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Ya ha pasado una semana. Las evidencias recogidas el día del crimen ya fueron estudiadas y arrojaron resultados en torno a la investigación.
Como se pensaba, fue un asesinato; a ciencia cierta no se sabe la causa del delito cometido a este joven de 24 años. Y aunque era un gran avance en la investigación al confirmar las sospechas de los uniformados, la madre del fallecido no se conformaba y exigía respuestas; no obstante, también comprendía el esfuerzo que los policías ponían en el caso de su hijo y el que debían tener con los demás. Ella no creía poseer problemas económicos o emocionales con su hijo. Vivían como una familia normal, exceptuando que Seungmin no tenía padre y su madre nunca le reveló qué sucedió con este.
El oficial Bang Chan, por su nombre en coreano, visitaba de vez en cuando la morgue donde permanecía congelado el cuerpo del chico asesinado. Nunca le había pasado esto. ¿Quién en su sano juicio le hablaba a un desconocido como si fuese su amigo o incluso su alma gemela y más estando muerto? Nadie, ¿verdad?
Pero ahí estaba él, un chico de 27 años visitando a aquella persona que había generado sentimientos agradables en su interior, en medio de tantas tragedias y problemas que escuchaba y presenciaba dentro y fuera de su trabajo. Aquella persona con la cual su destino se cruzó hace tan poco tiempo y a la cual, entre la incertidumbre, el dolor y la confusión, quería sin importarle su estado o su género. No, eso ya no importaba. No cuando empezaba a generarse una idea de qué hubiera sido de él si le hubiera podido conocer antes de su muerte, y es que, charlando con sus amigos, descubrió más de la vida del chico y confirmó que este no tenía nada que ver con su muerte. "No cavó su propia tumba", pensó aquel día.
Era alguien muy amable y no era tan conocido, pero en su círculo social era bien recibido y apoyado; a todos les afectó la repentina noticia. Deseo con todas sus fuerzas poder hacer algo por Seungmin y no sólo hacerle justicia, devolverle esas esperanzas de vida a él y a sus personas cercanas.
<<Habló como si estuviera en coma o todavía estuviera en este plano, es una locura>>, se dijo para sí mismo en medio de una sonrisa estúpida y dándose cuenta de la realidad... Prontamente, sus ojos se cerraron, su mente no daba más y escuchó una voz lejana...
—Chan... —Llamó. Tú puedes hacer que regrese.
—¿Quién eres?
—Eso no importa... Sólo tienes que revivir el cuerpo. Tienes dos días. Ve con Kim Tae Song, él te dará una buena suerte. Sé lo que piensas y te daré una oportunidad, pero sólo si lo intentas y lo logras.
—¿Y él quién es?
—Sólo ve, no insistas que no te lo diré. Recuerda, el precio a pagar por un amor no es tan costoso. No cuando tienes acordonado tu corazón.
Completada la última frase, la voz se desvaneció y así como apareció se fue.
Bang se levantó estupefacto por lo que acababa de soñar. ¿Era una señal? ¿Debía hacerlo?
Ya eran las 6 de la mañana. No había dormido sino apenas una hora, pero estaba listo a tiempo para alistarse y dirigirse a su lugar de trabajo. Otro día, pero, como había aprendido, no tenía que ser igual que los anteriores.
Al llegar a su oficina, saludó a sus compañeros y se dirigió a una de sus amigas.
—Hola, Rosé, buenos días. ¿Estás ocupada?
—No, pasa, Chan. ¿Qué necesitas?
- Es una consulta... ¿Es normal soñar con una persona muerta o, bueno, relacionado con ella?
—Sí —pensó la chica. Es bastante común y más cuando ha pasado poco tiempo de su muerte o eres cercano.
- Y... ¿Si no conocí a esa persona en vida?
- Eso ya es extraño. ¿Has dormido bien últimamente?
—Mmm, no mucho para serte sincero. Desde el caso de Kim, me siento diferente y, de hecho, esta madrugada, antes de venirme, al momento que concilié el sueño, oí una voz proveniente de algún lugar y me habló relacionado al caso. Debo hablar con Min, ¿él me puede ayudar, verdad?
—No es psicólogo, pero sí, tal vez. Recuerda dormir y... soluciona todo pronto, no sólo por él y su madre, sino por ti y tu salud. Sabes que aquí estaré si me necesitas.
—Gracias, Park.
—No hay problema.
El australiano abandonó el escritorio de la joven y se centró en encontrar a Min Yoongi, su compañero de puesto, con el cual se llevaba bastante bien últimamente. Min siempre estaba para aconsejarle sobre cualquier problema que tuviese y por eso no dudaba en acudir con él. Al doblar la esquina, lo encontró hablando en el teléfono con su pareja o eso creía.
—Está bien, mamá. Estaré pendiente. No tienes de qué preocuparte. —Adiós —se despidió el joven. Ah, hola, Bang, qué buena mañana, ¿no crees?
—Sí, estás en lo cierto, Min. —Oye... —Llamó la atención de su hyung.
—¿Mhm? —musitó el chico.
—Sabes... ¿Quién es Kim Tae Song?
—Pensé que lo conocías, pero te diré. Es uno de los mafiosos más grandes de Corea.
—Oh, ya veo. —Siento que estoy en problemas —comentó con el ceño ligeramente fruncido. —¿Tienes idea de dónde estará esta noche?
—No, pero puedo investigarlo. Tal vez en una fiesta; de hecho, por estas fechas celebra su aniversario y da un paseo por las calles.
—Entonces iré allí. Necesito saber todo sobre él.
—¿Luego?
El chico de pelo castaño le miró buscando una respuesta.
—Tiene que ver con el caso de Seungmin. ¿Me acompañarías a ver al señor Kim Tae Song?
—Dime que es una broma.
- No, Min.
—Entonces no pensarás ir así. Con tu uniforme.
—Sólo si me acompañas.
—Yo te ayudaré a cambiar ese estilo de viejo.
—Mira quién habla.
—Cállate. —refutó el mayor. —Esto es un trato aunque sea una locura.
Toda la oficina se sumió en un silencio roto en medio de unas cuantas risas y palabras.
...
El día transcurrió de forma tranquila, como si anunciara que sería una noche movida para estos dos policías encubiertos en una misión no oficial de la entidad.
—¡Woozi, ven a saludar! —gritó Yoongi aún en la entrada.
—Hola, un gusto. Min Woozi: Se presentó un chico de cabello azul.
—Es mi hermanito —intervino el mayor.
—El gusto es mío, Christopher Bang, pero llámame Chan.
Luego de este encuentro, los dos oficiales se dirigieron a la habitación del dueño de casa.
—¡Son iguales! —exclamó sorprendido el joven de 27 años.
Yoongi solo sonrió un poco y procedieron a probarse las prendas que habían estado en el closet.
—No te veía en estos tonos, Min.
—Puedes llamarme por mi apodo. Es Suga —lo interrumpió.
—Entonces llámame Chris.
—¿Lo haces por esto de la fiesta?
—No sólo por eso, es una forma de agradecimiento.
—Una rara, a decir verdad, pero me alegra oír esto, Chris. Sé que no me has dicho por qué es que haces esto, pero estoy para apoyarte en todo lo que necesites.
Chris respondió con una sonrisa.
—Ponte esto, te sentará bien —ofreció, alcanzándole unas cuantas prendas y accesorios. No irás vestido mal y de eso.
—Nos encargaremos nosotros —completó el Min menor, llegando sorpresivamente al cuarto de su hermano.
—Gracias.
—Es lo menos que puedo hacer por ti, amigo.
El tiempo corría y el dúo se apresuró a cambiarse. Al cabo de unos minutos, su compañero y ahora amigo ya estaba en la sala de la residencia; lo estaban esperando para comer algo e irse.
—Déjame hacerte unos retoques, Chan —pidió amablemente Woozi.
Este accedió y así terminó de mejorar su apariencia. No parecía ser el mismo joven que se transnochaba estudiando y madrugaba para entrenar su tiro. No, parecía un fuckboy de la ciudad, sexy y por el que todas las chicas se morían.
Así se conservó durante toda la noche, en medio de un gran número de personas, alcohol y un constante peligro que tenía si se sabía realmente quién era y la polémica razón de estar en el club a altas horas de la noche.
—Te dije que esta mezcla de texturas te quedaría bastante bien. —Vociferó Suga.
—Hablas como si fueras un experto en moda —le señaló el australiano.
—Hay cosas que no sabes de mí, Chan.
—Como que sabías de moda, que tu hermano debería ser estilista y que tenías el cabello largo.
—Exacto.
Pasadas dos horas de su llegada, decidieron pensar y efectuar un plan para llegar a donde está el Sr. Kim Ta Song.
—Oye tú, sí, tú —llamó Min a una chica de cabello rubio.
—Dígame, Sr.
—Sabes... ¿Dónde está el Sr. Kim Tae Song?
—Se encuentra en una habitación privada.
—Mi amigo necesita hablar con él, es urgente y debes llevarnos allí.
—¿Y quién es usted para que tenga que hacerlo?
—No querrás saberlo.
—Oh, sí que quiero.
—Perdón por interrumpirlos, pero —dijo, tomando una pausa para suspirar— ¿cuánto quieres?
—¿Por dejarlos entrar? Un millón de wons
—Jamás pensé que este caso me saldría tan caro —susurró al oído de su amigo. —Es un trato, te daré el dinero afuera.
—No, lo siento, es acá y ahora mismo o nada.
Suga observó a lo lejos una mesa de juego.
—¿Eres bueno en las cartas? —le preguntó al australiano.
Chan le miró y luego posó su mirada en la mesa y sonrió: Ese sería su día de suerte.
Finalmente, en unas cuantas rondas y ante el asombro de todos los presentes, alcanzó el valor y un poco más para pagarle a la chica e ir con el mafioso.
Era un cuarto oscuro con luces LED de color rojo y una cortina de hilo con cuentas de vidrio doradas. En definitiva, una decoración elegante y costosa. El mafioso era un anciano de 60 años que se conservaba bastante bien; desprendía un aura de conocimiento y sabiduría. Aguardaba una mala fama y un par de secretos que nadie se atrevió a desentrañar y, para su suerte, este se encontraba solo y sobrio.
Chan se dirigió a este y le dijo:
- Sr. Kim Tae Song. Sé que no nos conocemos, pero...
—¿A qué viene, joven? Hirai los dejó entrar seguramente, pero no por eso tiene el derecho de exigirme cosas o amenazarme. Hay seguridad incluso aquí.
—No venimos en plan de hacerle algo a usted.
—Díganme sus nombres.
—Yo soy Suga y mi amigo es... CB97
—Un placer. ¿A qué se dedican?
—Somos vendedores de automóviles para carreras ilegales. —Esta vez intervino Christopher.
—Por lo que veo, el más interesado es él —dijo señalando al más joven. ¿Dinero, un puesto, mujeres o fama?
—No... No, Sr. Vengo por un hechizo.
El anciano estuvo a punto de caerse de su cómodo asiento.
—¡¿Qué?! —expresó este junto a Suga en una especie de shock.
—Sí, uno de reanimar a alguien. Sé que usted se dedicó a esto durante muchos años, lo que le permitió llegar a este puesto tan alto y respetado.
—No, no lo haré, me niego.
—Por favor, se lo ruego. Lo necesito de vuelta.
—¿Quién es?
—Es... alguien muy especial para mí, lo asesinaron y... yo quiero tenerlo conmigo. —Es loco porque me enamoré de él aún sin conocerlo. No me importa el precio que deba pagar —dijo a punto de llorar.
Chan siguió rogándole hasta que por fin el Sr. Kim accedió.
- Está bien. El hechizo de reanimación lo puedes hacer tú mismo, pero con cuidado. Nadie se debe enterar de que yo les di estas indicaciones o son hombres muertos. Una mandrágora, sangre de este y sangre tuya; una gota bastará. Además, polvo de oro y agua carbonatada. Aplícala y luego recita este hechizo: "Sangres que los corazones bombean, despierta que te esperamos, vuelve, vuelve al camino que una vida sigue para ti". "Un hilo nos mantiene y un pacto habrá, porque nuestras almas están acordonadas y destinadas a estar".
—¿Y qué debo hacer después?
—Deja que tu corazón guíe a tu mente y juntos encontrarán la razón para haber hecho esto. El precio son los sentidos; primero todo debe surgir naturalmente. Si esto ocurre, el pacto se sellará y será hora de cobrar el precio. Tú sentirás lo mismo que él, es decir, si él tiene algún dolor o deseo físico o emocional muy fuerte, lo sentirás. Joven, asumirás el precio solo porque no fue hecho con tu consentimiento. Pero para los dos, si el pacto se consolida, será que, si alguno tiene un desliz, se les empezarán a quemar los dedos. Una promesa es sagrada y debes cumplirla al pie de la letra. Será tu ley. No olvides que, si todo falla, él no tendrá cambios ni tú tampoco. —Tu responsabilidad también será decirle cuando llegue el momento —contestó el anciano.
Diciendo esto se esfumó y quedaron completamente solos.
—Esto es demasiado para mí. Mucho por procesar.
—Perdón por no comentarte ni siquiera de quién se trataba, pero tenía miedo de tu reacción e incluso dudé en algún momento.
—No te preocupes, ahora todo se aclaró.
—Es verdad.
—Pero... si funciona, ¿cómo explicaremos la situación? Después de todo, la investigación sigue.
El oficial Christopher Bang no había pensado en eso.
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