Ojos saltones
La mordaza le impidió hablar,
y las cuerdas le atravesaron la piel.
Estaba sentado,
intentando pensar.
La cabeza le daba vueltas,
y sus muñecas estaban violáceas.
Sus pies se movieron,
pero se detuvieron, al ver la sangre caer.
No quiso ver,
pero se sintió débil, solo y asustado.
Sus ojos fueron de un lado al otro,
recordando y observando el cuarto.
Estaba todo oscuro,
pero logró entender.
Que quien le había hecho esto,
debía volver.
Escuchó el pomo retroceder,
y quiso correr.
Saltó y saltó,
pero no consiguió salir.
De esa tortura,
que ahora se convertiría en su fin.
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