaba sintiendo en ese momento.

Tonto.

—Lo que el señor dijo —le informé a la mujer.

—Pasta carbonara y una botella de su mejor vino —la mujer asintió y se alejó.

—¿Se te hace gracioso que pase pena por tu culpa? —subí los codos a la mesa y enlacé mis dedos bajo mi barbilla.

—¿Por mi culpa? —imitó mi postura y ladeó un poco la cabeza.

—Sí, yo solo te quise consolar y ahora ella nos mira cómo si fuéramos unos depravados —entorné los ojos.

—Es que lo somos —soltó divertido, cosa que a mí no me hizo gracia —. Al menos yo lo soy, no sé tú —Le mostré la lengua y esto le hizo reír.

—Dime más de tu vida, lo quiero saber todo, señor Diablo —bajó los codos de la mesa.

—¿Qué te estaba diciendo antes de que nos interrumpieran? —acomodó la servilleta de tela.

—Tienes una hermana, lo tenías todo y no lo supiste apreciar —Levantó un dedo en mi dirección.

—Eso... Bueno, mi madre está viva y supongo que está bien, desde hace años no las veo, por ahora no me preguntes por qué.

—Entiendo.

—Ellas siguen en Boston y están mejor sin mí, soy dañino para ellas.

—¿Las extrañas? —asintió sutilmente.

—Cada día de mi vida, pero no puedo regresar a sus vidas, ya les hice mucho daño y están mejor sin mí.

¿Quién podría estar mejor sin ti? Yo no podría hacerlo.

—¿Y si algún día las llegas a ver? ¿Qué harías? —inquirí.

—No sé qué haría, la última vez que vi a Blake ella estaba destruida por mi culpa, le causé el dolor más grande que un hombre le puede provocar a una hermana y jamás me va a perdonar.

Ahora estaba intrigada por saber que fue eso que hizo Hunter, que le costaba tanto hablar, debió ser algo horrible cómo para que sienta este rencor por sí mismo y este odio que se dejaba ver a miles de kilómetros. Esperaría que él me dijera todo, sin presiones él lo haría por sí solo.

—Dejaste tu vida en Boston.

—Ahora mi vida está aquí, a tu lado, ángel —una tonta sonrisa se dibujó en mis labios.

Eran estos momentos que se quedaban grabados en mi mente, pequeños detalles que tenía sin pensarlo, eran espontáneos y no los preparaba. Amaba esta complicidad que estaba surgiendo entre nosotros, la manera en que se estaba abriendo para mí y me contaba cada una de sus penas y tristezas. Hunter Dagger no era nada más pasión y deseo, había dolor y un profundo sentimiento de culpa detrás, temía que esto lo consumiera en algún momento tal como pasó hace años. No estaría preparada para verlo en su peor momento, no sé si podría soportar verlo caer en ese agujero en el que cayó alguna vez.

La cena no tardó en llegar y pasamos un momento juntos, platicamos mucho de los dos, de nuestros gustos, las cosas que queríamos hacer si la vida hubiera sido diferente con nosotros, de no tomar aquellas decisiones que tanto nos hicieron daño. Hablamos mucho, tanto que casi cerraban el restaurante y nosotros seguíamos ahí cómo si fueran las tres de la tarde.

—Así que ese lugar es de Vitale Schiavonne —las puertas del ascensor se cerraron y caminamos hacia la habitación.

—Espero que lo puedes conocer el día del evento. Tal vez va a asistir, ya que su madre es la organizadora de la cena.

—¿Tal vez asista? —asintió.

—No es muy fanático de ir a este tipo de fiestas.

—Como tú —de nuevo me dio la razón.

Nos detuvimos frente a la puerta y esperé que la abriera, se hizo a un lado para que entrara primero. Al entrar, Hunter encendió las luces y me empecé a quitar el abrigo, pero llegó detrás para ayudarme.

—Gracias —dejó el abrigo encima del respaldo del sofá.

—Los que me conocen saben que no me gusta salir y menos andar de fiesta en fiesta —di la vuelta sobre mis talones para encararlo —. Soy un hombre de hogar y me gusta estar solo —enarqué una ceja —. Bueno, ahora me gusta estar contigo, ángel.

—Más te vale, señor Dagger —dejé un toquecito con mi dedo en la punta de su nariz. Me aparté para empezar a quitarme el vestido, me senté en la orilla de la cama y mi móvil empezó a sonar y vibrar.

—Es Amara —le informé a Hunter. Me puse de pie y respondí —. ¡Amara! Hola.

¡Amiga! —se escuchaba feliz —. ¿Cómo estás? —Hunter se alejó y sacó ropa de la maleta.

—Yo estoy bien, más que bien, Amara, tenemos mucho de qué hablar —soltó un suspiro.

Ya sé, quiero estar contigo en estos momentos. No te imaginas todo lo que nos ha pasado aquí —se rio un poco —. Nos quedamos atascados en medio de la lluvia, el jeep no avanzaba y bueno —resopló —. Mejor dime cómo te está yendo con el papi de Hunter.

Menos mal que Don ogro de hielo se alejó y entró al baño.

—Amiga, amiga, si yo te dijera todo con lujo de detalle no me vas a creer —pegó un chillido que casi me deja sorda.

¿¡No!? ¡No! ¿No me digas que tú y él... ya hicieron eso?

—¡No! Todavía no —musité.

Pero tú ya quieres, sucia —se echó a reír y me tuve que cubrir la boca para no carcajearme cómo una foca.

—Amara, por favor, eres una damita.

De damita no tengo ni el nombre. Yo quiero que me digas todo esto bebiendo un café.

—Ya falta poco para que regreses y cuando vuelvas vamos a platicar de todo con lujo de detalle, por cierto, ¿has hablado con Maykel?

Hemos hablado poco, es taaaaan lindo. Dios. Qué hombre, es casi perfecto.

—¿Casi? —fruncí el ceño.

Sería el hombre perfecto si no fuera tan tonto y me invitara a salir —se quejó.

—Pero tú no estás en Seattle.

¿Y eso qué? Me podía decir que cuando regrese podemos salir y no lo hace —se escuchó molesta.

—¿Quieres que hable con él?

¡No! Bueno, sí, no, espera... Habla con él, pero no le digas que yo te dije, cómo que es algo tuyo. ¿De acuerdo?

—Ay Amara —sonreí.

Es que me gusta, pero no quiero que piense que soy una rogona. Además, sabes cómo me fue con mi último novio.

Yo mejor que nadie sabía lo mal que lo pasó mi amiga con el imbécil con el que estuvo unas semanas nada más. El problema de Amara era que se enamoraba de cada hombre que veía, no estaba mal si era solo una ilusión, pero cuando pasaba la línea las cosas salían mal, amaba a mi amiga, era una hermana para mí, pero su romanticismo a veces la metía en problemas.

—Voy a hablar con él, pero no prometo nada —le aclaré.

Está bien, Angel, eres un amor, te mereces el cielo. Te dejo descansar, creo que allá ya es de noche. Espero no tardar tanto y cuando regrese podamos hablar. Si no te respondo es porque no tengo señal.

—Está bien, Amara, cuídate mucho, me saludas a tus papás.

—Ellos te mandan, saludos también.

—Adiós.

—Adiós.

—Te quiero.

Y yo a ti, amiga —colgué.

Hunter no tardó en entrar de nuevo a la habitación ya con el pijama puesto. Dejé el móvil a un lado.

—¿Me ayudas? —me giré para que me ayudara a bajar el cierre de mi vestido.

—¿Qué te dice Amara? —se acercó por detrás.

—Quiere que sea cupido, le gusta Maykel —al girarme Hunter tenía el ceño fruncido.

—¿En serio? ¿A alguien le puede gustar ese tonto? —preguntó en tono de burla.

—Hunter —le di un manotazo en el brazo —. No seas así con tu mejor amigo.

—Que sea mi mejor amigo, no quiere decir que dejará de ser un tonto. Pero es muy fiel e inteligente, un poco testarudo, aunque eso no quita que tiene un gran corazón —puse mi mano en su pecho.

—Como tú —negó con la cabeza —. Sí, Hunter, eres una buena persona, pero los malos actos que hiciste en el pasado opacan las cosas buenas que haces ahora. Me diste trabajo, le compras cosas a Callie, me recibiste en tu casa y me estás ayudando con lo de Serena, estás gastando una fuerte cantidad de dinero en ella.

—Ya te dije que yo por ti hago lo que sea —sonreí. Bajó sus manos de mis hombros a mi espalda para abrazarme —. Si me pides el mundo, te lo doy, no hay cosa alguna que no haría por ti, ángel.

—¿Por qué? —correspondí a su abrazo y rodeé su torso con mis brazos.

—Eres fascinante, me tienes cautivado —dejó un beso en mi frente.

Inhalé su perfume y cerré los ojos para grabar este momento en mi cabeza, necesitaba retener estos recuerdos en mi ser, meterlos en una cajita para no olvidarlos nunca. No sabía qué podía pasar el día de mañana, sin embargo, hoy disfrutaría dormir a su lado, ver la televisión juntos, hablar de nosotros, reír y llorar si era necesario. Quería pasar más tiempo a su lado, aunque sabía que cuando regresáramos a casa todo iba a cambiar, él regresaría a trabajar y yo me iba a dedicar a Callie cómo siempre lo había hecho, pero con la novedad de que ahora mi tiempo se iba a dividir entre mi hermana y mi esposo, el hombre del que estaba enamorada hasta la médula.

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