Oye Mi amor, recuerdas el día que hablamos, esas sonrisas. Ya ha pasado largo rato desde nuestra despedida. Recuerdas aquella tarde de café, aquel día en el que me leíste mi libro favorito. ¿Amor, acaso me recuerdas? Éramos felices, completos, no habían trozos de un corazón roto, éramos solo uno, tu y yo contra el mundo.

Éramos todo y acabamos siendo nada, éramos como el café y el azúcar ni tan amargos ni tan dulces.

Éramos sólo nosotros sin sombras, sin pasado, con nuestro presente caminando juntos para un futuro.

Éramos aquello de lo que nuestros amigos de asombraban, éramos un misterio que revelaba un secreto oculto.

Sí qué éramos todo y ahora soy sólo una mitad, sin rumbo. Un puzzle cuyas piezas no encajan, un manojo de sentimientos que ya no puedo expresar y en cambio te marchaste sin mirar atrás y un "gracias" como susurro en mis labios fué lo único que pude soltar.

Gracias...aquí te escribo por dejarme sin piezas en mi puzzle y gracias a eso, lloro en las noches por tu despedida y los pétalos de aquellas rosas marchitas inundan el piso de aquella habitación donde dejábamos fragmentos de nuestro amor.

Y aunque ahorita no me recuerdes. Ojalá un día te dignes a leer este puñado de letras plasmadas en papel.

Pd: Siempre serás aquello que tuve y perdí sin siquiera haberme dado cuenta. Siempre serás aquel hombre que no quiso escuchar mis palabras, por quien lloraba y el mismo a quien obedecí con tal de que se quedáse conmigo.

Att: Tu verdadero amor.

Nayely Robles