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Capítulo 21

Annie bajó del autobús con su maleta y una mochila en la espalda, en dirección al departamento donde esperaba encontrar a la azabache dormida y descansando.

La puerta estaba abierta, así que entró.

Debía admitirlo. Extrañaba ese lugar, y extrañaba a su novia. Dejó la maleta junto a la puerta y la cerró.

Subió por las escaleras y abrió la puerta para encontrarse a una azabache chica comiendo cereal en la cama mientras veía la televisión y reía. Tenía el cabello despeinado, unas enormes ojeras, la nariz roja y ropa muy holgada.

Annie cerró la puerta y se acercó hasta ella. Mikasa sonrió y la intentó abrazar, pero Annie le colocó la mano en la frente y midió su temperatura.

Explicame por qué no estás descansando.—Le apagó la televisión.

Mikasa tragó de su cereal de manera más lenta para evitar responder.

Annie suspiró y se sentó a su lado en la cama. Hacía demasiado tiempo que no estaban juntas, y el reencuentro se convirtió en un regaño pero que consideró necesario por no seguir las órdenes del doctor. Rodeó su cuello con los brazos y la besó.

Eran las primeras vacaciones del año estudiando Diseño gráfico y cuando le llamó a Mikasa para contarle, resultó que esta llevaba un tiempo enferma, y decidió ir a visitarla y cuidarla.

Es que estaba aburrida. Te extrañé...Murmuró la azabache.

Yo más...

La habitación se sentía caliente, pues las ventanas y cortinas del cuarto, permanecían cerradas y eso generaba un poco de obscuridad.

Veremos una película, cuando te sientas mejor, ¿Está bien?—Dijo Annie.—Ven.

Mikasa dejó el plato de cereal aún lado y acostaron en la cama. Simplemente disfrutando de la compañía de la otra.
Hablaron de sus vidas hasta hoy, y se pusieron al corriente de algunas cosas.

Algunas horas más tarde...

En las paredes había un pizarrón con notas de colores y cosas por hacer, y junto a el, un calendario con algunos días tachados. Annie se levantó curiosa de la cama y se acercó para ver.

Lo hojeo un poco y se giró para ver a la azabache.

Esto...¿De que es?

Mikasa se sentó y se quedó pensando un poco, hasta que algo en su cabeza hizo "click". Se levantó de la cama y con un plumón rojo que tenía en el cajón se acercó hasta el y tachó el día en el que estaban.

Son los días que no fumo desde que me lo prohibiste.—Se rió.

Annie la miró sorprendida y la azabache dejó de reír poco a poco.

Había pasado un tiempo desde que dejó de fumar, y se sentía muy bien. Aveces tenía la extraña sensación de poder sentir el sabor en la mente, pero no la terminaba de enloquecer.

Solo esperaba que no le fuera a quitar el café también, porque gracias a él pudo dejarlo.

Mikasa.—Sonrio Annie.—Estoy orgullosa de ti...

La abrazó.

—¿Y mi sorpresa? Me prometiste un regalo. Eso fue más tiempo del que creí lograr.—Dijo Mikasa.

Oh, am...bueno, lo olvidé. Olvidé que te prometí una sorpresa.—Se rió apenada y la azabache suspiró.— Olvida eso, mejor pídeme lo que quieras un día y lo tendrás...

Vale,pero que no se te olvide otra vez.—La besó.

Años después.

Suspiró, nerviosa. Annie se veía jodidamente hermosa esa noche. Recientemente se habían terminado de graduar, y a Mikasa le pareció una gran idea llevarla a cenar, a un lugar un poco costoso, pero que creía un momento demasiado especial por lo cual valía la pena pagar un precio elevado.

Incluso pidió un espacio únicamente para ellas, un poco apartado de las demás mesas, y cerca de la buena vista en el lugar, donde la noche mostraba una hermosa luna, y un cielo estrellado.

Annie.

Annie alzó la mirada del plato y Mikasa acercó su silla un poco más hacia la rubia.

Dime.

—¿Recuerdas que nunca me diste mi recompensa por dejar de fumar?

Annie asintió y se limpió con cuidado los labios con la toallita, sin despintarse mucho.

—¿Ya pensaste que es lo que quieres?— Sonrió.—Te tardaste mucho...

La azabache se rasco la mejilla antes de continuar.

Bien, ¿Qué te gustaría?—Preguntó Annie y entrelazó sus manos.

Mikasa levantó la vista de sus cubiertos y tragó saliva.

Quiero que seas mi esposa.

Annie sintió un sentimiento extraño en el pecho, y las mejillas teñirse poco a poco hasta dejarla completamente roja. El asombro y la alegría en su cara, era muy notorio.

Mikasa de vez en cuando bromeaba con lo de casarse, y debía admitir, que cuando pensaba en ello, se sentía muy feliz y extraña al mismo tiempo.

Para cuando se dio cuenta, Mikasa tenía una cajita de regalo en la mano. La abrió, y le mostró a la rubia, un hermoso anillo, con algo grabado en el.

All i need is You.

Mikasa...—Sintió los ojos llenarse de lágrimas cuando la azabache le colocó el anillo en el dedo índice.

Quiero que seas mía, en todos los sentidos posibles. Quiero que lo seas.—Dijo la azabache.

Annie se acercó hasta ella y la besó con ternura.

Lo soy.—Murmuró.—Tú sabes que lo soy...

Mikasa le besó la mejilla y quitó el rastro de lágrimas que comenzaban a caer por sus mejillas.

Pero...

Annie la miró.

Antes de que nos casemos, quiero que tengamos una vida estable.—Le acarició la mejilla.—Nos tomará tiempo, pero yo prefiero eso a tenerte viviendo conmigo en malas condiciones...

La amaba.

Y cuando eso pase, entonces si...Nos casaremos, pero por este tiempo, serás mi prometida.—Suspiró.— te amo...te amo mi amor, y quiero darte lo mejor.

Annie sonrió y las lágrimas no dejaban de salir. Estaba muy feliz...

Acepto...

La azabache sonrió.

—Eres mía, Annie Leonhart.

—Y tú mía, Mikasa Ackerman.








































[Pornstar]






























[...]

—Annie.

Se oyó de lejos.

—Annie, ya despierta.

La azabache movió su hombro mientras reía por verla gruñir y tapar todo su cuerpo con las sábanas. Sabanas que arrojó a cualquier parte de la habitación y Annie se cubrió mientras se sentaba en la cama.

—Arriba. El desayuno está listo.—La besó.

Oreo salió de la habitación donde estaba y fue al comedor, junto con Felix, ya bastante grandecito.

Después de eso, tomaron sus cosas y salieron del departamento donde vivían. Subieron al auto de la azabache en dirección a la agencia de publicidad donde trabajaba Annie, y después iría al trabajo.

Había tenido que vender su moto para invertirlo en otras cosas, pero conservó el auto, pues pensó que sería más útil, espacioso y seguro para ambas.

Ambas, de hecho, tuvieron que vender e invertir en otras cosas más importantes y necesarias, lo que les tomó demasiado pero aquí estaban. Después de 5 años de distanciamiento, momentos difíciles, estrés y mucho esfuerzo tanto físico como emocional. Por suerte Algunos familiares les brindaron un poco de su ayuda durante el proceso, lo que aumentó la probabilidad de éxito para ambas, y estarían agradecidas con ellos por eso.

Luego de terminar la carrera, y de trabajar por bastante tiempo para pagar eso. Comenzaron a organizarse y a llegar a acuerdos. Una vez que ambas lograron juntar para pagar el departamento, se casaron, Algo demasiado sencillo por que no les gustaba lo exagerado (Además sería un costo muy grande y no tenía mucho sentido gastar tanto en ello. Tal vez luego les haría falta ese dinero y si no, sería para otras cosas.) Su padre aceptó ir. Los padres de Mikasa no asistieron, pero si la familia de los Jeager, conocidos y amigos.

Por el momento no estaban pensando en tener hijos, les parecía demasiado pronto y con los gatos era suficiente.

—¿Saldrás temprano verdad?

—Trataré. ¿Tu comprarás el regalo? —Preguntó Annie.

—No sé de bebés, pero vi un mameluco muy lindo. Tal vez les guste.—Sonrío animada.

—Y unos pañales...son caros. Los necesitarán.

—Nos vemos.—La besó.

[...]

Globos, música fastidiosa, adornos, invitados por aquí y allá, en especial niños de 4 a 1 año. Mikasa y Annie comían en la mesa de la pareja, por ser las madrinas del niño. Eren y Armin se encontraban cerca también y uno que otro amigo de la universidad.

—Te vez...¿bien?—Dijo Mikasa, mirando a Ymir.

Hunter comenzó a llorar. Ymir suspiró y se lo dió a su madre.

Hoy cumplía un año. Y lo obtuvieron atravez de un proceso de inseminación artificial. Ahora Lo difícil era cuidar y criar al niño. Un pequeño de ojos azules, rubio.

—¿Ymir que le hiciste?

—¡Nada! Solo...¡llora por todo es igual a ti!

Mikasa sonrió mientras se tapaba los oídos y miraba a Annie hacer lo mismo.

—Y tu papá luego pregunta por qué no tenemos hijos.

—Bueno, en primera, no podemos.—Dijo Annie.

—Son adorables.—Dijo Historia con una sonrisa cansada.

No negaba que lo fueran, pero son una gran responsabilidad para la que las dos mujeres no se sentían listas todavía.

La felicidad de muchos es diferente, y la suya era esa. Junto con Ymir, que luego de pensarlo mucho aceptó la idea, aún sabiendo que sería difícil y odiaba los niños, pero desde que vió a Hunter ser entregado por las enfermeras en su mantita amarilla, ahora solo amaba a uno.

La felicidad de la azabache y Annie era que ahora se dedicaban a lo que quisieron desde hace mucho, y cuando llegaban al departamento después de estar trabajando, al final del día, ahí estaba la otra, esperando su regreso.



















[Pornstar]

















Gritó su nombre llegando al clímax. Lo gritó tantas veces que incluso se podía decir que los vecinos sabían como se llamaba la azabache.

Mikasa dejó de moverse, poco a poco. La sujetó con fuerza de las mejillas y la hizo besarla para callar sus gemidos. La respiración de la azabache era pesada, tal vez demasiado y se sentía un poco indispuesta a continuar por hoy.

—¿Estás bien?—Le besó la mejilla.

Mikasa negó.

—Creo que me va a dar algo.—Sonrío agitada.

Se sentó en la cama, sintiéndose un poco desanimada respecto a su condición física y es que, desde que se casaron, sus hábitos comenzaron a cambiar y también sus cuerpos. No sé veían mal, pero recordar cuando estaba mucho más en forma la pone nostalgica. Casi no habia tiempo para dedicarse al ejercicio, por que la rutina era levantarse, desayunar, dejar a Annie en trabajo, trabajar, pasar por Annie, llegar a casa, comer, arrojarse al sofá, y dormir.

—Siento que subí de peso.—Dijo Mikasa, un poco desanimada pero sin quitar su sonrisa.

Annie analizó su cuerpo y la abrazó.

—Eres hermosa para mi.—Dijo ella y la besó.

Frente a los ojos correctos, siempre serás perfecto y no había nada en ella, que quisiera cambiar.

Mikasa suspiró aliviada. Alguna vez le contó a Annie lo que sus ex novias le dijeron sobre su cuerpo y se sintió mal. Le dio información importante sobre su autoestima, y aún así, jamás la utilizó en contra, si no que se encargó de reparar esas pequeñas grietas que le hicieron, porque ella hizo lo mismo, le contó sus miedos, y ahí estaban, Superando todo juntas.

—Los momentos sentimentales me dan hambre.—Dijo Mikasa y Annie sonrió.

—¿Quieres que pida algo de cenar?

—Si, no tengo ganas de cocinar.— se abalanzó sobre ella.— Iré al supermercado por unas cosas, ¿Está bien?

Asintió.

—¿Quieres acompañarme?

Negó y se recostó en la cama mientras gruñia.

—Bueno, ya regreso.

[...]

Caminó por los enormes refrigerados y lo que fue viendo, lo fue tomando. Cereales, galletas, refrescos, y dulces, los favoritos de Annie.

Quería disfrutar un poco de todo antes de que llegara el lunes y tuviera que hacer dieta y ejercicio de nuevo. Sabía que Annie la quería, y ella quería a Annie, pero de igual forma no quería que su salud se ponga grave, aunque se sigan queriendo. Eso no tenía que ser una excusa.

Eso que le contó el tío Kenny de; las personas casadas suben de peso, era real en cierto aspecto.

Antes de seguir caminando con el carrito del supermercado. Se detuvo a ver una nueva imagen en la caja del cereal.

Lo tomó en su manos, y le dió la vuelta, pero al hacerlo, todo el cereal se calló, por que alguien más había abierto la caja y la dejó ahí.

—Mierda...

Se agachó.

—¿por qué rayos hacen eso?

Escuchó pasos atrás de ella, pero no giró para ver quién era.

—¿Necesitas ayuda?

—Oh, em...si, algo.

La empleada se agachó y Mikasa quitó su sonrisa, para cambiar su rostro a uno, muy sorprendido.

—¿pasa algo?

Mikasa tragó saliva y negó. Se levantaron.

—Lo siento, creo que te confundí. Disculpa.

La rubia alta asintió con una sonrisita.

Antes de continuar su camino, y girar por el pasillo, se mordió el labio y la miró, indecisa. ¿Se arriesgaba o no se arriesgaba?

Ella era Mikasa Ackerman.

—Nanaba...¿Cierto?

La rubia la miró extrañada pero asintió.

—¿Cómo sabes?

Se sonrojó.

—Oh, verás. Me enseñaste a masturbarme y llegué a tener un pequeño Crush contigo cuando era más joven, y quería saber si eras tú.

Pensó.

—Nada, nada. No me hagas caso.

El carrito se negó a avanzar pero lo empujó con fuerza y se fue a pagar en la caja lo más rápido que pudo.

El mundo...es pequeño, y hoy más que nunca lo confirma.

Cuando salió con las bolsas, se acercó al auto.

—Ya no dices ni adiós.

La voz tras su espalda la hizo girar de repente. Era Nanaba. Mikasa tragó saliva y abrió la puerta del auto para meter las cosas.

Nanaba la observó un momento.

—Eres A_Red.

Afirmó.

Mikasa se congeló en su lugar.

—¿A_...Red?Sonrió.—¿Qué significa eso?

Nanaba ladeo la cabeza.

—Tu dime. Tu escogiste ese nombre tan extraño. Tal vez son...las siglas de; Antifaz rojo, posiblemente.

Casi, pero no.

—¿Cómo sabes eso?—Murmuró.—¿Cómo llegaste a esa conclusión?

—Eras mi cliente favorita.—Sonrío y Mikasa se sintió mareada.— y, de hecho...no lo sabía, pero ahora si.

Abrió sus ojos sorprendida.

—No hay mucha diferencia en ti desde que te vi por última vez. Con Antifaz o sin el...eres fácil de reconocer. La verdad.

—Vaya...—Sonrío nerviosa. Si Annie la hubiese acompañado , seguro todo se hubiese salido de control. Aveces los celos la ponían loca.

—En fin.—Suspiró.—Adiós, A_Red...

Se marchó. Mikasa se quedó en su lugar mientras Naanaba se marchaba.

—Mi nombre...es Mikasa Ackerman.

Y A_Red, es una parte de mi lado más sucio.

Todos tenemos uno...
































[Pornstar]

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