Capítulo 13. 💙
"Porque en los ojos correctos,
siempre serás arte".
—Jairo Guerrero.
Angel
Danielle llegó a la casa con una gran cantidad de vestidos, zapatillas y maquillaje. Miraba cada prenda con los ojos abiertos, todos los vestidos eran hermosos y la tela se veía tan cara que daba miedo tocarlos con las yemas de los dedos, sentía que los podía romper con tan solo un roce de mi parte.
El señor Dagger se había ido minutos atrás y Danielle sacaba todos los vestidos de sus bolsas para proceder a colgarlos en los percheros de aquel closet que abarcaba toda la pared, iba de esquina a esquina, era de madera oscura y tenía algunos espejos de cuerpo completo en los que me podía observar de pies a cabeza.
—¿Cuál te vas a probar primero? —se giró hacia mí.
—Todos se ven muy bonitos —encogí un hombro y solté un suspiro —. Yo no sé de estas cosas, Danielle —hice una pausa —. ¿Me dejas llamarte Danielle? —ella asintió gustosa y se acercó para subir el peldaño que me separaba de ella.
Cogió mis manos entre sus dedos. Sus manos estaban bien cuidadas, uñas limpias y largas. Todo en la señorita Danielle era pulcro y elegante. Desde la ropa y zapatos hasta el peinado del cual no se le movía ni un solo dedo.
—Puedes llamarme Danielle y yo te voy a ayudar con esto —bajó el peldaño —. Yo creo que te verías muy bien con un vestido rojo, el color es elegante y llamativo —se acercó a los vestidos y giró hacia mí.
—¿Llamativo? —enarqué una ceja.
—El chiste aquí es que todos te miren en ese evento, que seas el centro de atención en ese lugar, ¿entiendes? Eres muy bonita, Angel y no deberías sentir pena por explotar lo que la naturaleza te dio —me hizo un guiño.
—Sí —murmuré.
No estaba tan segura de querer ser el centro de atención de ese lugar, pero si ella lo decía era por algo, así que haría lo que me estaba aconsejando, ella sabía más de estas cosas que yo, así que...
—Sé que a Hunter le gusta el color negro —rodó los ojos —. Pero esto es una cena, no un funeral con mucho cuidado, pasó las puntas de los dedos por cada uno de los vestidos sacando dos de color rojo, uno de color más fuerte que el otro —. Pruébate este primero —me entregó el que era rojo vino y entré al probador.
Me quité el uniforme de color negro y lo dejé encima de un taburete. Me puse el vestido que tenía tirantes gruesos y dejaba al descubierto mis hombros, la falda era larga con pliegues. Salí y Danielle me miró de arriba abajo.
—No me gusta —hizo una mueca —. ¿Te gusta? —negué con la cabeza. El vestido era bonito y elegante, pero no me gustaba como se veía —. No hace lucir tus caderas, pareces una tabla —fue lo más cortés que me había dicho, pero lo tomé a bien, de ser otra persona hubiera dejado que me llevara ese vestido que me hacía ver como una tabla —. Pruébate el otro entonces —regresé al probador y colgué el vestido en el perchero. Me puse el otro que era un vestido sin tirantes, ajustado de las caderas y la cintura. Me quedaba perfecto en cada una de las curvas que no sabía que tenía, sin embargo, que con este corte se me veía muy bien.
—Este me gusta más —al salir Danielle abrió los ojos y levantó los pulgares aprobando el atuendo.
—¡Lo amo! —se acercó y cogió mi mano para hacerme girar sobre mis talones y admirar por completo el vestido —. Te ves hermosa, divina, pareces una reina —lo que decía se escuchó tan sincero que una sonrisa se dibujó en mis labios.
—¿Lo crees? —hice mi cabello a un lado para apreciarme mejor.
—Por supuesto —soltó mi mano —. Te ves muy hermosa. Yo creo que, con el cabello suelto, pero con ondas te vas a ver mejor —levantó un dedo como si se hubiera acordado de algo y se acercó a su bolso y sacó su móvil.
—¿Qué haces?
—Voy a agendar una cita para el sábado, necesitas una buena manicura, quien te maquille y arregle. Yo solo sé lo básico —empezó a teclear y se llevó el aparato a la oreja —. Hola, Rose, soy yo...—En ese momento Amara entró a la habitación y al verme pegó un gritito y se acercó a mí. Danielle se apartó para poder hablar sin interrupciones.
—¡Te ves hermosa! —cogió mis manos —. Divina, fabulosa —ella también me hizo darme la vuelta —. Este vestido se te ve muy bien —Danielle seguía hablando por teléfono.
—Es hermoso, ¿no? —ella asintió —. Este me voy a poner para la cena —caminé al centro de la habitación y me aprecié de pies a cabeza. Llevaba el cabello recogido y aun así, me veía bien sin estar maquillada ni nada de eso.
—Maquillada y con un buen peinado te vas a ver divina —Danielle se acercó a nosotras, dejando el móvil a un lado sobre una de las tantas bancas que había en las esquinas de la habitación.
—Es lo que le dije, ese vestido hace que se vea muy bien —Amara miró a Danielle.
—Amara, ella es Danielle la asistente del señor Dagger. Danielle, ella es Amara, mi mejor amiga —las presenté y ambas se dieron la mano en modo de saludo.
—Mucho gusto —Amara se acercó para darle un beso en la mejilla.
—¿Entonces...? —le pregunté a Danielle quien parece no comprendió a la primera.
—Ah... El sábado, Rose va a venir para darte tratamiento completo, tienes que estar lista —se detuvo de golpe —. Mejor, yo le explico esto a Hunter. Ahora regreso —sin más se dio la vuelta y salió de la habitación.
—Yo creo que tienes que escoger un par de zapatos —Amara giró hacia el closet y empezó a mirar cada uno de los tacones que había ahí —. Me sorprendí mucho cuando Maykel me dijo que irás con Hunter a una cena.
—Es una cena muy importante —recalqué —. Habrá socios del señor Dagger.
Bajé del escalón y me fui a sentar a una de las bancas mientras Mara buscaba entre todos los tacones que estaban bien acomodados en una línea recta.
—Aún no puedo creer que hayas aceptado —cogió un par de zapatillas de color plateado y los dejó frente a mí.
—Ni yo. Solo acepté y ya. No sé en qué estaba pensando —admití. Me calcé los tacones
—Tiene que haber un motivo por el que hayas aceptado —se sentó a mi lado.
—Sí, lo hay —Mara enarcó una ceja —. La verdad es que quiero ir con él, y tú ya sabes por qué —apreté sus manos, como si al hacerlo el peso de lo que estaba sintiendo fuera menos. Como si con eso pudiera aliviar un poco la tensión de mis hombros.
—¡Oh. Por. Dios! ¡Lo sabía, lo sabía! —puse un dedo sobre mis labios y siseé mirando hacia la puerta, con la esperanza de que nadie fuera a entrar.
—No grites o alguien te puede escuchar —se llevó las manos a la boca.
—Lo siento, lo siento —exhaló —. ¿Cuándo te diste cuenta? —me miraba sorprendida.
—Es obvio que el señor Dagger es atractivo, tendría que estar ciega para no darme cuenta de eso. No lo quiero admitir por completo, pero sí, creo que Hunter Dagger es un hombre muy guapo —dije muy bajito para que solo ella me pudiera escuchar, por si alguien andaba por el corredor,
—Ay, yo ya los shippeo —repitió lo mismo que Callie la otra noche. Hasta parece que se pusieron de acuerdo para decir lo mismo.
—No, no, nada de eso —me puse de pie —. No quiero hacerme ideas ni ilusiones — suspiré —. El señor Dagger jamás se fijaría en alguien como yo. No soy como esas mujeres que él frecuenta.
Recordar lo que pasó la noche anterior en el pasillo me provocó todo tipo de sensaciones en todo el cuerpo. Aún vibraba de los pies a la cabeza. Su boca cerca de mis labios, su aliento tibio acariciando mi piel, mi corazón latiendo rápidamente por su cercanía.
—No, tú no eres como esas mujeres, Angel, eres mucho mejor que todas ellas —Mara se acomodó en su lugar —. Todo puede pasar.
—Sí, como si esto fuera una novela —me quedé callada cuando escuché el resonar de los tacones de Danielle y le pedí a Mara que no dijera nada.
—Listo —Danielle entró —. Hunter ya está enterado de todo y dijo que te va a dar el día libre para que Rose haga su magia —subía y bajaba las cejas.
—¿A qué hora será el evento? —preguntó Mara.
—A las ocho y media, pero Hunter le pidió a Angel que esté lista a las ocho —respondió Danielle por mí.
—Qué hombre tan puntual —dijo mi amiga.
Danielle se encargó de guardar los vestidos mientras Mara me ayudaba con el que me iba a poner esa noche, dejamos los zapatos afuera y los demás se guardaron en el closet.
—¿Qué harás con todos esos vestidos? ¿Los vas a regresar a la tienda? —le preguntó Amara a Danielle que cerraba la puerta corrediza del closet.
—No, Hunter ya los compró y se van a quedar aquí —abrió otra puerta donde había más prendas de mujer, algunas faldas, blusas, bolsos...
—¿Y para qué quiere toda esa ropa? ¿Acaso es un fetiche? —mi amiga enarcó una ceja mientras yo me ponía el delantal. Le eché una mirada al vestido, lo había guardado en su bolsa para que no se maltratara afuera.
Genial, regreso a ser de nuevo la Cenicienta.
—Hunter es muy previsor, le gusta tener las cosas bajo control, siempre —comentó Danielle.
—Ya lo estamos viendo —dijo mi amiga a mi lado. Ella y Danielle me miraron mientras me acomodaba el delantal.
—¿Qué? —pregunté. Las dos se miraron.
—Como dije: Hunter es muy previsor. Puede haber una junta, un evento importante y a veces, solo a veces contrata a chicas para que sean sus acompañantes.
¿Ella dijo qué?
¿Él hace qué cosas?
¿Eso se puede?
—¿Hunter compra mujeres para que vayan con él a algún evento importante? —Amara enarcó una ceja —. ¿Eso es legal? —su lado feminista estaba en desacuerdo con lo dicho, hasta yo estaba sorprendida por lo que nos habíamos enterado.
—No, no me malinterpretes —corrigió Danielle a mi amiga —. En el mundo de Hunter hay todo tipo de cosas que ustedes desconocen, por ejemplo: hay mujeres que venden su tiempo para que hombres importantes como él paguen una cuantiosa cantidad de dólares para que les hagan compañía en eventos como este. Aquí todo es consensuado. Todo —nos observó a ambas.
—Menos mal, que bueno que lo aclaras —Amara levantó un dedo, un poco más tranquila.
—Cuando uno tiene dinero puede hacer lo que sea, no se preocupa por si mañana tienen para comer o pagar la renta —Solté un suspiro y la mirada que me echó Danielle fue de lástima —. No es para que me mires así, solo lo digo porque muchos años pasamos necesidades, pero eso ha terminado —sonreí de oreja a oreja.
—Ahora todo va a ser diferente, Angel, de eso estoy segura —Amara se puso a mi lado y apretó mi mano. Le sonreí a Danielle, agradecida por todo lo que estaba haciendo y tal vez era su trabajo y en gran parte lo hacía por eso, pero algo me decía que no todo era por eso, que también lo estaba haciendo por gusto, porque quería participar en esto.
—Tengo que regresar a trabajar —le informé a Danielle —. Ya he perdido mucho tiempo y no creo que al señor Dagger le guste.
—Yo voy contigo —Amara cogió su bolso.
—Gracias por lo que has hecho, Danielle, es muy amable de tu parte —una sonrisa genuina se dibujó en los labios de la rubia.
—De nada, Angel —tenía las manos frente a ella. Antes de salir vimos que fue hacia el closet.
Salimos de aquella habitación que no conocía mucho, ya que una sola vez me hice cargo de la limpieza y eso solo se limitó al piso y las bancas. Juntas recorrimos el corredor para bajar las escaleras e ir a la cocina. Danielle bajó después para ir al despacho del señor Dagger.
—Te juro que te iba a decir lo del evento —Mara se sentó en uno de los taburetes de la isla mientras yo empezaba a hacer lo que sea que tuviera que hacer. Marie no me había dicho qué se tenía que hacer para comer, ni siquiera la había visto desde que fui a su habitación a saludarla y preguntarle si ya se había tomado su medicina.
—Ya, ya —mi amiga dejó su bolso a un lado —. Yo tampoco puedo creer que vayas con él, simplemente es... No lo puedo creer, Angel —se encontraba en el mismo estado de shock que yo.
—Ni me digas —me giré hacia ella —. ¿Y qué con Maykel? No me digas que no pasó nada porque me di cuenta de cómo te miraba y tú a él —la señalé y solo se encogió de hombros.
—Bueno, Maykel es muy guapo —ese par de luceros se iluminaron al decir esto. Tenían ese brillito tan peculiar en ella cuando un chico le gustaba.
—Eso ya lo sé —me recargué de la encimera con las manos en el filo de esta —. Y es lindo también, muy inteligente —le agregaba más cualidades a Maykel para que mi amiga hiciera el intento de al menos salir con él. Estas me las iba a pagar muy caro, el mejor amigo de mi egocéntrico jefe.
—Y me pidió mi número, dice que me va a llamar —sus mejillas se pusieron rojas y con un dedo enredó un mechón de su cabello rubio en este.
—Eso es bueno, ¿no? —encogió un hombro.
—Tal vez, pero no me quiero hacer ilusiones, ya sabes cómo han terminado mis últimas relaciones —hizo un puchero, lo que me hizo sentir mal porque yo mejor que nadie sabía cómo habían terminado todas las relaciones de Mara y era ella quien terminaba con el corazón roto y llorando por las esquinas.
—Por lo poco que conozco a Maykel sé que es un buen hombre, dentro de todo lo que cabe lo es —me mordí el interior de la mejilla.
—Te refieres a su mundo —asentí —. Sí, ya sé —exhaló.
En ese preciso momento me quedé callada cuando el mismísimo Hunter Dagger entró a la cocina, primero miró a Amara y después arrastró su fría mirada gris hacia mí. Sentía que me podía desnudar con la mirada, que podía ver más allá de lo que aparentaba ser y aquello me daba miedo. No quería que descubriera que en realidad era una mujer temerosa que muchas de las veces no tenía idea de lo que hacía, como por ejemplo salir con él a esa famosa cena de la que no sabía absolutamente nada.
—Señorita Rider —dijo con voz seca y firme.
—Señor Dagger —pasé saliva y me erguí separándome de la encimera —. Ella es mi amiga Amara y...
—Está bien señorita Rider —dijo serio y lento, tan lento que sentía podía palpar cada una de las palabras dichas —. Solo quiero que prepare el almuerzo, hoy tengo un día complicado y con mucho trabajo.
—Como usted diga, señor Dagger —le hizo un asentimiento cordial a Amara y salió de la cocina pasando su mano derecha por su cabello un poco despeinado, con la otra mano metida en el bolsillo de su pantalón.
Observé a Mara y como ella detallaba al señor Dagger hasta que este desapareció de nuestro escrutinio. Ella soltó un suspiro y giró la cabeza lentamente hacia mí.
—Ahora entiendo por qué te tiene loca —se mordió el labio de manera exagerada y hasta soltó un gemido bajo —. Ese hombre es un Dios. Joder. Qué cabello, qué manos, esos ojos —soltó rápido —. Madre mía, te imaginas que te dé unas buenas nalgadas —cerró los ojos cómo si se estuviera imaginando aquella escena y yo solo me pude estremecer en mi lugar. Solté una risita con los labios apretados, pero desapareció a los pocos segundos.
—No me lo quiero imaginar —solté toda la tensión que sentía y fui hacia la nevera para empezar a preparar el almuerzo.
—Pues yo sí —al mirarla ya tenía los ojos abiertos —. Yo creo que tú y él...
—Él y yo nada —zanjé —. Sé cuál es mi realidad, Mara, y estoy consciente de que solo soy su empleada, nada más. Sé cuál es mi lugar en esta casa, soy la sirvienta y con eso me conformo.
—¿No crees que por algún suceso inesperado esa relación de jefe/empleada pueda cambiar? —me acerqué a la isla para dejar la verdura que usaría para el omelette.
—Tendría que ser algo muy fuerte para que él y yo... Ya sabes. Para que lleguemos a tener algo, sino, no veo la manera para que algo se pueda dar entre nosotros.
Estaba consciente de que el señor Dagger y yo veníamos de mundos muy distintos, dejando de lado que él era un mafioso millonario, nuestra vida era completamente diferente. Él frecuentaba a mujeres de alta sociedad, modelos que salían en la portada de alguna revista famosa, mujeres de su clase que se veían bien a su lado porque los dos eran iguales y yo, yo era una chica que venía de un barrio pobre con una madre que dejó su hogar por un hombre que le podía dar todo y un padre que se dejó morir por amor. Venía desde abajo, trabajé duro por muchos años en un lugar donde no se me apreció en ningún momento y cuando se tuvo la oportunidad se me echó de ahí cómo si fuera basura humana. Así que sí, yo sabía de dónde venía y cuál era mi lugar en esta casa.
Estaba consciente de que existía algo más allá de la relación jefe/empleada, la tensión se podía palpar cada vez que nos acercábamos de más. La pasión danzaba cuando estábamos juntos y todo ese deseo que brotaba entre ambos, pero de ahí en fuera no había más. Sabía también que si Hunter quería algo de mí no sería mi amor ni mucho menos, los hombres como él solo buscan una cosa en las chicas como yo: sexo. Sí, sexo y ya. Así que mis esperanzas para que él se fijara en mí eran nulas, una en un millón y no me iba a rayar la cabeza con escenarios que estaban lejos de hacerse realidad.
Mara me ayudó a preparar el almuerzo y Marie se nos unió antes de terminar, le avisó a Danielle y al señor Dagger que el almuerzo estaba listo y ambos fueron al comedor a donde les llevé los platos con comida, el café, pan tostado, fruta y jugo recién hecho. Dejé los platos en su lugar y me retiré.
—Yo pienso que no debes ser tan radical. Ahí afuera debe haber alguien para ti, que te quiera así cómo eres —me senté al lado de Mara para desayunar también y la miré atenta. Era mi mejor amiga y ella nunca me iba a mentir.
—En este momento el amor no es una prioridad, solo quiero que Callie termine el colegio y que nunca falte el dinero para sus libros y uniforme —cogí un plato y le serví lo que me indicaba. Por esto era mi mejor amiga, porque no le importaba comer en la cocina conmigo pudiéndolo hacer en el comedor con los demás.
—Sí, ya sé, pero un día Callie va a crecer y por más que te duela escucharlo se va a ir. Va a querer estudiar en una universidad lejos de casa y te vas a quedar sin ella, al menos por un tiempo. Pero sabes que me tienes a mí —me regaló una sonrisa sincera.
—No quisiera que eso pase —dije con melancolía. Le entregué el plato y después me serví yo.
—Pero va a pasar —me señaló —. Cuando eso pase te vas a dar cuenta de que quizá ya es demasiado tarde. Quizá no debas buscar el amor cómo una desesperada, pero sí dejar que alguien entre en tu corazoncito —sonreí ante lo último que dijo —. ¿Lo harás? —asentí.
—Lo haré, y no debes preocuparte porque me quede solterona, si eso pasa seré feliz —puse mi mano encima de la suya.
—¿Serás la solterona llena de gatos? ¿O serás la solterona acumuladora compulsiva? o tal vez seas la señora de las plantas. Vas por buen camino —señaló las macetas con hierbas aromáticas que tenía en la cocina. Las traje para usarlas en la cocina. Ambas nos echamos a reír.
—Prefiero ser la señora de las plantas —respondí.
—Yo también —señaló dándome la razón.
Mara se quedó un buen rato conmigo, se fue cuando el sol se estaba metiendo, la acompañé hacia su auto y esperé que saliera de la propiedad. Vi que el portón se cerraba y los hombres del señor Dagger miraban hacia afuera a la vez que giraba sobre mis talones y entraba a la casa. La noche cayó y con ella el cansancio se hizo presente en mi cuerpo, lavé los últimos platos, los dejé en el escurridor, limpié la estufa y la mesa de la isla, acomodé los taburetes y dejé todo impecable.
—Perfección —Marie estaba bajo el umbral de la puerta.
—¿Cómo te sientes? —llegué a su lado y apagué el interruptor de la luz. Solo una lámpara se quedó encendida por si a alguno de nosotros nos daba sed y decidimos entrar, pero de preferencia llevaba una jarra con agua y un vaso a la habitación de Hunter antes de irme a dormir.
—Bien —le entregué mi brazo y juntas caminamos hacia su habitación —. Ya sabes que Hunter es un poco exagerado a veces.
—No creo que se trate de eso, se nota que él te quiere mucho —sonrió.
—Llegué a su vida en el momento correcto, o creo que él llegó a la mía.
Aún sentía curiosidad por saber qué trajo a Hunter Dagger a esta ciudad, por lo que dijo Maykel, ni él ni el señor Dagger son de Washington, sino de Boston, una ciudad muy alejada de aquí. No sé por qué sentía demasiada curiosidad por saber algo de un hombre que a todas luces no tenía la misma curiosidad por mí que yo por él.
La puerta de la habitación de mi tía estaba abierta, así que la acompañé hasta su habitación y se sentó en uno de los sofás que tenía ahí, le entregué su tejido y me quedé con ella mirando cómo lo hacía, siempre quise aprender a tejer, pero era demasiado torpe para ello y la única vez que me quiso enseñar me salió todo mal y el tejido se desbarató. Ni siquiera pude hacer un tejido simple.
—Les estoy haciendo unos gorros y bufandas, ahora que haga frío serán de mucha ayuda —comentó.
—Tú eres un sol —le dije y sonrió.
—Entonces tú eres un sol más grande —abroché mi suéter.
—Me lo voy a creer solo porque tú me lo dices —me acerqué a ella para dejar un beso en su mejilla —. Me voy a dormir, si necesitas algo no dudes en llamarme —asintió —. Debes tomarte tus medicinas —de nuevo asintió.
—Ve con cuidado, yo voy a estar bien —salí de la habitación y cerré la puerta.
Salí de la habitación de Marie y crucé el corredor que llevaba a las demás habitaciones, entré a la sala y Callie se encontraba ahí, con la pantalla encendida.
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó.
—Bien, ¿y a ti? ¿Cómo vas con tus tareas? —Aquí no había cocina, pero teníamos una mesa donde había una jarra con agua y algunos vasos que mi pequeña y despistada hermana no llevó al fregadero.
—Bien —suspiró —. ¿Estás nerviosa?
—¿Por qué? —me serví agua y le di un largo trago al vaso.
—Por lo que se viene el sábado. Yo estaría nerviosa —giró y se puso de rodillas apoyando sus manos en el respaldo del sofá.
—La verdad un poco, pero no quiero pensar mucho en eso, si no sí me pongo nerviosa —ambas reímos.
—Yo creo que te vas a ver hermosa, serás la más hermosa en ese lugar lleno de personas falsas.
—Tú siempre sabes qué decir —sonrió feliz.
—Si no te doy ánimos, ¿quién lo hará?
Callie era la niña más dulce, linda y amable que yo haya conocido jamás, no quería que nada malo le pasara, no iba a soportar perderla, ella era lo único que yo tenía en esta vida y sin ella estaba perdida. Siempre me sentí correspondida con ella, yo trabajaba duro para pagar sus estudios y ella lo recompensaba con buenas notas y hasta tenía una beca, no me podía quejar de Callie y sé que donde sea que mi padre se encontrara, estaba muy orgulloso de las dos.
****
Los días siguientes no pude dormir bien, sentía esa emoción y terror a la vez. Cómo cuando estás muy emocionada porque vas a entrar al colegio y no sabes lo que te espera, tienes esa sensación de vacío en el pecho y quieres que ese día llegue, pero a la vez quieres que el tiempo se alargue lo más que se pueda porque no sabes que te espera. Así me encontraba, sentía nervios y tenía miedo, no había podido dormir bien. Cada vez que veía al señor Dagger quería salir huyendo para no verlo y aquello era una estupidez.
Uno de esos días, en los que abrimos una de las tantas cajas, encontré un rosario que perteneció a mi padre, nunca supe quién se lo dio a él, pero por mucho tiempo fue creyente de Dios, pero cuando esa mala mujer se fue dejó de hacerlo, ya que decía que Dios era injusto con algunas personas, a unas les daba más de lo que merecían y otras no tenían nada más que deudas y desgracias. Pensé que había tirado ese rosario, pero cuando empezamos a empacar lo encontré dentro de un libro y decidí guardarlo para mí. No era una mujer cien por ciento religiosa, pero creía en Dios (no en la iglesia) y siempre tuve ese pensamiento de que las cosas pasan por algo.
Aquella mañana no puse un pie en la cocina, me limité en terminar de acomodar lo poco que aún teníamos en unas cajas y limpiar un poco la casa. Callie era de mucha ayuda, pero cuando le entraba la flojera no podía contar con ella para nada, creo que hasta respirar le hacía daño.
Danielle llegó junto con Rose y ella con una de sus ayudantes, entre ambas empezaron con el laborioso trabajo de dejarme bonita para el evento. Me hicieron manicura y mis manos dejaron de ser las de cenicienta y pasaron a ser las de una princesa. Le hicieron tratamiento a mi cabello y rostro con mascarillas y no sé qué tantas cosas más de las que yo desconocía el nombre. Mi rutina se simplificaba nada más en ponerme crema para el rostro y de vez en cuando una exfoliación sencilla, pero ahora me daba cuenta que eso no era nada comparado con todo lo que me hacía falta para cuidarme bien. Ahora empezaría a cuidar mi rostro mucho más.
Lavaron mi cabello y le pusieron cremas de todo tipo, pasó de ser el cabello de un león a estar liso y sano. Cuando Rose terminó de ponerme el maquillaje ni yo me reconocía. Al verme al espejo vi a una mujer totalmente diferente, el maquillaje no era tan cargado, pero sí lo suficiente como para hacerme ver diferente, una Angel diferente a la que lavaba los baños y la loseta. Parecía una princesa.
—Te ves hermosa —Callie estaba detrás de mí —. Hunter se va a quedar con la boca abierta cuando te vea.
—Le va a encantar —dijo Danielle apretando mis hombros —. No te quiero apresurar, pero se nos hace tarde —me puse de pie y fui a mi habitación para ponerme el vestido y los zapatos. Danielle se encargó de traerme un abrigo negro que hacía juego con el vestido y cada accesorio que llevaría puesto ese día.
—Necesito que alguien me ayude —salí de la habitación poniéndome los pendientes —. El cierre —Danielle se puso de pie y me giré para darle la espalda y que subiera el cierre que yo no pude cerrar.
—Listo —me giré de nuevo hacia ella y le sonreí.
—Gracias —los ojos de Callie eran grandes y brillantes.
Rose me dio los últimos retoques y empezó a guardar sus cosas dentro de la cosmetiquera.
—Toma —Danielle me ayudó a ponerme el abrigo y me acomodó el cabello que tenía peinado hacia el lado izquierdo.
—¿Cómo me veo? —Ambas levantaron los pulgares, hasta Rose lo hizo y aquello me dio la confianza que tanto necesitaba para salir y enfrentar lo que iba a pasar aquella noche.
—Recuerda que no debes hablar con nadie extraño, mucho menos con los hombres. No digas nada que te comprometa y nada de hablar de Callie o que vives aquí —sacudió el polvo invisible de los hombros del abrigo.
—Está bien —exhalé.
—Nosotras nos vamos, Danielle —Rose y su ayudante estaban detrás de la rubia.
—Sí, sí —Danielle se giró hacia ellas y las acompañó hasta la puerta.
—Te quedas con la tía Marie y le ayudas en lo que sea —Callie asintió —. Pórtate bien y no hagas travesuras —le di un toquecito en la nariz con mi dedo.
—Yo siempre me porto bien, Angel —entorné los ojos en su dirección —. Casi siempre —corrigió.
—Angel, vamos —las dos salieron conmigo y caminamos hasta la entrada de la casa. Ahí esperaba un lujoso auto negro, Alexander sería el chofer esta noche y al verme sonrió, una sonrisa que no pasó desapercibida para Hunter que lo miró severo y el pobre Alexander no tuvo más que regresar a su posición inicial con las manos en la espalda.
Hunter llevaba puesto un traje negro con una camisa blanca y un moño negro que rodeaba su cuello. Su cabello estaba peinado de lado hacia atrás, ropa cara, zapatos nuevos, lustrados y todo aquello, en él era perfecto, lo hacía ver perfecto.
Recuerdo como Maykel miró a Amara esa noche, fue cómo un flechazo que los encantó a los dos y dije que alguna vez me gustaría que alguien me mirara así. Entonces pasó, la mirada que Hunter tenía sobre mí era mágica, cómo si él estuviera mirando una hermosa pieza de arte, algo maravilloso que te tardas en encontrar, pero que cuando la encuentras no quieres dejarla ir.
Sentí una especie de electricidad, recorrer cada centímetro de mi piel, cada hebra que componía todo mi ser. Me sentía como en un cuento de hadas, era la princesa y él el rey tirano que encanta con sus hermosos luceros y su radiante sonrisa.
—Se ve hermosa, señorita Rider —me entregó su mano y la acepté gustosa. Una gran sonrisa se dibujó en mis labios al escucharlo decir estas palabras que se metían bajo mi piel.
—Usted se ve muy guapo, señor Dagger —al mirar a Danielle y Callie mi tía se encontraba a su lado, nos dijo adiós con la mano y los dos le dijimos adiós.
—Suerte —Callie movió los labios y solo le pude sonreír.
—Vamos —Hunter abrió la puerta, me ayudó a entrar, después entró detrás de mí y cerró la puerta. Alexander ya estaba adentro cuando se cerró la puerta —. Vamos, Alexander.
Le indicó y él obedeció arrancando el auto para salir de la propiedad.
Las manos me temblaban y sentía que en cualquier momento el corazón se me iba a salir del pecho. Tenía que poner todo de mí para que esta noche todo fuera perfecto y no avergonzar al señor Dagger, si no me iba a ir muy mal.
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