Capítulo 16. 💙
"Había probado otros labios,
pero al besarte sentí
que acababa
de dar mi primer beso".
—Andrés Ixtepan.
Hunter
Mi mano izquierda ascendió a su mejilla dejando una suave caricia, mientras que con la otra apretaba su delgada cintura. Mis labios se movían encima de los suyos siguiendo el ritmo que marcaba ella en cada beso. La respiración me fallaba, sentía todo esto demasiado perfecto y tenía miedo a la vez, miedo por ella más que nada. Siempre fue ese miedo el que me detuvo para hacer tantas cosas, pero esta noche era libre de prohibiciones y tenía su consentimiento para besarla, me lo dio en el justo momento que permitió que me acercara.
Su boca tenía el sabor burbujeante del champán, su boca era pequeña y sus labios carnosos, con ganas de tirar de ellos y morderlos hasta el cansancio. Mis dedos se hundían en la tela de la camiseta que le presté esta noche para cubrir su cuerpo del frío que atenazaba su piel. Tal vez era muy fuerte y aguerrida, pero nadie se salvaba del frío y de coger un resfriado por mojarse bajo la lluvia.
—Señor Dagger —se separó y me miró fijamente a los ojos.
—Angel —murmuré. Con las yemas de los dedos dejaba suaves caricias en su piel.
—Esto está mal —musitó trémula —. Mañana, cuando se dé cuenta de lo que ha hecho, se va a arrepentir.
—Yo nunca me arrepiento de nada de lo que hago, Angel. Menos me podría arrepentir de esto.
Su nombre dicho por mí se escuchaba mejor que decirle señorita Rider. De ahora en adelante la llamaría por su nombre y dejaría un poco las formalidades atrás. Creo que después de esto era estúpido pensar que solo existía la relación jefe/empleada entre nosotros.
—¿Estás seguro? —asentí y devoré sus labios de nuevo.
La paz que ella me daba no la había sentido hace tanto que me quería quedar aquí, en este lugar a su lado. Pero no podía olvidar lo que era: un mal hombre y ella no se merecía esto, ella menos que nadie merecía las desgracias que siempre venían a mi vida, ya tenía suficiente con todo lo que había sucedido semanas atrás como para tener que aguantar las tragedias innecesarias.
Puse mis manos en sus delgados hombros y apoyé mi frente con la suya. Su mirada era la más hermosa que hubiera visto jamás, tan llena de paz y dulzura, su cabello todavía estaba húmedo y algunos mechones se apelmazaban a su pálida piel, los hice a un lado para apreciar mejor su hermoso rostro. Tenía una bonita sonrisa, todo en ella era hermoso.
—No puedo creer que estés aquí.
—Pensabas que iba a renunciar a los pocos días —asentí porque era la verdad —. Pues ya ves que no fue así.
—Y qué bueno que no lo hiciste —pasé mis nudillos por su piel y aquel contacto la estremeció porque puso sus manos en sus piernas, sentí como se tensó en pocos segundos —. Tú...—me mojé los labios.
—¿Yo qué? —preguntó ella al ver que me quedaba callado.
—Me gustaría decirte que esto será así, fácil y sin complicaciones —se mordió el labio y joder, quise besarlos de nuevo hasta quedar saciado de sus besos.
—Tú eres experto en ser complicado —de nuevo le di la razón —. Solo quiero saber una cosa.
—Dime —ladeé la cabeza para apreciarla mejor.
—¿Yo te gusto? —preguntó con miedo sondeando su voz.
—Sí —no dudé en responder porque no había ni una duda de eso.
Angel era hermosa, la más bella de todas las mujeres con las que he estado alguna vez. Estaba consciente de que tenerla no sería fácil y tampoco esperaba lo contrario, sería una estupidez de mi parte esperar que así fuera. Siempre me caractericé por ser un hombre al que le gustan los retos y conquistarla sería uno de ellos, el más difícil he de decir.
—¿Por qué te gusto? —su pregunta salió con pena.
—¿Por qué no me ibas a gustar? —se encogió de hombros.
—Porque no soy cómo las modelos con las que sales, no tengo clase, no terminé de estudiar, soy una sirvienta...
Un trueno seguido de un rayo cruzó el cielo e hizo cimbrar los vidrios de las ventanas, Angel pegó un chillido seguido de un brinquito y vino a dar a mis brazos que no dudaron en abrazarla, con sumo cuidado. Sentía que si la apretaba de más se podía romper en mis brazos, siempre creí que era débil, pero cada día me demostraba que era mucho más fuerte de lo que aparentaba.
—Odio los truenos —apoyó su cabeza en mi pecho y soltó una especie de quejido.
—¿Por qué no te gusta la lluvia? —pasaba mi mano por su cabellera y su espalda para intentar aminorar el miedo que surcaba su piel.
—Cuando seas digno te lo diré —estaba usando las mismas palabras que yo usé con ella horas atrás.
—Estás jugando sucio, Angel.
—Solo estoy siguiendo tu ejemplo, Hunter, tú eres experto en jugar sucio —se separó y se abrazó —. ¿Entonces...? —se pasó un mechón de cabello detrás de la oreja.
—¿Entonces qué? —entornó los ojos y resopló con hastío.
—Sabes qué quiero saber.
—No, no sé —se cruzó de brazos, un poquito molesta.
—Dime por qué crees que soy bonita.
—No solo creo que eres bonita, estoy seguro de que eres hermosa —sus mejillas se pusieron rojas y evitó mirarme a toda costa —. Ya te dije que eres inteligente, dulce, educada y admiro la ferocidad que tienes para salir adelante, dejaste de estudiar para darle esa oportunidad a tu hermana y haces lo que sea para que ella sea feliz, dime por qué no me ibas a gustar.
—Yo qué sé —de nuevo se encogió de hombros —. Quizá me digas esto para llevarme a la cama, como acostumbras.
Me sentía ofendido y lastimado por sus palabras, pero no pude evitar echarme a reír por su comentario. Tal vez en otro momento le hubiera dado la razón, pero ahora, llevarla a la cama no estaba en mis planes. No pensaba en eso, no era mi prioridad.
—No te rías —me dio un manotazo en el brazo —. No es gracioso —se quejó —. Basta —Me limpié una lágrima y suspiré sonoramente —. Los hombres como tú acostumbran tener a las mujeres que quieren cuando ellos quieren y no importa lo que ellas digan.
—En primer lugar, nunca te tocaría a menos que tú así lo quieras, porque te respeto y no te voy a obligar a nada. Y, en segundo lugar, ¿cómo que los hombres cómo yo? —inquirí, disgustado por el tono con el que dijo esas palabras tan despectivas —. ¿Qué clase de hombre se supone que soy? —ladeé la cabeza.
—Tienes millones en tu cuenta, usas ropa de los mejores diseñadores, posees una casa de ensueño y no olvidemos que eres un mafioso —musitó esto último como si fuera un pecado decir esa palabra, como si alguien la vaya a castigar por ello.
—¿Un mafioso? —asintió con pena —. ¿Eso soy para ti? ¿Nada más soy un mafioso? —negó rápidamente mordiéndose el interior de la mejilla —. Qué feo concepto tienes de mí, Angel.
—Eres el hombre más atractivo que he visto en mi vida —dijo, mirándome a los ojos. Sus espesas y largas pestañas se abanicaban cuando parpadeó dos veces seguidas.
—Así que crees que soy el hombre más atractivo que has visto en tu vida, eh —cogí la taza con chocolate y le soplé un poco antes de llevarla a mis labios y darle un sorbo, sin dejar de mirarla. No podía despegar mis ojos de su rostro, se veía tan inocente con esa ropa que le quedaba dos tallas más grandes, con el cabello apelmazado y algunos mechones pegándose a sus mejillas.
—No debí decir eso, ahora me lo vas a recordar cada vez que puedas —bajó la mirada un par de segundos.
—Es cierto —dejé la taza a un lado —. No debiste decir eso y sí, te lo voy a recordar cada vez que pueda.
—Aún me gustaría saber muchas cosas sobre nosotros.
—¿Cómo cuáles? —alcé una ceja. Sus labios se fruncieron y se quedó pensando en lo que iba a decir a continuación.
—¿Después de hoy que va a pasar entre nosotros? ¿Hay un nosotros tan siquiera? ¿Qué soy para ti? —Soltaba las preguntas tan rápidamente que me sentí abrumado, pero me detuve a pensar un poco antes de abrir la boca y meter la pata.
No importa todo lo que hemos pasado esta noche, cariño, nunca me voy a perdonar si algo te pasa por mi culpa, a ti o tu pequeña hermana. Jamás podría dormir en paz.
—Sigues siendo mi empleada —zanjé serio. Sin dejar ver que por dentro me estaba muriendo por decir lo contrario, que quería tener una relación con ella, no importaba si era a escondidas, quería besarla y tocarla, hacer mucho más que esas niñerías —. Las cosas no cambian para ti o para mí, Angel.
—Sí, debí imaginarlo —con la punta de su dedo, jugaba con el filo de la taza. Ni siquiera había probado el chocolate que hice para ella.
—Pero...—levanté un dedo.
—¿Pero ¿qué? —enarcó una ceja en mi dirección.
—Eso no quiere decir que no te pueda besar cada vez que yo quiera —la mirada que me echó me decía todo lo que estaba pensando —. Dime que no te gustaron mis besos y no te voy a besar nunca más —por dentro estaba riendo cómo un maníaco, no sabía que haría esto, nunca pensé que tendría el valor para hacerlo.
—No me harás decirlo —se cruzó de brazos, indignada, frunciendo el ceño y arrugando la nariz —. Tal vez sí, tal vez no. Eres una mujer orgullosa, pero vas a pedir por más y te voy a negar mis besos.
—No eres tan encantador, Hunter Dagger —farfulló.
¿Por qué tenía que decir mi nombre completo? Ahora solo quería comérmela a besos.
—Lo soy para ti —de nuevo cogí la taza para dar un sorbo sin dejar de mirarla a los ojos, ella hizo lo mismo y se llevó la taza a los labios por primera vez.
—Puedo cambiar de opinión —comentó orgullosa.
—Yo creo que no.
—Yo creo que sí.
—No, sabes que no, Angel.
—Si yo digo que sí es que así será y ya no sigas hablando porque ahora solo tengo ganas de golpearte —sonreí negando con la cabeza.
—Eres tan dulce cuando quieres.
—Solo cuando quiero ser dulce —bebió de nuevo de la taza.
Afuera la lluvia seguía golpeando fuerte contra el asfalto, movía las copas de los árboles de las cuales caían hojas y algunas ramas pequeñas. El cielo se iluminaba con los rayos que cruzaban el cielo de vez en cuando y Angel miraba a través de la ventana cada cinco minutos.
—No se va a ir la luz, ¿verdad? Porque eso sería lo peor que pudiera pasar esta noche, que también se vaya la luz por la lluvia —resopló, aquel resoplido movió algunos cabellos que ya estaban secos.
—No se va a ir la luz y si se va yo voy a estar contigo para que no tengas miedo.
—¿Y quién te dijo que tengo miedo? —preguntó indignada —. Solo no quiero que se vaya la luz por Callie, a ella sí le da miedo la oscuridad.
—Voy a fingir que te creo, Angel.
Los leños dentro de la chimenea crujieron, algunas chispitas se desprendieron y volaron hasta desaparecer en el suelo frente a nosotros.
Los minutos se hicieron horas y tal parece que la lluvia no tenía pensado cesar por algunas horas más. Cuando parecía que iba a parar empezaba a llover más fuerte, cómo si el cielo estuviera dejando caer toda su furia sobre Seattle. Terminamos de tomar el chocolate y fui a dejar las tazas a la cocina. Al regresar, Angel miraba por la ventana abrazándose ella misma.
—Ya es tarde y la lluvia no para —dijo cuando me posé a su lado.
—Parece que no va a parar de llover por ahora —soltó un suspiro —. Callie está bien acompañada.
—Lo sé.
—¿Es que acaso no quieres estar aquí? —negó.
—No es eso.
—¿Entonces? —la miraba atentamente.
—Este es el momento en el que debo alejarme de ti porque mi salud emocional no está bien y tú solo vas a empeorar algo que no está bien. Pero cómo soy una masoquista me quedaré aquí porque ya sabes, tonta se nace.
—Angel —se detuvo de golpe y giró la cabeza para mirarme —. Tú no eres una tonta y no te quiero volver a escuchar decirlo —sentencié.
—Pero sabes que es cierto, aquí la única que va a terminar con el corazón roto voy a ser yo —suspiró.
—Nada de eso —se giró hacia mí.
—Dime que no, dime que eso no va a pasar porque me vas a dar todo de ti y no te vas a alejar.
—No te puedo decir eso. No te quiero mentir —una sonrisa triste surcó sus labios.
—¿Sabes qué es lo peor?
—¿Qué es lo peor, Angel?
—Que a pesar de lo que digas me voy a aferrar a la idea de que quizá algún día cambies de opinión y decidas darme todo lo que tienes —dio dos pasos hasta que quedó frente a mí —. Por ahora me voy a conformar con lo poco que me puedas dar.
Sin esperarlo estampó sus labios contra los míos cogiendo el cuello de mi camisa y acercándome mucho más a ella. Sus besos eran tibios y suaves, amaba como me besaba y se apoderaba de mi alma en cada beso que dejaba en mis labios. Esta vez fue ella quien tomó posesión de mí y metió su lengua en mi boca.
—¿Quieres jugar, Angel? —se mordió el labio al escucharme decir esto —. Podemos jugar si tú lo quieres —deslicé mis manos por su cintura, dejando mis dedos en aquella zona para tener mejor control de su cuerpo.
—Un Angel y un demonio jugando sucio, ¿no es eso perverso? —su mirada estaba cargada de lascivia.
—No si lo vemos desde nuestro punto de vista.
—Te aseguro que serás tú el que termine enamorándose de mí.
—¿Lo dudas? —mis manos apretaban su delgada cintura.
—No, estoy más que segura. Tanto que podría apostar lo que sea, sé que tengo mis encantos y caerás rendido ante ellos —sus tibias manos se deslizaron hacia mi torso, apoyándolas sobre este —. Ya perdiste una apuesta esta noche. Dijiste que no me podía comportar como una señorita y te demostré lo contrario —alzó una ceja —. ¿No es así?
—Acepto que te comportaste bastante bien y no hay queja de eso, pero te pido que no estés tan segura, por qué puedes ser tú la que se enamore primero y esta vez pierdas la apuesta —negó segura de sí misma y amé esta parte de ella.
—¿Quieres verlo? ¿Es una apuesta? —Se separó dejándome con las ganas de querer probar sus labios de nuevo. Tuve que llevar las manos a la espalda para no caer en la tentación y tocarla de una manera poco decente.
—Ya veremos quien cae primero, Angel —tenía esa sonrisa altiva dibujada en los labios.
—Lo mejor es que vayamos a dormir —cambió de tema —. Ya es un poco tarde.
—Puedes dormir en mi cama —sugerí con un tono de voz incitador.
—Ya quisieras que duerma en tu cama, precisamente contigo —se cruzó de brazos apoyando su peso en el pie derecho.
—No conmigo, en mi cama.
—Puedo dormir en cualquier otra habitación —imité su gesto lo que no le gustó, pero a mí me gustaba menos que me despreciara de esta manera tan directa, podía ser menos áspera con las palabras.
—Mi cama es la más cómoda de todas —entornó los ojos.
—¿Y dónde vas a dormir tú?
—En otra de las recámaras. No desprecies mi cama, por favor. Mereces dormir en una cama digna para ti.
—Si insistes tanto, está bien —sonreí ante su aceptación y los dos salimos de la sala para ir a mi habitación. Dejé que pasara primero y fui al baño por el cepillo y la pasta dental.
—Duerme, mañana será otro día.
—Gracias —estaba sentada en la orilla de la cama. Me acerqué a la puerta después de coger mi móvil, pero antes de abrir su dulce voz me detuvo.
—Hunter —me giré hacia ella.
—¿Qué pasa?
—Hasta mañana —pensé que iba a decir otra cosa y juro que si me hubiera pedido que me quede sin tocarla lo hubiera hecho. En ese momento estaba tan desesperado por tenerla cerca que me hubiera contenido para no poner mis sucias manos en su bendito cuerpo.
—Hasta mañana, Angel —giré el picaporte y ahora sí salí de la habitación para ir a una de las que había desocupadas.
Me cepillé los dientes y me metí a la cama. Al revisar el móvil me di cuenta de que tenía algunas llamadas perdidas de Maykel y un mensaje de voz.
"Todo está listo, mañana te llevo al traidor"
Bloqueé la pantalla y me puse a pensar en todo lo que había pasado esta noche. Tuve una cita con Angel que no fue una cita en sí. Si alguna vez llegué a pensar que había nada más pureza en ella me había equivocado, ahora me daba cuenta de qué también había perversidad y aquella combinación era maravillosa, perfecta en una mujer como Angel.
No tardé en quedarme dormido, esta noche había estado llena de sorpresas y algunos encuentros desagradables, pero nada iba a opacar lo bien que lo pasé con Angel. Ahora tenía que descansar porque mañana sería un día largo donde obligaría a un bastardo a hablar, si no lo hacía por las buenas, sería por las malas. Siempre era por las malas y eso me gustaba, no me ensuciaba las manos, pero sí me deshacía de lacras como el malparido que se atrevió a robarme.
Angel
¿Qué había hecho? ¿Qué demonios hice? Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo y si me encontraba borracha todavía o ese solo era un pretexto para justificar mis tonterías de aquella noche. Aunque lo pase muy bien a su lado y todo lo que sucedió después, no puedo negar que fue maravilloso.
A veces me odiaba por tener la boca tan suelta y meter la pata así de feo. No podía ser más tonta, bueno, sí podía ser más tonta, pero en este momento ya no me podía echar para atrás. Dije lo que dije y no había nada que hacer. Hunter aceptó este juego y ahora los dos teníamos que atenernos a las consecuencias.
La cama de Hunter era cómoda, mucho más que la mía, pero no era la cama en sí, era el olor que se había quedado impregnado en los cobertores y almohadas. La tela de estos era suave, se sentía como si estuviera en una nube acolchada. Intenté cerrar los ojos, pero me era imposible poder conciliar el sueño cuando la lluvia no dejaba de caer y los truenos junto con los relámpagos cruzaban el cielo cada cinco minutos.
Me cubrí la cabeza con los cobertores, pero había momentos en los que sentía que no podía respirar y tenía que sacarla si no me daba pánico. Miraba la ventana donde las cortinas se movían con ligereza y el frío de la noche se colaba un poco.
No sé cuánto tiempo estuve en aquella habitación, pero se me hizo eterno no poder cerrar los ojos, así que hice lo que cualquier persona con un poco de inteligencia hubiera hecho. Sí, busqué a Hunter en cada una de las habitaciones hasta que por fin alguien me respondió detrás de una puerta.
—¿Quién? —preguntó. Su voz se escuchaba adormilada.
—Soy Angel —estaba temblando en mi lugar, miraba el oscuro y desierto pasillo y temía que algo se me apareciera en una de las esquinas.
—Pasa —cogí el picaporte y lo hice girar. Al entrar casi todo estaba a oscuras, salvo que la luz de la pantalla del móvil iluminaba un poco —. ¿Estás bien? —Cerré la puerta a mi espalda.
—Vas a decir que es una tontería, pero no puedo dormir —musité —. ¿Puedo dormir contigo? —Creo que mi pregunta le sorprendió porque no respondió de inmediato. Miraba su figura en medio de la oscuridad de la habitación, esta se aclaraba cuando un relámpago iluminaba el cielo.
—Ven —alcancé a ver su mano, llamarme a dónde estaba él. Al acercarme se hizo a un lado y levantó los cobertores para que me metiera a su lado.
—Lo siento —me disculpé ya estando a su lado en la cama.
—No te preocupes, Angel —bostezó —. Duerme, yo voy a estar contigo. Nadie te hará daño —musitó.
Asentí y cerré los ojos, no pasó mucho tiempo para que sintiera su mano rodear mi cintura y aquel simple contacto me hizo sentir más segura y en paz. Sabía que cualquier cosa él estaba a mi lado y nada me iba a pasar. Los monstruos no se iban a aparecer, ya que tenía a mi diablo a mi lado y él era más peligroso que todos los demonios que me atormentaban.
Cerré los ojos para por fin quedarme dormida y no sé exactamente cuánto tiempo pasó desde ese momento hasta que desperté, pero al abrir los ojos lo primero que hice fue mirar sobre mi hombro para comprobar que él estaba a mi lado, pero me llevé una gran decepción al ver el otro lado de la cama vacío. Ni siquiera sabía si durmió conmigo toda la noche o se escabulló cuando yo dormía para no estar a mi lado.
Un dolorcito se hizo presente en medio de mi pecho.
—Bien hecho, Angel —salí de la cama y me puse a acomodar esta, dejándola como estaba horas atrás. Salí de la habitación mirando a ambos lados y empecé a caminar hacia las escaleras. Todo se escuchaba tan silencioso que no parecía que horas atrás el cielo se estuviera cayendo a pedazos y una fuerte tormenta hubiera azotado la ciudad con ferocidad.
Cuando bajé el último peldaño y levanté la cabeza, ahí estaba él, con una taza de café en la mano. Ya se había duchado y ahora traía un traje de tres piezas, pantalón azul oscuro de vestir, camisa blanca y un chaleco del mismo color que el pantalón.
Qué guapo.
—Buenos días, Angel —me sorprendió que no me dijera señorita Rider, pero me gustó que me llamara por mi nombre. Se escuchaba sexy y encantador.
—Buenos días, señor Dagger —quedamos frente a frente, separados por algunos centímetros que quería hacer desaparecer en una fracción de segundo.
—¿Ya te vas? —indagó.
Por si las dudas, me limpie los ojos y debajo de estos, también las comisuras de los labios por si tenía baba seca alrededor.
—Tengo que ver que Marie y Callie estén bien —asintió.
—Hoy es tu día de descanso —ahora fui yo quien asintió —. ¿Vas a ir a algún lado en particular?
—Tengo pensado llevar a Callie al centro y comprar algunas cosas.
—Ten un buen día, Angel.
—Usted también, señor Dagger —sin decir más se dio la vuelta y regresó a la cocina de donde había salido.
Solté un sonoro suspiro y empecé a caminar hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones, ayer ya no quise entrar para no despertarlas, ya que también era tarde. Además, ellas se encontraban bien, Callie sabía que cualquier cosa que pasara con ella o Marie podía llamarme a la hora que fuera y estaba segura de que también podían llamar a Hunter, él no se iba a enojar. Entré a la sala, me fijé en los sofás y en uno de ellos se encontraba una manta y algunas envolturas de chocolates y gomitas.
—Buenos días —Marie salió del pasillo, acomodándose el suéter sobre los hombros.
—Buenos días, hija.
—¡Angel! —gritó Callie eufórica. Salió corriendo de su habitación —. Buenos días —extendió los brazos para darme un gran abrazo —. Te quise mandar un mensaje para decirte que Marie y yo estábamos aquí, pero me di cuenta de que habías dejado el móvil —nos separamos —. ¿Cómo te fue? Necesito que me digas todo —Se calló de golpe y me miró con los ojos entornados —. ¿Por qué traes esa ropa? ¿Qué pasó, Angel? —iba a decir algo, pero Marie se acercó y decidí no decir nada que me pusiera en evidencia ante mi tía.
—¿Dormiste en la habitación de Hunter?
—¡No! Qué va, dormimos en habitaciones separadas —que gran mentirosa era. Me iba a ir al infierno por mentir tan descaradamente.
—¿Quieres desayunar? —cambió de tema y lo agradecí, ya que no sé qué iba a hacer si me hacía más preguntas, no las podía evadir todas y tampoco podía seguir mintiendo de esa manera.
—Sí, por favor —quise ir hacia la cocina, pero Callie me cogió de la tela de la camiseta que por cierto me quedaba grande y detuvo mi andar para que Marie se adelantara a la cocina.
—Me tienes que platicar todo —murmuró.
—Te voy a decir todo lo prometo, pero me gustaría salir las dos. ¿Te gustaría ir al centro de la ciudad?
—¡Sí! —pegó un chillido —. ¡Marie, Angel me va a llevar al centro de la ciudad! —entró al pasillo pegando saltitos de felicidad.
—¿Quieres ir con nosotras? —entré detrás de Callie.
—Gracias, prefiero quedarme, vayan ustedes y me traen algo.
—Podemos ir con Amara —sugirió Callie —. Di que sí.
No le podía decir que no a esa bonita sonrisa que ponía cuando quería algo.
—Le voy a llamar.
—¡Genial! Voy por tu móvil —giró en redondo y regresó a la habitación.
—¿Qué pasa tía? ¿No dormiste bien? —la alcancé y se enganchó de mi brazo.
—Ay hija —soltó un suspiro sonoro que no me gustó para nada —. Soñé con tu mamá —cada rastro de sonrisa se borró de mis labios al escucharle decir esas palabras —. Fue un sueño raro porque soñé con ella de cuando estaba con tu papá y ustedes eran pequeñas —negó con la cabeza como intentando borrar cada escena soñada.
—No le digas esto a Callie, por favor —le pedí en un susurro. Salimos del pasillo y juntas entramos a la cocina.
—No te preocupes, no lo haré —me sonrió.
—Gracias.
Le ayudé a preparar los pancakes y la fruta para estos, porque a Callie le gustaban con fruta y mermelada. Callie llegó con mi móvil y fue ella quien le mandó el mensaje a Amara para saber si estaba disponible este día para salir juntas las tres, mi amiga no tardó en responder para decirme que estaba libre y que podíamos salir a donde sea. Callie se puso feliz al saber que después de tanto tiempo podríamos ir a comprar algunas cosas con el dinero que estaba ganando por ser la empleada de Hunter Dagger.
Con lo que le dije horas atrás no sabía cómo iba a verlo a la cara sin que esta se me caiga de la vergüenza. Pero tenía que afrontar lo que hice, ya no había vuelta atrás, abrí mi gran bocaza y ahora tenía que afrontar las consecuencias de ello.
Hunter entró a la cocina y saludó a Callie quien era feliz al verlo y platicar con él, se llevaban tan bien como si fueran hermanos también. Ante mi tía me volvió a decir señorita Rider y evitaba a toda costa mirarme, pero no sé si era más obvio, haciendo esto que simplemente fingir que no había pasado nada de lo que pasó. Al menos yo no lo podía olvidar, ya que lo tenía bien presente a cada segundo. No sé qué pensaba él de todo esto.
—¿Y cómo vas en el instituto? —ambos se encontraban del otro lado de la isla, mientras que Marie y yo estábamos en el otro extremo —. ¿Llevas buenas calificaciones?
Callie no tuvo que mirarme para responderle.
—Soy la mejor de todo el instituto —Hunter me miró de reojo. Lo hizo del mismo modo como lo hizo la noche anterior, sentía esa magia vibrar en todo mi cuerpo —. Por eso tengo una beca y obtengo algunos reconocimientos —dijo orgullosa.
Marie también se sentía orgullosa de Callie y sus buenas calificaciones.
—Eres muy inteligente, pequeña Rider —Hunter alborotó el cabello de Callie con una mano, el otro brazo lo mantenía apoyado en la mesa.
—Pero no me des todo el crédito a mí —mi hermana me miró con una sonrisa adornando sus labios —. Angel me ha ayudado mucho y sin ella yo no estaría en ese instituto —murmuró y miró a Hunter de nuevo que mantenía sus cálidos ojos sobre mí.
Mantuve la taza cerca de mis labios, no sabía si mirar a Hunter o Callie o simplemente no mirar a nadie porque Marie se encontraba a mi lado y se daba cuenta de todo lo que estaba pasando.
—Tu hermana es muy importante para ti.
—¡Sí! —expresó feliz —. Ella y Marie son todo lo que tengo —extendió los brazos y con la mirada le pidió permiso a Hunter para abrazarlo, esta no dudó en decirle que sí —. Y ahora tú también eres muy importante para mí. Claro, solo si tú lo quieres.
—Claro que sí, Callie, tú también eres muy importante para mí —correspondió a su abrazo y rodeó su delgado cuerpo con sus largos brazos, acariciando también su cabellera rubia —. ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta a algún lado? He escuchado que el jardín Chihuly es hermoso —Callie se separó de Hunter con las cejas hundidas, gesto que este pudo adivinar como un no.
—Me gustaría ir, pero hoy voy a salir con mi hermana —Callie cogió las manos de Hunter, que se veían mucho más grandes que las de ella y también más toscas, siendo que las de Callie eran pequeñas y delgadas.
—¿Van a ir solas?
¿Por qué le hace esta clase de preguntas a mi hermana?
—¡No! Como crees que vamos a ir solas —arrastró su fría mirada en mi dirección y menos mal que Marie no se dio cuenta por qué se estaba poniendo de pie —. Vamos a ir con Mara, va a ser un día de chicas —dijo en un tono juguetón.
Hunter relajó su ceño y miró de nuevo a Callie quien le sonreía de oreja a oreja.
—Ah, menos mal —fue todo lo que dijo.
—¿Puede ser para la otra? Me encantaría ir de paseo contigo —Hunter le asintió con la cabeza, pero ya no se veía tan feliz como al principio. Estaba más que nada serio.
No sé si pensó que íbamos a ir con alguien más que no fuera Mara, pero, aunque así hubiera sido, él, no tenía por qué decir nada ni enojarse mucho menos. Él mismo dijo que nuestra "relación" iba a seguir como antes y estaba de acuerdo con él, aunque no me gustara. Así que él también tenía que respetar lo que yo hacía y con quien salía.
💙💙
Me di cuenta que este capítulo estaba repetido con el quince, así que lo corregí. Una disculpa.
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