3
La noche había terminado y la alborada venía a llegar. Los dos oficiales se encontraban en la morgue. El guardia sabía del caso y los dejó entrar con total normalidad. Pero debió de sospechar.
—¿Trajiste todo? —le preguntó el mayor.
—S-sí.
—¿Y lo vas a hacer?
- No estoy seguro. ¿Y las consecuencias...?
—El Sr. Kim nos dijo cada cosa lo más específica posible y no sé tú, pero confío en él.
Chan susurró pesadamente y abrió el cajón donde reposaba el cuerpo de Seungmin. Y aún con miedo, siguió las instrucciones que el anciano le había dicho hace apenas unas horas.
—¿Y cuándo se supone que hace efecto? —preguntó curioso y a la vez ansioso Suga.
—¡Idiota! —exclamó el menor.
—¿Yo?
—No, yo —afirmó, queriendo pegarse en ese momento.
Nunca le preguntó cuánto tiempo duraría en completarse esta parte del hechizo. Bueno, pensándolo mejor, tampoco es como si le hubiese dado tiempo para ello.
—No importa, las cámaras están apagadas y el guardia no piensa que estamos haciendo cosas fuera del caso, lo cual es verdad.
Después de todo, nadie lo verá. ¿Cierto?
.
.
.
Los dos chicos, ya impacientes tras varios minutos, sintieron un escalofrío al escuchar un ruido y ver un movimiento extraño en la sala donde se encontraban.
—Fsh, fsh —se escuchó a su lado.
Un grito ahogado de susto por parte de los mayores fue frustrado por otro sonido. Un bostezo profundo sacudió su cuerpo, seguido de un largo suspiro.
Chan terminó captando de quién eran esos sonidos y una sonrisa grande se extendió por su rostro.
—Funcionó, Suga. ¡¡Funcionó!! —susurró alegremente el australiano.
Su amigo sólo le dedicó una sonrisa acompañada de un asentimiento.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el chico que se acaba de levantar torpemente del cajón en donde estuvo por una semana.
—Mi nombre es Christopher Bang.
—Y yo soy Min Yoongi.
Seungmin hizo un pequeño y débil ruido como respuesta afirmativa. El ambiente estuvo bastante calmado hasta que el menor gritó:
—¡¿Por qué estoy en un cajón de muerto?!
Los dos callaron. Yoongi pensaba decirle la verdad, pero Chris se adelantó.
—Es una larga historia... ¿Recuerdas quién eres?
—Sí... Me llamo Kim Seung Min y tengo 24 años...
—Bien, debemos salir de aquí —avisó Min.
—Esperen... ¿Ustedes me secuestraron y esa era mi cama? ¿Un cajón en una morgue?
Chan solo rió. Nunca se imaginó que su reacción después de revivir fuera esta.
—Te seré sincero, Kim Seungmin, y sí, esto te incluye a ti, Chan.
—¿Yo qué?
—Niño, te asesinaron y el chico de 27 años, por su apodo Chan, hizo hasta lo imposible para no enloquecer y hacerte revivir, cosa que claramente logró y de lo cual estoy orgulloso.
Seungmin solo lo miraba con mucha atención.
—¿Y cómo, por qué o qué?
—Porque le gustas.
—Pero no nos conocemos. Es una locura.
Lo es. Pero sólo te pido que le des una oportunidad.
El menor miró a su hyung y se quedó pensando mirando al piso mientras caminaba junto a estos dos desconocidos.
—Gracias —soltó de la nada.
Chan sintió una agradable sensación en su pecho. El camino era largo pero no difícil y esto lo sabían.
Al llegar al apartamento de Chan, este lo invitó a pasar. Suga ya no estaba y esto le generaba nervios; sin embargo, tomó valor de donde no tenía y habló:
—Seungmin... ¿Tú me hablaste hace dos días?
—Lo hice. Y cumpliré mi palabra, Chan.
Finalmente, su vida no iría tan mal. Había unos asuntos pendientes, pero estarían aplazados hasta que el sol saliese completamente. Estaba con él y nada ni nadie se lo arrebataría.
Era el destino. No era normal y tampoco estaba en sus planes, pero su decisión no fue la más clara ni tampoco la más acertada, ya que esto implicó que el pacto fuese sellado y las consecuencias no se aplazarían por más tiempo.
Horas después, Chan y Seungmin se despertaron. Uno estaba en el sofá y el otro en la única habitación de toda la residencia.
—Seungmin, ya está el desayuno. ¿Quieres que te lo lleve?
—Sí, por favor, hyung.
Y así esta mañana comenzó como si fuese una común y corriente entre amigos que se conocían desde hace mucho tiempo o una pareja en sus tímidos inicios.
El silencio entre este momento fue roto por el menor, quien rompió el hielo con una pregunta a la cual no estaba nada preparado Chan.
—¿Por qué me mataron?
—No se lo hemos dicho a nadie, ni siquiera a tu madre, pero fue básicamente por su culpa. Las deudas de ella... Tu padre desapareció por su culpa también, o eso es lo que creemos.
—Por eso... Jisung trató de hablarme de eso hace unos días y mamá no me hablaba de él.
—Min, tu muerte fue hace una semana...
—Veo que estoy desorientado —rió suavemente, consiente de la situación.
Chan se quedó contemplándolo con tanto cariño en su mirada que las mejillas de Seungmin no se tiñeron de un rosa pálido, sino de un rojo bastante notorio.
—¡Idiota! —No me mires así —gritó Kim.
-¿Sabes? Yo también dije lo mismo cuando no supe si ibas a despertar o no cuando el Sr. Kim Tae Song me dio ese hechizo.
—¿Kim Tae Song?
- Sí. —Es un mafioso conocido —aseguró Bang.
—Es... mi abuelo.
La habitación se quedó sumida en una incomodidad y confusión palpable.
—Vaya, vaya —fue lo único que pudo soltar el mayor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro