4
—No pensé que fueran familia.
—Podría habértelo aclarado en ese momento. —Perdón —dijo, disculpándose el menor.
—No puedo culparte.
—¿Y qué pasó con él? ¿Qué es de su vida? No supe desde niño mucho de mi familia paterna y supuse que él podría ayudarte si lo pudieras encontrar y hacer que te dijese algo relacionado a mí.
—La verdad... se esfumó de la nada. Pero fue un momento de algún modo ¿increíble?, quizás.
—Creo que aceptarlo no será tan difícil después de aceptar mi regreso.
—Es cierto... Tengo una duda: ¿cómo fue que supiste que tenía este plazo? Además, ¿por qué yo?
—La conciencia y el conocimiento siempre están presentes sin importar si estamos vivos o muertos; son el motivo de nuestro juicio. Durante 9 días el alma se encuentra entre los dos mundos y, al finalizar este tiempo, se dirige al inframundo. —El chico tomó aire y continuó hablando: Mmmm, ¿por qué tú? ... Porque fuiste la persona que más se interesó por mi muerte. Además, querías que volviese a vivir; pensabas en mí como si fuese alguien en coma y no estuviera muerto. A su vez, estabas rodeado de dudas e inseguridad y necesitabas un empujón de confianza para que siguieras lo que querías realmente. Teníamos el mismo deseo: Una segunda oportunidad de vida, vivir de nuevo. Cuando estás en ese espacio vacío, te das cuenta de muchas cosas, pero aún así se desconocen otras más y entre estas están las que se olvidan. Dejé media vida en ese lugar y sólo tengo recuerdos pasajeros como lo que te hablo ahora mismo.
El silencio reinó en el apartamento hasta que Chan intervino:
—¿Tú crees en el hilo rojo?
—Sí.
—Yo también.
Posteriormente se dedicó a contar lo más específico que pudo el desarrollo de los hechos desde aquella mañana que marcó un nuevo camino para sus vidas y donde sus destinos se cruzarían.
—Debo decirte algo muy importante que el Sr. Kim me encomendó... El precio de todo esto es primero sobre mí. Tus deseos y dolores más fuertes los sentiré yo como propios y, si hay terceras personas entre nosotros, nuestros dedos se quemarán poco a poco.
—¡Auch! —se quejó Seungmin.
—Aún así, si no quieres, veré cómo contactarme con tu abuelo de nuevo y hacer de nuevo una investigación sobre la magia y... —Kim le interrumpió.
—Yo... sí quiero intentarlo —admitió el menor. —Esto está hecho.
—Pero si lo haces por deber, no tienes por qué... Yo no sabía qué riesgos corría y, a pesar de eso, me arriesgué y no te voy a responsabilizar de ello.
Kim lo pensó unos minutos más, pero no cambió de opinión.
—Es un pacto.
Sí, donde sus almas y corazones estarían conectados por el hilo rojo del destino. Sus cuerpos y mentes estarían regidos por las leyes de la magia y donde el amor estará aguardando.
—Un pacto acordonado —dijeron al unísono mientras se dedicaban una especial mirada, firmando la promesa de mantener ese pacto mutuo, fielmente y superando todo lo que pudiera desgastarlo, alejarlo, enredarlo, tensarlo para que nunca pudiese romperse.
Permanecieron en la residencia del mayor una semana; el único que sabía dónde y con quién estaba Chan era Suga. El tiempo transcurrió muy rápido. Era hora de enfrentar y encontrar la razón perfecta para explicar la desaparición del cuerpo, pero a la vez su regreso a la vida.
El oficial Bang tenía miedo; si no encontraba una excusa por haber faltado a su trabajo y a la solución del caso, estaría perdido.
—¡Hey! —escuchó detrás de él. ¡No te preocupes, Chan!
Al voltear, se encontró con un Suga sonriente y despreocupado.
—¡Min, qué bueno volver a verte! —le contestó mientras este llegaba a donde estaba. —No me leas los pensamientos cuando estoy con Seungmin, te lo ruego.
—No te veía en estas cosas, Christopher —alegó su amigo.
—Es para molestarte. No, no soy así. —Suga soltó una risa. —No, no lo eres. —Lo sé —le dijo antes de que los dos se fueran juntos a sus oficinas.
—¡Chan! —gritó Rosé. —Por fin te apareces.
—Gracias por el recibimiento —exclamó Chan al sentir un golpe suave en su cabeza dado por la chica pelirubia.
—¿Dónde estabas? ¿Sabes cuánta falta le hiciste al equipo?
—Ni me imagino...
—Tuvo unas vacaciones cortas. —Se las merecía —respondió apresuradamente Min.
—No puedo negarlo. Ya tienes un nuevo caso: una chica apareció en su bañera con una sobredosis de heroína.
—¿N-no me preguntarás por mi caso anterior? —cuestionó nervioso el australiano.
—¿Debería? —contraatacó su compañera.
Diciendo esto, la joven se retiró a su despacho y a los presentes sólo les quedó como opción hacer lo mismo.
—Pensé que ella...
—Sí, yo también, Bang, pero por lo que veo no fue así. Es tu día de suerte, trébol de 4 hojas. —Completó Suga.
—Eso creo.
—¿Y cómo te ha ido con tu parejita?
—Bastante bien, Min. Apenas recupera sus recuerdos, pero sé que saldrá pronto.
—Me alegra por ti. La Sra. Kim no ha preguntado por su hijo, nadie siendo sincero. Es como si... todos lo hubieran olvidado. Ahora, a lo que vinimos.
Por el momento en la vida de Chan todo sería paz, o eso creía. La vida te da sorpresas y no sabes cómo manejarlas. ¿Cómo era posible esto? ¿Nadie? Las palabras de Suga hacían eco en su cabeza. ¿Y si no lo recordaban?
...
Tocó el timbre de la casa 2 en la Cll 13 #7-19 con temblor en todo su cuerpo. Seungmin deslizó su mano junto a la de Chan y la agarró suavemente. Quería darle apoyo y calmarlo un poco. Chan se estremeció al sentir su tacto, pero le resultó agradable.
La Sra. Kim les abrió la puerta con una gran sonrisa y lágrimas en sus ojos.
—¡Minnie! —¡Volviste! —y dirigiéndose al oficial dijo—: Gracias por traerlo a casa, oficial. Pase, por favor.
Al interior de la vivienda, ante la sorpresa de los recién llegados, se encontraron al abuelo, el Sr. Kim Tae Song.
—¿A-abuelo? —susurró el Kim menor.
—Min, sabía que volverías. Bang Chan, nunca dudé de ti. —El mencionado tragó duro.
—Señor Kim —dijo haciendo una reverencia.
—Debemos hablar, jóvenes —dijo, llamándolos.
En la habitación de invitados, donde se estaba hospedando hacía unos días el anciano, este les habló:
—Y bueno... ¿Cómo están, queridos?
Ninguno pronunciaba palabra. Es como si hubieran visto un fantasma. El abuelo seguía esperando una respuesta, pero ahora estaba sonriendo levemente.
—Bien, sí, señor —respondió el mayor. —¿C-cómo?
—Los sabios nunca revelan sus secretos. Bang, te preguntarás, por qué nadie preguntó por Seungmin o, bueno, no sobre el caso. Son efectos adicionales del hechizo. Y tú, mi nieto querido, he sabido que sí has aceptado el pacto. Me alegra mucho por ustedes; sé que estarán bien. Gracias a esto también estaremos en contacto y tu madre dejará de odiarme.
—Gracias, abuelo —dijo Seungmin, manteniendo una reverencia como señal de respeto y profundo agradecimiento.
—Mereces tener una vida bonita y él te ayudará. —Será un beneficio mutuo, de eso estoy más que seguro —contestó amablemente el anciano para volver a la sala donde les esperaba un buen té.
Entre toda la charla, hubo una parte bastante dura de pasar para la familia Kim.
—Y usted, oficial... ¿Tiene pareja? Podría jurar que muchas personas están detrás de usted y las rechaza por su trabajo.
—Es verdad, Sra. Kim, en su momento rechacé a varias personas. Sin embargo, ahora estoy saliendo con alguien.
—Y ese soy yo, mamá.
La Sra. Kim casi se cae del susto, pero mantuvo el equilibrio y, en vez de caerse, salió a tomar aire puro. Los demás la siguieron lentamente.
—Mamá... ¿Estás bien?
—Lo estoy. Pero, ¿hace cuánto están saliendo?
—Hace unos días, señora Kim.
—Siempre sospeché que te gustaban los chicos, hijo, pero como jamás lo confirmé, ahora me sorprende.
Posterior a esto los abrazó y el rato entre ellos transcurrió con normalidad.
Unas horas después se encontraron con los amigos del menor, Jisung y Jeongin.
—¡Seungmin! —dijeron antes de salir corriendo a abrazarlo.
—¡Chicos!
—¿Dónde te habías metido? —preguntó el de mejillas abultadas.
—No lo recuerdo, Ji. —mintió su amigo.
—Hyung, ¿quién es este chico que te acompaña, eh? —¿Tu novio? —bromeó el maknae.
—Sí —dijo con una sonrisa. Ven acá, Channie. —Atrajo al mayor hacia él.
—Un gusto, chicos. Christopher Bang.
—Yo te conozco de algún lado —afirmó Jisung.
—Vine hace un tiempo cerca de esta zona. Estaba buscando a los responsables del caso del joven de acá —dijo, señalando con la mirada a Seungmin.
—¿Y ya encontraron a los responsables? —Esta vez intervino Yang.
—Sí. Una banda que tuvo un contrato financiero con la madre de Min. Ella no pagó el préstamo y, como venganza, secuestraron y dejaron abandonado a su hijo en un lugar bastante alejado. —Tosió y continuó. Fue complejo, pero junto a mis compañeros, lo logramos.
- Gracias por salvarlo. Espero que les vaya bien en su relación.
El rostro de la pareja se tornó de un color rojizo; un rubor en sus pómulos se asomó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro