Nunca había entendido aquella frase que decía: "tu vida puede cambiar en cuestión de segundos", no tenía lógica alguna, ¿qué clase de evento puede consumir tu existencia en tan poco tiempo? 

En catorce días, por otro lado, bueno, pueden suceder varias cosas, pero ¿enamorarse de un desconocido? Eso suena absurdo, y mucho más si se trata de un admirador secreto que decidió invadir tu espacio personal para dejar una absurda nota rosa en forma de corazón como si esto fuera algún tipo de cliché, ¡por favor!

Si esto le hubiera ocurrido a cualquier otra chica de mi curso, seguramente estaría encantada, porque vamos, ¿a qué joven adolescente no le gusta el misterio acompañado de un poco de incertidumbre?  La adrenalina, el nerviosismo haciéndose presente como una liguera capa de sudor en la palma de la mano, las punzadas en la boca del estómago que inmediatamente se convierten en una visita al baño más cercano, todo esto englobaba la emoción de lo que podría ser un primer amor.  

Hasta que llega lo inevitable, reconocer la existencia de personas mucho más atractivas que tú, seguido de un bucle de inseguridad que te llevará a una prolongada depresión, la cual arruinara tu vida escolar, te meterá en problemas con tu familia y te alejara de tus amigas. En conclusión, el amor mata.  

Confiar en otro ser humano y darle la libertad de destruirte es algo que hice alguna vez, el amor me arrebato todo lo que me importaba y aun cuando intentaba huir y empezar de nuevo, se me era imposible si el causante se encontraba a tan solo unos casilleros de distancia.

En el transcurso de mi historia solo cometí tres errores, el primero fue ilusionarme demasiado rápido, el segundo, interesarme en la estúpida carta y tercero, y mi peor error, empezar a desarrollar sentimiento hacia uno de los dos.