Capítulo siete
Ese día, ambos abrazamos al caos, y ya nunca lo dejamos ir.
Jasper.
Propendía a comenzar a arrancarme pellejos de los labios cuando me ponía nervioso. Era una forma inconsciente de relajarme. No era nuevo, lo hacía desde pequeño. Sin embargo, detestaba cuando lo hacía. Siempre terminaba sangrando, por lo tanto, para evitar el ardor, debía andar con el labio mordido. Eso siempre causó que las chicas pensaran que les estaba coqueteando. En mi opinión, lucía como pato constipado. Pero a todas parecía gustarles. Pensé que sería una buena estrategia con la princesa, quizás serviría. Pero la razón de mi nerviosismo es ella, precisamente el porqué no estaba aquí hoy. Podría no darle importancia, quizás simplemente decidió tomarse el día libre. Pero toda la jornada el grupo de los populares, básicamente el de ella, llevaba en el fondo de la clase hablando. No como siempre que estaba ella, que las risas estaban presentes y siempre estaban sonriendo. Oh no, todos estaban serios, incluso preocupados. Y eso me afectaba directamente. Contaba cada minuto a espera del timbre. Hablaría con ellos, les preguntaría por ella. Si parecía interesado, quizás ella se fijaría más en mi. Porque claramente hacía esto por todo el plan, Amanda no me importaba en lo más mínimo... A quien engañaba. Estaba muerto del miedo. No entendía a la princesa, en lo absoluto, era un libro cerrado e imposible de descifrar. Y mucho menos entendía las reacciones que causaba en mi, era como si la conociera de toda la vida, simplemente quería tenerla cerca. Sentía un lazo inevitable hacia ella, y odiaba eso. La necesitaba por sus padres, no podía simplemente... ¡argh!
Levanté la cabeza de mi regazo apenas la campana que indicaba el almuerzo resonó por todos los pasillos. Los estudiantes no tardaron en comenzar a arreglar todo, y salir con rapidez. Me apresuré hacia el grupo que se encaminaba hacia la puerta, antes que salieran.
—¡Hey! —Los llamé, sin embargo, los únicos que se giraron fueron Melissa y... Este... Bueno, uno de esos chicos.
—¿Qué quieres? —Soltó ella bruscamente, logrando desconcertarme. Siempre había sido algo lanzada y coqueta, sus miradas normalmente eran picaras y un tanto pervertidas. Hoy no. Hoy lucía seria, incluso enojada.
—Amanda no vino hoy, y... Quería saber que tenía.
—¿Enserio preguntas? —Exclamó frunciendo el ceño y dando un paso hacia mi—. ¿La dejaste sola cuando salieron?
—¿Q-qué? —Murmuré desconcertado al sentir la mirada acusatoria de los dos chicos sobre mi—. S-Si, en un momento fue al baño...
—Imbécil... —Masculló la chica entre dientes.
—Si ibas a invitarla a salir, al menos debías saber un poco sobre ella, ¿no crees? —Contribuyó el chico por primera vez—. Siempre debe estar controlada, Murphy. ¡Siempre!
—Baja la voz... —Le susurró Melissa.
—Amanda no es una chica normal —Comenzó a murmurar—, y no solo porque es princesa. Debemos protegerla, cuidarla que no haga locuras. Debemos vigilar que no haga nada que pueda afectarla física y emocionalmente. ¿Si se droga? Nosotros le damos una dosis exacta. ¿Si se emborracha? Nosotros cuidamos que no se pase demasiado. Al menos no para acabar en un coma etílico.
—Lo único que no podemos cuidar es la comida, se nos sale de las manos... ¿Qué mierda la llevaste a hacer, Jasper? —Exclamó alterada la rubia.
—Y-Yo... La llevé a un restaurante y...
—¡Increíble! —Soltó el chico lanzando las manos al aire.
—¿La dejaste comer? —Asentí lentamente—. ¡Por Dios! Amanda sufre de transtornos de alimentación, Jasper. Creo yo que todo el mundo en este maldito país lo sabe. No podemos obligarla a comer, pero si controlamos que no tenga un ataque... ¿Después de comer se fue al baño?
Asentí lentamente tragando saliva en seco. La rubia se agarró la cabeza y soltó un bufido.
—Ella... —Comencé a hablar, sin embargo, la voz se trabó en mi garganta. Carraspeé un poco intentando recomponerme—. ¿Ella está bien?
—¿Tu que crees? —Soltó con crudeza el chico.
—¿P-Puedo hacer...
—No —Me interrumpió Melissa exhalando fuertemente—. Creo que ya has hecho suficiente —Me miró con cansancio y después volvió al chico—. Papá ha hablado con el colegio. Nos van a dejar ir, solo por unos minutos. Vamos, Ethan.
Lo agarró del codo y prácticamente lo arrastró fuera del salón. Dejándome allí, completamente desconcertado. Sabía que la situación de la princesa estaba rara, pero nunca pensé...
¿Qué le habría pasado inicialmente? ¿Estaría bien? ¿Sería muy grave?
Todo era mi culpa. Mi maldita culpa. Era solo una chica, ella no tenía la culpa de lo que sus padres hacían. Ella no mató a Bella. Y yo si la había puesto en riesgo.
Soy una mierda de persona.
Pero no. Se lo recompensaría. Dejaría de ser un hijo de puta egoísta, le daría un buen rato. Olvidaría por un tiempo que ella era la princesa y yo el viudo. Solo seríamos dos chicos, saliendo, pasando un buen rato. Y apartándonos del miserable mundo de mentiras y crímenes que nos rodea.
[***]
Amanda.
Odiaba los hospitales.
No importaba cuantas veces hubiera estado en este sitio, lo repugnaba. El pestilente y fuerte olor a farmacéuticos y etanol solo provocaba más dolor en mi nariz, del que ya de por si tenía debido al vomito. Los colores blanco y menta insípidos me daban cáncer visual. La dura camilla junto con las ásperas sabanas solo causaba más disgusto en mi. Y el silencio... Mierda el silencio era asfixiante. Dejaba salir mis pensamientos, y mierda, cuanto odiaba llegar a los rincones incógnitos de mi mente. Melissa y Ethan habían venido un rato, sin embargo, mis guardaespaldas —que estaban fuera de la habitación cuidando que no escapara—, los habían echado. Y mis padres... Digamos que ni siquiera se han enterado que su amada hija —nótese el sarcasmo—, estaba internada. O probablemente si se habían enterado, y simplemente no les interesaba en lo más mínimo.
El ocaso cielo se encontraba sorprendentemente despejado, dando una hermosa vista a todas las estrellas y una media luna. Sin embargo, era opacado por las potentes luces fosforescentes blancas de mi habitación. Solté un suspiro y cerré los ojos. Debía dormir, o al menos intentarlo. No tenía nada mejor que hacer. Me habían quitado mi celular, mi laptop estaba en el palacio y nunca me habían entregado los controles del televisor. Quizás estaban por ahí en la habitación, pero no tenía los ánimos suficientes para siquiera levantarme.
Sin embargo, cuando por fin estaba logrando agarrar el sueño, todo mi mundo dio un remolino. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza y recuerdos fugaces de las tantas veces que, de niña, papá entraba a mi habitación y me decía 'vamos a jugar'. Cerré los ojos con fuerza al sentir una mano cubrir mi boca, no quería ver esto, no de nuevo. Quería gritar, pero no podía. Estaba aterrada. Comencé a patalear con mis piernas.
—Shh... Tranquila soy yo...
El susurro de una voz de hombre logró que me mantuviera estática. Sentía mi corazón en la garganta, todo mi cuerpo temblaba. Aún sentía esa sensación de terror. Sin embargo, ya no estaba en peligro. O al menos eso esperaba. Abrí los ojos con lentitud, encontrándome con unos orbes azules brillantes fijos en mi. Mi respiración estaba acelerada, y mis palpitaciones sonaban con fuerza en el aparato junto a mi. Liberó mi boca poco a poco. Quería hablar, preguntarle qué mierda hacía aquí, gritarle por darme el susto de mi vida y agradecerle por haber venido.
—¿Qué haces aquí? —Logro susurrar en un murmullo que probablemente no había alcanzado a escuchar.
—Quería... —Se interrumpió para después soltar un suspiro—. Verte. Estaba preocupado... No pude evitar pensar que todo esto —Señaló toda la habitación—, fue mi cul...
—No lo ha sido —Lo interrumpí y curvé una sonrisa amarga—. Fue mía. Siempre es mía. No es la primera vez que pasa esto, y está claro que no será la última. No debías venir por lástima, estoy bi-
—No vine por lástima —Ahora me interrumpió él, mientras fruncía el ceño—. Vine porque quería ver como estabas.
Ganar mi confianza, creo yo, es la travesía más complicada para cualquiera que quiera acercarse a mi. Sin embargo, casi nadie lo logra. Es algo casi imposible. He aprendido a diferenciar quien tiene buenas intenciones y quien no. El chico americano es la excepción. Me confunde. Siempre es tan misterioso y precavido, pero después es una dulzura. Logra confundirme en exceso. Y odiaba eso, me ponía en desventaja, no lograba predecirlo. Y eso me volvía vulnerable.
—Pues... —Aparté la mirada, posándola en el estrellado cielo—. Gracias, ya te puedes ir.
Volví hacia él y me desconcerté al ver una —malditamente encantadora— sonrisa, en su rostro.
—¿Enserio crees que vine solo para verte, decir hola e irme? ¿Así sin más?
Asentí lentamente, intentando no demostrar los nervios que sentía en este momento. Pero la maldita maquina que controlaba mi pulso, me delataba.
—¿Estás nerviosa... Amanda?
Cerré los ojos y exhalé con más fuerza de lo que quería. La lentitud y el erotismo con el que emitió mi nombre logró remover todos mis órganos, y con esto, no solo me refiero al corazón.
—Anda, levántate, te voy a llevar a un sitio.
Abrí los ojos de nuevo, esta vez con confusión y continuaba con su mirada fija en mi, sin embargo, ya no era penetrante, profunda y... Argh. Ahora era más amigable con un toque de diversión.
—No seas tonto, chico americano —Sonreí levemente—. Uno, no tengo ropa. Y dos, estoy... Muy bien encarcelada —Señalé con mi cabeza la salida, donde los dos orangutanes que me habían puesto, custodiaban la salida.
Si se tratase de Rudolph, quizás si podría largarme de aquí. Pero con estos mancancanes, sin expresión, con suerte y podría levantarme al baño.
—Tu no seas tonta, princesa... Hay ropa en mi auto. ¿Y cómo crees que entré? Recordatorio rápido que yo también tengo dinero, aparte con mi encanto... —Sonrió arrogantemente—. Soy bastante persuasivo.
Sonreí negando. La idea de largarme de este pestilente, frío y solitario hospital sonaba atractiva. Pero uno, seguía bastante débil, dos, si mis papás descubrían que me escapé; estaba muerta. Temblaba de solo imaginarme lo que podrían hacerme.
—¿Entonces? —Sonrió ofreciéndome su mano.
Entré en debate, pasando mi mirada de su mano extendida a sus ojos a la salida. Solté un suspiro y finalmente me decidí por algo. Y claro que no me arrepentiría nunca, oh no.
[***]
Siempre me había encantado el aire nocturno. Su aroma, su temperatura, y en sí, todas las sensaciones que traía consigo, me había enamorado desde pequeña. Esta no era la excepción. Mi brazo estaba extendido sintiendo la presión del viento contra este, movía el grande saco negro hacia atrás. Esto mismo, ayudaba a que la colonia impregnada en este se desprendiera, siendo un deleite para mi sentido del olfato. Nunca había usado ropa de un chico ajeno a mi, siempre habían sido mis amigos más cercanos, y claramente, Harry. Sin embargo, se sentía reconfortante usar su hoodie, era simplemente una sensación... Que no podía explicar, pero me gustaba.
Saqué mi mirada del paisaje en la carretera nocturna, y la fijé en Jasper, en su perfil en específico. No podía verlo muy bien, puesto que estaba oscuro. Pero mierda, las pocas luces que pasaban junto a nosotros junto a la potente luz que emitía la luna le debe un aire sombrío y extremadamente sexy.
—¿Deleitándote con la vista? —Murmuró de repente causando que sonriera y apartara la mirada.
De ser de día, me hubiera alterado al ser descubierta, puesto que mis mejillas estaban ardiendo. Pero a la oscuridad, con la radio de fondo y el viento azotándome la cara, no me preocupaba. Cerré los ojos y apoyé mi cabeza en la puerta, sintiendo el viento despeinarme aun más de lo que ya estaba. Cerré los ojos, relajándome con el ambiente tan suave que nos envolvía. Sin embargo, me incorporé de inmediato al escuchar como comenzaba a sonar , una de las últimas canciones que publicó 5th avenue. Aun recuerdo como hace unos años, estaba obsesionada con ellos, no, pero literal obsesionada. Tenía hasta sus huellas dactilares. Cuando vinieron a Inglaterra, y Harry y yo fuimos a conocerlos, recuerdo que me desmayé... Pero en mi defensa, tenía once. Rápidamente me acerqué al estéreo y subí el volumen al máximo, comenzando a cantar la letra. No lo voy a negar, pero seguía estando un poquito obsesionada con ellos, pero solo un poco.
—No me digas que eras de esas fans locas de ellos, princesa.
—No lo era —Fruncí el ceño para después darle una sonrisa torcida—. Lo soy.
Él rio negando con la cabeza causando que yo ampliara mi sonrisa, sin embargo, no regresé mi mirada hacia él. Tarareaba la canción por lo bajo, hasta que me di cuenta que que Jasper estaba haciendo lo mismo. Me giré hacia donde estaba, su mirada fija al frente mientras cantaba la letra por lo bajo.
—¿Te la sabes? —Exclamé con entusiasmo—. ¡Eres un hipócrita!
—No —Negó riendo—, nunca dije que su música fuera mala. Solo te pregunté si eras de esas fans obsesionadas que se sabían hasta su tipo de sangre.
Aparté la mirada sintiendo toda mi cara arder y me mantuve en silencio. En este momento odiaba a este chico, lo que más detestaba en el mundo era no tener la razón. Habitualmente por mi posición, todo el mundo me la daba. Pero por lo que me he dado cuenta, Jasper me ve como una igual, no como la princesa. Y eso... Eso es interesante. Ser tratada por primera vez como alguien normal y no privilegiada por ser su alteza real.
Volví mi atención a la canción comenzando a cantar de nuevo, esta vez más fuerte. Sonreí ampliamente al ver como Jasper se me unía. Volví hacia él, y comencé a bailar. Moví mi cabeza, mis pies, todo lo que me fuera posible en este auto. Por primera vez en quizás diez años, o más, no me importó lo que pensaran. No me importó parecer loca, o no tener elegancia. Solo era una adolescente normal, bailando con un guapo chico a mitad de la noche.
Reí recostándome contra mi asiento cuando finalizó la canción. Hace años, no la pasaba tan bien, tan... No podía explicarlo, el no tener que fingir, el no tener que mantener esa compostura de modales, era tan maravilloso. Poder portarme como la maldita loca que era... Mierda... Sonreí girándome hacia el chico americano, él tenía una sonrisa amplia y le pegaba al timón con su índice al compás de la nueva canción. Se veía... Diferente. No era el misterioso, y desconcertante hombre que me ponía nerviosa. Era un chico, sonriendo como si estuviera en una dulcería, con un lindo hoyuelo marcándose en su mejilla izquierda.
—Llegamos —Murmuró logrando sacarme de mi trance, yo de inmediato me giré hacia el frente.
La vista era mínima, solo se alcanzaba a ver a unos metros de distancia por las luces del auto. Sin embargo, lo poco que podía ver, me tenía encantada. Era un potrero, muy, pero enserio muy grande. Al fondo había una gran arboleda, probablemente entrada a algún bosque. La esencia a naturaleza había comenzado a embriagarme. El no tener que aspirar polución era relajante.
—¿Qué es este sitio, Jasper? —Me atreví a murmurar viendo todo encantada.
Él apagó las luces, y el espectáculo mejoró exponencialmente. Lo único que iluminaba el lugar eran las luces de las estrellas, la luna y lo que parecían cientos de luciérnagas volando por todas partes. El pasto parecía fosforescente por el reflejo de las luces de los pequeños insectos contra las gotas de agua de la llovizna de esta semana.
—Chateau —Murmuró por lo bajo.
Sonreí divertida y volví hacia él, él simplemente levantó levemente su comisura izquierda.
—Ulalá señor francés —Susurré y él amplió su sonrisa.
—Ven —Susurró—. Vamos afuera y te lo explicó mejor.
Asentí y abrí la puerta de su camioneta, dejando que la brisa me abrazara, acarreando consigo mis penas, mis tristezas, mi asqueroso día. Y simplemente dejando calma pura.
—Ven —Me llamó mientras se subía al capó del auto—. Esto es lo mejor que se puede hacer.
Yo asentí un poco desconfiada y me apoyé en el auto para intentar subirme donde el estaba, fallando en el intento y simplemente resbalando por la humedad de la lluvia. Solté un quejido al sentir el frío, duro y mojado pasto contra mi trasero. Jasper soltó una sonora carcajada, causando que lo fulminara con la mirada, sin embargo, no me tardé en unirme a él.
—Como dije ayer, te falta calle, princesa —Comentó mientras bajaba y me ayudaba a levantar.
Sin embargo, mis risas cesaron y fueron reemplazadas por una mueca. ¿Cómo le decía que no me acordaba casi nada de ayer? Producto de mi pequeño exceso con las pastillas. Revisé discretamente los aruñazos en mis brazos, fruto de mi crisis de abstinencia. Tengo un problema, lo sé. Pero me ayuda, y si me hace sentir mejor ¿qué tiene de malo? Prefiero estar drogada a estar llorando, o peor, intentando tirarme de un puente... Y lo digo literalmente.
—¿Estás bien? —Murmuró mientras me agarraba de la cintura y me subía hasta el capó, no pude evitar sentir una pequeña descarga cuando sus manos hicieron contacto con esa zona. A pesar de su piel ser separada de la mía a través de una gruesa tela.
Yo asentí con la cabeza entreabriendo levemente mis labios. Era un gesto que hacía normalmente cuando estaba nerviosa, Harry solía decirme que lucía tierna al hacerlo. Que mis labios se veían carnosos y mis dientes delanteros sobresalían levemente. Jasper subió de un salto junto a mi y se recostó, dejando un brazo tras su cabeza.
—Recuéstate, princesa. Tu espalda va a terminar muerta.
—Pero está mojado —Hice una mueca.
Él soltó un bufido y me agarró del brazo, empujándome logrando que cayera secamente contra mi espalda. Pensé que el impacto dolería un poco más, pero, podía soportar el pequeño dolor. Sin embargo, mantuve mis ojos cerrados debido a la horrible sensación de mi espalda enfriándose debido a la humedad.
—Amanda te estás perdiendo el show, abre los ojos.
Acaté sus ordenes y los abrí levemente, y sentí como mi aliento se quedaba atrapado en el fondo de mi garganta. Esto... No se comparaba con nada de lo que había presenciado antes. No era infraestructura antigua, ni un lindo cuadro. Esto era la clara naturaleza. La magia del planeta. El cielo estrellado con lo que parecían estelas de azul rey y morado me mantenía hipnotizada y sin palabras. Me gustaría tomarle una foto y guardarla eternamente, pero sabía que apenas la cámara capturara este espectáculo, la magia desaparecería.
—Hermoso, ¿eh? —Murmuró él.
Yo asentí sin palabras para explicar lo que sentía al presenciar esto.
—Mi padre solía traernos a mi y a Will aquí antes que naciera Alex... Es el único lugar donde me siento yo mismo, aquí y con... —Se interrumpió a media frase y soltó un suspiro—. Nunca se lo había mostrado a nadie... Eres la primera, princesa... No sé porque, suena ilógico, lo sé, pero... Sentí que al único lugar al que debía traerte era este. —Se giró hacia mi y me dio una sonrisa torcida, yo volví mi vista al cielo y coloqué una mano sobre mi pecho, puesto que ya tenía asco de la tierra. Sin embargo, a los pocos segundos volví a mirarlo.
—Harry solía decir que el destino existe, que todo acontecimiento así sea bueno o malo, sucede por algo. Para dejarnos una lección, que necesitaremos en una próxima vida... También decía que ciertas cosas estaban predestinadas a ocurrir, que todas las almas se conectan entre sí, como hilos, y se conocen por x o y razón... Quizás el destino quería que me trajeras aquí —Sonreí levemente y sin querer —queriendo— rocé su mano con la mía—. Quizás estamos predestinados a algo aquí, o solo, no sé... —Me encogí de hombros—, juntos.
—S-siento algo, Amanda... Y... —Su voz tembló—. No puedo explicarlo, ¿sabes?... Vine aquí, por algo... Me junté con... Gente por ciertas razones, en especifico. Pero todos mis objetivos iniciales parecen esfumarse cuando estás aquí... Y no lo entiendo y... Carajo, me frustra mucho.
—¿Qué sientes, Jasper?
—¿Q-qué siento?
—Si —Asentí acercándome un poco a él—. ¿Qué sientes?... ¿Deseo?
—Si... Digo no... O sea, si, pero no es eso.
Sonreí levemente.
—Es como... —Se relamió los labios—. Es como si algo me atrajera a ti, así quisiera evitarlo... Es como si te necesitara cerca, necesitara saber como estás... Y no lo entiendo... Apenas te conozco... —Susurró lo último más para él mismo.
Yo solté un suspiro y volví mi vista al cielo.
—Pudimos habernos conocido en otra vida... Y el destino quiero volver a juntarnos —Volví hacia él y contuve mi respiración al sentir como entrelazaba nuestras manos.
—¿Y crees que... Tuviéramos un tipo de amor épico? O... Simplemente estoy loco y estoy confundiendo las cosas... Lo único que sé es que siento algo hacia ti, Amanda. No sé que es y... Me desconcierta, y de paso, desconcentra de mi objetivo inicial.
Sonreí y volví mi vista al estrellado cielo. Me contuve de preguntarle que era ese 'objetivo', con el tiempo me diría, y no quería arruinar el momento.
—No sé, Jasper —Susurré—. Supongo que tendremos que descubrirlo.
Y ahí nos quedamos, en silencio, admirando el espectáculo en el cielo. No lo admitiría en voz alta nunca, pero en ese preciso momento, ambos, bajo el manto de la noche, sobre el capó de su auto, mojados y con nuestras manos entrelazadas. Comencé a sentir mi corazón bombear con fuerza, y no solo por la adrenalina.
Ese día comencé a sentir cosas por Jasper Murphy que nunca había sentido. Y ese día, ambos abrazamos al caos, y ya nunca lo dejamos ir.
Hola chikiperras,
Hay telarañas en esta historia y no son de Halloween. Perdón por demorarme tanto, pero he estado tan ocupada, enserio. ¡Pero ya casi acabo! Esta y la próxima semana entro a finales, y por fin acabo el año. ¿Qué me cuentan? ¿Cómo han estado? ¿Están estables o en crisis como su servidora?
¿Qué tal les pareció el cap? Pobre Mandy:(. We know she deserves better. ¿Qué creen de Jasper? ¿Le estaría mintiendo a Amanda o diciendo la verdad? ¿Qué creen que vaya a pasar? ¡Leo sus teorías!
En fin, los amo.
—Moni.
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