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Capítulo 24. 💙

"Tengo el derecho a

romperme las veces que

sean necesarias con tal de

que alguna de mis piezas

encuentre un lugar".

—Elena Poe.

Angel

No sé qué estaba pasando dentro de mi cabeza, si era por todo lo que sucedía a nuestro alrededor, por la noticia del accidente o es que simplemente me negaba a creer que Hunter tenía la culpa de lo acontecido, pero me negaba rotundamente a creerlo y no importaba que me lo estuviera diciendo él mismo.

—¿Qué dijiste? —pregunté trémula —. Repítelo —lo separé de mí para poder verlo a los ojos, sin embargo, no me quiso soltar de la cintura y sus dedos se asieron con fuerza a mi ropa.

—Todo esto es mi culpa, ellos venían a por mí y Callie...—se quedó callado —. ¿Dónde está Callie? —buscaba con la mirada de un lado al otro. De nuevo levantó la mirada, sus ojos cristalinos y rojos.

—Con todo, ¿te refieres a...? —tomé asiento a su lado.

—A todo, me refiero a todo —se deslizó más en la camilla y no me pasó desapercibido el quejido lastimero que brotó de su garganta. Se llevó la mano derecha a su costado izquierdo donde alcancé a ver una venda que rodeaba su estómago.

—¿Estás bien? —bajó la mirada a su mano.

—Esto no es nada, he estado en peores condiciones —exhaló y creo que hasta le dolía en demasía, ya que efectuó una mueca de suplicio que cubrió por completo su rostro —. ¿Dónde está Callie? —preguntó de nuevo.

—La chica de la entrada me dijo que la estaban curando.

—Pero no le pasó nada más, ¿cierto? —negué rápidamente.

—No, no le pasó nada más. Pero necesito que me digas qué pasó exactamente —puse una mano encima de la suya.

—Iban directamente a por mí y creo saber quién fue el responsable. Te juro por mi vida, que no quería que nada de esto hubiera pasado, que Callie saliera herida...

—Tú no tienes la culpa de nada —lo miraba a los ojos, esperando que mis palabras fueran suficientes para calmar la culpa que llevaba encima —. No te culpes por esto.

—Pero es mi culpa y si algo le...—puse un dedo sobre sus labios siseando al mismo tiempo.

—No lo digas, por favor —asintió —. Gracias a Dios los dos están bien y eso es lo que importa, ¿Sí? Nada más eso —apreté su mano entre las mías y las subí a mi mejilla para sentir su toque.

—Perdóname, por favor perdóname —suplicaba como si su vida dependiera de ello.

—No tengo nada que perdonarte porque tú no hiciste nada —quería aminorar el gran remordimiento que llevaba encima, sin embargo, no podía hacerlo. Hunter no iba a estar en paz hasta que viera a Callie y él mismo se diera cuenta de que ella se encontraba bien.

Lo abracé con mucho cuidado de no lastimarlo, ya que no se veía muy bien que digamos. Correspondió a mi abrazo, rodeando mi cintura con sus manos y apretando delicadamente.

—Estás bien, es lo que importa —murmuré dejando un beso en su frente.

—Estoy bien porque estás aquí conmigo —se acurrucó en mis brazos y soltó un largo y sonoro suspiro cargado de pena.

Dejé otro beso en su frente y continué abrazándolo suavemente. Podía sentir los latidos erráticos de su corazón y el ligero temblor en sus manos.

—Ahí viene Callie —una sonrisa genuina y sincera, se dibujó en sus labios al mismo tiempo que me apartaba de él. Giré sobre mis talones, Callie venía acompañada de un enfermero, ella le dijo algo a él y este se alejó con un asentimiento de cabeza.

—¡Angel! —se acercó a mí con grandes zancadas y la abracé con cuidado. En la parte izquierda de su frente tenía una gasa que cubría el golpe que se dio en el accidente.

—¿Cómo estás? —pasaba mi mano por su espalda —. ¿Te duele algo? ¿Te lastimaron? —preguntaba impaciente.

—Estoy bien, Angel, me siento mejor. Solo me duele un poco la cabeza, pero me mandaron analgésicos —murmuró. Levanté la mirada y Maykel iba entrando a la sala de urgencias, al ver a Hunter su rostro cambió por completo, siento que se sentía más aliviado de verlos bien a los dos.

—Me diste un gran susto —Hunter se puso de pie y se abrazaron. Fue un abrazo sincero y cargado de mucho cariño de hermanos —. Qué bueno que estás bien —expresó Maykel.

—Ya conoces ese dicho "hierba mala nunca muere" —este le respondió con un puñetazo en el brazo que hasta a mí me dolió.

—¡Maykel! —chillamos Callie y yo al mismo tiempo. Este se disculpó y dio un paso atrás.

—Lo siento, lo siento —levantó las manos en señal de no haber hecho nada malo.

—¿Qué te dijo el doctor? —le pregunté a Callie.

—Como Hunter fue quien firmó al ingresar tiene que ser él quien firme para que me dejen salir —ambas miramos al pobre de Hunter que parecía se estaba muriendo en vida.

—Yo voy —se puso de pie, pero al hacerlo soltó un quejido que me provocó sentirme mal.

—Yo puedo ir —le dije, sin embargo, negó con la cabeza.

—No, yo voy —se sostenía el costado izquierdo, aun así, salió de la sala y empujó la puerta que se encontraba del otro lado.

—Necesito que me digas todo lo que pasó —le comenté a Callie —. Si viste algo raro o no sé —asintió.

—Ya quiero irme a casa, por favor.

—Maykel, ¿la puedes acompañar al auto?

—Claro que sí, Angel. Vamos, rubia —ambos salieron de la sala de espera mientras yo me quedaba a esperar a Hunter que no tardó mucho en regresar. Juntos abandonamos el lugar y salimos del hospital. Maykel y Callie esperaban frente al edificio dentro del auto.

—¿Puedo saber dónde está Alexander? No lo vi cuando llegamos —le ayudaba a caminar, sosteniéndolo de la espalda mientras su brazo descansaba en mis hombros.

—Le dije que se podía ir a su casa, le di unos días libres —respondió.

Maykel salió del auto para ayudarme a meter a Hunter al auto en la parte de atrás, al lado de Callie, mientras yo subía a la parte delantera junto a él. Antes de arrancar se aseguró que todo estuviera bien y condujo de regreso a la casa. El trayecto se me hizo eterno, pero ya me sentía más tranquila al ver que mi hermana se encontraba bien y aunque tenía un golpe en la cabeza, eso no era nada comparado con lo que le pudo pasar si las cosas se hubieran salido más de control. Por lo poco que entendí los atacaron y querían a Hunter muerto, ahora entendía por qué siempre me decía que estar a su lado era peligroso y sin estarlo Callie estuvo en peligro y a nada de morir.

—Tengo algunas llamadas de Marie, ¿qué le vamos a decir? —preguntó Maykel.

—Si podemos evitar que nos vea mucho mejor —Hunter se quejó de nuevo, venía todo desparramado en el asiento trasero —. No quiero que se preocupe cuando no pasó a mayores.

—De todos modos, se va a dar cuenta —comentó Maykel.

—Pero que no sea esta noche, por favor. No me podría perdonar si se enferma por mi culpa.

—¿Por qué eres tan necio? —le preguntó Callie. Los tres la miramos sorprendidos de que le hubiera hablado así al mismísimo Hunter Dagger. Sin embargo, este no se inmutó ante su pregunta y lo dejó pasar.

—Niña, cierra la boca —su mano ascendió a la boca de Callie y la quiso callar, ella fue más rápida y lo apartó con un manotazo.

A los pocos minutos ya nos encontrábamos dentro de la propiedad, mientras Maykel ayudaba a Hunter a bajar, yo me quedé con Callie para acompañarla a la habitación para que se diera un baño y llevarla de cenar si es que tenía hambre. Mientras ella se metía al baño fui con Marie, para mi gran sorpresa estaba viendo una película, pero no se dio cuenta de lo que había pasado.

—¿A dónde se fueron Maykel y tú? Por cierto, ¿ya llegaron Hunter y Callie? —indagó.

—Maykel y yo fuimos por un helado que me dijo, estaba muy rico. Hunter y Callie acaban de llegar, él está en su habitación y ella se está duchando —cuando dije esto la noté más tranquila.

—Menos mal.

—Así que tú descansa y si necesitas algo no dudes en decirme —Marie miró la hora en el reloj que tenía encima de la mesita al lado de su cama.

—Ya me voy a dormir, ya es tarde —asentí.

—Hasta mañana, Marie —me alejé hacia la puerta.

—Hasta mañana, Angel —apagué la luz, salí y cerré la puerta. Yo también estaba más tranquila al saber que Marie no se dio cuenta de lo que había pasado con Hunter y Callie. Al final no fue nada grave, aun así, no me dejaba de preocupar, ya que las cosas pudieron salir mucho peor. Tenía que dar las gracias de que todo quedó en un gran susto nada más y ellos ya estaban en casa, sanos y salvos.

Llegué a su habitación y Callie ya se había duchado, se puso el pijama y se desenredaba el cabello. Se encontraba sentado en la orilla del colchón. Di dos golpecitos en la puerta, giró la cabeza y me sonrió.

—Pasa —se hizo a un lado.

—Si necesitas hablar de lo que pasó estoy aquí —asintió.

—Pensé que íbamos a morir, pero Hunter me protegió con su vida para que nada me pasara.

—¿Él hizo eso por ti? —indagué.

—Sí, me protegió con su cuerpo y creo que si hubiera sido por él y si las cosas hubiesen salido mal daría su vida por mí —musitó —. Estoy viva gracias a ellos dos y te pido por favor que no lo culpes ni le digas nada. Sé que estás molesta y preocupada, pero sé, yo sé que Hunter no va a permitir que nada nos pase. Lo sabes, ¿verdad? —asentí.

—¿Te puedo abrazar?

—Eso no se pregunta —nos pusimos a llorar como si fuéramos dos niñas chiquitas que estaban muertas de miedo. Llené sus mejillas con besos y caricias que dejaba en su espalda. Estaba en deuda con el universo por regresarme a mi pequeña hermana con vida, sana y salva —. ¿Marie sospecha algo?

—No, le dije que te estabas duchando. No sospecha nada —exhaló —. Ya mañana veremos cómo le decimos lo que pasó. ¿Tienes hambre?

—No, antes de lo sucedido cenamos bien y no tengo hambre —me aparté de ella.

—Entonces duerme y si necesitas algo me avisas —me puse de pie, antes de dar un paso, Callie me jaló del suéter.

—Ve con Hunter, tenía mucho miedo de lo que le fueras a decir. Estaba aterrado de que te fueras a enojar con él —sonrió —. Me recordó a un niño pequeño aterrado de que su madre lo regañara porque hizo una travesura —soltó mi suéter —. Prométeme que no le vas a gritar.

—No te puedo prometer eso —entornó los ojos.

—Al menos inténtalo, ¿sí? Pobrecito.

¿Pobrecito? ¿Es en serio?

—Intentaré no enojarme mucho con él. ¿Conforme?

—Mucho mejor —me sonrió —. Hasta mañana, Angel.

—Hasta mañana, Callie.

Salí de la habitación, crucé la sala y atravesé el otro corredor para subir las escaleras. Cuando llegué a la habitación de Hunter la puerta se encontraba entreabierta, no quise ser chismosa, sin embargo, me quedé mirando dentro de la habitación por la pequeña rendija, Hunter se encontraba de pie a un lado de la cama y Maykel frente a él, ayudándole a ponerse la venda alrededor del torso.

—Ya vete a descansar —me hice a un lado cuando Maykel terminó de enrollar la venda y fue al baño.

—No te puedo dejar así —respondió Maykel —. Mírate cómo estás.

—He estado peor y lo sabes —Hunter tomó asiento en la orilla de la cama y se quejó de nuevo —. Esto no es nada. Lo que me preocupaba es que Callie resultara herida —apoyé el hombro contra la pared al lado de la puerta.

—Ella está bien, Hunter —dijo Maykel desde el baño —. Solo fueron algunos raspones y golpes.

—Pero si le hubiera pasado algo me muero, esa niña es demasiado importante para mí —tosió y de nuevo se quejó —. Vete a descansar, te lo ordeno —le repitió a Maykel. Este salió del baño y se secaba las manos con una toalla.

Ni siquiera enfermo o herido deja su malhumor.

—Está bien —levantó las manos. Di dos golpecitos en la puerta y su respuesta no tardó en llegar.

—Adelante —empujé la puerta y Maykel se bajó las mangas de su camisa para después coger el abrigo y ponérselo sobre los hombros y deslizar los brazos dentro de las mangas.

—Angel —Maykel me regaló una bonita sonrisa.

—¿Te vas? —indagué.

—Tu aburrido y detestable jefe me corrió.

—No te he corrido, solo te pido que te vayas a descansar —Hunter se deslizó hacia arriba para apoyar la espalda en las almohadas.

—Ah, bueno, gracias entonces —se aproximó a mí y se despidió con un beso en la mejilla —. Si lo tienes que obligar para que se tome las pastillas lo haces por favor. Es tan necio que prefiere sufrir por el dolor que ¡tomarse el maldito medicamento! —le gritó, pero a Hunter poco le importó.

—Ya déjame en paz —masculló Hunter.

—Yo me voy —cogió mis manos —. Si necesitas algo, no dudes en llamarme, ¿entendido? —enfatizó —. ¿Angel?

—Sí, entiendo. Ve con cuidado, yo te aviso de lo que sea que pase —me sonrió.

—Y tú —se dirigió a Hunter —. Cuídate y ya no hagas tonterías. Hasta mañana.

—Hazte cargo del auto y todas esas cosas —comentó sereno.

—Sí, jefe —de nuevo se dirigió soltando mis manos —. Lo que sea —me recordó. Se abotonó el abrigo y salió de la habitación quedándose bajo el umbral de la puerta —. Hasta mañana, par de tortolitos —cerró la puerta detrás de sí.

—¿Cómo te sientes? —me giré hacia él.

—Mucho mejor de estar en mi casa y no en ese horrible hospital —arriba no llevaba nada puesto más que la venda que rodeaba su cintura, sin embargo, abajo lo cubrían el pijama y unos calcetines grises.

—¿Puedo saber por qué dijiste que has estado en peores situaciones? —di un paso cerca de la cama llevando mis manos al frente.

—Acércate —hice lo que me pidió y me senté a su lado en la cama. Con su mano señaló una cicatriz en el hombro izquierdo, era muy pequeña, pero si prestas atención te darás perfecta cuenta de que ahí estaba.

—¿Puedo? —le pregunté.

—Claro —me tuve que acercar para poder tocar la cicatriz con la punta de mis dedos. Se sentía abultada y suave. Cuando menos lo esperé, cogió mi muñeca, pegué un respingo por su repentina cercanía. Dirigió mi mano a la parte de abajo de la venda de lado derecho, donde también tenía una cicatriz, nada más que esta se encontraba en su estómago horizontalmente —. Te dije que esto no era nada comparado con todo lo que he tenido que pasar.

Soltó mi mano y regresé a mi lugar a su lado. Verlo así tan indefenso solo me provocaba ganas de querer abrazarlo y no soltarlo jamás.

—Lo único que me preocupaba en ese momento era que Callie estuviera bien, nada más. Tú y ella son mi prioridad en este momento —me mordí el interior de la mejilla —. Te juro que si lo hubiera podido evitar...—mi mano ascendió a la altura de sus labios para poner un dedo sobre estos y que no dijera nada más. Lo quería abrazar y que ya no se culpara por lo sucedido, estaba consciente de que lo que pasó fue porque iban a por él, pero de lo demás no lo podía culpar.

—Ya no digas nada —lo abracé con mucho cuidado de no lastimarlo. Mis brazos rodearon su espalda desnuda y a pesar de que no llevaba nada arriba, su cuerpo se encontraba tibio y esa tibiez me gustó, me gustaba estar entre sus brazos —. Están bien y eso es lo que importa —asintió —. Nada más importa.

—Gracias por estar aquí —dejó un tierno beso en mi mejilla.

—¿Te ayudo con el pijama? —nos separamos

—Si me haces el favor —me puse de pie y caminé hacia el closet para sacar un pijama, cuando encontré una del mismo color que el pantalón cerré la puerta y regresé a su lado. Se encontraba sentado en la orilla de la cama, con dificultad levantó los brazos y los mantuvo así unos segundos mientras deslizaba la prenda por su torso, al que por cierto le eché un ojo antes de cubrirlo. No tenía músculos exagerados, más bien estos estaban trabajados, con hombros anchos pero finos y largos también. Todo en él era casi perfecto, sin embargo, tenía un genio de los mil demonios.

—¿Quieres que te pase alguna pastilla? —ladeó la cabeza, mirándome de más, lo que me hacía sentir nerviosa, ya que me observaba atentamente.

—Me gustaría decirte que tu compañía me quita todos los dolores, pero la verdad me estoy muriendo de dolor —ambos nos reímos, pero él lo hacía con una gran aflicción —. Solo tráeme un poco de agua, por favor.

Sin decir más bajé a la cocina y serví una jarra con agua por si en la noche le daba sed no tuviera que bajar por un vaso. Subí de nuevo con la jarra llena de agua y un vaso, cuando entré a la habitación, se encontraba de pie mirando a través de la ventana, soltó la tela de la cortina y giró en redondo y se sentó en la cama donde lo había dejado antes de salir.

—Gracias, ángel —ya tenía la pastilla afuera, solo la cogió y se la echó a la boca, le entregué el vaso con agua y se bebió el líquido de golpe —. Ve a dormir, ya es tarde y debes estar cansada —asentí con la cabeza, mordiéndome el labio, recordé lo que había dicho si lo volvía a hacer, así que solté mi labio, pero creo que sí se dio cuenta, sin embargo, no dijo nada.

—Hasta mañana entonces —dejé la jarra sobre la mesita al lado de la cama.

Quise alejarme, pero su mano alrededor de mi muñeca detuvo mi andar.

—Hasta mañana, ángel y gracias por todo —le sonreí.

—No es nada —murmuré.

—Lo es todo para mí —soltó mi muñeca permitiendo que pudiera abandonar la habitación y así, finalmente pude ir a dormir. Este día estuvo cargado de muchas sorpresas, pero gracias al cielo que no pasó a mayores y los tres se encontraban bien, porque tampoco me olvidaba de Alexander.

Con suavidad empujé la puerta de la habitación de Callie, pero ella se encontraba profundamente dormida, así que solo la cerré de nuevo y fui a mi habitación para quitarme el uniforme e intentar descansar. Le mandé un mensaje a Alexander preguntándole como se encontraba, pero no me respondió, ni siquiera lo vio, lo que me hizo suponer que ya estaba dormido, él también lo pasó muy mal y merecía descansar, todos lo merecíamos.

Pensé que me iba a costar mucho más quedarme dormida, sin embargo, solo pegué la oreja a la almohada y Morfeo hizo lo suyo llevándome a un profundo sueño del que ya no quería salir, solo quería dormir todo el día y no saber nada de nada.

Hunter

Al otro día ya me sentía mejor, sin embargo, el dolor en las costillas persistía, menos intenso, pero ahí seguía y demonios, cómo me jodía. El doctor me mandó antiinflamatorios y analgésicos por siete días, me tomaron radiografías para confirmar que no tuviera alguna costilla rota y gracias al cielo que no fue así, solo fue el impacto del golpe y no llegó más lejos. Aun así, no me podía perdonar que puse en peligro a Callie, a esa pequeña niña que no tenía nada que ver con este mundo, estuvimos a nada de morir y debía aceptar que en gran parte se debe a que Alexander reaccionó y estrelló el auto en contra de esos bastardos, de no ser así no sé qué hubiera pasado con nosotros, tal vez en este momento no lo estaría platicando.

Al despertar de la cama me quedé mirando el techo unos segundos intentando procesar lo que pasó la noche anterior, mi mente divagaba por momentos y otros más solo pensaba en encontrar al malnacido que hizo todo esto, creía saber quién era, pero al no estar seguro y no tener pruebas nada podía hacer.

El móvil vibró y timbró, así que me senté en la orilla de la cama y lo cogí mirando la pantalla. Era un mensaje de Maykel, donde me informaba que pudo recuperar el auto, pero había sido pérdida total, quedó muy dañado primero por los dos impactos y por las balas que casi atraviesan la carrocería.

Dejé el móvil sobre la cama y me metí al baño para ducharme. Al poco rato salí del baño, me calcé unos pantalones negros, me quise enredar la venda sobre la cintura, pero por más que la apretaba esta se bajaba, ya que también tenía al brazo adolorido.

Escuché dos golpecitos en la puerta y supe de inmediato que era Angel, ya conocía su manera de tocar a la puerta.

—Adelante —la puerta se abrió desde fuera y Angel no tardó en entrar. Se detuvo de golpe al verme batallar con la bendita venda y dejó la taza con café sobre la mesita, donde la jarra y el vaso que trajo anoche seguían en su lugar.

—¿Te ayudo? —pregunto trémula.

—Por favor —me di por vencido, yo solo no iba a poder solo. Se acercó, enrolló la venda de nuevo para poder manejarla mejor y no tardó en liarla a mi cintura. Levantó la mirada hacia mí y ese solo gesto de su parte me hizo sentir cosas en todo el cuerpo. Me mojé los labios al mismo tiempo que se erguía y cogía la camisa para ayudarme a ponerla.

—¿Cómo se siente? —preguntó. Metí el brazo izquierdo en la manga, me quejé un poco, ya que como dije también el brazo y el hombro me dolían.

—Mejor que ayer. ¿Cómo está Callie?

—Bien también. Le dije que hoy no fuera al instituto, le llamé al director para informarle que tuvo un incidente y no se siente bien, solo me pidió una copia de la receta del hospital y ya.

—¿Marie ya sabe lo que pasó? —indagué.

—Me imagino que ya —me ayudaba a abrochar los botones de la camisa. Esta cercanía me ponía realmente mal y no es que pensara cosas obscenas con ella, el hecho es que estando así de cerca me ponía nervioso, como si nunca hubiera estado cerca de una mujer, aunque Angel no era cualquier mujer, ella era la mujer correcta.

Piensa en unicornios, Hunter. Piensa en lindos unicornios blancos.

—Cuando entré a la cocina, Marie se encontraba ahí y Callie no tardó en salir para desayunar, así que creo que ya lo sabe.

—Me va a matar, lo sé —bajé la mirada a su rostro. Estaba demasiado concentrada abrochando los botones que no prestaba atención a que yo la estaba observando detalladamente.

—¿Por qué lo va a matar? —a veces se le olvidaba que me podía llamar por mi nombre y ya no por "usted", esa palabra era demasiado formal para lo que estaba pasando entre nosotros.

—Callie es su sobrina y yo debí protegerla —cuando terminó palmeó mi pecho y dio un paso atrás, sin embargo, yo quería que no se alejara y permaneciera en su lugar, frente a mí.

—Ya hablamos de eso y creo que quedó muy claro que no tuviste la culpa de nada. Además, Callie me dijo lo que hiciste por ella, la protegiste con tu vida para que no le pasara nada y eso, es algo que no todos harían —hablaba de una manera tan sincera que me hacía sentir menos culpable de lo que me sentía de por sí.

—¿Eso crees? —llevó las manos detrás de la espalda y asintió con la cabeza.

—No lo creo, estoy segura —comentó —. Vine a dejarle su café y para avisarle que el desayuno ya está servido y puede bajar cuando quiera —dio otro paso atrás y quise dar uno adelante, pero cuando me dio la espalda y salió de la habitación maldije por ser tan lento y no reaccionar a tiempo. La noche anterior no había dudado en coger el arma y hubiera disparado de ser necesario, pero con Angel, era como si no supiera nada de la vida y apenas estuviera aprendiendo a hacer las cosas más básicas para un humano.

—Tonto, Hunter, tonto. —me golpeé la frente con la mano abierta. Cogí la taza que había dejado al lado de la jarra y le di un sorbo. Escuché mucho ruido en el jardín y cuando me asomé por la ventana una grúa iba entrando a la propiedad con el auto, que más bien parecía una lata de soda aplastada.

Bajé y salí al jardín en el momento que dejaban el auto frente a la casa, Charlotte iba llegando en su lujoso Ferrari rojo que estacionó al lado de mi chatarra.

—Vaya —murmuró Callie a mi lado, detrás se encontraba Angel, a su lado Marie quien ya estaba al tanto de todo lo que pasó y más allá Maykel quien hablaba con el dueño de la grúa.

—Pero ¿qué pasó? —preguntó Charlotte bajando de su auto, quitándose las gafas —. ¿Hunter? —se aproximó rápidamente y subió los peldaños que nos separaban —. ¿Qué te pasó? —me revisaba de arriba abajo.

—Fue un accidente —miré a Marie de reojo, quien, por el contrario, me fulminaba con la mirada, sabiendo bien que no fue un accidente y que me querían matar.

—Eso no fue un simple accidente —Angel se cruzó de brazos. Esperamos que el hombre con la grúa se retirara para acercarnos al auto. Tenía muchos impactos de bala y estaba chocado por la parte delantera.

—Es un milagro que estén vivos —comentó Marie.

Y la verdad es que sí, un poco más y la historia hubiera sido diferente.

—¿Sabes quién fue el responsable de esto? —preguntó Marie. Me atreví a mirarla, pero ya no me quería matar, al menos ya no me observaba con esas intenciones, aunque uno nunca sabe.

—No, no sabemos quién pudo ser —hice una pausa —. Maykel —le llamé.

—¿Sí? —viró la cabeza para verme.

—Necesito que te hagas cargo de eso, no quiero tener a Smith aquí molestando —metí las manos en los bolsillos de mi pantalón.

—Ahora mismo me hago cargo de eso —sacó su móvil e hizo un par de llamadas a quien sabe quién. Lo que importaba aquí es que Smith no viniera a joder las cosas, más de lo que ya estaban jodidas.

—Dime que mi hermana no tendrá que pasar por un interrogatorio —Angel se giró hacia mí, tuve que echar el cuerpo hacia atrás porque estaba demasiado cerca, pero no como a mí me gustaría. Todos se nos quedaban mirando, esperando que respondiera a sus palabras —. Hunter —levantó la barbilla. Tenía esa mirada molesta que muy pocas veces dejaba ver, sin embargo, cuando lo hacía te provocaba miedo —. ¡Responde!

—¡Espero que no! —abrió los ojos de par en par.

—¡¿Esperas que no?! ¿Solo esperas que no vengan y la interroguen? ¡No me estás asegurando nada! —miré sobre su hombro, los demás se nos quedaban mirando de una manera extraña y lo mejor que pudieron hacer fue entrar a la casa.

—Vamos a dejar a los tortolos discutir —Maykel empujó a Callie suavemente junto a Marie para que entraran a la casa, al igual que lo hizo con Charlotte, quien estaba encantada con la discusión que se suscitaba frente a sus ojos curiosos.

—No somos tortolos —respondió Angel, un poquito molesta —. ¿No vas a decir nada? —se cruzó de brazos.

—No tengo nada que decir —me encogí de hombros —. Te dije que no pueden obligar a Callie para que declare, mucho menos sin que tú estés presente. Simplemente no pueden. Y si se fuera a dar el caso no va a ir a ningún lado, si ese bastardo quiere saber algo que venga aquí a esta casa —señalé.

—Ella no va a mentir —me señaló y dio un paso con la intención de alejarse, antes de que diera un paso la cogí de la muñeca.

—No te enojes, por favor —le supliqué.

—No estoy molesta —exhaló —. No quiero exponerla a esos lugares —mis dedos se asieron alrededor de su muñeca, apretando con delicadeza.

—Lo entiendo y te prometo que no la vamos a exponer a ese lugar —sus hombros se relajaron y me regaló una bonita sonrisa que me hizo sentirme menos miserable —. ¿Me crees? —asintió. Mi corazón sufrió un vuelco cuando dijo que sí con la cabeza.

—Voy a entrar —solté su mano y al fin pudo entrar a la casa.

Me quedé unos minutos más observando el auto, me acerqué y busqué cualquier indicio que me dijera que Hiro estuvo involucrado en esto. Porque estaba más que seguro que fue él, sin embargo, sin pruebas no lo podía culpar y tampoco podía denunciarlo, ya que tendría que dar los motivos por lo que sospechaba de él y eso llevaría a Smith a conocer todos mis negocios sucios y este no iba a dudar en meterme a la cárcel por muchos años, hasta pudrirme ahí.

Después de examinar el auto por algunos minutos, me di cuenta de que no tenía caso perder el tiempo, en este asunto no iba a resolver nada al quedarme ahí parado, lo mejor que podía hacer era entrar y hacerle entender a Marie que lo importante es que nos encontrábamos bien sí, sé que teníamos algunos raspones, más allá de eso Callie y yo estábamos perfectamente sanos. Cuando llegué a la cocina todos estaban platicando, pero al verme entrar se callaron de golpe como si mi sola presencia les provocará miedo cómo si les fuera a hacer algo solo por el hecho de ser lo que era. Ellos mejor que nadie sabían que no les haría nada porque eran valiosos para mi vida. Marie estaba seria y entendía que estuviera molesta conmigo, puse en peligro a su sobrina cuando había prometido protegerlas a las dos, sin embargo, nunca fue mi intención que esto sucediera de haber sido por mí, hubiera dado todo para que Callie, no resultara herida. Ahora no solo Ángel estaba molesta conmigo, también lo estaba Marie y eso me hacía sentir peor de lo que ya me sentía. Charlotte quería saber todo lo que pasó esa noche, sin embargo, no lo tenía muy claro, solo sé que nos tocaron y empezaron a disparar con la intención de matarme, lo único que pude hacer para proteger a Callie fue cubrirla con mi cuerpo, no me importaba si salía herido ella era la prioridad en ese momento.

—¿Sabes quién hizo esto? —pregunto Charlotte. Nos encontrábamos en el despacho mientras los demás se habían quedado en la cocina. Insistía en querer saber quién fue el responsable del accidente, pero como dije no estaba seguro de que fuera Hiro el responsable, solo eran sospechas por todo lo que había pasado desde que se quedó a cargo de los negocios de su padre, así que no lo podía culpar cuando no tenía pruebas. Qué más me hubiera gustado que lo metieron a la cárcel de una vez por todas y deshacerme de esa basura occidental y que me dejara de estar jodiendo la vida. Pensaba que al no estar el todo sería mejor para mí.

—Ya te dije que no sé, los sujetos llevaban pasamontañas, así que no les pudimos ver el rostro. Quién sea que haya sido nos estaba vigilando para saber que veníamos de regreso a la casa —Charlotte se encontraba sentada en uno de los sofás, mientras que yo iba de un lado al otro del despacho, me encontraba intranquilo y nervioso más que nada porque no quería a Smith metiendo las narices.

—¿No le has preguntado a Callie si vio algo raro? —indagó.

—La verdad no he tenido oportunidad de hablar con ella, anoche cuando llegamos ya era tarde y solo quería descansar.

—Pues yo creo que deberías de hablar con ella, tal vez vio algo que tú no y eso pueda ayudar —con dos dedos cogí la cortina y la aparté a un lado para observar al patio trasero que se encontraba resguardado por algunos guardias —. ¿Y tu chofer, cómo está? —preguntó.

—Me mandó un mensaje y dijo que está bien, un poco adolorido, pero no es nada grave. Se va a tomar unos días para descansar.

—Pobre hombre —exhaló Charlotte —. Ya sé que has estado en peores situaciones, aunque esta vez le tocó a esa pobre niña. Menos mal que Angel se lo tomó a bien y no te gritó un par de verdades que bien merecidas te las tienes —giré la cabeza para verla con ojos entornados.

—Gracias por el apoyo —me sonrió de oreja a oreja.

—De nada.

Escuchamos dos golpecitos en la puerta, era Angel.

—Adelante —solté la cortina y me aparté de la ventana para dar media vuelta y mirar hacia la puerta. Angel entró mirando dentro —. ¿Qué pasa, Angel? —pregunté.

—Afuera hay un hombre, dice que es policía y su nombre es Frank Smith.

Maldita sea.

—Quiere hablar con usted —sostenía el picaporte con una mano —. Maykel salió para hablar con él, pero insiste en verlo a usted por lo que pasó anoche.

Lo que no quería que pasara estaba pasando y me odiaba por eso. Le dije a Angel que Callie no iba a ser interrogada, sin embargo, no contaba con que ese policía imbécil tenía otros planes.

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