Parte Dos
Los días pasaron con la mayor calma que se podía tener en una casa habitada por cinco brujos y un demonio... o sea ninguna calma.
Yeosang estaba considerando la idea de arrojarse rodando por un barranco, era una mejor opción que seguir viviendo, pero por supuesto, en cuanto le contó de su maravilloso plan a Jongho su no-familiar se lo echó al hombro como un costal de patatas y lo arrojó en su cama para que fuera a dormir.
Seguían siendo ásperos el uno con el otro, tener que tolerarse obligatoriamente no los estaba acercando en lo absoluto... solo lo hacía peor. Yeosang ya no se molestaba por intentar ser cortés y Jongho seguía siendo Jongho. El demonio le decía palabras mordaces y el brujo le ponía sal a su café, estaban a mano.
Al menos hasta que algunas cosas comenzaron a cambiar.
Yeosang despertó a mitad de la noche por un sonido de desesperación. Parpadeó hacia el techo oscuro sintiéndose perdido hasta que el ruido se repitió en un jadeo. Se giró para mirar el demonio durmiendo en el colchón junto a su cama, Jongho tenía el ceño fruncido y apretaba fuertemente los dientes como si evitara gimotear del dolor.
Estaba teniendo una pesadilla, una demasiado dolorosa. Yeosang no tuvo tiempo de ponerse a pensar si eso era posible antes de que su cuerpo se moviera en automático, arrojando las mantas a un lado e inclinándose hacia el demonio.
— ¿Jongho? ¡Jongho! —Yeosang sacudió su hombro hasta que Jongho despertó con pánico. La frialdad que encontraba en sus ojos había desaparecido, ahora tenía la indefensa mirada de un cachorro bajo la lluvia. El demonio estaba aterrado por más extraño que pareciera. Incluso podía decir que estaba temblando un poco bajo su mano—. Es... estabas teniendo una pesadilla. ¿Te sientes bien?
Jongho tragó duramente. Yeosang nunca lo había visto comportándose tan humano, al contrario del demonio imponente que veía cada día era como estar frente a alguien diferente.
— ¿Q-Qué?
Oh no, incluso su voz sonó como un sollozo suave. Jongho se sentó sobre la cama improvisada mirando sus propias manos como si intentara reconocerse a sí mismo, luego miró la desastrosa habitación para saber dónde estaba. Yeosang tragó. ¿Qué hacía ahora? ¿Existía algún manual para lidiar con un demonio asustado? Tal vez un vaso con agua y azúcar podría ayudar...
Momento, Jongho odiaba los dulces. ¿Debía levantarse y preguntarle a Hongjoong si existía un manual?
Jongho suspiró cuando comprendió en dónde y en qué tiempo estaba.
—Uhm... —Yeosang vaciló. La máscara de frialdad cubrió las facciones de Jongho otra vez poniéndolo nervioso—. Estabas teniendo una pesadilla entonces...
Jongho rodó los ojos y se recostó sobre el colchón girando sobre su cuerpo para mirar hacia la pared.
—Lo que sea.
—P-Pero...
Yeosang trató de hablar, pero Jongho tomó su almohada y la usó para cubrir su cabeza y no escucharlo. Por un instante hizo un puño con su mano pensando golpear el hombro del demonio, al menos hasta que se percató de lo terrible que era la idea.
No se arriesgaría a recibir un golpe en la cara, debía atender la cafetería durante la mañana y los clientes no tardarían en poner un reclamo si los saludaba con un ojo morado. Si Jongho no quería su ayuda no lo obligaría a recibirla, seguro pensaba en Yeosang como su pequeño problema del que debía librarse pronto y no alguien en quien confiar.
Estaba bien, no era como si Yeosang se estuviera preocupando por él.
Al menos eso trató de decirse para conciliar el sueño. No lograba imaginarse qué aterraría tanto a Jongho, qué tipo de pesadilla tan horrible lo hizo romperse por un momento.
Se durmió con esa pregunta en su mente.
Durante el desayuno y el camino hacia la cafetería se mantuvieron en silencio. Yeosang pensó que era un buen momento para preguntar, solo que no encontraba su valor para abrir la boca.
— ¿No estás agotado? —Jongho preguntó arrastrándolo fuera de sus pensamientos, Yeosang lo miró con las interrogantes corriendo por su cabeza. Jongho lo había visto ir de acá para allá desde el primer día en que llegó y la respuesta era más que obvia—. No me mires así, solo intento ser amable.
Amable... era extraño que fuera lo primero que decía tras lo sucedido la noche anterior, aun así Yeosang se esforzó por ignorar ese detalle.
—No importa que esté agotado, solo puedo continuar.
— ¿Estás seguro de que no hay más opciones?
—Explícate.
Yeosang lo miró con ojos entrecerrados. No entendía por qué Jongho estaba incumbiéndose en algo que no le importaba. Nada de lo que tenía que ver con Yeosang le interesaba al demonio, después de todo solo lo consideraba un problema del que debía librarse dentro de algunas semanas en la luna llena.
—No es necesario que tengas un trabajo común —Jongho comenzó a hablar como si estuviera sermoneando a un niño—. En tu lugar, dejaría el trabajo de la cafetería, la mayoría de los brujos usan sus conocimientos para ganar dinero vendiendo a brujos mediocres o humanos más habilidosos. Deberías hacer lo mismo.
Yeosang frunció sus labios. Los otros chicos también conseguían dinero vendiendo pociones y encantamientos, solo Seonghwa trabajaba en la cafetería porque, bajo sus palabras, hacer posiciones causaba mucha suciedad y no valía la pena. Sin embargo, si Seonghwa quisiera podría vivir de su brujería sin problemas.
Yeosang, por su parte...
—No soy tan bueno como los otros brujos. —De hecho, una de sus razones para invocar a un demonio con la esperanza de concretar un pacto de familiar fue esa. Necesitaba aprender y seguirle el ritmo a sus compañeros en el coven para estar a su nivel—. Es por eso que te invoqué.
—Estás rodeado de brujos y apuesto a que debes tener una familia que sabe de brujería también. ¿Por qué llegar al punto de invocar un demonio?
—No me gusta molestar a los chicos, la mayoría del tiempo están ocupados y en mi familia solo puedo pedir ayuda a mi abuela porque mamá cree que mi alma será llevada por Satán. Estoy trabajando por mi cuenta.
Jongho guardó silencio.
—Está bien, puedo ayudarte.
—No te estoy pidiendo ayuda.
—Me estoy ofreciendo.
Yeosang trató de encontrar su mirada y no lo consiguió porque Jongho lo evitaba.
— ¿Me ayudarás con dinero? ¿Los demonios pueden abrir cuentas bancarias y poner dinero ahí? ¿Hay bancos en el infierno? —Yeosang preguntó esperando atentamente por una respuesta. Jongho solo sacudió su cabeza como si Yeosang fuese una causa perdida y siguió caminando—. ¡Oye, esto es serio!
No. Jongho no le contestó.
Una vez en la cafetería, Yeosang empujó a Jongho hacia una de las mesas vacías y le dejó los datos de su cuenta bancaria antes de marcharse al vestidor de empleados.
Al regresar, se dio cuenta de que Seonghwa había llegado primero que él y estaba terminando de atender a una chica.
—Hola, hyung. ¿Nos quedan galletas de cacao? —Yeosang tarareó mientras preparaba el americano helado de Jongho.
—Tenemos. ¿A Jongho le gustan las galletas de cacao?
—No lo sé, nunca me habla así que estoy adivinando. Cuando algo no le gusta frunce el ceño y se muerde la lengua, le pasa si come cosas exageradamente dulces, entonces los pastelitos repletos de crema y chispitas de chocolate son un no.
Al voltearse para alcanzar la hielera se dio cuenta de que Seonghwa estaba mirándolo con algo de sorpresa. Yeosang quiso morderse la lengua, se había puesto al descubierto. La mayoría del tiempo era distraído, por eso Seonghwa debió notar lo extraño que era ver a Yeosang prestándole tanta atención a alguien.
¡Bueno! En su defensa no era alguien cualquiera, era un demonio, de esos que tenían manía de pirómanos y podían teletransportarse con humo.
—Al parecer están llevándose bien... incluso creo que Jongho se está encariñando contigo.
Yeosang casi se burló.
— ¿Conmigo? Pff, claro que no. Le puse sal a su café esta mañana y él hizo eso de prender la televisión en llamas sin quemarla para que no pudiera verla. Me odia, definitivamente lo hace.
Seonghwa lo miró con ojos entrecerrados, ese tipo de mirada que hacía la gente madura cuando alguien decía una estupidez.
—Cada vez que lo dejas solo hace pucheros.
—Por supuesto que no. ¿Qué clase de demonio haría pucheros? —Al mirar hacia la mesa en que abandonó al demonio perdió el aliento, por supuesto que Seonghwa tenía razón, Jongho estaba haciendo un puchero con sus labios mientras miraba la triste mesa vacía—. Oh, Merlín. Si los hace.
¿Y por qué se veía bonito?
—Te lo dije.
—Me dices eso como si fueras mi mamá, pero no me dejas decirte mamá.
— ¡Yeosang!
En lugar de quedarse para escuchar el sermón de Seonghwa, Yeosang tomó el americano helado preparado y fue hasta la mesa de Jongho. En cuanto lo escuchó acercarse, el demonio lo miró. Yeosang dejó el americano en su mesa mientras le devolvía la larga mirada.
¿Por qué sus ojos eran tan bonitos y brillantes? ¡Era un demonio! No debería tener un rostro tan lindo.
— ¿Todos los demonios tienen cara de bebé o solo eres tú?
— ¿Todos los brujos coquetean tan mal o solo eres tú?
—No estoy coqueteando, demonio descarado. —Yeosang cruzó los brazos por sobre su pecho intentando parecer un poco intimidante—. Además, llámame hyung.
—Soy mucho mayor que tu abuelo y tú juntos.
—Pero tienes cara de bebé, ¿te has mirado en un espejo durante todos esos años?
Jongho negó aburridamente. Yeosang sacó un pequeño espejito de su bolsillo y se lo entregó, el demonio no tardó en echar un vistazo solo para inducirse en un pequeño horror.
—Mierda.
—Llámame hyung.
—Eres molesto.
—Llámame hyung y has aegyo.
— ¿Por qué sigues agregando cosas a la lista?
Yeosang, tentando a su suerte como siempre, picó la mejilla de Jongho con un dedo.
—Boop.
— ¡Suficiente!
El demonio alejó su mano con un golpe sordo, un golpe que en realidad no le dolió, pero cuando Yeosang notó una pizca de temor en Jongho decidió actuar en venganza.
— ¡Ay! Me golpeaste la manito. —Yeosang fingió dolor, frunciendo sus labios en un puchero—. ¿Por qué eres tan malvado? ¿No ves que ya sufro suficiente todos los días?
Jongho chasqueó la lengua recuperando su máscara de frialdad.
—Sigues siendo mortal aunque seas un brujo, aprende tu lugar.
—Mi manito... me golpeaste.
— ¡Ni siquiera te dolió!
— ¿Es tu manito? No, es la mía. Solo yo puedo decir si me duele o no.
Antes de que Jongho pudiera decir cualquier cosa, Yeosang apretó sus labios para ocultar su sonrisa y fue hacia la barra. Al regresar con sus galletitas de cacao intentó mirar a Jongho, pero él lo estaba evitando.
¿Lo molestó mucho?
—Aquí tienes. —Yeosang empujó el platito más cerca del demonio, sin recibir una respuesta—. ¿Hola?
—... perdón.
— ¿Qué?
—Dije que perdón.
—Oh... —La culpa comenzó a picarle, Jongho de verdad cayó en su juego estúpido y parecía arrepentido—. Tranquilo, no me dolió.
Jongho frunció el ceño y metió una de las galletas de cacao en su boca para no hablarle más. Yeosang notó la forma en que su rostro de iluminó ante el sabor, así que entre su vergüenza pensó que las galletas de cacao eran un sí.
No quería pensar en que el demonio tenía un lado lindo.
...
Jongho seguía actuando extraño.
Y con extraño se refería a extrañamente amigable.
En un principio los miraba a todos como si fuesen la peste negra, Yeosang no necesitaba ser un genio para saber que Jongho odiaba a los humanos. Sin embargo estaba volviéndose tolerable con todos los brujos en la casa, lo que era un gran paso.
Al mismo tiempo, Jongho comenzó a ayudarle con sus estudios de brujería. Yeosang temía que sus métodos fuesen abusivos y que por cada error patearía su trasero, pero estaba equivocado. Cada vez que Yeosang cometía un error o soltaba uno de sus comentarios sin pensar, Jongho suspiraba y repetía: "Está bien, intentemos otra vez."
¡Era extraño!
Como ahora.
Por algún motivo que Yeosang no conseguía comprender, Mingi y Wooyoung consiguieron que Jongho se sentara con ellos en el suelo para jugar Monopoly. A ese punto de su vida, Yeosang ya no se molestaba en preguntar por qué dos brujos y un demonio jugaban a triunfar en el sistema capitalista, así que solo se sentó en sofá mientras leía un libro de hechizos y tomaba notas.
—Págame.
— ¡Si lo hago ya no me quedará nada! —Wooyoung alegó.
Jongho entrecerró sus ojos hacia el brujo deudor.
—No me importa, caíste en mis hoteles. Ahora págame.
Yeosang levantó la mirada de su libro para espiar el pequeño desastre, justo en el momento en que Hongjoong pasaba por la sala y los miró con la misma incredulidad antes de fijarse en Yeosang.
— ¿Qué hacen dos brujos y un demonio jugando Monopoly?
—No me preguntes, hyung. Decidí no encontrar la respuesta.
Hongjoong suspiró.
—Bueno, al menos Jongho se está llevando mejor con ustedes, es un avance.
Inmediatamente Jongho miró hacia el brujo mayor con el ceño fruncido.
—Nunca dije que me agradaran, si esta casa se incendia al único brujo al que pienso salvar es Mingi.
Toda la atención acabó en Mingi que estaba distraído contando sus dólares falsos hasta que su nombre entró en juego.
— ¡Hey, a mí no me miren! Que le agrade a Jongho no significa que sepa cómo lo hice.
Yeosang apenas consiguió parpadear. Jongho había admitido —en un modo raro— que Mingi le agradaba lo suficiente como para salvarle la vida, aunque a Yeosang que era su supuesto brujo más a fin solo lo toleraba.
Sintió una pequeña espinita por eso.
—Kang maldito Yeosang. ¿Puedes reaccionar? ¡Mingi se está robando a tu familiar! —Wooyoung se quejó.
—No es mi familiar, solo estamos juntos porque soy idiota y nos dejé atrapados en el pacto de invocación —Yeosang refunfuñó sin quererlo.
—Lo que dijo él.
Yeosang pensó que Jongho agregaría algo más, cualquier comentario mordaz sobre lo estúpido que fue Yeosang esa noche en que no pensó y lo mucho que odiaba estar atrapado en el mundo humano, pero en cambio, Jongho se levantó del suelo para acercarse a su lugar en el sofá.
— ¿Qué pasa, demonio malvado?
—Ve a dormir, brujo insolente.
— ¿Disculpa?
Yeosang lo miró con los ojos entrecerrados mientras Jongho cruzó los brazos sobre su pecho.
—Mañana tienes clases y necesitas ocho horas de sueño o te vuelves un bebé llorón por las mañanas.
Intentó encontrar los argumentos suficientes para debatir eso y fracasó. Jongho tenía razón, cada mañana en que se levantaba cansado lloriqueaba falsamente sobre lo dura que era la vida y lo bueno que sería irse a vivir a Noruega como mesero en un bar vikingo.
—Prometo que no haré un drama esta vez, ahora estoy estudiando. —Yeosang alzó el libro de hechizos hacia Jongho—. ¿Ya ves? Estoy siendo serio y estudioso. Ahora felicítame.
— ¿Eso que dibujaste en las esquinas del libro son gatitos?
—Es una forma de hacer apuntes en las cosas importantes. —Y con esa última estupidez que salió de su boca, Jongho perdió la paciencia. En un solo movimiento tomó al brujo como un muñeco de trapo y se lo echó al hombro—. ¡Ay! ¿Por qué me levantas? Dejar de sentir el suelo bajo mis pies me causa paros cardiacos. ¿Planeas matarme para deshacerte de mí?
Jongho casi rodó los ojos mientras el resto de brujos se reían.
—Mañana tienes clases.
—Claro que las tengo, así como también tengo medio pote de helado y una película que-
—Mañana tienes clases, hyung.
Yeosang dejó de respirar. Jongho ni siquiera se inmutó al llamarlo con formalidad, pero había tanta confianza en su voz que no sonó respetuoso, sino altanero. Yeosang frunció el ceño. ¡Estaba usando la hyung-cosa como paralizador!
—Me haces creer que tengo la posición de poder aquí, pero realmente no la tengo y me estás cargando como un saco de patatas para confirmarlo —Yeosang se quejó mientras miraba el suelo, sintiendo como comenzaba a marearse con cada paso que Jongho daba.
—Ajá.
—Eres cruel.
—Por supuesto, soy un demonio.
— ¿Al menos puedo terminar ese helado?
—Claro que no.
—Quiero un abogado.
—Suerte con eso.
Yeosang quiso decir algo más, pero no lo consiguió porque al momento en que Jongho entró a su cuarto lo arrojó en su cama como si fuese un saco de patatas. La situación era extraña, sí, y más extraño era que no fuese la primera vez que sucedía. Por algún motivo, Jongho había comenzado a custodiar sus horarios, asegurándose que cuidara de sí mismo y pudiera de sobrellevar una vida medianamente normal.
—Tienes diez minutos para cepillarte los dientes y ponerte una pijama.
— ¿Solo diez? —Yeosang gimoteó.
Jongho entrecerró sus ojos, sus irises de cristal transformándose en pequeñas medias lunas crueles.
—No esperaré más.
Jongho se marchó cerrando la puerta tras sus espaldas. Yeosang se apresuró en levantarse sabiendo que Jongho no le daría ni un minuto más para alistarse.
Al dar dos pequeños tropezones hacia el baño, se detuvo en seco.
¿Jongho... lo estaba cuidando?
...
La siguiente extrañeza de Jongho se dio durante su última clase de un día viernes. Uno de sus compañeros le pidió un momento para hablar, y aunque en verdad quería irse cuanto antes porque era su día de práctica de brujería, decidió escucharlo. Claro, era el amable y tranquilo Yeosang, no podía permitirse ser descortés.
Yeosang, a pesar de estar durmiendo mejor, todavía se sentía cansado y apenas consiguió dar lentos parpadeos hacia su compañero que seguía parloteando sobre un festival de música rock la próxima semana.
—Entonces creí que era una gran idea ir. ¿Te gustaría acompañarme? Ya sabes...
Oh. Era eso.
Un sentimiento incomodo se instaló en la boca de su estómago mientras miraba a su compañero cuyo rostro estaba sonrojado lo que le hizo sentir más intranquilo. Después de tanto tiempo alguien le estaba pidiendo una cita... una cita a la que no quería ir.
Si aceptaba solo por no hacer sentir mal al chico provocaría una situación incómoda, dándole esperanzas sin sentido. Además ni siquiera tenía tiempo para pasarlo haciendo cualquier cosa. Ahora... ¿cómo respondía que no sin ser cruel? Wooyoung y Mingi le decían que tenía buenos sentimientos, pero a veces era muy directo, así que tenía que buscar una forma gentil de-
— ¿Interrumpo algo? —Jongho obviamente interrumpió. El demonio se acercó lo suficiente para sostener su mano con suavidad.
Yeosang se congeló.
—Oh, nada en especial. Solo estoy invitando a Yeosang al fes... —la voz del chico se apagó cuando cruzó miradas con Jongho, luego su cara se cubrió de pánico—. ¡Lo siento mucho, Jongho! D-De seguro acabo de sonar muy extraño. ¡Por favor no me malinterpretes! Prometo que solo estaba intentando ser amigable, lo juro.
—Hmm... —Jongho tarareó en voz baja provocando que su compañero se estremeciera.
— ¡L-Lo siento! ¡Lo siento para ti también, Yeosang!
El chico hizo un par de movimientos al azar y salió corriendo por el pasillo hacia la salida. La somnolencia de Yeosang se disipó y se volteó hacia Jongho, ahora sintiéndose mucho más despierto de lo que estuvo todo el día.
— ¿Qué lavado de cerebro le hiciste? No me digas que no, es obvio que le hiciste creer algo. —Yeosang intentó buscar su mirada, pero Jongho evitó mirarlo y solo chasqueó la lengua. A ese punto comenzaba a pensar en el demonio como una especie de ser berrinchudo que necesitaba su atención constante.
— ¿Ibas a aceptar?
—No lo creo, estoy demasiado ocupado y no me gustan los lugares repletos. —Yeosang entrecerró sus ojos—. Ahora dime qué le hiciste.
—Nada.
—Jongho.
—Nada, hyung. ¿Podemos volver? Dijiste que querías practicar brujería hoy, además me gustaría beber uno de tus cafés, por favor.
Yeosang volvió a sentirse perdido, simplemente dejando que el demonio tomara su mano y lo llevara hacia la salida para regresar a casa. Bien. ¿Quién era este sujeto y donde estaba el Jongho que lo miraba mal?
Extraño. ¡Muy extraño!
Sí, debió quedarse pensando en lo extraño que era para no pensar en sus propias mejillas sonrojadas.
Ambos llegaron a casa con Yeosang actuando en automático, ni siquiera contestó las bromas de Wooyoung cuando los vio yéndose hacia la cocina con las manos entrelazadas. Solo pudo preparar un café amargo para Jongho y uno dulce para él antes de ser guiado por el demonio hacia su habitación.
Jongho se recargó contra su escritorio, la taza humeante de café posicionada bajo sus labios mientras esperaba porque Yeosang volviera a hablar.
Oh, Merlín. ¿Por qué ese demonio en particular era tan bonito?
—Yeosang.
—Hm...
— ¿Qué te gustaría hacer?
Sí, correcto... debía practicar brujería, no pensar en lo bonito que era el demonio que invocó. Yeosang vio la estantería, algunos de sus mediocres amuletos colgaban de una esquina, bastante gastados y obviamente, ya inservibles.
—Una poción, no importa de qué tipo... los amuletos son mucho más sencillos, pero pueden romperse rápido y hacen un lío, las pociones son más avanzadas y eficientes.
Jongho sonrió al escucharlo decir una oración completa, Yeosang estaría mintiendo si dijera que no se sintió encantado por hacerlo sonreír.
—Está bien, puedo ayudarte con eso.
— ¿Me ayudarás?
Jongho asintió sacando uno de los gruesos libros de brujería para ponerlo en las manos de Yeosang.
—Primero apréndelo, luego llévalo a la práctica. —Jongho se sentó a su lado en la cama, tan cerca que sus brazos se rozaban constantemente—. Puedes preguntarme cualquier cosa.
—N-No me regañarás si pregunto alto tonto, ¿verdad?
—No hay preguntas tontas... mucho menos en la brujería, eres un aprendiz y muchas cosas te resultarán extrañas. Sobre todo si hablamos de ti, solo un par de años atrás comenzaste a conocer este mundo.
Yeosang se ocupó de buscar alguna poción en su libro ignorando la pequeña alegría que se formó en su pecho. Jongho estaba siendo amable con él, comprendiendo su situación desfavorable comparada con los otros brujos que contaban con conocimiento de brujería desde edad temprana.
Se decidió por una poción de vitalidad. Jongho frunció el ceño al notar su elección, ambos sabían que era un poco complicado de realizar para un principiante, pero el demonio no lo cuestionó.
Volvió a reunir un montón de basura ocultista y costosa junto a un pequeño caldero, comenzando a mezclar todo según las instrucciones y los consejos de Jongho. Al menos un par de veces el brebaje ardiente amenazó con explotar, por suerte tenía a un demonio cuidando sus espaldas y evitando que se hiciera algún daño por descuidado.
Comenzaba a sentirse algo desanimado, como cuando preparaba alguna receta de internet que no se estaba pareciendo en nada al resultado final en el vídeo. El brebaje oscuro debía transformarse en una poción clara y cristalina, y no lo estaba consiguiendo.
—Hey, cuidado con-
Demasiado tarde, Yeosang derramó el polvo de plumas en el brebaje provocando una explosión en el caldero. Jongho se apresuró en agarrarlo por la cintura y echarlo hacia atrás, protegiéndolo de cualquier salpicadura de poción hirviendo.
—Oh, Merlín. Soy un fracaso.
—No es cierto.
— ¿Cuántas veces ha explotado esto? ¿Dos? Incluso con tu ayuda no lo consigo... eso significa que es mi culpa. —Yeosang se lamentó echando la cabeza hacia atrás para mirar a Jongho con tristeza—. Lo siento.
—Yeosang.
—N-No me rendiré, lo prometo. Solo me siento un poco decepcionado de mí mismo.
—Yeosang.
—Deberíamos hacer una pausa. ¿Quieres otro café? Puedo prepararte uno, sabes que soy mejor preparando cafés que preparando pociones.
— ¡Hyung!
— ¿Qué? —Jongho sostuvo su cabeza para hacerlo mirar hacia el caldero. El brebaje oscuro se había transformado en un rosa cristalino y brillante que creaba pequeños destellos dentro de la habitación oscura—. E-Es rosa, definitivamente es rosa.
—Lo lograste.
— ¿Lo logré?
—Sí.
— ¡Lo logré! —Yeosang no consiguió controlar su emoción, girándose para dejarse caer en el hombro del demonio y abrazarlo con fuerza—. ¡Todo es gracias a ti, Jongho!
Jongho se tensó bajo su abrazo, pero finalmente correspondió sosteniendo su cintura con cuidado. Yeosang no imaginó que su toque sería tan suave, casi como si temiera hacerle daño con el mínimo movimiento.
—Para nada, no intentes quitarte el crédito —Jongho murmuró por lo bajo dándole un vuelco a su corazón con su voz de terciopelo—. Hiciste un gran trabajo, Yeosang.
El sentimiento extrañamente acogedor en su corazón lo hizo temblar un poco, de algún modo podía decir que así se sentía tener un familiar... o mejor dicho, tener a Jongho como su familiar. Durante todo el proceso Jongho lo guío con paciencia, preocupándose porque no se hiciera daño e incluso al final tenía la audacia de darle todo el crédito a él.
¿Esto era lo que hacía el pacto de invocación? ¿Ponerlos tan cerca el uno del otro que comenzaban a agradarse?
A Yeosang le comenzaba a agradar en verdad.
—Y-Yo... uhm... debo guardar eso o se arruinará.
Jongho asintió dando un paso hacia atrás permitiéndole moverse y Yeosang se apresuró hacia la estantería por algunos frascos de vidrio para guardar la exitosa poción.
¿Estaba bien que comenzara a sentir cierto tipo de afecto por el demonio que invocó una noche de mental breakdown?
Era verdad que sus días antes eran bastante solitarios, apresurados y apretados, al final solo quedaba una sensación de vacío amargo y ahora eso era diferente. A pesar de su actitud inicial, Jongho era divertido, cada vez que lo molestaba le devolvía la burla y la última vez que le besó la mejilla literalmente chilló. Sin saberlo estaba alegrando los días que antes eran grises.
Mierda. Eso sonó muy cursi.
— ¿Está todo bien? —Jongho estaba cerca, susurrando suavemente cerca de su oído y sonando íntimo. Yeosang se exaltó y casi tiró el último frasquito con la poción—. ¿Hyung?
—Sí... es solo...
— ¡La cena está lista, trae tu trasero y el de tu demonio aquí abajo! —Escuchó a Wooyoung gritar.
—Claro, cena. La cena es buena. ¿Tienes hambre? Tengo hambre, así que es excelente. Vamos a cenar, el último en llegar es un huevo podrido.
Después de soltar esa verborrea Yeosang salió corriendo fuera de su habitación hacia las escaleras.
...
Tras una cena incomoda como el infierno en la que no pudo contestar apropiadamente cuando le hablaban, regresó a su habitación. Yeosang se apresuró en meterse en su cama sin hacer alguna jugarreta contra Jongho esta vez, por algún motivo comenzaba a sentirse nervioso a su alrededor.
Lo que era un problema porque Jongho siempre estaba a su alrededor, siguiéndolo desde que se levantaba hasta que se iba a dormir.
Escuchó a Jongho caminar por la habitación unos cuantos minutos hasta que finalmente apagó la luz y se recostó en el colchón junto a su cama. Sintiéndose un poco audaz, Yeosang volteó para mirarlo entre la oscuridad, fijándose en su silueta tranquila mientras dormía.
De casualidad... ¿Jongho sentía algún tipo de afecto por él? Porque si era sincero, Yeosang sentía algún tipo de afecto por Jongho. Sí, era un demonio bastante audaz y rebelde, pero le agradaba.
Y tal vez se sentiría triste cuando Jongho debiera dejarle.
Sufrió un golpe en su corazón y mucha tristeza acomodándose en su pecho por la idea de no ver a ese demonio descarado otra vez.
Bien, era muy probable que se sentiría triste cuando Jongho debiera dejarle.
—Aléjate de mí.
Yeosang casi cayó de la cama al escuchar a Jongho hablar, pero se calmó al darse cuenta de que no hablaba con él, solo estaba murmurando cosas entre sueños.
Yeosang juraba escuchar cada uno de los lamentos que pasaban por la cabeza de Jongho... y no pudo soportarlo más. Se dejó caer contra el colchón junto a su cama, el rebote hizo que el demonio a su lado se exaltara y despertara.
—Qué... —Jongho se mordió la lengua, girando sobre su propio cuerpo para mirarlo a la cara—. ¿Qué se supone que haces?
—Intento hablar contigo.
— ¿Lanzándote sobre mí?
—No había una forma mejor.
—Eres... —Jongho tragó pesadamente, sin encontrar las palabras que quería decir—. Eres realmente extraño.
—Me lo han dicho. —Yeosang asintió tragándose todo el nerviosismo que sintió al estar tan cerca de Jongho, ahora lo que importaba era preocuparse por su bien estar, no por lo que sea que Yeosang estuviera sintiendo por él—. No sé cómo iniciar esto... ¿te sientes bien...? Ay, espera, pésima forma de comenzar. ¿Quieres un abrazo? ¿Los demonios reciben abrazos? Creo que debería callarme, pero no sé dar apoyo silencioso.
Jongho lo miró largamente, como si no hubiera visto a alguien como Yeosang en tantos siglos de vida... tal vez así era. El demonio suspiró, buscando su mano para entrelazar sus dedos transmitiéndole calidez.
—Odio a los humanos... también a los brujos porque no son diferentes en lo absoluto.
Yeosang ladeó la cabeza con confusión.
—Lo sé, pero... ¿hay algo que te haya hecho pensar así?
—Me invocaron antes y fue una pésima experiencia. Desde eso pensé que los humanos eran seres crueles y estúpidos, ahora creí que lo seguirían siendo aun con el pasar de los años —Jongho habló entendiendo que Yeosang solo quería escucharlo—. Cuando me invocaste temí que tendría que pasar por malos ratos de nuevo, pero a medida que pasaban los días me di cuenta de que estaba equivocado.
—S-Soy un poco estúpido también.
—No lo eres. —Jongho se quejó en voz baja—. Sé que nos molestamos seguido y por eso puedes tener una idea equivocada sobre lo que pienso sobre ti, pero en verdad creo que eres amable, Yeosang. Encontrarme contigo me hizo querer intentar conocer a los humanos otra vez... al menos a ti y las personas que están a tu alrededor.
¿Cómo podía hablar con tanta elocuencia?
— ¿Quieres decir... que te agrado?
Jongho suspiró.
—... sí, me agradas.
Bastó con su voz tranquila y un ligero apretón a su mano para que una pequeña felicidad le hiciera sonreír.
—Me alegro... porque tú también me agradas.
Yeosang parpadeó lentamente, consiguiendo dormirse mientras sentía como el peso de las mantas ahora rodeaba su cuerpo y la calidez lo envolvía. Sin embargo cuando sus sueños vinieron se encontró con una nube engorrosa, el tipo de sueño que se sentía real y casi consciente.
Un par de minutos bastaron para que la nube comenzara a tomar forma, arrastrándolo a un escenario ciertamente aterrador. Estaba en el suelo y a diferencia de la calidez que sintió antes, allí hacía mucho frío, sentía sus manos y pies congelarse y el frío golpeando contra cada tramo de piel expuesta.
Era una pequeña habitación bastante antigua y precaria, había un montón de basura que pudo reconocer como ingredientes para pociones y maldiciones. La idea le erizó la piel mucho más que el frío.
Todo era increíblemente real, era mucho más que un simple sueño.
¿Dónde estaba?
Escuchó una voz burlesca a la lejanía, luego el sonido rechinante de una puerta, pero no fue capaz de levantar la cabeza para mirar... porque estaba muriendo de miedo.
—Despierta... ¡hey, vamos! Despierta de una maldita vez. —La mano del sujeto se enredó en su cabello y le hizo mirar hacia arriba, directo a unos ojos amarillentos de un hombre adulto. Un brujo—. Oh, asombroso. Por fin te levantaste, comenzaba a creer que eras un demonio malditamente débil. ¿Cómo no soportaste el experimento de anoche? Perdiste la consciencia.
¿Demonio? ¿Experimento?
El brujo lo soltó y se dirigió hacia una silla junto al escritorio todavía mirándolo con sus ojos de ave rapiña. Yeosang intentó moverse solo para descubrir grilletes malditos alrededor de sus muñecas y tobillos, inmovilizándolo y haciendo reír a su captor.
— ¿Otra vez intentarás escapar? Sabes qué es lo que pasará si te alejas de mí, el pacto de invocación es severo. Soy el motivo por el que estás aquí, si te alejas sabes lo que te sucederá. —El tipo bostezó después de que sus palabras congelaran a Yeosang. Entonces... ese sujeto era un brujo que había invocado un demonio y estaba abusando del poder que tenía—. Eres un demonio joven, no soportarás mucho tiempo si te marchas.
De pronto Yeosang lo sabía. El dolor de separarse de ese sujeto sería mucho peor que cualquier cosa, por algún motivo sentía que lo había intentado antes, transportándose lo más lejos que pudo solo para acabar sintiendo como su cuerpo se deterioraba rápidamente, amenazando con acabar con su existencia.
Y debió volver con él.
—Púdrete —Yeosang contestó con una voz que no le pertenecía, pero que conocía a la perfección.
Fue ahí cuando lo supo, no era él quien estaba soñando ese recuerdo, era Jongho.
—Al menos vuelves a hablar... pero tus palabras son irrespetuosas. ¿Debería cortarte la lengua de nuevo? Tal vez tienes una regeneración mucho más rápida esta vez, demonio mediocre. —El brujo se rió malvadamente—. Ahora que lo pienso... ¿si quiera tienes un nombre humano? Déjame adivinar, eres uno de los soberbios, de los que jamás pensaron en someterse a un brujo.
Yeosang deseó cerrar los ojos. ¿Por qué el destino relacionó a Jongho con un brujo como ese? Era más que obvio que no pensaba ofrecerle un pacto de familiar, solo quería investigar sobre los demonios usando el pacto de invocación a su favor.
Una investigación tortuosa de la que no podía escapar, solo esperar a que terminara.
—Hmm... ¿Qué te parece Choi Jongho?
Bastó con escuchar su nombre para que sus recuerdos se volvieron suyos. Los veintinueve días de puro dolor, sus vivencias y el odio final hacia los humanos fueron compartidos con él.
La oscuridad lo envolvió, arrastrándolo lejos de los recuerdos.
Yeosang despertó jadeando y sudando frío. Se sentó y se llevó una mano al pecho sintiendo su corazón golpeando duro contra su pecho. Estaba de vuelta en su habitación, pero el sueño definitivamente fue real.
— ¿Yeosang hyung?
Jongho estaba recostado a su lado, parpadeando perezosamente con su cabello desordenado. Era un demonio, completamente lo era, pero no merecía nada de lo que le sucedió. Es más, ¿cómo ese brujo maldito se atrevió a hacerle tanto daño? ¿A su demonio con ojitos bonitos?
—Jongho...
El demonio lo miró con sorpresa en el instante en que lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Yeosang no permitió que dijera una palabra, lanzándose sobre Jongho para abrazarlo como si eso pudiera curar un poco del dolor.
Yeosang no iba a dejar que nada le sucediera otra vez.
Adivinen qué historia planeada para tener dos partes acabará teniendo tres porque la autora no es capaz de resumir sus ideas.
Exacto, esta.
Si alguien tiene algún tipo de duda respecto a la historia puede preguntarme, realmente siento que metí algunos elementos que pueden no haber quedado del todo claros. Hm.
¡Muchas gracias por el apoyo! Sus comentarios y estrellitas me mantienen feliz. Espero traerles la última parte pronto y no hacerles esperar tanto.
Nos vemos.
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